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Ecofeminismo
Más de 40 años de ecofeminismo
Han pasado un total de 44 años desde que alguien escribió sobre el papel la palabra “ecofeminismo” por primera vez. Ahora, diferentes movimientos ciudadanos impulsan redes y jornadas para continuar construyendo y esparciendo el movimiento, como las Jornadas Ecofeministas que tuvieron lugar el pasado mes de octubre y a las que acudieron más de 200 personas de todo el Estado.
La primera vez que alguien escribió “ecofeminismo” fue en 1974. Lo hizo Françoise d'Eaubonne en su libro “Le Féminisme ou la mort". Ahora, 44 años más tarde, el pensamiento y movimiento ecofeminista se hace más necesario que nunca porque, en palabras de Yayo Herrero: “nos permite comprendernos mejor como especie y tomar conciencia de la inviabilidad de la vida humana desgajada de la tierra y desconectada del resto de las personas”.
Por eso, desde el área de ecofeminismo de Ecologistas en Acción, impulsan las denominadas Jornadas Ecofeministas, que ya van por su segunda edición, y que con la colaboración de “Somos” de Garaldea, tienen por objetivo poner en común luchas y aprendizajes para seguir caminando.
Con una mayor presencia de mujeres, aunque también acudieron hombres, el programa de las jornadas recorrió pensamientos y experiencias diversas que cruzan o atraviesan ecologismo y feminismo. Desde la mesa de miradas, que hizo un viaje por la salud, el urbanismo y la identidad relacional de las mujeres, pasando por la agroecología con enfoque feminista, la experiencia de las mujeres kurdas de Jineology y otra media docena de historias lejanas, como Latinoamérica, o próximas, como la PAH.
También tuvieron presencia las mujeres del “sur”, de sus luchas en sus territorios de origen (Nicaragua y las zonas Mapuches), así como en nuestra tierra, con jornaleras marroquíes de la fresa, y sindicalistas, ganaderas… Entre medias, momentos de teatro y de música para reir y reflexionar de la mano de Kancaneo, Malezas y Alicia Ramos.
Las participantes explican a Saltamontes que de todo lo vivido en las jornadas, sacaron una reflexión muy interesante: “Cuando abrimos el micrófono para que las mujeres cuenten experiencias, aparece una diversidad amplia, valiosa y desconocida”.
¿Por qué unir el feminismo y ecologismo?
Las investigadoras Consuelo Díaz y Marina Checa explican en un paper de la Universidad de Granada que “existe una irreconciliable contradicción entre el proceso de reproducción natural y social, y el proceso de acumulación de capital”. ¿Cómo abordamos esta disonancia? Según las académicas, está claro que el “deterioro social y ambiental” está ocasionado por dos factores principales: de un lado, por un modelo de desarrollo basado en el crecimiento ilimitado; de otro, por la consideración de los mercados como epicentro de la sociedad. Ambos factores “impiden el mantenimiento de la vida humana en condiciones dignas”, sentencian.
En este sentido, como señalan en el artículo académico, la perspectiva ecológica demuestra la inviabilidad física de la sociedad del crecimiento; mientras que el enfoque feminista denuncia la lógica de la acumulación y el crecimiento como una lógica patriarcal y androcéntrica, de forma que la tensión entre el capitalismo y la sostenibilidad humana y ecológica muestra la oposición esencial entre el capital y la vida.
Por ello, si no uniéramos el ecologismo y el feminismo, “podría haber pueblos sostenibles en lo ecológico y patriarcales, y feminismos que alimentaran la ilusión de sostenerse sobre un planeta sin límites”, como destaca para Saltamontes la activista Yayo Herrero. “Creo que el ecofeminismo se construye en torno a un análisis material más completo sobre la sostenibilidad de la vida de lo que, hasta ahora, habían hecho los dos movimientos por separado”, continúa.
Por su parte, la socióloga e integrante del Observatori del Deute en la Globalització, Mónica Guiteras, subraya para Saltamontes que “el ecofeminismo es necesario porque hace presente la deuda histórica que tiene la humanidad con la riqueza extraída del medio ambiente, de las comunidades del Sur Global y de los cuidados, asumidos mayoritariamente por mujeres”. Según su visión, “la vida se ha sostenido mientras todo esto sucedía, pero el capitalismo patriarcal no ha dejado de avanzar”. Por ello, es preciso “revertirlos y responsabilizarse colectivamente de su sostenimiento, para mantener un planeta digno”.
Origen del pensamiento y movimiento ecofeminista
Gracias al trabajo de documentación y análisis de Marta Monasterio y Soraya González, de la cooperativa Pandora Mirabilia, desde donde imparten formación online sobre el tema, tenemos acceso a mucha más información sobre el origen del ecofeminismo. Según sus estudios destacan los orígenes que describe Alicia Puleo, el pensamiento ecofeminista bebe de tres fuentes principales desde donde se estructura toda su filosofía.
La primera, de las utopías feministas de finales de los setenta, que eran altamente ecológicas en sus objetivos y hablaban de sociedades libres de opresión para las mujeres, pero también de sociedades descentralizadas, no jerárquicas y no militarizadas, donde la organización socio-económica estuviera regida por la democracia directa, la economía de subsistencia y las tecnologías suaves y respetuosas con el entorno.
En segundo lugar, tal y como señalan Monasterio y González, el activismo y la resistencia antimilitarista de las mujeres de esa época constituyeron un puente de unión entre varias luchas. Autoras como la pacifista y cofundadora de los verdes en Alemania, Petra Kelly, hablaron sobre la “relación clara y profunda entre militarismo, degradación ambiental y sexismo”.
Y por último, señalan la lucha antinuclear, que junto con las críticas o el recelo a la tecnocracia, supone el tercer campo de inspiración del ecofeminismo primigenio. Como recalca Alicia Puleo, las mujeres, más tendentes a sufrir en su propio cuerpo y sus propias vidas la contaminación o los desastres medioambientales fruto del ‘desarrollo’ (como el ocurrido en Chernóbil), mostraron una actitud de “prudencia y prevención” hacia la ciencia que consideraban había solucionado problemas de alimentación y salud, pero había acarreado nuevos peligros por la creciente contaminación y factores de riesgo.
Con todo, en el año 1974, Françoise d'Eaubonne fue la persona que acuñó, por primera vez, el término 'ecofeminismo'. Lo hizo en un texto llamado "Le Féminisme ou la mort" (“Feminismo o muerte”), una proclama a un nuevo humanismo y un nuevo ecologismo, en el que la relación entre los sexos es clave.
Exactamente 44 años más tarde desde que se acuñó el término. “En el horizonte, continuar conociendo y reconociendo estas prácticas y esta lectura del mundo, ahora más necesaria que nunca”, como concluyeron en las II Jornadas Ecofeministas.