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Memoria histórica
Hoy tenemos menú a la carta, mientras tomamos cartas en el asunto.
Cartas desde prisión, o desde los campos de confinamiento unas, o cartas desde los abiertos y libres montes otras, todas trayendo y llevando buenas o malas nuevas, cartas para saber de nuestra gente o para informar o dar ánimos...cartas a fin de cuentas.
La vergüenza ahora se vende
a dos mil pesetas la onza;
por eso que va tan cara
gastamos todos tan poca.
(Coplillas que se cantaban en el campo de Argelés y que Marcelino Sanz recoge en una de sus cartas.)
Sólo hacía falta un papel en blanco, algo para escribir y ganas de contar cosas...y vaya que si había cosas para contar, habían pasado dos guerras, un exilio, los campos, las separaciones, el hambre, el miedo...si, había mucho que contar, y las cartas eran el medio perfecto donde escribir todo aquello.
Hoy traigo un pequeño muestrario de ellas, empezando por aquella famosa que declaraba como finalizada la guerra civil española, aunque pasados más de 20 años de la misma, la gente seguía luchando y muriendo por la misma. La carta que ha dado nombre a este proyecto de recuperación y difusión de la memoria que tienes ante tus ojos.
Saltamos una frontera para caer atrapados en uno de los campos donde nuestros vecinos franceses encerraron a los exiliados españoles mientras no sabían que hacer con ellos, así, entre los alambres de espino de Argeles-sur-Mer nos metemos entre el boli y el papel de Marcelino Sanz Mateo, un cenetista aragonés. Al principio en los campos la autoridad francesa repartía sellos entre los refugiados españoles para que pudieran escribir a sus familiares, los sellos venían con una letra F impresa y se repartía un número para que cada refugiado pudiera mandar dos cartas al mes. Pronto dichos sellos fueron papel moneda, un sello, 10 cigarrillos, el mercado es el mercado, amigo.
Saltamos los alambres de los campos franceses para irnos a la prisión de Lugo, donde Daniel Álvarez escribe a su madre ante su inminente ejecución. Cuantos como él, a la espera de la saca o el pelotón, escribieron a sus familias para dar ánimos a quienes se quedaban.
Dejamos atrás los barrotes y los muros carcelarios para aspirar una bocanada de fresco aire serrano, nos echamos al monte, con los guerrilleros que allí estaban, luchando por una guerra que hace tiempo había terminado y de la que no podían escapar. Al primero a quien nos encontramos es a Marcelino Massana "Panxo", quien escribe a su amigo Josep Ester, antiguo integrante de las redes de evasión y superviviente del infame campo de Mauthausen, para contarle lo dura que estaba siendo la represión en las tierras del alto Llobregat, de donde ambos eran nativos.
Damos un nuevo salto para tratar de coger el paso de un caminador infatigable, para seguir el rastro de Ramón Vila, el último guerrillero anarquista muerto con las armas en la mano, el "Capitán Raymond" de la resistencia francesa, el eterno saboteador y uno de los más eficientes guías confederales. Cuanta ilusión me hizo poder tener entre las manos una carta escrita de su puño y letra en el archivo de Amsterdam.
Ahora lo que vamos a hacer no es cambiar de sierra, sino cambiar de bando, primero nos vamos hasta la casa cuartel de culquier pueblo, a la que ha llegado una carta de la comandancia, con instrucciones a seguir para la denominación de la guerrilla.
Y dejamos el pequeño puesto en la montaña para acercarnos hasta tierras bercianas, pues nos adentramos en el cuartel de Ponferrada, donde encontramos al comandante del mismo, Miguel Arricivita, escribiendo a Silverio Yebra, uno de los guerrilleros leoneses que consiguió llegar a Francia, para hacerle una curiosa petición.
Bueno, hasta aquí hemos llegado con nuestros pequeños trozos de papel, capaces de traer alegrías y penas a partes iguales, buenas y malas noticias, o simplemente constatar, que alguien desaparecido hace tiempo, aún estaba vivo.
Fuentes: Archivo IISG, fondo Josep Ester, Archivo Nacional de Cataluña, fondo Pons Prades, Archivo propio, http://cartasdelexilio.free.fr/index_es.html y https://www.eldiario.es/galicia/dormido-Creo-quedan-pocos-dias_0_651285606.html y