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Ocupación israelí
El Acuerdo del Siglo: no hay trato
El llamado Acuerdo del Siglo vendría a “legalizar” una profundización de la ocupación que ya se viene produciendo, respaldando la, tan ansiada por Netanyahu, anexión por parte de Israel del Valle del Jordán, el área norte del Mar Muerto y gran parte de los asentamientos ilegales de Cisjordania.
Aún nos dura la resaca —y es una de las malas— tras la presentación del supuesto “Acuerdo del siglo” que, según sus valedores, vendría a poner fin al conflicto palestino-israelí. Fueron numerosas las voces en contra. Se han sucedido las manifestaciones —que no han sido ni muchas ni multitudinarias— y las declaraciones de los representantes de la Autoridad Palestina, que dio por rotas las relaciones con Israel y Estados Unidos tras rechazar el plan de paz presentado el 28 de enero por Donald Trump en la Casa Blanca.
Pese a que algunos de los aliados árabes de Estados Unidos estuvieron respaldando a Trump durante la presentación; la Liga Árabe, reunida de forma extraordinaria, rechazó el plan de paz al considerar que no cumple ni con las aspiraciones de los palestinos, ni con lo establecido en el, hasta ahora, único plan de paz que hay encima de la mesa de Mahmud Abás, y que cuenta con el consenso internacional.
A pesar de la declaración institucional, algunos de los comunicados lanzados la semana pasada por Arabia Saudí o los Emiratos Árabes, hablaban de “realismo” y de considerar este documento como “punto de partida” de unas nuevas negociaciones de paz. Un ejemplo más del delicado equilibrio que mantienen algunos de los países árabes cada vez que se abre el melón de una causa palestina cada vez más desgastada. A la UE le pasó un poco igual, mientras por un lado rechazaba el plan porque incumplía con el derecho internacional, por otro lado afirmaba que la iniciativa estadounidense podría suponer una oportunidad para relanzar las negociaciones. Además una posible resolución contra el plan podría haber sido “boicoteada” desde dentro por algunos de los países miembro.
Mientras por un lado la UE rechazaba el plan porque incumplía con el derecho internacional, por otro lado afirmaba que la iniciativa estadounidense podría suponer una oportunidad para relanzar las negociaciones
El plan de Trump pone negro sobre blanco lo que de facto ya está ocurriendo, que las aspiraciones palestinas de controlar el área C, tal como quedó establecido en los Acuerdos de Oslo, son una quimera. Muy al contrario, el documento vendría a “legalizar” una profundización de la ocupación que ya se viene produciendo, respaldando la, tan ansiada por Netanyahu, anexión por parte de Israel del Valle del Jordán, el área norte del Mar Muerto y gran parte de los asentamientos ilegales de Cisjordania. Esto supone aproximadamente un 30—40 % del territorio que supuestamente debería conformar el ansiado estado palestino y el acceso a río Jordán, que riega aproximadamente 80.000 hectáreas de tierras cultivadas.
Entonces, ¿qué diferencia hay con la situación actual? Pues que gracias al espaldarazo de Trump, Israel no lo haría de forma unilateral como viene sucediendo hasta ahora, sino con el beneplácito de parte de la comunidad internacional. Actualmente, tan solo el 18% de Cisjordania está bajo completo control administrativo y militar de la Autoridad Palestina. La anexión respaldada por el plan de EE.UU no solo viola las responsabilidades de Israel como potencia ocupante según el derecho internacional humanitario, sino que también niega a los palestinos su derecho a la autodeterminación, condenándolos a sufrir discriminación y dependencia de la ayuda internacional.
Pero el asunto más espinoso continúa siendo la cuestión de Jerusalén. La ciudad santa sería la capital indivisible de Israel, incluyendo Al-Aqsa y otros santos lugares, que permanecerían bajo control del estado judío. Algo innegociable para la ciudadanía y fuera de la mente de cualquier dirigente político palestino.
El acuerdo estipula que el futuro estado palestino no controlaría su propio espacio aéreo, ni fronteras y pasos fronterizos y tampoco podría establecer ningún tipo de acuerdo con terceros países
Además el acuerdo estipula que el futuro estado palestino no controlaría su propio espacio aéreo, ni fronteras y pasos fronterizos y tampoco podría establecer ningún tipo de acuerdo con terceros países. A esto hay que añadir la cuestión de la franja de Gaza, actualmente completamente separada de Cisjordania y bloqueada por Israel. El plan prevé la construcción de algún tipo de infraestructura, tipo túnel, para conectaría el territorio, algo de lo que Israel recela, ya que podría ser utilizado para la introducción de armas.
Para ponerle un poco más de salsa, el anuncio del presidente estadounidense se realiza cuando apenas queda un mes para las terceras elecciones consecutivas y en uno de los peores momentos para Netanyahu, que gracias a este anuncio toma un poco de aire. Sin embargo, un verdadero esfuerzo por alcanzar una resolución del conflicto palestino- israelí parece muy lejos de la agenda de los principales partidos en liza. Hasta el momento los únicos que apoyan expresamente la solución de los dos estados son los partidos de izquierdas, que el pasado sábado 1 de febrero incluso convocaron una marcha en Tel Aviv como protesta por el llamado Acuerdo del siglo, pero que actualmente no juegan un papel importante en el Knéset.
El relator especial de la ONU sobre la situación en el Territorio Palestino ocupado calificó el plan de Estados Unidos como “una solución de estado y medio” y añadió que el mismo “respalda la creación de un Bantustán del siglo XXI en Oriente Medio”
El relator especial de la ONU sobre la situación en el Territorio Palestino ocupado, Michael Lynk, calificó el plan de Estados Unidos como “una solución de estado y medio” y añadió “esta no es una receta para una paz justa y duradera, sino que respalda la creación de un Bantustán del siglo XXI en Oriente Medio”, refiriéndose al término que designaba a los territorios convertidos en reservas tribales para las personas no blancas en el marco de las políticas segregacionistas impuestas durante la época del apartheid.
Por otro lado, gran parte de las ONG internacionales que operan en Palestina, entre las que se encuentra Alianza por la Solidaridad, han instado a la comunidad internacional a rechazar el plan de la Administración estadounidense y a reafirmar su compromiso con los principios del derecho internacional como base para un acuerdo de paz justo y duradero. Sin embargo parece que esto continuará esperando, pues todo indica que la resolución de urgencia que se presentará ante el Consejo de Naciones Unidas para rechazar el plan contará con el veto de EE.UU.
Con todos estos ingredientes, la comida se le va atragantar a más de uno. Pero este plan no supone nada nuevo, es la misma sopa de cada día, pero además fría.