India
Los agricultores insurgentes crean una “república autónoma” en India

A pesar de la represión del Estado, los agricultores, furiosos por la liberalización del sector agrícola, se han reunido alrededor de la capital, más numerosos que nunca. Muchos de ellos abastecen la “república autónoma” por turnos. Detrás de la lucha contra la infame reforma quedan al descubierto décadas de resentimiento.
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Campesinas en la acampada de Tikri. Foto de Reporterre.
Traducción: Xirimuni
16 mar 2021 06:52

Pasar la frontera de Tikri, al este de Nueva Delhi, es como cambiar de país. Tras una hora conduciendo por la autopista, paramos frente a una pared custodiada por policías fuertemente armados. Hay que negociar en varios puestos de control, tomar desvíos, para entrar por fin en el estado de Haryana, es decir, en otro mundo.

Los agricultores no se han equivocado, ya que, para referirse a las masivas concentraciones de campesinos que se extienden a lo largo de las vías rápidas que conducen a la capital, ya no hablan de manifestaciones, ahora emplean el término “república autónoma”. Llevan ya tres meses acampados en la entrada de la capital-Estado de Nueva Delhi para protestar contra la desregulación del sector agrícola. El gobierno prevé efectivamente reformas que ponen en tela de juicio los precios mínimos de compra de productos básicos como el trigo y el arroz, amenazando así la supervivencia de pequeños agricultores. Los estados de ánimo se han ido crispando. El 26 de enero, fiesta nacional, conocida como Republic Day, cambiaron las reglas del juego.

Los incidentes registrados durante el Republic Day acapararon los titulares, empañando la imagen del movimiento, muy pacífica hasta este momento

Durante las celebraciones del Republic Day (lo que sería el equivalente al 14 de julio francés, fiesta nacional), la Corte Suprema autorizó, por primera vez, que los agricultores entrasen en Nueva Delhi. La policía trazó un recorrido específico para ellos, en paralelo al desfile oficial, y en número restringido. Nada sucedió como estaba previsto. Enérgicos, los campesinos forzaron desde por la mañana los controles policiales con sus tractores para entrar en masa en Nueva Delhi. A lo que siguió una jornada de enfrentamientos entre policía y manifestantes— uno de ellos falleció y muchos fueron detenidos. A pesar del llamamiento a la calma por parte de los sindicatos agrícolas, algunos acabaron por invadir el Fuerte rojo, símbolo del poder, desde el que el primer ministro pronuncia sus solemnes discursos.

Cuando habían transcurrido tres semanas desde la invasión del Capitolio en los Estados Unidos, los incidentes registrados durante el Republic Day acapararon los titulares, empañando la imagen del movimiento, muy pacífica hasta este momento. La ocasión soñada por el gobierno para presentar a los agricultores como insurrectos conspiradores. Durante su discurso en el Parlamento, el primer ministro indio, Narendra Modi se refiere ya sin tapujos a “parásitos”, dirigidos por “fuerzas destructivas del extranjero”. Se acabaron el diálogo y el apaciguamiento: se decretó el estado de sitio y se cortó internet en el Estado de Haryana. Las cuentas de Twitter de algunos activistas fueron congeladas y las barreras metálicas que separaban a la multitud de la capital han sido reemplazadas por bloques de hormigón, alambradas con púas, para reventar los neumáticos de los tractores.

En Tikri es obvio que el endurecimiento de las medidas no ha hecho más que reforzar la determinación de los agricultores. “Caminábamos tranquilamente a lo largo del recorrido autorizado por la policía cuando empezaron a cargar sin motivo”, nos cuenta Gurpreet Singh, que resultó herido en la pierna por un lanzamiento de granadas lacrimógenas. Aquí se cuenta que la violencia está orquestada por la BJP (Bharatiya Janata Party,partido hinduista de Narendra Modi). En el punto de mira se halla Deep Sidhu, el actor que arengó a la multitud y sustituyó la bandera nacional del Fuerte rojo por la bandera de los campesinos sijs. Este hombre, que en el pasado militó en el BJP, figura, según los agricultores, entre los “agentes infiltrados” que habrían incitado a la violencia durante el Republic Day. El partido por su parte, niega todo vínculo con este individuo, que fue detenido el 9 de febrero.

“Además de los cortes de internet y de agua, han ordenado bloquear las carreteras y los trenes y han dado la orden a las gasolineras para que no suministren petróleo a los tractores”, explica un militante comunista

Aunque no confirma que el responsable de la violencia fuese el BJP, Navkiran Natt estima que tendieron una trampa a los manifestantes el día 26. Esta estudiante de cine documental de Nueva Delhi acompaña al movimiento desde hace dos meses: “Es cierto que algunos elementos recurrieron a la violencia”, nos cuenta. “Pero tras dos meses acampando en el frío, ¿pensaban de verdad que los agricultores iban a desfilar tranquilamente? La policía dirigió la comitiva hacia el Fuerte rojo deliberadamente. El gobierno necesitaba de esta violencia para desacreditar al movimiento”.

Navkiran Natt forma parte del equipo de Trolley Times, una revista digital y en papel creada específicamente para el movimiento y publicada en hindi y en punjabi. Su objetivo: proporcionar información a pie de calle a los participantes repartidos en las diferentes fronteras de Delhi para contrarrestar la “propaganda” gubernamental: “La próxima edición se centrará en los miembros del BJP que han provocado el estallido de violencia fronteriza haciéndose pasar por nativos desaforados”. Cerca de la librería en la que conocimos a la estudiante, el Trolley Times ha instalado una sala de cine en la que proyectan documentales todas las noches. En Tikri, hay ahora dormitorios gigantes, comedores, lavanderías e incluso una escuela.

A fin de evitar que incrementen las concentraciones, el gobierno está multiplicando los obstáculos. “Además de los cortes de internet y de agua, han ordenado bloquear las carreteras y los trenes y han dado la orden a las gasolineras para que no suministren petróleo a los tractores”, explica a Reporterre el militante comunista Mukesh Kulharia. Pero a pesar de la represión, nunca ha habido tantos agricultores en las inmediaciones de la capital. Muchos suministran agua y comida a la “república autónoma” por turnos. “Mi hermano y mi padre vinieron mientras yo me ocupaba de la granja, ahora me toca a mí”, nos cuenta Burjev Singh desde su caravana.

“La revuelta se ha extendido a toda la India”

La afluencia más impresionante tiene lugar en el lado opuesto de la ciudad, en la parte occidental, en la frontera con Gazipur, que separa Delhi con el Uttar Pradesh. “En un mes hemos pasado de algunos miles a más de 200.000 participantes”, asegura Shyam Kishore Yadav, uno de los organizadores. Es prácticamente imposible verificar las cifras, pero una vez más podemos comprobar que la concentración se extiende a lo largo de kilómetros de la autopista. Aquí, los participantes llegan de todos los Estados, lo que echa por tierra el discurso del Gobierno que afirma que la revuelta la lidera una minoría de campesinos sijs privilegiados. “Gazipur nos muestra que la revuelta se ha extendido a toda la India”, valora Shyam Kishore Yadav.

“La mayoría de los agricultores presentes no conocen en realidad ni a Rihanna ni a Greta”, reacciona la estudiante Navkiran Natt. “Este apoyo es bienvenido, pero en realidad la lucha tiene lugar sobre el terreno”

En Gazipur, la desesperación es palpable y va más allá de la simple protesta por las nuevas leyes agrícolas. En el fondo, son sobre todo los años de miseria, el sentimiento de vulnerabilidad y de abandono por parte de los sucesivos poderes lo que origina que los agricultores se echen a la calle. Muchos de ellos no niegan haber votado por Narendra Modi en 2014. “En mi pueblo teníamos muchas esperanzas puestas en él cuando salió elegido”, relata Sudesh, que cultiva caña de azúcar en el Uttar Pradesh, “pero las promesas de días felices no llegaron jamás. Apenas consigo cincuenta euros de beneficios por mes. Estoy aquí porque ya no tengo nada que perder”.

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Modi, el presidente indio, afronta un año electoral tras dos jornadas de huelga masiva contra la privatización del sector público, contra el desempleo, contra el aumento de los precios de los alimentos, contra la gran cantidad de contratos temporales y por obra y contra la precariedad de esos contratos.


Mas allá de la India, la noticia de la revuelta está alcanzando una repercusión mundial. “Por qué no se habla de esto?”, preguntó la cantante Rihanna el 2 de febrero, generando 350.000 retuits. Al día siguiente, fue la sueca Greta Thunberg la que hizo pública su solidaridad con los agricultores, invitando a los internautas a firmar peticiones. “Esos comentarios sensacionalistas de famosos no son ni responsables ni precisos”, reaccionó el ministro indio de Asuntos Exteriores. La policía de Nueva Delhi llegó incluso a denunciar una “conspiración internacional”. “La mayoría de los agricultores presentes no conocen en realidad ni a Rihanna ni a Greta”, reacciona la estudiante Navkiran Natt. “Este apoyo es bienvenido, pero en realidad la lucha tiene lugar sobre el terreno”. 

Mientras el gobierno se niega a retroceder y recurre a la represión, los manifestantes son cada vez más numerosos, el pulso va para largo. El miércoles 10 de febrero, la Confederación Campesina francesa manifestó su apoyo a los campesinos y aplaudió su capacidad de organización: “El veto a concentrarse, las trincheras cavadas, las alambradas y las amenazas de acciones judiciales no van a amedrentar al movimiento agrícola”. Un tesón más que palpable en las inmediaciones de Nueva Delhi.

Reporterre

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