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Independencia de Catalunya
Extranjeros en Catalunya: dentro y fuera de la independencia
¿Qué piensan los más de un millón de extranjeros que viven en Catalunya del proceso independentista? Hablamos con seis de ellos, con diferentes visiones y circunstancias, lejos del estereotipo y la consigna.
Catalunya se mira en el espejo y quiere reconocerse diversa, aunque a día de hoy siga siendo masivamente blanca y occidental. De muchas lenguas, pero actualmente predominadas por el catalán y el castellano. Laica y sin embargo mayoritaria e históricamente católica.
Parte de Catalunya se mira en el espejo y quiere ver a Europa: prosperidad, bienestar, empleo, república, valores políticos y sociales. Otra parte, más silenciosa, quiere seguir viendo a España, quizá no al partido de Gobierno, pero sí al país que se formó con el consenso de todas las formaciones políticas tras la muerte del dictador Francisco Franco, que ahora parece estar haciendo aguas.
Dentro de esa dicotomía, que clama por tener una solución democrática tras el frustrado y violento referéndum del pasado 1 de octubre, conviven en silencio más de un millón de extranjeros. Un 1,1 millones de empadronados (de los que no se sabe a ciencia cierta quiénes están de manera legal y quiénes de manera irregular) que se debaten sobre si también ellos deben decidir el futuro de la región o si por el contrario deben dejar la última palabra únicamente a los catalanes.
Entre ellos, seis personas procedentes de cuatro continentes, con varios años de residencia en Catalunya y también en el resto del Estado español, que coinciden en que más allá de su opinión sobre lo que deberían escoger los catalanes, tienen claro que la única opción para que España y Catalunya puedan seguir adelante es que se celebre una votación con un resultado vinculante.
Si pueden desobedecer al Estado español para hacer el referéndum, ¿por qué no lo hacen con los trámites de nuestros papeles?
Pese a que Daouda no pudo votar el 1-O, se ha forjado una opinión clarividente en los últimos meses: “Veo el referéndum como un juego, una manipulación en la que los dos Gobiernos [español y catalán] le están tomando el pelo a la gente. ¿No hay cosas más importantes? Ahora ya nadie habla de los atentados [del 17 de agosto] ni del paro, ni de los pobres que no llegan a fin de mes”.
Se sabe seguro de que una Catalunya independiente no cambiará su situación ni la de los miles de ciudadanos que viven en la región de manera irregular. “La Generalitat hace lo mismo que el Gobierno de España, aplican la misma ley a los extranjeros. Si pueden desobedecer al Estado español para hacer el referéndum, ¿por qué no lo hacen con los trámites de nuestros papeles?”, cuestiona.
“Nosotros tuvimos el caso escocés, en el que el resto de Reino Unido entendió que si ellos querían la independencia teníamos que darles la oportunidad de tomar la palabra y decidieron quedarse
Sudeep Dwivedi, India
Somos un manto de colores, y no pueden decir 'solo este color va a votar' porque entonces están cayendo en otra contradicción
Aunque asegura no tener “miedo”, reconoce sentir la “incertidumbre que da paso a ese miedo” e insta a los políticos a “hacer su trabajo” para impedir la generación de ese temor “que no solo está haciendo mal a Catalunya sino a un montón de sectores que están invirtiendo aquí y que ya han dicho que si hay independencia, ellos se van”.
“No creo que la independencia traiga un cambio sustancial para nadie, no están siendo nada claros, ¿de dónde saldrán los fondos para las jubilaciones y el paro o las prestaciones sociales? ¿Van a tener la misma moneda y mismo el arancel? Están siendo bastante pasionales con la independencia y es un craso error porque a la hora de la verdad, si algún día son independientes y la cosa falla ¿a quién van a culpar? ¿A España?”.
“Estos no son momentos de levantar muros y crear nuevas fronteras. Es demasiado dispendioso. Es más fácil unirse con otros partidos que estén de acuerdo con una noción de República, con una idea de hacer una país de verdad”, dice.
Juan Pablo Mazorra (México)
“Gracias a Dios no puedo votar, me ganaría enemigos”Juan Pablo consiguió quedarse en España por un golpe de suerte in extremis. La compañía de teatro para la que trabaja quiso esperarle más allá de la fecha límite que tenía para arreglar sus papeles de migración que estaban a punto de expirar. No sabe qué pasará con situaciones como la suya, la de gente que trabaja tanto en Catalunya como en el resto del Estado español, pero tiene claro que el hecho de que no le dejen votar es lo mejor que le podría pasar.
Juan Pablo considera que la escalada en las acciones del Gobierno español ha provocado que los indecisos se hayan posicionado por la independencia en las últimas semanas
“Mis amigos son independentistas y mis compañeros de trabajo todo lo contrario. Cuando estoy ensayando, los comentarios son en contra de la independencia y cuando llego a casa escucho lo opuesto. Y en esa mitad, ambos bandos me presionan para que me posicione”, explica Juan Pablo, quien se reconoce abrumado por el contexto.
Considera que la escalada en las acciones del Gobierno español ha provocado que los indecisos se hayan posicionado por la independencia en las últimas semanas: “Fue muy confuso porque los mismos catalanes estaban en contra, entre ellos. Cenaba con amigos míos y había mucha diferencia entre lo que pensaban, a mí me parecía muy lejano pero creo que ahora se ha convertido en un berrinche”.
“A veces pienso que es el niño adolescente que se enoja con sus padres y dice que se va de casa, pero no está considerando lo que es vivir sin sus padres. Creo que todos son conscientes de lo que le viene económicamente a Catalunya si se independiza y lo asumen, pero yo creo que mucha gente lo dice solo para fuera y que a mitad del proceso de independencia dirán que al final esto no era tan buena idea”, añade.