Paula Ruiz Roa

Urge gritar No a la guerra y las mujeres lo vamos a hacer este 8M porque las mujeres somos personas de paz, somos portadoras de vida.

Desde hace años, en el mes de noviembre, en torno al día 25, Día Internacional contra las Violencias Machistas, la sociedad se moviliza para visibilizar y reflexionar, con más intensidad, para hacer balance y evaluar la evolución de esta lacra que sufrimos históricamente las mujeres. Una lacra que solo representa un síntoma, el más sangriento, el más inhumano e irracional, el más criminal, de un síndrome más amplio que se llama patriarcado.

Este es el primer 8M, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, que conmemoramos después de que el gobierno decretara el confinamiento domiciliario absoluto de toda la población el pasado 14 de marzo de 2020 para abordar la lucha contra la pandemia por el COVID19.

En estos días, está siendo noticia de gran impacto mediático entre la opinión pública, la investigación y proceso político y judicial abierto para intentar demostrar la vinculación paradigmática entre la celebración de la manifestación del pasado 8 de Marzo en Madrid, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, y la expansión del contagio por el coronavirus COVID-19.  

El movimiento anarquista denominado Federación Nacional de Mujeres Libres (MM.LL.), fundado como tal Federación en Valencia a finales de agosto de 1937, representa uno de los mayores ejemplos organizativos de mujeres, en este caso anarquistas, para luchar por la emancipación integral de la mujer.

Es posible que determinados sectores se estén preguntando, planteando, si es necesaria una huelga feminista, por qué una huelga general feminista, una huelga de mujeres...

La violencia machista es hoy uno de los espacios de lucha que abarca el Feminismo, pero no el único.