València
Historias de solidaridad innovadoras: “Hay que adaptarse a las necesidades de una comunidad”

La solidaridad ha adoptado diversas formas, siguiendo tanto las necesidades de la población afectada como las posibilidades de quien se prestaba a ayudar
Fotogalería DANA Benetusser Catarroja Chiva - 5
Voluntarios después de una jornada de limpieza en Benetússer. David F. Sabadell

Si algo han demostrado las inundaciones en la provincia de València ha sido la capacidad organizativa y solidaria de la sociedad civil. Desde el primer momento, miles de voluntarios y voluntarias no dudaron en coger palas, botas de agua y escobas para ayudar a limpiar las casas y calles de las zonas afectadas. Hay también quien se ha quedado en València capital y ha aportado su grano de arena cargando y descargando comida y materiales diversos en los puntos logísticos que surgieron en cada barrio.

La solidaridad ha adoptado diversas formas, siguiendo tanto las necesidades de la población afectada como las posibilidades de quien se prestaba a ayudar. Una de las piedras angulares de todo esto ha sido el tejido asociativo y social que ya existía en los barrios y municipios valencianos, que han permitido coordinar y hacer más operativa la voluntad de ayuda de tantos.Lo que ahora sigue son solo algunos ejemplos más de quien ha buscado una forma de aportar desde su entorno más próximo, su área de conocimiento o su zona de influencia. Nada de grandes iniciativas que escondan un rédito personal detrás, solo personas que han buscado debajo de las piedras qué es lo que podían aportar desde su lugar en el mundo.

Pequeñas compras desde Palencia

A Dafne le escribió un conocido a los pocos días de la DANA. Le preguntaba cómo podía ayudar sin estar en València. En los primeros días de la tragedia, nada estaba claro y quien pretendía encontrar información potable dentro del caos mediático de una crisis como esta lo tenía más bien difícil. “Le dije que me hiciese un bizum y que con ese dinero compraría una bolsa de la compra para la zona afectada por él”, cuenta. Comentó esta anécdota con unas amigas y ahí empezó todo. Entre varias subieron un story a Instagram ofreciendo la misma solución a sus seguidores, que no son precisamente muchos. Pero como ella es de Palencia, muchos de sus círculos veían desde lejos lo que ocurría desde València. El resultado fue que en 24 horas tenían más de dos mil euros.

Para Dafne, lo importante era “adaptarnos a las necesidades de una comunidad, gestionar conjuntamente esa ayuda”, no “ayudar a lo loco y caer en el asistencialismo”

“Como teníamos tanto dinero pensamos en aprovechar y no comprar solo comida o productos básicos de limpieza, sino buscar también cosas más caras y mirar también a largo plazo”, cuenta. Para Dafne, lo importante era “adaptarnos a las necesidades de una comunidad, gestionar conjuntamente esa ayuda”, no “ayudar a lo loco y caer en el asistencialismo”. Hablaron con una conocida de Catarroja para preguntar por las necesidades que allí tenían e hicieron varios viajes para llevar todo lo que iban comprando con los bizums de sus círculos sociales. Incluso llegaron a “conseguir una oferta en una tienda de electrodomésticos para llevarnos unos cuantos microondas para que la gente afectada pudiera calentarse la comida”, que era algo que su contacto en Catarroja les había mencionado como prioritario.

Según la propia Dafne, lo suyo fue dar salida a la voluntad inmediata de una serie de conocidos por ayudar y ella era el contacto más directo que tenían con la zona afectada. Pero para ella, una iniciativa individual –entre varias amigas– como esta no es el mejor ejemplo de lo que ha ocurrido estos días en València. Para Dafne, la respuesta que dio la ciudadanía los primeros días inmediatamente posteriores a las inundaciones habría sido imposible de no ser por “el tejido organizativo de muchos barrios y localidades que canalizaron esa ayuda”, porque la ola de solidaridad que se ha visto en toda la provincia “no sale de la nada, es fruto de la organización vecinal”, afirma.

Album fotos barro
Un album de fotos recuperado tras la dana en el pueblo de Benetússer. Álvaro Minguito

Restauración de fotos y cuadros

Ha habido quien estos días también ha buscado cómo aportar desde su área de conocimiento. Violeta es una estudiante del grado de Conservación y Restauración de Bienes Culturales en la Universitat Politècnica de València (UPV). Ella es de Alfafar y, aunque su casa está bien, las inundaciones le han quedado cerca. Entre los escombros de su calle, dice que aparecen fotos, cuadros y otras obras de arte que “pueden ser recuerdos bonitos o importantes de una familia”. “Vi la necesidad de hacer algo con eso”, asegura, y se le ocurrió ofrecer ayuda a los afectados para restaurar algunas de esas piezas.

“De momento, vamos ofreciendo asesoramiento a quien nos pregunta qué hacer con sus piezas afectadas, cómo tratarlas ahora”. Violeta manda un mensaje claro: que no se tire nada, porque muchas fotos pueden ser recuperables.

A partir de ahí, lo comentó en su clase y montó un grupo de whatsapp con las compañeras que se ofrecían echarle una mano. “Ahora somos un montón de gente: estudiantes de Madrid, de Sevilla, compañeras profesionales…”. Violeta cuenta que estan en contacto con su universidad para conseguir algo de financiación para los materiales necesarios para restaurar algunas obras, y que pretendían habilitar puntos en los pueblos para poder ir hablando con las personas afectadas. “De momento, vamos ofreciendo asesoramiento a quien nos pregunta qué hacer con sus piezas afectadas, cómo tratarlas ahora”. Violeta manda un mensaje claro: que no se tire nada, porque muchas cosas pueden ser recuperables.

Buscador de vehículos arrastrados

René es también alumno de la UPV, aunque en su caso, estudia Ingeniería Mecánica. De ahí que uno de los pensamientos que se le vino a la cabeza cuando vio las imágenes de los efectos de la riada fue “qué pasa con los coches que se ha llevado el agua, porque son más de 148.000 los vehículos afectados”. Se le vino a la cabeza que una web donde poder ver dónde está tu coche podría facilitar mucho las cosas a personas que, en una situación así, podían no tener la energía para buscarlo por sí mismas.

“Lo hablé con un amigo para bajarlo a tierra y ser consciente de que no era una locura”, relata. “Luego se lo comenté al que fue mi profesor de informática en bachiller, y en poco tiempo teníamos una primera versión”. El resultado fue una página web. Cuando hablamos, tenía más de mil vehículos registrados. En el momento de redactar este texto, son más de tres mil.

Todo esto son solo iniciativas a pequeña escala. El Salto Diario ya ha recogido en diversos textos el trabajo de movimientos sociales y otras organizaciones que buscan ofrecer ayuda en los pueblos afectados. Otro ejemplo es el caso de Acció Cultural del País Valencià, que junto a Òmnium Cultural y Obra Cultural Balear han impulsado una campaña para reconstruir espacios culturales y educativos. O JuguetesDana, otra campaña que pretende recoger y entregar juguetes a los niños y niñas que han perdido sus herramientas para el juego en las inundaciones. Yago Álvarez recogía muchas otras iniciativas en un hilo de Twitter hace unos días. La ciudadanía, ante la catástrofe, vuelve a organizarse y a responder en mil y una formas.
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