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Sexualidad
¿Qué tengo si me diagnostican Síndrome de Ovario Poliquístico?
Muchas mujeres salen de la consulta ginecológica con un diagnóstico de Síndrome de Ovario Poliquístico (SOP). Según la OMS, este síndrome afecta a entre un 7 y un 13% de las mujeres en edad de procrear. Y eso si cuentan con la suerte de obtener este diagnóstico: también según la OMS, el 70% de las afectadas no están diagnosticadas. Pero, ¿qué es el SOP y qué podemos hacer para tratarlo?
El síndrome de ovarios poliquísticos es una condición hormonal común que afecta a mujeres en edad reproductiva. Se caracteriza por la presencia de un desorden hormonal ovárico pudiendo dar síntomas como reglas irregulares, acné, aumento de vello corporal, alopecia y dificultad para concebir por ausencia de ovulación.
¿Se puede tener SOP sin tener quistes?
Se le llama Síndrome de Ovario Poliquístico porque a menudo estas mujeres tienen unos ovarios con una distribución folicular característica, cosa que no siempre se da, ya que se puede tener SOP sin esa distribución folicular típica a la que llamamos ovarios poliquísticos, y viceversa: puedes tener ovarios poliquísticos y no SOP. Los ovarios poliquísticos que vemos en la ecografía son solo un criterio diagnóstico más, que no siempre ha de cumplirse.
Según los criterios vigentes para el diagnóstico de SOP, conocidos como criterios de Rotterdam, se deben cumplir al menos dos de los siguientes tres síntomas para diagnosticarlo: la irregularidad menstrual o anovulación (ausencia de ovulación), hiperandrogenismo que se refiere a los signos clínicos de un exceso de hormonas masculinas (andrógenos) en el cuerpo y una ecografía que muestra ovarios poliquísticos.
Este último síntoma se detecta en una ecografía transvaginal, donde se observa la presencia de múltiples folículos en los ovarios de un tamaño muy pequeño, que se agrupan en forma de cadena de perlas. En un ovario normal solemos ver menos folículos, de diferentes tamaños, siendo uno de ellos más grande que el resto cuando se acerca la ovulación, lo que llamamos folículo dominante, que es el que desprenderá el óvulo.
¿Qué relación tiene con la insulina?
La “gasolina” que hace que empeoren los síntomas del SOP es un problema metabólico al que llamamos resistencia a la insulina. La insulina es la hormona que introduce en el interior de la célula la glucosa. Imagina que los receptores de la insulina fueran unas “puertas” que están en las células. Al aumentar la glucosa en sangre la insulina abriría esas “puertas” para meter la glucosa dentro de las células. Si esas “puertas” estuvieran excesivamente cerradas, que es lo que se conoce como resistencia a la insulina, habría que producir mucha insulina para vencer esta resistencia para así poder definitivamente meter la glucosa en el interior de las células.
Este exceso de insulina empeora la función del ovario de la mujer con SOP: a mayor resistencia a la insulina más desorden hormonal, ya que la insulina en este tipo de ovario favorece aún más la producción de andrógenos.
¿Cuál es su tratamiento?
Aunque no tiene cura como tal, algunos tratamientos pueden ayudar a controlar los síntomas y mejorar la fertilidad en mujeres que deseen quedarse embarazadas.
Uno de los tratamientos más conocidos es el anticonceptivo hormonal combinado. Cuando ponemos un tratamiento con anticonceptivos, damos las mismas hormonas que fabrica el ovario pero en versión sintética, lo que haría que el ovario entre en reposo, siendo los anticonceptivos los que tomarían el control hormonal del organismo, desapareciendo así los síntomas clásicos del desorden hormonal.
Pero los anticonceptivos no mejoran la resistencia a la insulina. En cambio, si intervenimos en la parte metabólica y evitamos los picos de insulina, sí que mejoraríamos el orden hormonal. Hay mujeres con SOP que solo evitando la resistencia a la insulina tienen un buen funcionamiento del ovario, aunque en otros casos, a pesar de tener un buen control metabólico, no conseguimos hacer desaparecer del todo los síntomas del desorden.
El SOP puede mejorar considerablemente cuando optimizamos el manejo de la insulina a través de los hábitos de vida saludables: alimentación equilibrada, sin déficits de micronutrientes (vitaminas y minerales), evitar el consumo de procesados, hacer ejercicio físico o evitar el estrés.
Según cada caso podemos añadir otros tratamientos como sensibilizadores de receptores de insulina. Los hay naturales como el mioinositol y el D-chiroinositol. También contamos con plantas que son reguladoras hormonales naturales como el vitex agnus-castus, conocido como sauce gatillo, o la cimicifuga racemosa, conocida como cimífuga. Según cada caso se pueden pautar otros suplementos como omega-3, zinc o vitamina D. No hay un tratamiento estándar sino que dependerá de cada caso, por eso hay que contar con ayuda profesional para decidir el tratamiento más idóneo en función de los síntomas a tratar.
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