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Guatemala
Centroamérica está en llamas
El istmo centroamericano es una región con una biodiversidad como pocas en el planeta: cincuenta millones de personas viven en una extensión territorial de poco más de 522.760 km², donde se encuentra una cantidad innumerable de especies vivas y ecosistemas. Es, básicamente, un paraíso de agua, bosques, montañas y vida, una zona de tránsito entre “dos continentes”, el norte y el sur de América.
Pero también es una de las zonas más desiguales en el mundo en términos sociales y políticos: miseria, pobreza extrema, migraciones masivas, deforestación, narcotráfico, extractivismo, corrupción, dictaduras, etc. Sin obviar, por supuesto, el embate del cambio climático, consecuencia de un sistema económico que consume todo a su paso.
En los últimos días, una serie de incendios forestales están afectando a la región centroamericana, principalmente en Guatemala, Honduras, El Salvador y el sureste de México. Según datos del Sistema de Alerta Temprana de Incendios Forestales (SATIF) del gobierno mexicano, existe en toda la región un sinnúmero de puntos de calor diurnos y nocturnos (incendios activos, en definitiva).
Los países que menos incendios forestales reportan son Nicaragua, Costa Rica y Belice, países que han desarrollado políticas públicas de cuidado a las selvas tropicales y a sus bosques. En el resto, incluidos los estados sureños de México, la frontera humana, agropecuaria y de monocultivo avanza, causa directa de los incendios, ya que el cambio de uso de suelo de selva, humedales y bosque primario a terreno productivo extensivo es el caldo de cultivo idóneo que los posibilitan.
Especialmente grave es la situación de los monocultivos de palma aceitera. Según reportes de varias organizaciones no gubernamentales, en Centroamérica las extensiones registradas oficialmente sobrepasan las 370.000 hectáreas. La cifra viene en aumento por la agresiva expansión provocada por la demanda a nivel global. El 51% del aceite vegetal consumido mundialmente es de palma. Las exportaciones centroamericanas tienen como destino México, Estados Unidos y la Unión Europea.
Empieza la época seca en la región, que va desde enero a junio, por lo que a Centroamérica le espera un infierno
En los últimos días, los incendios más grandes y devastadores se han originado en Guatemala, en especial en la zona occidental y montañosa del país: los ocurridos en el volcán de Agua y en el bosque comunal del pueblo indígena k'iche' en Totonicapán han sido noticia local e internacionalmente, al ser estos bosques y ecosistemas únicos en el mundo, ya que en ellos viven una infinidad de especies animales y vegetales.
Son a su vez bosques generadores de agua que abastecen a cientos de ríos en la región, que nacen en el altiplano y desembocan en el caribe mexicano y hondureño, convirtiéndose por tanto en espacios de especial interés ecosocial. Ante la escasa intervención estatal para sofocar los incendios forestales, las comunidades indígenas en Guatemala se han organizado para frenar estos puntos de calor.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), a pesar de que Centroamérica produce solamente el 0,2% de emisiones globales de gases invernadero, es una de las regiones que desde hace más de treinta años viene padeciendo las consecuencias más catastróficas del cambio climático (destrucción climática).
Mientras el mundo, y especialmente el denominado Norte Global, siga con el estilo de vida consumidor y depredador, las regiones del mundo como la centroamericana seguirán pagando las consecuencias del cambio climático. Esta región megadiversa, que conecta al norte y al sur de América, seguirá literalmente en llamas.
Y es que apenas empieza la denominada época seca en la región, que va desde enero a junio. Los pronósticos para la época lluviosa son desalentadores, por lo que a Centroamérica le espera un infierno. Literal y ecosocial.