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Ciencia
¿Qué ha ocurrido con el glifosato?
El pasado 15 de diciembre de 2022 sucedió algo que pasó totalmente desapercibido para la sociedad. Apenas se recogieron notas de prensa. Sin embargo, es algo tan importante como que llueva, o no llueva; tan importante como saber si el agua que bebemos está, o no, contaminada pero, ¿qué es lo que se le omitió a la sociedad?
La Comisión Europea decidió extender, un año más, el permiso para poder utilizar el herbicida glifosato en nuestros campos de cultivo y parques públicos. Y lo hizo sin tener todavía disponible el informe de la EFSA que avale, o no, la extensión legal de su uso. La EFSA es la Agencia Europea para la Seguridad Alimentaria, encargada de dar asesoramiento científico técnico a la Comisión Europea. Hay que recordar que esta agencia debería ser un organismo independiente. Sin embargo, sus informes históricamente han sido influidos por los lobbies. La elaboración del informe sobre la relación entre salud humana y glifosato, por parte de este organismo, se ha extendido hasta llegar a los cinco años, desde la anterior extensión legal del periodo de uso que se produjo en 2017.
Pero, ¿de verdad no existe suficiente evidencia sobre cómo afecta el glifosato a la biodiversidad de nuestros ecosistemas y a la salud humana? Al menos eso parece desprenderse de la actuación de la Comisión Europea. A pesar de la negativa de varios países de continuar con la legalidad de su uso como fitosanitario, entre ellos Francia, la UE ha decidido utilizar su prerrogativa para deshacer el “bloqueo institucional” que abocaba al glifosato a su ilegalidad, y extender así el permiso.
Por lo pronto, el glifosato es un demostrado disruptor del sistema endocrino, alterando nuestro sistema hormonal desde el más pronto desarrollo embrionario. Ha demostrado ser capaz de alterar la biota intestinal de cualquier organismo hasta niveles patológicos. Asimismo, ha demostrado ser también un disruptor ecosistémico, afectando a polinizadores, organismos fotosintéticos, y a la fauna y las bacterias que habitan en los suelos.
Desde este colectivo hemos dedicado algunos artículos a demostrar la abundante evidencia científica disponible sobre los efectos del glifosato en la salud humana o sobre su efecto disruptor en los ecosistemas y su escasa capacidad para mejorar las técnicas de cultivo convencionales. Además, en un reciente estudio epidemiológico, realizado por la Association Campagne Glyphosate en Francia indica que el 99,8% de los franceses tendría niveles detectables de glifosato en su cuerpo. El promedio de la cantidad encontrada se sitúa en los 1,19 ng/ml; cantidad aparentemente minúscula a la cual, sin embargo, se ha observado una actividad estrogénica (disruptora endocrina) a la vez que alteraba la expresión del receptor de estrógenos en células humanas a concentraciones “ambientalmente relevantes”
Entonces, ¿por qué la Comisión Europea ha aceptado extender un año más su uso en la Unión Europea? ¿Qué novedades hay en la evidencia científica disponible sobre cómo afecta el herbicida más utilizado del mundo a la salud humana y a los ecosistemas? ¿Realmente su beneficio es superior al riesgo?
Los números del capitalismo herbicida
Entre 2011 y 2020 se vendieron un promedio de 350.000 toneladas anuales de pesticidas en la Unión Europea, suponiendo los herbicidas ⅓ del volumen total de ventas y, de estas, la mayor parte de ellas, un 40%, corresponde a herbicidas organofosforados, donde el glifosato es el representante mayoritario. En España, durante estos años ha habido un incremento de un 46 % en las ventas de herbicidas, ascendiendo a unas 20.000 toneladas anuales.
Solamente un enorme volumen de negocio como este puede explicar que más de 14 países apoyaran seguir usando glifosato en nuestro campos. Países que, en su conjunto, representan nada menos que el 64,73% de la población. Sin embargo, en el Comité de Apelación de la Comisión Europea, que es donde se dirimió finalmente la prolongación de su uso, es necesaria una mayoría cualificada de ⅔ para aprobar un dictamen. Casi lo consigue el potente lobby de la agroindustria. Las grandes abstenciones de Francia, Alemania y Eslovenia, así como el voto en contra de otros 3 países (Croacia, Luxemburgo y Malta), permitió bloquear un voto favorable a un permiso de larga duración para el uso de este herbicida.
El gran volumen que supone este negocio puede explicar que tantos países se posicionen a favor del comercio legal de esta sustancia en nuestros campos, a pesar de la sobrada evidencia del perjuicio que tiene para nuestra salud y para los ecosistemas. Las ventas de la empresa creadora del herbicida, Bayer-Monsanto, ascendieron en 2021 a unos 4.200 millones de euros. Es un herbicida que, comercialmente, se presenta en unas 200 formulaciones y que hay diversas empresas que lo venden. En EE.UU. las ventas totales de este herbicida ascendieron a 1000 millones de dólares en 2018, mientras que en España supusieron unos 1100 millones de euros en 2017.
En contraposición al poder de las empresas que se lucran con este negocio, destacan los casi 1,5 millones de personas en Europa que dieron un paso adelante y firmaron a favor de prohibir el glifosato en el año 2017 cuando se estaba discutiendo por primera vez la posibilidad de su prohibición.
Salud humana
Desde que se rechazó prohibir el glifosato en la UE en 2017, se han descubierto nuevos efectos sobre la salud humana como son daños neurológicos y síntomas psicológicos por exposición continuada. Hay, además, ya una sólida base empírica que relaciona el glifosato con daños en el tejido neuronal y algunas hipótesis sobre las vías de actuación del glifosato a la hora de producir estos síntomas tan preocupantes.
Por otro lado, una revisión de la bibliografía reciente, realizada por la investigadora Bożena Bukowska y varias colegas de la Universidad de Łódź (Polonia), recoge que el glifosato estaría afectando a la sociedad de una forma sistémica, además de poder dañar tejidos concretos. El herbicida sería capaz de alterar el patrón de expresión de múltiples genes, entre ellos aquellos que controlan la estructura tridimensional del ADN cuando este está compactado dentro del núcleo de nuestras células. Esta estructura tridimensional, que se conforma gracias a diferentes proteínas, entre las que se encuentran las histonas, es lo que se denomina cromatina. El glifosato estaría afectando a la producción de algunas proteínas que controlan el grado de compactación de la cromatina. Así, muchas otras proteínas que deben unirse a lugares determinados del mismo para regular la expresión de los genes (proteínas llamadas factores de transcripción), no estarían pudiéndolo hacer.
El grado de alteración es muy grande. Tanto que afecta a la regulación del ciclo celular. El ciclo celular es una pauta de funcionamiento, crecimiento y división tremendamente regulado. Su alteración es uno de los requisitos en la formación de tumores. Además, según Bukowska, no solamente se estaría alterando la expresión de estos “oncogenes”, sino que la expresión de otros genes importantes en el metabolismo y en la propia regulación de la expresión génica estarían siendo alterados. Incluso a bajas concentraciones de glifosato. Pero la cosa es aún peor: hay algunos de estos mecanismos de regulación cuya modificación durante la vida (ya sea por el glifosato, por otros contaminantes, por estilos de vida y otros factores) es heredada por la descendencia, por lo que potencialmente nuestra exposición al glifosato puede afectar la vida de generaciones futuras. Esto es lo que se conoce como epigenética y el glifosato la estaría alterando.
Otro hallazgo reciente ha mostrado una conexión plausible entre la exposición al glifosato durante el embarazo y un parto prematuro.
El trabajo, realizado por un grupo interdisciplinar encabezado por Corina Lesseur del departamento de medicina medioambiental y salud pública de la Escuela de medicina Icahn (Nueva York, EE.UU.), afirma que la exposición al glifosato “puede afectar la salud reproductiva al acortar la duración de la gestación” y se lamentan de la escasez de trabajos al respecto “dada la exposición cada vez mayor [al herbicida] y la carga para la salud pública del parto prematuro”.
En esa misma línea también se han encontrado evidencias de que disminuiría el crecimiento fetal a concentraciones presentes actualmente en nuestros cuerpos.
Ecosistemas y biodiversidad
Recientemente, un grupo de investigadoras de la Universidad de Konstanz (Alemania) ha encontrado otro efecto más del glifosato sobre los polinizadores. Ya sabíamos que afectaba a la microbiota simbiótica de las abejas melíferas, pero lo que no se sabía era que los abejorros silvestres podrían ver afectada la supervivencia de sus crías porque “la capacidad colectiva para mantener las necesarias altas temperaturas de cría disminuye más del 25% durante los períodos de limitación de recursos” en presencia de concentraciones de glifosato habituales en nuestros ecosistemas. Para los polinizadores en nuestros ecosistemas fuertemente estresados, la exposición al glifosato conlleva costos ocultos que hasta ahora se han pasado por alto en gran medida.
En esta misma línea, un profundo estudio de los efectos del glifosato sobre la microbiota y el sistema inmunitario de las abejas melíferas, encabezado por Erick V. S. Motta de la Universidad de Austin (Texas, EE.UU.), no deja lugar a dudas:Concentraciones presentes en los campos de cultivo producen una inhibición de los sistemas inmunológicos de las abejas melíferas y simplifica su microbiota intestinal, haciéndolas más susceptibles a infecciones por bacterias y hongos oportunistas.
Conclusión
Las investigaciones publicadas recientemente han demostrado los efectos nocivos del glifosato sobre los ecosistemas y la propia salud humana. La Comisión Europea no puede hacer oídos sordos ante la evidencia disponible en cantidad y calidad suficientes como para aplicar una suspensión del uso del glifosato durante el tiempo que la legislación lo permita. La cantidad de trastornos en la salud que puede llegar a producir y la profundidad de las alteraciones sistémicas en nuestro ecosistema no pueden ser ignoradas ante el informe de la EFSA, que será publicado a lo largo de este año. Ni siquiera es necesario acudir al principio de precaución dada la cantidad de casos.
Sin embargo, la última decisión está en manos de los intereses políticos y los mercados. Y es ahí donde la sociedad civil debe organizarse e incidir para hacer cambiar las posturas de sus élites políticas y evitar así una nueva licencia para este herbicida. La disyuntiva está clara: divulgar sobre este hecho es necesario y el personal científico no puede callar ante otro desastre para la vida en nuestro planeta, como lo es el glifosato.
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Excelente artículo. Es espeluznante lo que hace esta gentuza por aumentar sus márgenes de beneficios, la vida de las clases subalternas vale cada vez menos.