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Huelga feminista
El feminismo de Portugal hace del 8 de marzo un día histórico
30.000 personas salen a la calle en 12 ciudades del país en su primera huelga feminista.
Portugal tiene movimiento feminista. Miles de personas inundaron ayer las calles para clamar por los derechos de las mujeres en la que se convirtió en la primera huelga feminista del país apoyada por sindicatos. Ésta es la culminación de un momento que se comenzó a gestar hace tiempo y que dos años atrás comenzó a ganar fuerza hasta llegar a las 30.000 personas que ayer salieron a las plazas de 12 ciudades portuguesas, según datos de la Rede 8 de Março, entidad formada por varios grupos feministas y organizadora de la protesta.
Es una cifra que puede parecer pequeña para un país de casi 11 millones de habitantes pero que “para un lugar como Portugal es todo un logro”, resaltaba Teresa Silva, activista da Asambleia Feminista de Lisboa, uno de los colectivos que integra la Rede. Y es que el país luso “no tiene mucha fuerza activista, aquí no es común que las personas salgan a la calle y se manifiesten, es muy difícil de conseguir”, comentaba antes de la manifestación sobre la que decía sería un éxito si en Lisboa se congregaban 5.000 personas.
Fueron 5.000 pero multiplicadas por cuatro. Hasta 20.000 personas, según la organización, reclamaron ayer en la Praça do Comércio el fin de la violencia machista –que ya se ha cobrado 13 víctimas en lo que va de año– y acabar con la desigualdad salarial y la precariedad laboral, entre otras muchas reivindicaciones.
Pero no son solo las 20.000 personas que estaban ayer en la Praça do Comércio, las más de 7.000 en Oporto o las 500 en Braga. Es la diferencia. Es el número de personas que se ha sumado al movimiento feminista de este 8 de marzo respecto al de años anteriores.
El crecimiento que ha experimentado la protesta en 2019 es sorprendente. Gemma Macías es sevillana e integra también la Asambleia Feminista de Lisboa. Recuerda que en 2017 eran 400 las personas que se concentraron en la Praça do Comércio. El año pasado fueron 1.500 “y ya fue todo un logro, no nos lo creíamos”.
Desde la Rede 8 de Março en Oporto, Andrea Peniche compara las 2.000 personas que salieron hace un año en todo el país con las 30.000 de este año y concluye orgullosa “hay movimiento feminista en Portugal, ha sido un día histórico”.
In crescendo
Esas han sido las conclusiones de un día que fue de menos a más. Las calles de Lisboa amanecían como cada viernes en la capital: comercios abiertos, bares con las persianas subidas, turistas haciendo fotos y personas que se dirigían a sus puestos de trabajo. Durante las primeras horas del día, nada parecía alterar la dinámica habitual de la ciudad a pesar de ser 8 de marzo y de que las mujeres estaban llamadas a la huelga y la movilización con el objetivo de demostrar que “se as mulheres param, o mundo para”.
Alrededor de las nueve la mañana, un grupo de la Rede 8 de Março se concentraba delante de la Asamblea de la República para mostrar su apoyo a las cuidadoras informales en un día en que se discutían dentro del parlamento cuatro propuestas de ley para la creación de un estatuto que contemple regímenes sociales, fiscales y laborales específicos para estas trabajadoras.
Una hora antes, habían comenzado los piquetes informativos en la Facultad de Letras de la Universidad de Lisboa y en la de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Nova. Frente a la puerta de este último edificio, un grupo de estudiantes repartía panfletos y lanzaba cánticos feministas en portugués y también en castellano, catalán y euskera.
Claudia Durà es de Valencia y llegó a Lisboa en septiembre como estudiante Erasmus. “Desde que llegué aquí quise involucrarme en alguna red o colectivo feminista y entré en la Asambleia Feminista a través de una amiga”, relata. Ayer cortaron la calle unos minutos y entraron a la cantina para informar de la huelga y la manifestación, “es viernes y hay muchas personas que no tienen clase, otras han hecho huelga pero sigue habiendo bastante gente que ha venido”, comenta.
Transversal e internacional
“No hay mucha participación y la mayoría de las estudiantes que formamos parte de la Asambleia somos españolas o de Latinoamérica”, apunta Durá. Un hecho al que tanto ella como Clara Pino, de Valladolid, también le ven el lado positivo. Y es que el feminismo no entiende de fronteras, es un movimiento transversal e internacional, por eso, “que haya influencia de varias nacionalidades es muy bueno porque en cada país el feminismo se ve diferente y la influencia de que seamos tantas mujeres de otros sitios es muy positiva ya que ayuda a abrir la mente y ver más perspectivas de género”, dice Clara.
Es algo en lo que también coincide Teresa Silva: “Nosotras le debemos mucho a las compañeras de España y Latinoamérica porque aquí, generalmente, la gente no es tan activa y aprendemos mucho de ellas”. De hecho, más de una decena de mujeres involucradas en la Rede 8 de Março en Lisboa son españolas y otro tanto de Latinoamérica.
Sin embargo, el momento clave del día aún estaba por llegar. Alrededor de las 17 horas comenzaron a llegar las primeras personas y asociaciones a la icónica Praça do Comércio de Lisboa. Un grupo de mujeres, sentado a los pies de la estatua de José I, estaba allí en representación de la asociación del colegio Moinho de Sonho de Amadora. Filomena, una de ellas, hizo huelga y fue a la manifestación para que “las personas despierten y se conciencien de las diferencias que aun existen entre hombres y mujeres en todos los niveles”, y defiende que, como parte del colegio, “es muy importante que la educación se asocie a este movimiento porque es en la base, en la infancia, cuando es importante educar en igualdad”.
En la parte delantera, junto a las pancartas que se preparaban en el suelo instantes antes del inicio de la protesta, estaba también la de CAPAZES, una asociación feminista con mucho impacto entre las jóvenes portugueses. Su presidenta, Rita Ferro, lamenta que todavía quede “mucho camino por hacer en Portugal porque aún sigue siendo poco común la lucha por los derechos de las mujeres, de hecho no hay muchos acontecimientos feministas en nuestra historia”.
Media hora después, a las 17.30, comenzaba la protesta que se alargó hasta las siete de la tarde y que contó con varios discursos y emotivas canciones de reivindicación feminista. Casi coincidiendo con la puesta de sol, la marea comenzó a recorrer la rúa do Arsenal liderada por pancartas y una batucada hasta que se detuvo en la plaza del ayuntamiento para protestar por la crisis de la habitación que atraviesa la ciudad. Después, la protesta siguió hasta el Banco de Portugal y el Banco Montepio, donde hubo pequeñas sentadas.
Personas de todas las edades acompañaron la manifestación con gritos, puños en alto y cánticos feministas hasta que desembocó en la Praça do Rossio, recorriendo la rúa Aurea, la más turística de Lisboa, ante la mirada y las fotos de un grupo de turistas que observaban la marcha frente al elevador de Santa Justa.
Durante todo el día, se sucedieron protestas y acciones de norte a sur del país. Aunque faltaron los mayoritarios, en total, fueron cinco los sindicatos que dieron el preaviso de huelga y algunos partidos políticos también apoyaron la movilización a la que también acudió el primer ministro, Antonio Costa.
Alrededor de las 10 de la noche, la protesta de Lisboa se dio por concluida. Las personas que allí seguían fueron abandonando el lugar conscientes de que “las mujeres aun no tienen los mismos derechos que los hombres” y de que “es importante estar presentes porque aun queda un largo camino por recorrer”, como decían algunas de las participantes, felices porque “el feminismo en Portugal ya es imparable”.
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