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En el margen
Recadero Silebo Boturu: “El protagonista en el teatro es el otro, no tú”
Nacido en Guinea Ecuatorial, Boturu se dedica al teatro desde hace más de dos décadas. Con su compañía Bocamadja ha representado el 90% de las obras teatrales de autores y autoras del país, dándolas a conocer a un público del que forman parte.
Además, han creado un Festival Nacional de Teatro Escolar, donde los niños y niñas guineoecuatorianas ponen en marcha obras que hablan sobre sus derechos, que no siempre conocen, y realizan labores sociales repartiendo material escolar.
Interesado por la cultura en general y defensor de que es una forma de reconocerse y de reconocer al otro como persona, es también un gran poeta que está a punto de publicar su cuarto libro.
¿En qué parte de Guinea Ecuatorial naciste?
Yo nací en un pueblo llamado Baresó, que está a menos de 24km de Malabo. A mi madre no le dio tiempo a llegar al hospital, así que mi abuela hizo de matrona.
Cuando era pequeño esos 24 km eran una eternidad, no había asfalto y llegabas a Baresó empolvado de la cabeza hasta los pies. También había dificultad de transporte, nunca ha habido autobuses. Tengo unos recuerdos especiales de los abuelos y las abuelas que creaban un dinamismo que hacía que no quisieras ir a Malabo. Los abuelos siempre nos cogían en las cocinas y nos contaban cuentos, vivencias pasadas, cantaban... Tenía una abuela llamada Honorata que siempre nos enseñaba cómo cortar el ñame, cómo se cultivaba y cómo se ponía en el tejado para que se secase. También cómo coser las cestas.
¿Cómo empezaste en el teatro?
Salí de Baresó porque no tenía manera de seguir estudiando en mi pueblo. En Malabo conocí a la familia Lorengo Apo, las Hijas del Sol, que recreaban a través de la cultura las tradiciones bubis en un grupo llamado Esaá (el bastón en bubi). Uno de los hermanos me llevaba a su grupo, pero yo no tenía ganas de ir, iba más por aburrimiento. No sabía entonces que, después de tantos años, yo sería un enamorado de ese arte.
¿Cómo empiezas a enamorarte, entonces, del teatro?
Cuando yo me incorporo al grupo hacíamos teatro y danza. Liki, escribía mucho y yo empecé a cogerle el gusto. A Liki le tocó salir de Guinea por sus estudios y me quedé como responsable del grupo.
¿En qué momento decides fundar Bocamadja y por qué?
Con Esaá me quedé cinco años, después conocimos a nuestro maestro Marcelo Ndong, quien organizaba concursos, festivales y muestras de teatro. También invitaba a profesionales de España a actuar en Guinea aprovechando las muestras de teatro del Centro Cultural Hispano-Guineano. Otra de las cosas importantes e interesantes es que no venían solo a estudiar, venían también a darnos talleres porque hasta hoy en día en Guinea no hay centros de formación dramática. En esos talleres teníamos la oportunidad de aprender técnicas de teatro, de dramaturgia, de payasos y Marcelo organizaba talleres en el centro donde los otros grupos teníamos la posibilidad de desarrollar ese arte, esas pequeñas técnicas que ya teníamos.
Con Bocamadja hemos fusionado dos platos de Guinea Ecuatorial, el bocao y el mandja. El bocao es un plato de la etnia bubi y el mandja es de la etnia fang. Para nosotros esa unión viene a significar la unión entre culturas
Marcelo nos fue enseñando cosas, fuimos de obra juntos por Bioko y por toda la parte continental. Desgraciadamente, cuando un año después cerraron el centro, todos los grupos, que éramos como 200 jóvenes, dejamos de hacer teatro. A mí eso me chocó bastante y, por eso, cuando abrieron el Centro Cultural Español en Malabo nos acercamos a la directiva para reactivar ese arte que nos vio crecer. Pero ellos estaban lejos en ese momento de querer tener un grupo propio. Yo llegué a montar una obra que se llamaba “Pecado”, con la que fuimos a Bata, pero se quedó ahí. La insistencia nos hizo crear en 2005 Bocamadja, que era como recoger las cenizas de todos los otros grupos. Esa experiencia que tuvimos con el Centro Cultural Hispano-Guineano nos dio el coraje y la determinación de no estar bajo el paraguas del centro y tener nuestra propia autonomía. Este año cumplimos 18 años.
¿Qué significa Bocamadja?
Aunque tenga sonoridad española, es un plato. La excusa es el paladar, porque el paladar no discrimina a nadie, todos tenemos la necesidad de comer. Hemos combinado dos platos de Guinea Ecuatorial, el bocao y el mandja. El bocao es un plato de la etnia bubi y el mandja es de la etnia fang. Para nosotros esa unión viene a significar la unión entre culturas. En África esa unión entre culturas sigue siendo una entelequia, pero nosotros estamos convencidos de que estamos condenados a irnos de esta vida de la misma mano, por tanto, debemos entendernos.
¿Cuántos alumnos y alumnas tenéis cada año?
Actualmente tenemos 15 jóvenes operativos. Ensayamos de martes a viernes desde hace 18 años sin salario y sin ninguna remuneración. Algunos van a estudiar y cuando regresan vuelven a Bocamadja, algunos vamos a trabajar, pero, cuando salimos por la tarde, tenemos la necesidad de encontrarnos y de hablar con ese arte. Son 15 ahora, pero siempre decimos que las puertas están abiertas a todo el mundo. Cuando uno quiere, viene. Cuando ya no quiere estar, se va. Por eso seguimos ahí.
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Hay más mujeres, ¿verdad?
Sí, desde la creación de Bocamadja ha habido más mujeres que hombres y las mujeres son las que lideran nuestro proyecto. No solo en Bocamadja, en todos los grupos de teatro de la parte continental y de la parte insular del país el 60% está compuesto por mujeres.
¿Por qué crees que esto es así?
Porque la mujer es el baluarte de la familia, es la motriz, la que levanta la familia, aunque el patriarcado no lo quiera reconocer, y Bocamadja es una familia. En Bocamadja hay diferentes grupos étnicos, hemos conseguido formar una familia y eso no es fácil, por eso cuando estamos en Annobón la gente nos acoge, cuando estamos en Bata, igual.
También realizáis labores sociales.
Nosotros empezamos como una compañía de teatro, pero desde 2009 nos dimos cuenta de que teníamos que tener una seguridad jurídica, un estatus legal. Fue un trabajo enorme de cinco años, pero desde 2014 estamos legalizados, lo que nos ha permitido trabajar con instituciones nacionales e internacionales. Cuando el Covid golpeó tan fuerte al mundo, nos preguntamos qué podíamos hacer para ayudar a nuestras comunidades. Había miembros en Bata, otros en Malabo y la movilidad era complicada, pero nosotros íbamos a algunas casas a preguntar qué necesidades tenían. Nos dimos cuenta que lo que podíamos hacer era llamar a las puertas, escribir cartas a gente conocida e instituciones para recoger material escolar. Obtuvimos tanto que repartimos, tanto en Malabo como en Bata, en 2020 y 2021 material escolar a 400 chavales. También, con lo poquito que solemos ganar lo invertimos para apoyar a nuestras comunidades. El mundo es tan difícil que debemos darnos un poquito de calor.
La vida no es un monólogo, debes siempre interactuar con el espacio y con la gente. El teatro nos enseña a interactuar con los demás, a descubrir la fortaleza propia y la fortaleza del otro
¿Qué cosas pueden enseñarse a través del teatro?
Infinidad de cosas. Sobre todo, a tener autoestima, saber que tú vales la pena y que el otro es el protagonista. Nos enseña amor propio, pero también amor al prójimo, porque el protagonista en el teatro es el otro, no tú. La vida no es un monólogo, debes siempre interactuar con el espacio y con la gente. El teatro nos enseña a interactuar con los demás, a descubrir la fortaleza propia y la fortaleza del otro.
¿Tiene alguna diferenciación especifica el teatro africano?
Nuestros ancestros no supieron leer ni escribir, pero se comunicaban, nos enseñaban cosas y nos comunicaban la sabiduría a través de esas cosas. Si nos basamos en la cultura oral, en la oralidad africana, en nuestros ritos y en nuestras creencias, tenemos una amplia variedad de modelos y de formas de hacer teatro. No tenemos por qué copiar al teatro occidental. Debemos crear nuestro propio teatro, nuestra propia manera de contar nuestras cosas, aprovechando nuestros ritos y nuestros cantos.
¿Crees que el teatro africano está valorado más allá de África?
Poco a poco en Occidente se va descubriendo. Hay muchos profesionales de África que van a Europa a impartir talleres, allí también interesan mucho esos saberes, esas técnicas y esas formas de crear. Por ejemplo, yo este año he estado en Bremen (Alemania) dando un taller de creación dramática que no tiene nada que ver con las técnicas y con las teorías que los chicos y las chicas de allí ya saben. Eso es una oportunidad para ellos, ojalá nosotros también podamos aprovechar esas enseñanzas en nuestro continente.
¿Cómo ha sido acogido este taller que me dices en Bremen?
Hay muchas ganas, los chavales tienen muchas ganas de descubrir cosas y eso es muy importante. Más que profesor, yo soy un facilitador. También a mí me ayuda mucho a descubrir cosas, porque también aprendo mucho de ellos. El taller lo he denominado “¿Y quién soy yo?”, porque actualmente el mundo tiene el problema de que la gente se desconoce, se mira en el espejo y se desconoce. Para hacer arte, primero, hay que conocerse, hay que saber de dónde vienes y quién eres. Desde esa premisa, los chavales tienen mucha curiosidad y yo estoy muy agradecido por la oportunidad. Luego, como simplemente soy un facilitador, no tengo teorías y me baso en la gente, en los contactos. Es un taller interactivo, donde aprovechando el potencial de cada uno, como cada uno de nosotros tiene un potencial en cantar, en bailar, en mirar, conseguimos hacer un performance juntos.
¿Cuáles temas soléis tocar en las obras de teatro que hacéis con Bocamadja?
Tocamos todos los temas que tienen que ver con la persona, con el ser humano: violencia de género, medioambiente, salud pública... También, desde nuestra creación, nos hemos dado la prioridad de escenificar las obras escritas por autores de Guinea Ecuatorial. Hemos conseguido poner en escena el 90% de obras escritas por autores de Guinea, porque pensamos que, si nosotros no lo hacemos, ningún grupo español o mexicano lo hará.
También hacemos obras de autores latinoamericanos para descubrir otras temáticas, pero siempre adaptándolas a nuestra realidad.
¿Usáis instrumentos u otros elementos en las obras que representáis?
El gran instrumento es nuestro cuerpo, nuestra voz, nuestras manos, nuestros ojos. Ese es el instrumento.
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¿Cómo es recibido el teatro que realizáis en Guinea Ecuatorial?
Siempre digo que, cuando yo empecé a hacer teatro, se nos veía como gente que pierde el tiempo, que no tiene nada que hacer porque la gente desconocía el potencial de ese arte y que para hacer teatro hay que estudiar mucho, hay que tener mucha formación. Desde ahí la gente ha ido viendo el recorrido del teatro y de muchos de nosotros, que, aunque estemos trabajando y ganando dinero en otras cosas que no tienen nada que ver con el teatro, porque la cultura desgraciadamente no da de comer en nuestro país y el teatro siempre ha tenido su particular crisis, lo valora, te reconoce en los taxis y te felicita.
Luego, por las tardes después del trabajo, cuando vas al centro al ensayo, aunque estés cansado, tu niño te pregunta: “Papá, ¿dónde vas?” y le dices: “Voy al ensayo” y te dice: “Ya lo sabía”. Ese niño crecerá sabiendo que su papá iba al centro a ensayar.
Sois una de las compañías más importantes de Guinea Ecuatorial, ¿cómo se vive ese reconocimiento tanto dentro como fuera del país?
Con tranquilidad, nosotros somos muy humildes. Tenemos responsabilidad con nuestra sociedad, pero, sobre todo, somos conscientes de que es el principio, el kilómetro cero.
Es verdad que somos la compañía más longeva, sabiendo que en nuestro país los proyectos mueren antes de nacer, y que llevamos 18 años y la gente lo reconoce, pero no es fácil. El reto sigue siendo tener nuestro propio espacio cultural en nuestro país sin necesidad de tener que ir detrás de los centros culturales y de las instituciones extranjeras.
Este año que cumplís 18, como comentas, ¿qué metas os ponéis para el futuro?
Ya tenemos un lugar social, como una pequeña oficina, y en ese mismo espacio tenemos también nuestra sala de ensayos, por lo que no tenemos por qué ir mendigando espacios. El reto para mí y los compañeros es que de aquí a cinco, seis o siete años podamos tener nuestra casa de cultura, donde nosotros mismos podamos ir administrando el espacio, dando talleres de interpretación o de literatura e invitando a otros colegas a hacer lo mismo.
Llevamos 18 años y la gente lo reconoce, pero no es fácil. El reto sigue siendo tener nuestro propio espacio cultural en nuestro país sin necesidad de tener que ir detrás de los centros culturales extranjeros
¿Cómo es vuestra relación con las instituciones extranjeras presentes en el país?
Con las instituciones extranjeras hay mucho respeto. El hecho de estar legalizados como una ONG también nos ayuda a realizar muchos proyectos con la Embajada de España o de Francia. Pero la gran institución con la que trabajamos es con la UNICEF, nosotros tocamos a través del teatro mucho la temática de los derechos de los niños, vamos a los centros escolares y trabajamos mucho ese tema. El trato con los centros culturales y el respeto también están ahí, siempre han estado apoyando.
Además de en los centros culturales también representáis en colegios, ¿verdad?
Mucho, nosotros llevamos el arte a los colegios porque esos niños y esos adolescentes son el público de mañana. Si hoy conocen la fortaleza del teatro, mañana llevarán a sus niños al teatro y no será como antes, que nuestros padres nunca vieron la importancia del arte y era un problema que dijeras a tu padre que ibas a ir al ensayo de teatro. Desde que cumplimos 10 años, hemos creado el Festival Nacional de Teatro Escolar, este año se ha realizado la 7ª edición. Es una manera de que esos chavales escriban una obra sobre sus derechos, porque todos los niños conocen sus obligaciones, los padres inculcamos a los niños a saber sus obligaciones y no sus derechos. Después de una charla con ellos sobre sus derechos, escriben una obra y cada junio, aprovechando el Día del Niño Africano, organizamos una semana de festival en Malabo y otra en Bata. Los espectáculos que salen son brutales, hay muchas ganas y mucha energía, los niños tienen ganas de contar muchas cosas y nosotros les damos ese espacio. Desde aquí, por eso agradezco también a los profesores.
¿Y con las instituciones del país cómo es vuestro trato?
Bueno, no me gusta hablar mucho de las instituciones de mi país porque es como cerrar la ventana y salir corriendo, pero yo soy de la opinión de que pasa todo. Pasará el petróleo, pasará todo, pero siempre se quedará nuestra naturaleza y nuestra cultura. Ellos están ahí, tienen sus motivaciones, tienen sus intereses, pero lo más importante para nosotros es creer que un futuro mejor a través del arte está cerca y se puede conseguir.
¿Cuál es la fortaleza del teatro?
La dignidad, el teatro te enseña que tienes dignidad. Muchas veces, por la circunstancia de nuestros países, la pierdes y pierdes la autoestima. El teatro te hace descubrir que tienes dignidad y, por encima de todo, te da esa vitamina de la autoestima propia que te hace seguir adelante.
¿Cuál es la próxima obra que tenéis pensado llevar a cabo?
Vamos a hacer una obra de Juan Tomás Ávila Laurel que se titula “El fracaso de las sombras”, que es una obra muy caliente en la que se reflexiona sobre la relación entre Francia y África. Es una obra de la que recomiendo su lectura.
También vamos a hacer una obra que se titula “Ser mujer”, en la que hemos escogido fragmentos de obras escritas por mujeres guineanas, Melibea, Guillermina, María Nsué, y con cinco chicas de Bocamadja hemos hecho como micro-relatos. Es como venir al espacio del centro y leer cinco obras diferentes.
También vamos a ir a los centros escolares en un proyecto financiado por la Embajada de Francia con el que queremos, a través del teatro, sensibilizar a los chicos y chicas sobre la educación sexual y el peligro de los embarazos no deseados. Primero estaremos por Bioko y ojalá más tarde podamos ir a Annobón.
¿Cómo se toman los autores guineanos y guineanas que representéis sus obras?
El otro día hablé con mi amiga Melibea pidiéndole permiso para representar un fragmento suyo y para ella es enseñar a los chicos y chicas que aquí también hay creadores. Lástima que en nuestros países a veces no se enseña la literatura nacional y es una oportunidad increíble. Lo más importante sería que nuestros estudiantes pudieran hacer sus tesis sobre la creación literaria de Guinea Ecuatorial, ese es el mejor premio que podríamos dar a nuestros creadores, pero son prácticamente desconocidos, desgraciadamente.
También eres un gran poeta, ¿qué es la poesía para ti y por qué decidiste dedicarte a ella?
La poesía es belleza, es una manera de expresarse y es una manera para mí de enviar un mensaje. Tengo tres libros publicados, a mí me choca mucho la situación de mi pueblo, de mi continente y del mundo y es a esas cosas a las que les escribo.
¿Cómo se llaman esos libros?
El primero Luz en la noche, el segundo Crónicas de lágrimas anuladas y el tercero Desde el fondo del Mediterráneo. Ahora estoy escribiendo un cuarto libro, saco uno cada cinco años, no me estreso con eso, probablemente el próximo año se publique.
Aunque parezca que mis libros tocan siempre la misma temática de desigualdades sociales y de racismo, creo que son temas muy necesarios que hay que tratar para dar un coscorrón a esas mentes muchas veces anestesiadas.
Habrá cosas que será más fácil hacer llegar también a través de la poesía, ¿no?
Sí, y si la poesía es como la trato yo, para todo el público, es más digestible.
Debemos hacer todo lo posible para que esos chavales sigan escribiendo y tengan esa visión crítica de las cosas porque parecemos estar clonados. En el mundo debes tener tus visiones, discrepantes o no, pero tus propias visiones del mundo
¿Alguna vez habéis representado obras de teatro o fragmentos de tus poesías con Bocamadja?
Fragmentos de poesía, no, pero sí obras de teatro. En los dos primeros libros combino poesía y teatro. Con Bocamadja hemos representado mi obra Kubabanda y otras de mis obras también se han representado en Costa de Marfil.
Cuando veo mi obra llevada más allá de Guinea Ecuatorial me siento contento y me da fuerzas para seguir, porque ves que las cosas merecen la pena. Son temas que conocen porque son temas africanos, pero a los chicos verlo dicho por una persona mayor que ellos les da más fortaleza.
¿A España habéis venido alguna vez?
Hemos estado en Menorca, en el segundo teatro más antiguo de Europa, en Mahón, con una obra de mamá Trinidad Morgades, Antígona. También hemos estado en Ciutadella representando una obra mía, que se llama Oburubu. En Madrid hemos estado, pero no como Bocamadja, y tenemos muchas ganas de ir.
¿Qué dirías tú de la gran cantidad de artistas que hay en Guinea Ecuatorial? Un país tan pequeño, pero con tanto arte.
En extensión de tierra Guinea es pequeña, pero en kilómetros cuadrados es grande por sus creadores. Nosotros, los mayores, debemos intentar hacer descubrir a los chavales la fortaleza del arte, ya que en nuestras sociedades hay demasiadas “cabras”. El arte te da la fortaleza de descubrirte como persona y descubrir al otro como persona. Debemos hacer todo lo posible para que esos chavales sigan escribiendo y tengan esa visión crítica de las cosas porque parecemos estar clonados. En el mundo debes tener tus visiones, discrepantes o no, pero tus propias visiones del mundo. Y eso es lo que debemos intentar que los chavales descubran. Que no se desanimen y, sobre todo, que no caigan en las garras de la opulencia.