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Feminismos
Flora Tristán y la organización de la clase obrera
A comienzos del s. XIX, la Revolución Industrial configuró un nuevo paisaje social lleno de paradojas que repercutió también en la filosofía. Las máquinas, con su inmenso potencial productivo, despertaron el sueño del final de la pobreza, ahora solo había que pensar en la felicidad individual y colectiva porque habría riqueza para toda la humanidad. Sin embargo, la esperanza más atrevida y la utopía más osada tuvieron que convivir rápidamente con el horror de las condiciones de trabajo y la miseria que padecía “la clase más numerosa, viva y útil de la sociedad”, en palabras de Flora Tristán: el proletariado. El primer socialismo fue la respuesta al hacinamiento en los suburbios, la insalubridad en los talleres y fábricas, las jornadas de 14, 16 y 18 horas, al trabajo infantil, al abandono de las obreras y obreros ancianos en la calle, a la situación en los hospitales, asilos, prisiones, psiquiátricos, prostíbulos, etc. Posteriormente denominado socialismo utópico, el primer socialismo denunciaba los desmanes del liberalismo, cuestionaba la propiedad privada y diseñaba proyectos con ideas geniales, como reconoció Friedrich Engels.
La vida y la obra de Flora Tristán se desarrollan en este contexto de imaginación teórica y explotación abusiva, de conspiraciones, revueltas y experimentos comunitarios, como el cooperativismo de Robert Owen en New Lanark (Gran Bretaña) o los falansterios de Fourier ensayados en Guisa (Francia).
Hija de un coronel del ejército español de ascendencia peruana, D. Mariano Tristán y Moscoso, proveniente de una de las familias más ricas y poderosas de Arequipa, y de una mujer de la pequeña burguesía francesa, Anne Laisney, el matrimonio religioso de sus padres, en Bilbao, carecía de valor en París, por lo que, al quedarse huérfana de padre a los cuatro años, fue considerada hija ilegítima a todos los efectos. Su madre y ella tuvieron que alojarse en uno de los barrios más pobres de París. Cuando Flora, a los dieciséis años, busca trabajo como obrera colorista en un taller de litografía, André Chazal, su jefe y futuro marido, la confundió con una clienta por su presencia física y sus modales; más tarde confesaría en sus Mémoires: “ella me inspiró una pasión violenta”. Después de cuatro años de un matrimonio desastroso, huye de los malos tratos y se refugia en casa de su madre. Entonces ya tenía dos hijos y estaba a punto de parir a su hija Aline. Cuando nació, le dijo: “Te juro que lucharé por ti, que te haré un mundo mejor. Tú no serás ni esclava ni paria”. Su juramento se convertirá en un compromiso irrenunciable con la causa de las mujeres.
Fracasados sus intentos de ser reconocida legalmente por su familia peruana, narra su viaje transoceánico al Perú en Peregrinaciones de una paria. Se define como una paria, una excluida, no solo por ser hija natural, sino también por estar fuera de la ley, perseguida incesantemente por su marido al abandonar el domicilio conyugal. El relato está lleno de críticas mordaces a la sociedad arequipeña que, ofendida, quemó el libro públicamente junto a una imagen de la autora.
El proyecto social de Flora Tristán unirá dos luchas históricas: la de las mujeres y la de la clase obrera.
Tres años antes, en 1835, Flora había publicado Necesidad de dar una buena acogida a las mujeres extranjeras, escrito desde su propia experiencia como mujer que viaja sola por distintos países, también por Francia, de modo clandestino. Esta publicación, que desapareció rápidamente de las librerías, contiene una serie de ideas que desarrollará poco a poco en su obra filosófica, como el feminismo, el asociacionismo, la solidaridad, el pacifismo, el amor a la humanidad, el internacionalismo y la organización obrera. Sus dotes de observadora y su pensamiento pragmático se encuentran ya en este pequeño cuaderno, pionero de las casas de acogida. Su proyecto social unirá dos luchas históricas: la de las mujeres y la de la clase obrera.
El diez de septiembre de 1838, André Chazal, el marido de Flora, después de trece años de persecución, secuestro de sus hijos y sospechoso de haber abusado de su hija, le dispara un tiro en la rue de Bac. La bala se quedó a dos centímetros del pulmón, cerca del corazón, nunca se la pudieron extraer. El atentado tuvo una gran repercusión ciudadana y Flora lo aprovechó pidiendo públicamente a los diputados la abolición de la pena de muerte. Este homicidio frustrado acabó con muchos años de sufrimiento y le permitió iniciar una nueva etapa, centrada en lo que ella quería ser: filósofa.
Paseos por Londres
Al año siguiente, viaja a Londres donde entra en contacto con el cartismo, liderado por Daniel O’Connell. Fruto de este viaje es su obra Paseos por Londres. La aristocracia y los proletarios ingleses (1840), que conoció cuatro ediciones en vida de Flora y que es un precedente de La situación de la clase obrera en Inglaterra (1845), de F. Engels. Visita hospitales públicos, prisiones, burdeles, psiquiátricos, fábricas, talleres, pero también acude a las carreras de Ascot y, disfrazada de diplomático turco, se introduce en el Parlamento inglés para ver con sus propios ojos el funcionamiento de la Cámara de los Comunes y la de los Lores. El objetivo de esta obra es describir la situación de la clase trabajadora y generar consciencia:
Hay que dejar para días más felices el canto del bardo, pues no es el momento de entretenerse leyendo novelas, poemas, fábulas ni dramas. Lo útil; primero lo útil. Lo que es urgente es que los obreros se instruyan sobre las causas de sus penurias y sobre los medios para remediarlas; es necesario que conozcan la marcha de los acontecimientos y de los actos de los privilegiados” (TRISTÁN, F., Paseos por Londres. La aristocracia y los proletarios ingleses (1842). Global Rhythm Press, S.L., Barcelona, 2008, 32.).
Sus comentarios sobre la división del trabajo, observada en las fábricas de distintas ciudades —Birmingham, Manchester, Glasgow, Sheffield, Staffordshire—, se anticipan al concepto de alienación desarrollado por Karl Marx en 1844 y a los análisis de Simone Weil en la década de 1930. En este sendtido, Flora denunció que “la división del trabajo llevada al extremo, aunque ha hecho posibles inmensos progresos en la industria, ha aniquilado la inteligencia y ha convertido al hombre en un engranaje más de la máquina”. Flora compara la realidad del proletariado inglés con la esclavitud y concluye que era mejor la situación de los esclavos en la antigüedad, puesto que ahora entre el obrero y el patrón no se establece ninguna relación humana. Siempre reivindica la justicia y el amor a la humanidad, defendiendo un socialismo y un feminismo humanista, de enorme actualidad.
Feminismos
FEMINISMOS En el club de mujeres musulmanas
En sus Paseos por Londres, Flora dedica un capítulo a la prostitución. En estas páginas, el tono de indignación crece considerablemente. Se basa en su testimonio personal —visita los bajos fondos londinenses acompañada de dos amigos armados con bastones— y se documenta con diversos estudios. Considera que la prostitución es la llaga más terrible que produce la desigualdad. Denuncia la captación y explotación, tanto en el caso de mujeres adultas como en el de niñas y niños, así como la tolerancia de los órganos judiciales. Entre las causas de la prostitución señala: diferente moralidad entre hombres y mujeres; nula educación de las mujeres y la desigualdad de oportunidades para ganarse la vida; el despotismo paterno; la indisolubilidad del matrimonio; y, por supuesto, la miseria. Su descripción se detiene en los “finishes”, establecimientos de gran capacidad, donde la clase alta convierte sus juergas en fiestas deleznables, que acaban con la llegada de los criados al amanecer para recoger a sus señores, ebrios, en coches de caballos. Sus paseos por Londres no evitan las prisiones de Newgate, Coldbath Fields y Penitentiary, ni el psiquiátrico de Bethlehem; de todas estas instituciones hace descripciones sobrecogedoras y análisis demoledores. A veces, acaba la visita llorando.
La unidad de la clase obrera
Unión obrera (1843), es la obra de carácter político que escribe después de Paseos por Londres. Ahora ya no habla del proletariado, sino que se dirige directamente a ellos y a ellas en un tono de arenga. Se trata de convencerles de su gran idea: constituir una organización obrera internacional, una gran clase que represente a las y los desposeídos, capaz de oponerse a los abusos y explotaciones del capitalismo industrial. Toda la obra, como reza el título, gira en torno a la unión obrera. Después de observar, analizar y reflexionar, es el momento de pasar a la acción y construir una fuerte organización, que dé respuesta al sufrimiento de millones de personas. Rehúye todo tipo de violencia y se inspira en el cartismo, en la utilización de la política para defender los derechos de las clases oprimidas. Si O’Connell consiguió, en Irlanda, reunir el dinero suficiente para defender a la clase trabajadora durante doce años, calcula que los siete millones de obreras y obreros franceses pueden, mediante el pago de una módica cuota, financiar la construcción de edificios-palacios, casas del pueblo. Edificios para instruir y profesionalizar a niños y niñas, hospitales en condiciones y residencias que den honorabilidad a la clase trabajadora, asegurándoles una vejez digna.
Unión obrera propone construir una clase cohesionada, autofinanciada, con poder real para prevenir la miseria y recompensar el trabajo. La representación política se conseguiría a través de las asociaciones obreras, diferentes de los gremios existentes en Francia, que se irían constituyendo en las pequeñas y grandes ciudades, con sus respectivos representantes y que culminaría con un defensor o defensora de la unión obrera en el Parlamento. Su misión sería velar por los intereses de la clase trabajadora ante la Cámara de la nación. Era urgente regularizar el trabajo fijando un salario mínimo, las horas de la jornada laboral, la seguridad, el control gubernamental para neutralizar la arbitrariedad de los empresarios, etc. Estas ideas, reflejadas en Unión obrera fueron rápidamente asumidas por los sindicatos belgas y franceses. Son un claro precedente de la Primera Internacional (1864) y de la famosa divisa “proletarios del mundo uníos”.
Las ideas reflejadas en 'Unión obrera' (1843) fueron un claro precedente de la Primera Internacional (1864) y de la famosa divisa “proletarios del mundo uníos”.
El capítulo III lo dedica enteramente a la causa de las mujeres. Comprende una larga reflexión de veintiséis páginas que se ha convertido, con el tiempo, en un texto clásico. Es un discurso lleno de ideas, pero también de sentimientos. Señala que las mujeres son las últimas esclavas, excluidas históricamente por la iglesia, las leyes y los intelectuales:
El sacerdote le ha dicho: Mujer, tú eres la tentación, el pecado, el mal; tú representas la carne, es decir, la corrupción, la podredumbre. (…) Después, el legislador le ha dicho: Mujer, por ti misma no eres nada como miembro activo del cuerpo humanitario. (…) Después, el sabio filósofo le ha dicho: Mujer ha quedado constatado por la ciencia que, por tu constitución, eres inferior al hombre. (TRISTÁN, Flora, Unión Obrera (1843), 1977, 110.)
Defiende un nuevo 1789 para las mujeres, es decir, una revolución que otorgue la igualdad absoluta entre hombres y mujeres, lo que redundará en beneficio de toda la sociedad. Flora llama a los obreros a apoyar la lucha por la emancipación de las mujeres, secundando sus derechos a través de protestas, escritos, estatutos, declaraciones y leyes. Esta llamada a los hombres, la hizo siempre, desde su primera publicación.
Convencida de que su Unión obrera era clave para concienciar a la clase trabajadora y así transformar la sociedad, emprende en 1844 un viaje por el sur y el este de Francia con el objetivo de formar asociaciones según los principios mencionados. Durante este año, el último de su vida, se reúne en numerosas ciudades con los obreros y las obreras y les expone sus ideas, contando únicamente con cartas de recomendación de los gremios franceses y ¡su libro!
Tomó una serie de notas registrando el día a día de esta experiencia, única en la historia, llena de valentía, convicción y audacia. Este diario, Le tour de France, que sufrió múltiples avatares, no vio la luz hasta 1973.
Flora Tristán murió de fiebres tifoideas a su paso por Burdeos, el 14 de noviembre. Tenía cuarenta y un años.
Conxa Llinàs Carmona es autora de Flora Tristán, una filósofa social.