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Biocombustibles
Acabar con los biocombustibles procedentes de la palma y la soja es vital para parar la deforestación mundial
Campanha Nacional em Defesa do Cerrado (Brasil).
(Indonesia)
(Indonesia)
El apoyo europeo a los biocombustibles con un alto riesgo de deforestación para descarbonizar el sector del transporte está causando más emisiones que los combustibles fósiles a los que pretenden sustituir. La cura es peor que la enfermedad. Por este motivo, el Parlamento de la UE ha propuesto eliminar inmediatamente la soja y el aceite de palma de los biocarburantes. Este hecho brindaría a la Comisión y el Consejo de la UE la oportunidad de alinearse con el Parlamento para tomar una decisión histórica para la reducción de emisiones y la protección de la biodiversidad.
Con la advertencia en la apertura de la COP 27 del Secretario General de la ONU, António Guterres, de que el mundo está en una autopista hacia el infierno climático, el fomento de las energías limpias en Europa es un paso obvio para frenar la catástrofe.
Las actuales negociaciones de los trílogos sobre la Directiva europea de Energías Renovables (RED, por sus siglas en inglés) representan una oportunidad histórica para garantizar que el paquete de políticas “Fit for 55”, que busca alcanzar el objetivo climático de la UE para 2030, mitigue el cambio climático, proteja la biodiversidad y promueva los derechos de los pueblos indígenas al tiempo que fomenta nuevas energías limpias. Es importante recordar que aunque la RED sea una directiva a nivel de la UE también repercute en la situación medioambiental y social de terceros países, como Brasil e Indonesia.
El aumento de las emisiones derivado de este cambio en el uso de la tierra es superior a las emisiones ahorradas por el uso de combustibles fósiles
El aumento de la demanda de soja y aceite de palma no puede cubrirse con un mayor rendimiento y provocará la conversión de tierras, a menudo de selvas tropicales y otras zonas ricas en carbono, como la turba, en plantaciones de monocultivos. El aumento de las emisiones derivado de este cambio en el uso de la tierra es superior a las emisiones ahorradas por el uso de combustibles fósiles, lo que hace que el efecto neto de las emisiones de carbono sea negativo, es decir que las emisiones aumentan.
La necesidad de terreno de cultivo resultante también provoca conflictos territoriales con los pueblos indígenas y otras comunidades locales, cuyas tierras tradicionales se ven invadidas por la expansión de las plantaciones en Brasil e Indonesia. Estos conflictos socavan la gestión sostenible de las selvas tropicales y otras zonas y provocan violencia contra las personas defensoras del medio ambiente y los derechos humanos, así como la destrucción de sus medios de subsistencia.
Este aumento de la demanda repercute además en los mercados mundiales de aceites alimentarios, aumentando la escasez y los precios en una situación en la que la guerra de Ucrania y otros factores provocan una crisis alimentaria mundial. La tierra agrícola debería utilizarse para la producción de alimentos, no como combustible de motores de combustión interna, más aún en una situación en la que la escasez de alimentos es una realidad a nivel mundial.
Estos problemas no pueden resolverse con sistemas de certificación, sólo pueden solucionarse eliminando lo antes posible los biocombustibles basados en la soja y el aceite de palma. Los sistemas de certificación harán, en el mejor de los casos, que el aceite certificado llegue a los mercados que exigen normas medioambientales más estrictas, mientras que los aceites “sucios” se venderán a mercados que no cumplen estas normas. Es la demanda total a nivel mundial de soja y aceite de palma la que determina los efectos sobre las selvas tropicales y las personas.
Por eso es importante que la soja y el aceite de palma se eliminen al mismo tiempo. Si sólo se elimina el aceite de palma, lo más probable es que se sustituya por el aceite de soja en los biocombustibles, con lo que la deforestación se trasladaría de un lugar a otro.
La UE define un cultivo como de “alto riesgo de cambio indirecto del uso de la tierra” (High Indirect Land Use Change, ILUC) si más del 10% de la superficie utilizada para su expansión procede de zonas con grandes reservas de carbono (por ejemplo, selvas tropicales y turberas). Esto engloba únicamente al aceite de palma. El Parlamento Europeo ha propuesto reducir este umbral al 7,9%. Esto supondría que la soja también se identificaría como cultivo de alto riesgo de ILUC y, por tanto, debería eliminarse progresivamente. También propusieron eliminar progresivamente los cultivos de alto riesgo ILUC para la fecha de entrada en vigor de la directiva revisada, prevista para la segunda mitad de 2023. Combinadas, estas dos propuestas eliminarían progresivamente ambos cultivos de los biocarburantes con rapidez y reducirían significativamente la contribución de la UE a la deforestación y al cambio climático.
Confiamos en que la Vicepresidenta tercera y Ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico de España, Teresa Ribera, esté a la altura de las circunstancias y apoye una eliminación inmediata y simultánea de la soja y el aceite de palma de los biocombustibles en Europa, tal y como propone el Parlamento Europeo, para que sus políticas sobre energías renovables contribuyan a un futuro sostenible en lugar de exponer a nuestros países y pueblos a una mayor deforestación y a violaciones de nuestros derechos humanos fundamentales.
2023 debe ser el año del cambio, para avanzar hacia un futuro más justo y sano para nuestra tierra.
(Con el apoyo de Ecodes, Ecologistas en Acción y Transport & Environment, organizaciones que trabajan por la eliminación del aceite de soja y palma en los biocombustibles a nivel nacional).