Carmen G. de la Cueva

En todos sus artículos había un único tema subyacente: el desdén del mundo editorial, mayoritariamente masculino, hacia los libros escritos por mujeres.

Me topo con el dolor de Marta Sanz, con la garrapata o la uña que lleva clavada en el pecho y subrayo.

En la actualidad, hay una corriente misógina que ha optado por decir que cuanto las mujeres hacemos o hicimos es irrelevante.

Sé bien lo que significa la palabra “gorda”. Lo sé porque muchos compañeros de clase renunciaron a llamarme por mi nombre y me llamaban gorda, vaca, bombona, ballena, asquerosa, foca.

Eso es de lo que yo quería hablar, del silencio que sufriremos mientras no escribamos historias que nos den el poder de contarnos a nosotras mismas, a nuestras hermanas.