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Análisis
El papel del déficit público en la economía española
Uno de los capítulos más lamentables en la trayectoria de la teoría económica predominante en las últimas décadas se manifiesta, y persiste, en la feroz ofensiva, ampliamente difundida por diversos medios nacionales e internacionales, contra el gasto y la deuda pública. Este fenómeno ha dado lugar a la formulación de políticas económicas basadas en reglas improvisadas que restringen el déficit público y limitan la proporción de la deuda pública con respecto al Producto Interno Bruto (PIB).
Simultáneamente, se han reducido los impuestos dirigidos a los estratos más acomodados de la sociedad, mientras que las grandes corporaciones han implementado artimañas fiscales, ya sea evasivas o ilícitas. Todo ello se ha llevado a cabo en nombre de la eficiencia y eficacia económica, con la consecuente disminución de los servicios del Estado de bienestar. Las consecuencias de estas dinámicas, de sobras conocidas, especialmente el aumento de la desigualdad, del poder de mercado de ciertas corporaciones, y de la extracción de rentas.
Esta amalgama de políticas ha sido presentada como una mezcla equilibrada, donde se han desestimado conscientemente las dinámicas inherentes a la deuda privada
Esta amalgama de políticas ha sido presentada como una mezcla equilibrada, donde se han desestimado conscientemente las dinámicas inherentes a la deuda privada. Este desdén resulta ser una consecuencia lógica de la promoción de otros elementos aparentemente más robustos e inocuos, como la supuesta eficiencia de los mercados, la presunta racionalidad de los inversores, y diversas fórmulas igualmente incuestionables, como la encantadora idea de que los bancos privados, por sí mismos, pueden autogestionar su nivel de riesgo tanto en los mercados como en el ámbito crediticio.
Las consecuencias de estas dinámicas complementarias también son de sobras conocidas, desde episodios inflacionistas iniciados en mercados derivados de materias primas, pasando por burbujas inmobiliarias y financieras, y manejo infructuoso del control de riesgos, infravalorando una parte de ellos. Como consecuencia estamos abonados a períodos de inestabilidad financiera, y los bancos, en aras de la rentabilidad, se olvidan de la necesaria estabilidad de su negocio bancario.
Análisis
Economía Razones históricas de la actual desigualdad de renta en España
Obsesión por la deuda pública
Es en este contexto de mezcla de políticas económicas donde quienes nunca han vigilado la deuda privada, porque aún no han entendido su papel desestabilizador, se obsesionan con la deuda pública, asignándoles unos males ficticios. Tratemos de poner un poco de luz ante tanta confusión. Para ello acudimos a una herramienta que muchos economistas, aun a fecha de hoy, desconocen. Nos referimos a las balanzas sectoriales de Wynne Godley.
Dividamos la economía en tres sectores: sector privado nacional, formado por hogares y empresas (financieras y no financieras); sector público nacional que incluye todos los niveles gubernamentales (estado central, comunidades autónomas, ayuntamientos, y seguridad social); y resto del mundo (empresas, hogares y sectores públicos extranjeros). Hay un principio contable que se cumple siempre: si se suman los déficits en los que incurren uno o más sectores el resultado debe de ser igual a los superávits en los que incurren otro sector o sectores. Siguiendo a Wynne Godley obtenemos la siguiente ecuación:
Balance Privado Doméstico + Balance Público Doméstico + Balance Exterior = 0
Si un sector tiene superávit presupuestario por lo menos uno de los sectores tiene que incurrir en déficit presupuestario. En términos de variables stock para que un sector acumule patrimonio financiero neto al menos uno de los sectores tiene que aumentar su endeudamiento en la misma proporción. Es imposible que todos los sectores acumulen patrimonio financiero neto incurriendo en superávits financieros.
Quienes defienden la austeridad fiscal afirman que unas cuentas públicas saneadas son un síntoma de fortaleza económica y buen hacer. Pero, ¿eso es realmente cierto? En nuestra querida España, el ahorro del sector privado siempre va a acompañado con un repunte del endeudamiento público y, viceversa, el apalancamiento del sector privado patrio se traduce en una reducción del déficit presupuestario e incluso en superávits.
La infame burbuja inmobiliaria cebada por los gobiernos de Aznar, y continuada por el primer gobierno de Zapatero, conllevó una reducción importante de los déficits públicos, como ocurrió bajo la batuta de Aznar, o, incluso, se tradujeron en superávits fiscales como sucedió en el primer gobierno de ZP. Dicho de otra manera, el hecho de que el Estado tuviera un ínfimo déficit presupuestario e incluso superávits no era un síntoma de buen hacer. Todo lo contrario, “escondía” el peor de los males posibles desde un punto de vista económico: un apalancamiento (desahorro) récord del sector privado (familias y empresas) alrededor de la mayor burbuja inmobiliaria de la historia, la nuestra. Una vez que el colateral de esa deuda privada cae en precio (vivienda) se produce una recesión de balances privados que suele acabar en una Gran Depresión o en una Gran Recesión.
La situación actual es exactamente la opuesta. El excesivo ahorro del sector privado tiene como contrapartida desahorros del sector público
La situación actual es exactamente la opuesta. El excesivo ahorro del sector privado tiene como contrapartida desahorros del sector público, y en los últimos años, además, un aumento de la capacidad de financiación de la economía española. ¿Cómo es posible que algunos muestren su preocupación por la financiación de nuestra deuda pública cuando España está financiando al resto del mundo? En definitiva, los superávits fiscales patrios anticipaban lo que luego llegó, la Gran Recesión; mientras que los déficits fiscales de los últimos años reflejan simplemente un ahorro privado excesivo. Salvo que las familias y empresas españolas empiecen a desahorrar esta situación puede prolongarse en el tiempo, e incluso perdurar.
Las tendencias demográficas patrias se asimilan a las iniciadas con anterioridad en el país del Sol Naciente, de manera que lo normal es que esta situación de ahorro privado se perpetúe en el tiempo. En definitiva, es vital entender que los déficits de un sector generan los superávits de otro, de manera que cuando un sector incurra en déficit por lo menos uno de los otros tiene que tener superávit. A nivel agregado el gasto no se va haber constreñido por los ingresos ya que hogares, empresas o estados pueden gastar más de lo que ingresan: cualquiera de los tres sectores puede incurrir en déficits ya que por lo menos uno de los otros sectores tendrá superávit. Sin embargo, no es posible a nivel agregado que el gasto sea diferente a los ingresos ya que la suma de los balances sectoriales tiene que ser igual a cero.