Sexualidad
Miriam Al Adib: “El 85% de los psicofármacos se administran a mujeres porque a nuestros síntomas se les da menos credibilidad”

Tras 20 años atendiendo a mujeres, la ginecóloga Miriam Al Adib fomenta la salud integral y la individualización en los tratamientos. Ante una ciencia androcéntrica, pide ensayos diferenciados por sexos y el fin de la hipersexualización de las mujeres.
Miriam Al Adib
Miriam Al Adib. David F. Sabadell

Ginecóloga y obstetra, divulgadora, profesora en un máster de sexualidad, escritora y también poeta. Miriam Al Adib (Almendralejo, 1977) se define como una profesional inquieta. En 2022, y por segundo año consecutivo, ha sido reconocida con el Doctoralia Awards en la categoría de ginecología y obstetricia. Tras 20 años atendiendo a mujeres, fomenta la salud integral y la individualización en los tratamientos. Opina que los protocolos están para poner orden pero cada paciente necesita una atención personalizada. La empatía es una de sus herramientas. Hija de dos culturas, la siria por parte de padre y la española por parte de madre, desde muy joven siempre tuvo una gran curiosidad por conocer otras formas de vida y cómo experimentan las mujeres sus procesos reproductivos en cada rincón del planeta. Su última aventura es el libro de poemas Mosaico. Rojo, negro, Blanco (Oberón, 2022). En él recopila la lírica vivida en sus consultas, en las que acompañar, escuchar e ir hasta las causas de la dolencia es la receta que da sentido a su labor.

Dice el prólogo de tu libro Hablemos de Vaginas que estás en proceso continuo de desaprendizaje de unas rutinas transmitidas por una ciencia paternalista. ¿Cómo es ese desaprendizaje?
Es muy intuitivo. Yo soy muy inquieta, no me conformo con lo primero que me dan. Tengo que entenderlo, revisarlo y comprobar si hay alguna otra investigación que yo no esté conociendo y me esté faltando información. Soy muy buscavidas en esto.

Desde que me dedico a la divulgación, que llevo ya muchos años, he ido buscando bibliografía científica sobre cosas que normalmente no se estudian dentro de la medicina. Por supuesto, buscaba una bibliografía científica, no cosas trasnochadas ni inventadas. Y las cosas que encontraba las iba dando forma para que lo entienda la gente. Al mismo tiempo yo iba aprendiendo.

Por ejemplo, con la endometriosis—un trastorno a menudo doloroso en el cual el tejido que recubre el interior del útero crece fuera de él—. En 2016 una mujer me cuenta que ha mejorado su endometriosis a través de la alimentación y a mí aquello me sonó a chino. Entonces, en vez de decirle a la mujer que eso era imposible, me puse a buscar bibliografía científica. Y mi sorpresa fue que había cosas publicadas al respecto. Con el síndrome del ovario poliquístico me pasó igual, con el síndrome premenstrual, la dismenorrea, el síndrome disfórico premenstrual... Descubrí que a través de la alimentación, de evitar el estrés, del ejercicio, es decir, a través de otras formas de autocuidados, se mejoraba. Yo pongo orden a todo el trabajo que ya se ha hecho e intento divulgarlo.

Hoy en día los profesionales tendemos a especializarnos mucho en un aspecto. Y así vamos perdiendo otras áreas del saber, perdemos la globalidad del paciente, los aspectos biopsicosociales que hay en torno a la salud y a la enfermedad. Creo que está muy bien especializarse, pero entonces hay que hacer un trabajo multidisciplinar donde hay que aceptar que yo llego hasta un punto y, cuando no llego a algo, tengo que saber a dónde derivar.

Estamos también ante una ciencia andocéntrica, que basa sus ensayos en el cuerpo del hombre. Pero no somos iguales. Ahora, con el covid y las vacunas, se vuelve a repetir ese escenario. De nuevo en los ensayos clínicos no se emitieron datos diferenciados. ¿Por qué son necesarios ensayos clínicos que emitan datos diferenciados entre hombres y mujeres?
Porque algunos fármacos no se comportan igual en hombres y en mujeres. No somos iguales, tenemos diferencias a nivel hormonal, inmunológico y metabólico. Las mujeres tenemos durante la edad fértil un patrón cíclico en nuestras hormonas que nos cambian todos los sistemas.

A veces también nos diferencia los síntomas que nos produce una enfermedad. El caso paradigmático es la enfermedad coronaria. Los síntomas de un infarto no se manifiestan igual entre hombres y mujeres. Si no tenemos esto en cuenta vamos a retrasar el diagnóstico de muchas cosas.

Hasta hace relativamente poco, en los ensayos clínicos la mayoría eran hombres y los resultados obtenidos se aplicaban tanto a hombres como a mujeres sin diferenciar

Necesitamos recoger datos de manera diferenciada. Ahora con el tema del covid y la vacuna se están viendo diferentes efectos adversos entre hombres y mujeres. Ha sido muy abrumadora la diferencia. Muchas mujeres están diciendo que se les ha alterado el ciclo menstrual o que les han salido bultitos en la mama. Y esto nos ha venido muy bien para pararnos a pensar. Pero es que esto no solo ocurre con la vacuna contra el covid-19, ocurría también antes.

Hasta hace relativamente poco, en los ensayos clínicos la mayoría eran hombres y los resultados obtenidos se aplicaban tanto a hombres como a mujeres sin diferenciar.

Ahora estamos haciendo un estudio con la Universidad Extremadura, a través de una encuesta que han rellenado más de 17.000 mujeres y prácticamente la mitad han tenido alteraciones en el ciclo menstrual. Y este dato ya es llamativo. Evidentemente, estos son datos preliminares. Hay que analizarlo más a fondo; las habrá que sean más severas, otras serán menos. Eso es lo que estamos haciendo ahora ver, estamos hilando más fino.

La doctora Carme Valls,  especializada en endocrinología y medicina con perspectiva de género, habla de la necesidad de una ciencia de la diferencia. Este aspecto está un poco descuidado en las facultades, ¿cierto?
Sí, se ha descuidado completamente. El modelo de ser humano que se estudia durante la carrera es el modelo masculino.

Otra cosa que cuestionas es el sobrediagnóstico, esto es, el exceso de pruebas que señalas que también tienen un riesgo.
Un riesgo de medicalización de la vida, es decir, de que muchos aspectos de la salud que no hubieran requerido tratamiento médico lo tengan. Por ejemplo, una chica joven que toma el anticonceptivo porque su regla es irregular. La regla no hay por qué regularla mediante anticonceptivos. El anticonceptivo lo que hace es que tengas un orden hormonal con hormonas sintéticas en el cual los ovarios dejan de trabajar y hacemos artificialmente un ciclo hormonal. Pero ¿qué hay debajo de esa irregularidad? ¿Hay un hipotiroidismo? ¿Un déficit de micronutrientes? ¿Una amenorrea hipotalámica por estrés? ¿Qué carajo hay debajo? Vamos a tratar lo que hay debajo y no poner el sangrado artificialmente.

El caso paradigmático es la endometriosis. Ahí vemos cómo hay sobrediagnósticos e infradiagnóstico, las dos cosas. La endometriosis es una enfermedad que genera en un porcentaje importante de mujeres un dolor enorme con la regla hasta el punto que le incapacita su vida. Pues bien, sobrediagnosticamos aquellas endometriosis asintomáticas que vemos en la ecografía, a veces las tratamos e incluso a veces hay mujeres que se someten a una intervención quirúrgica. Y es entonces cuando vienen los síntomas, porque la propia cirugía aumenta la inflamación. Luego tenemos una endometriosis sintomática en la que la mujer se muere del dolor, pero puede que no se vea en la ecografía, porque hay endometriosis profundas que tienen poca expresión ecográfica. Y esa no la diagnosticamos ni la tratamos. Es decir, damos más valor a las pruebas complementarias que a la clínica. La clínica es lo que dice la paciente y para eso hay que escucharla.

Casi la mitad de las mujeres con endometriosis sintomática tarda una media de ocho años en ser diagnosticada desde que inician los síntomas, porque sobrevaloramos las pruebas complementarias e infravaloramos la parte clínica

Cuando una mujer se queja de un dolor tan extremo, aunque yo no veo nada en la ecografía, tengo en la cabeza la sospecha de endometriosis y voy a intentar dar solución a eso. Casi la mitad de las mujeres con endometriosis sintomática tarda una media de ocho años en ser diagnosticada desde que inician los síntomas, porque sobrevaloramos las pruebas complementarias e infravaloramos la parte clínica, la escucha y la exploración. O sea, lo que no hacen las máquinas.

Bueno, pues todas las enfermedades cuyo diagnóstico dependen de eso, todas se infradiagnostican y las mujeres tenemos un montón de lastre con esto. Si estás cansada, con síntomas de tristeza y a lo mejor eso es de un hipotiroidismo, puede ser que no se te diagnostique y te lleves antes a casa un antidepresivo que el tratamiento para el hipotiroidismo. Infradiagnosticamos todo aquello que depende de lo que nos cuenta la paciente y sobrediagnosticamos todo aquello que depende de las máquinas.

También aquí hay un sesgo de género porque las mujeres no somos creídas cuando tenemos una dolencia. Somos psiquiatrizadas en lugar de buscar la génesis de esa dolencia.
La psiquiatrización de las mujeres es un hecho. El 85% de los psicofármacos se administran a mujeres. Esto ocurre porque somos seres biopsicosociales, pero en la mujer todo se mete en lo psico y de lo psico a lo psiquiátrico directamente. Entonces, ¿tú tienes algo psicológico? Pues toma un antidepresivo o un ansiolítico. Pero se podría derivar a esa paciente a un psicoterapeuta o a un grupo de apoyo.

Las mujeres maltratadas están hasta arriba de psicofármacos, en lugar de ser derivada al centro que proceda, donde las van a ayudar

Pero es que con lo biológico y lo social igual. Por ejemplo, una mujer maltratada. Las mujeres maltratadas están hasta arriba de psicofármacos, en lugar de ser derivadas al centro que proceda, donde las van a ayudar.

Y con lo biológico, igual. Una mujer con hipotiroidismo, con anemia, con déficit de micronutrientes e incluso una mujer con endometriosis... Todas aquellas enfermedades que se manifiestan por mala calidad de vida en las mujeres, y con cosas que no podemos medir como el dolor, la tristeza o el cansancio, se van directamente a lo psicológico y de lo psicológico a lo psiquiátrico. Muchas veces salen antes con un psicofármaco que con un diagnóstico porque todo lo que nos pasa a las mujeres no tiene credibilidad.

Volvamos al desaprendizaje de la ciencia paternalista. ¿Está la violencia obstétrica dentro de ese desaprendizaje?
La violencia obstétrica no la quieren reconocer como tal. Yo creo que no poner nombre a las cosas lo que hace es retrasarnos en todo lo que podemos mejorar. ¿Quién no ha hecho violencia? Podemos discutir el término, pero es que si perdemos el tiempo en discutir la forma de nombrar esto, no vamos a las cuestiones de fondo, que son las mujeres que han sufrido por una actuación deshumanizada.

Dicen que lo quieren llamar mala praxis, pero mala praxis es cuando se hace una práctica que no está bien. Pero yo puedo hacer una práctica médica bien y ni mirar a los ojos a la paciente, ni darle una explicación de nada. Y eso entonces, ¿cómo lo llamamos? ¿mala praxis? Eso no es mala praxis. Violencia obstétrica es la deshumanización. La OMS lleva dándonos toques desde 1985 y hay cosas que no las estamos mejorando.

Yo soy la primera que he trabajado mal muchas veces. Esto no significa que los ginecólogos seamos personas violentas, sino que hay prácticas que pueden resultar violentas

Yo soy la primera que he trabajado mal muchas veces. Tú entras en un sistema, te enseñan que esto es así y trabajas así. Hasta que un día, como yo soy una persona inquieta, empiezo a informarme sobre parto humanizado. Y me di cuenta que hacíamos cosas mal. Esto no significa que los ginecólogos seamos personas violentas, sino que hay prácticas que pueden resultar violentas.

Hablemos de sexualidad. A lo largo de la historia la sexualidad femenina ha sido estudiada por hombres ¿Cuáles son las consecuencias de esto.
Para empezar, no se entendió nunca a lo largo de la historia esto tan básico como es la ciclicidad de nuestras hormonas. No es que las mujeres estemos locas, es que en una fase de nuestro ciclo tenernos unas necesidades y estamos de una manera y en otras fases del ciclo estamos de otra y a lo mejor necesitamos más descanso. Si cuando tienes la regla necesitas tener un descanso extra y no estás igual de productiva que cuando estás en el periodo fértil no hay nada malo. Esto no debería ser considerado como una patología.

Lo que pasa es que siempre se ha estudiado todo desde el modelo masculino, que es lineal. Entonces esto de ser cíclicas, de que nuestros sistemas cambien, nunca se ha tenido en cuenta. A lo largo de la historia, las mujeres hemos sido catalogadas como histéricas, como locas, de forma tradicional. El tema de la histeria femenina viene nada menos que desde Hipócrates, hace más de 2000 años. En el siglo XX todavía se decía que las mujeres teníamos una cosa que se llamaba histeria, que son los síntomas que definimos como síndrome premenstrual, y había que curarla dándole orgasmos, con un vibrador. Es decir, ha habido un concepto de la salud femenina un poco trasnochado.

El modelo lineal de la mujer sigue vigente a través de la hipersexualización. El modelo ideal de mujer es lineal, que nunca cambia, que es inalterable, ni durante todo el ciclo menstrual ni durante toda su vida. Y llega la menopausia, y tenemos que estar como las chicas de Sexo en Nueva York que parecen adolescentes. Es decir, seguimos exigiendo una mujer lineal en todas las etapas de la vida y si algo define a las mujeres es precisamente la ausencia de linealidad.

Hablemos de orgasmos femeninos. Aunque no se suele decir las mujeres tenemos capacidad para tener orgasmos múltiples, ¿qué diferencias tenemos con los hombres?
Los hombres tienen un periodo refractario en el cual no pueden llegar al orgasmo. Una vez que ya han eyaculado, tienen ese periodo. Las mujeres no tenemos periodo refractario. Es decir, podemos tener un orgasmo y otro y otro. No todas las mujeres lo tienen, pero la posibilidad está ahí y así está preparado el cuerpo de la mujer. Pero el no tener varios orgasmos tampoco debería suponer ningún tipo de drama.

Abramos el melón de la eyaculación femenina y el squirting, la expulsión de líquidos durante el orgasmo. ¿Si nunca hemos experimentado esta expulsión orgásmica debemos buscarla sin descanso?
Podemos estar totalmente tranquilas. Antes algunas mujeres cuando lo tenían se acomplejaban porque parecía que se habían hecho pis. Y ahora estamos en el otro extremo, hay mujeres frustradas porque no tienen squirting. Pero de lo que se trata es de que lo pases bien, con o sin esto. Si lo tienes, disfrútalo y si no lo tienes, disfrútalo también, que no necesariamente tenemos que expulsar líquido para tener una sexualidad plena. La cosa es que sea satisfactoria la experiencia, pero no tiene porque ser mejor experiencia por el hecho de tener expulsión de líquidos.

Todo lo que tiene que ver con la sexualidad de las mujeres siempre ha tenido carga de negatividad. Claro, si el patrón ideal de mujer es lineal e hipersexualizado, que tengamos la regla choca

Rasurarse el vello pélvico, odiar tu regla, asquearse por el flujo vaginal, esconder las compresas. Flaco favor nos hacemos con estos comportamientos, ¿no?
Sí, pero porque todo lo que tiene que ver con nuestra sexualidad siempre ha tenido carga de negatividad. Claro, si el patrón ideal de mujer es lineal e hipersexualizado, que tengamos la regla choca. Antes nuestras abuelas ocultaban las reglas y todos los cambios como la menopausia, se vestían de negro, se tapaban... Y ahora  lo ocultamos de otra manera, sobreexponiéndonos, mostrando que estamos lineales e hipersexualizadas en todas las etapas de nuestra vida y de nuestro ciclo hormonal.

La clave para cambiar todo esto está en la educación sexual. Y consideras que otra educación sexual es posible, hoy muy centrada en la prevención de las Infecciones de Transmisión Sexual. ¿Cómo tendría que ser?
Exactamente una educación sexual integral. No solo enseñar cómo llega el espermatozoide al óvulo o a cómo protegerte de infecciones y de embarazos no deseados. Que también de todo esto hay que hablar, pero hay que hablar de la sexualidad desde una perspectiva biopsicosocial.

No hay que hablar del sexo a los jóvenes como si fuera algo malo que solo transmite enfermedades

Hay una separación entre la sexualidad y la parte afectiva, emocional, de vínculos, de amor, de respeto… también hay que hablar de toda la parte positiva del sexo. No hay que hablar del sexo a los jóvenes como si fuera algo malo que solo transmite enfermedades. Antes se decía que era pecado, ahora no. Pero cuidado con que sea todo muy peligroso y esté todo enfocado a los riesgos. Las relaciones no son sexuales, son sexoafectivas. Hay que hablar también de la parte afectiva.

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