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Portugal
El cultivo de aguacate que seca el Algarve
En 10 años, la importación mundial de aguacates ha crecido alrededor de un 172% y, para 2030, se espera que la demanda global pase de 2,84 a 4,24 millones de toneladas. Su precio y valor también están aumentado con el tiempo. Si bien es cierto que no es una de las frutas más consumidas, en cuanto a su valor de mercado se sitúa ya en cuarta posición, solo por detrás de las bananas, las uvas y las manzanas. Un estudio de la consultora Agroges señala que el sector del aguacate aporta a la economía del Algarve 20 millones de euros anuales que, teniendo en cuenta la dependencia económica que esta región tiene del turismo, resultan muy atractivos.
Por todo ello, se prevé que en los próximos años su cuota de mercado aumente notablemente, y eso lo saben bien los productores, que están aprovechando para ampliar su producción, incluso en países europeos con unas condiciones climáticas bastante distintas a las del trópico.
La industria del aguacate está sufriendo algunos cambios. Si bien es cierto que los principales productores de aguacates son países del continente americano, como Perú o México, cada vez son más las empresas que apuestan por los países del sur de Europa para producir esta fruta. Debido a ello, tanto como Portugal como España se han convertido en los principales países productores de aguacates del viejo continente, aunque a priori, cuentan con un handicap evidente: la falta de agua en estos territorios.
Un kilo de aguacates consume 600 litros de agua, por lo que una plantación del tamaño de un campo de fútbol consume siete millones de litros de agua al año
Y es que los aguacates son un fruto tropical que consumen una enorme cantidad de agua. Unos años atrás, para producir un kilo de aguacates se necesitaba alrededor de 1.000 litros de agua, pero según la WAO (Organización Mundial del Aguacate), gracias a la introducción de nuevas técnicas, se ha logrado reducir esa cantidad hasta los 600 litros por kilo. Para que nos hagamos una idea, proporcionalmente, una plantación del tamaño de un campo de fútbol consume siete millones de litros de agua al año.
Una consecuencia directa del cultivo de aguacates es la sequía en los acuíferos y reservas de agua. Al tratarse de un fruto que consume tal cantidad de líquido, sumado a la escasez de lluvias en la zona del algarve portugés, el resultado es claro: un balance negativo en el abastecimiento hídrico de los acuíferos y reservas de agua, que ven cada vez más como sus niveles están disminuyendo. Si a esto se añade que la agricultura del aguacate ha crecido y se ha multiplicado por siete en los últimos 10 años en el Algarve, las perspectivas de futuro no son esperanzadoras.
Agricultura local
En contraposición a este aumento de campos de agricultura intensiva de aguacate y otros frutos tropicales, se encuentran los pequeños agricultores de la zona, muchos de ellos personas de edad avanzada, que venden los productos que han cultivado, en pequeños mercados de la zona como Aljezur o Rogil.
“Nuestros pozos y acuíferos se están secando, lo vemos año tras año. Aquí en Rogil para regar nuestros campos usamos el agua que nos llega del Barragem de Santa Clara, pero por culpa de las “estufas” [así es como se llama a los campos de agricultura intensiva de la zona] cada vez tenemos menos agua para poder cultivar nuestros huertos”, explica Maria, vecina y agricultora de Rogil.
Y es que la situación de muchas reservas de agua de la zona es tremendamente crítica. Una de las más afectadas es el conocido como Barragem de Bravura, que hasta hace pocas semanas, se situaba alrededor del 14% de su capacidad.
Estrés hídrico
Si bien es cierto que aún no hay una gran cantidad de datos para tener una visión global del problema y de sus consecuencias a largo plazo, existen algunos estudios sobre plantaciones específicas de aguacates que ayudan a entender la gravedad del asunto.
Un caso muy conocido en la zona es el de Frutineves Ltd. una empresa situada en la población de Barão de São João, que tiene abierto un proceso penal por exceder la producción permitida de aguacates en la zona. Y es que el dueño de la plantación, para no violar la ley ambiental que prohíbe las plantaciones de más de 100 hectáreas, hizo pequeños lotes de plantaciones para así no sobrepasar el límite, lo que era ilegal al tratarse de plantaciones que son continuas y pertenecen a un mismo productor.
Finalmente, después de una investigación de las autoridades, descubrieron que usaba un 68% más de agua de la permitida para regar su producción total. Este no es un caso aislado, puesto que en general el control por parte de las administraciones es relativamente bajo.
Si el caso llegó a los tribunales, fue gracias a Regenerarte, una ONG de la zona del Algarve, que basa su trabajo en la defensa para la protección y regeneración de los ecosistemas y con la misión de prevenir la instalación y expansión de monocultivos que agotan y contaminan los recursos hídricos comunes, destruyen la biodiversidad y el paisaje y que dañan la salud pública.
Además, si a todo esto se le suma el proceso de desertificación en el que se encuentra esta zona de Portugal debido al cambio climático y la escasa biodiversidad de sus bosques, tenemos un cóctel del cual sus consecuencias son visibles cada verano: los incendios.
Y es que el país luso es comúnmente conocido por los terribles incendios que se repiten cada año, los más mortíferos en 2017, año en el que ardieron medio millón de hectáreas de bosque y se cobraron la vida de 121 personas.
En conclusión, muchos científicos y expertos apuntan a que el problema no es la producción de una fruta en concreto como el aguacate, si no de la suma de la producción de agricultura intensiva de las distintas frutas tropicales que se cultivan en el Algarve, como pueden ser también el mango o las frambuesas, y que utilizan la técnica del regadío para su cultivo.
Por lo tanto, resulta realmente importante el planteamiento por parte de las administraciones de esta región, sobre cómo gestionar el aumento de la producción de hectáreas de cultivo de frutas tropicales como el aguacate, que están secando la tierra y los recursos hídricos de la zona hasta el punto de su desertificación.