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Siria
Cuando dar a luz puede volverse una pesadilla
“Dar a luz debería ser un momento feliz para cualquier madre pero, en cambio, para las mujeres del noroeste de Siria, se ha convertido en una peligrosa carrera de obstáculos”, lamenta Alam Janbein, quien coordina la respuesta humanitaria para Siria-Turquía de ActionAid. En Siria, a pesar del menor número de personas fallecidas, 8.000 frente a las más de 45.000 en Turquía, las consecuencias están siendo devastadoras tras 12 años de conflicto.
Cuando se cumplen seis meses del terremoto, se calcula que 2,3 millones de mujeres y niñas se han quedado sin acceso a atención médica, especialmente atención médica sexual y reproductiva. Las infraestructuras sanitarias que aún resistían los ataques, han quedado destruidas o gravemente afectadas. Hacer seguimiento del embarazo, dar a luz o cuidar a los bebés se han vuelto tremendamente peligroso para las mujeres que ya han soportado la peor parte de la guerra. No digamos ya recibir atención urgente como cesáreas, parto prematuro o niños que necesitan asistencia de emergencia; se ha vuelto casi inviable. Las largas distancias, los bombardeos, la falta de transporte y dinero y las infraestructuras dañadas son solo algunos de los obstáculos a los que se enfrentan.
En Siria las infraestructuras sanitarias que aún resistían los ataques, han quedado destruidas o gravemente afectadas tras los terremotos
“Los bebés prematuros aquí no pueden sobrevivir en las condiciones en las que nacen” dice la doctora Khadija, asistente de cirugía en uno de los dos hospitales de Idlib que aún se mantienen operativos y da atención a más de 85.000 personas. Ella se encontraba en Turquía cuando ocurrió el terremoto, pero no dudó en volver cuando vio que no había suficientes medios para atender a las víctimas.
La organización siria Violet, cuyo nombre es toda una declaración de intenciones, coordina la actividad en este hospital, donde se ha conseguido, no sin gran esfuerzo y solidaridad internacional, abrir una nueva área de maternidad. El coordinador del hospital, el doctor Bakir, comenta cómo todo el personal, médicos, parteras y enfermeras, ha estado trabajando las 24 horas del día para brindar atención a las embarazadas, los recién nacidos y los bebés.
Sin embargo, “el mayor desafío en el norte de Siria es la escasez de personal médico, y especialmente ginecólogos. Las embarazadas aquí han estado sin atención durante casi un año”, se queja Bakir.
“Muchas mujeres vinieron a nosotros, asustadas y aterrorizadas. El seísmo provocó que algunas abortaran y presenciamos sangrados prematuros para muchas en su primer y segundo trimestre”
Ghufran, partera de 22 años, estaba atendiendo un parto cuando sintió temblar la tierra, y recuerda que tras el terremoto “Muchas mujeres vinieron a nosotros, asustadas y aterrorizadas. El seísmo provocó que algunas abortaran y presenciamos sangrados prematuros para muchas en su primer y segundo trimestre. Fue horrible para estas madres”. Recuerda particularmente a Amina (nombre ficticio) que llegó casi sin poder caminar, embarazada de 7 meses y a la que tuvieron que adelantarle el parto porque sangraba. “Afortunadamente madre e hijo están bien”, pero no todos los casos han tenido final feliz.
Kurdistán
Kurdistán Ningún lugar adonde ir
El terremoto ha dejado aún más familias sin techo, que han tenido que cobijarse en los campamentos de personas desplazadas. La vida en estos campos es dura, especialmente para mujeres y niñas. La crisis económica y una inflación que ha provocado que el precio de los productos básicos haya aumentado hasta un 40 %, ha supuesto una losa aún mayor para las familias que ya estaban en la miseria. Ante esto, muchas optan por casar a las niñas. “Uno de los mayores peligros para las adolescentes es el matrimonio infantil”, afirma tajante Khadija. “Causa muchos problemas de salud a las niñas. Se quedan embarazadas antes de que sus cuerpos estén listos, a los 15 ó 16 años, lo que da lugar a partos prematuros, operaciones y secuelas que sufrirán siempre”.
Y es que, aunque el terremoto solo duró unos minutos, las consecuencias para mujeres y niñas podrían perdurar toda la vida.