Literatura
Cuentos que hablan de memoria y futuro

‘Las hermanas Mangué’ es el segundo libro que publicará el proyecto Potopoto, una iniciativa de recuperación de cuentos africanos para conectar a niñas y niños afro con la memoria y contribuir a la construcción de una sociedad diversa.
Ilustración adaora
Las Hermanas Mangué. Ilustradora: Adaora Onwuasoanya
25 may 2023 07:06

Es la segunda vez que Alejandra Salmerón Ntutumu se embarca en la aventura de publicar un libro de cuentos africanos. El primero se llamó El viaje de Ilombe (2017), y fue posible gracias a las aportaciones de múltiples mecenas a través de un crowdfunding. El pasado abril, esta ingeniera afromurciana quiso repetir la gesta con un nuevo volumen, Las hermanas Mangué y otros cuentos africanos, y como su predecesor incluirá historias de la tradición oral, principalmente de Guinea Ecuatorial, proverbios africanos, un Afrodiccionario y audiocuentos creados por la autora de La historia de Awa, Camila Monasterio. Ambos libros forman parte de un marco más grande, el del proyecto Potopoto, que persigue, a través de la recuperación de estos cuentos, empoderar a las infancias afrodescendientes y servir como herramienta educativa con potencial transformador.

Para Ntutumu, abordar estos cuentos de tradición oral es un camino creativo que parte de una base tradicional, pero bebe también de cómo su madre le contaba estos cuentos, y después de cómo los ha ido reproduciendo ella misma en su memoria: “Es un proceso de adaptación en base a mi recuerdo. Por eso es un proceso de reconstrucción de la memoria muy necesario para la reconstrucción también de la propia identidad”, explica en conversación con El Salto. Una reconstrucción de la identidad necesaria para un colectivo afro que habita cierto “limbo identitario, porque ni somos de España ni cuando volvemos a Guinea Ecuatorial nos consideran ecuatoguineanos”.  Se trata, en definitiva, de una forma de reconciliación con ambas herencias culturales, apunta la autora, quien se reconoce como una gran lectora de cuentos. Pero, además, recuerda, es un proceso de adaptación que debe tener en cuenta al público al que se dirige: niños y niñas de primaria.

Para Ntutumu, abordar estos cuentos de tradición oral, es un camino creativo que parte de una base tradicional, pero bebe también de cómo su madre le contaba estos cuentos, y después de cómo los ha ido reproduciendo ella misma en su memoria

Adaora Onwuansanya es la ilustradora que acompaña con sus dibujos los textos de Ntutumu en Las hermanas Mangué. Las redes del antirracismo pusieron en contacto a esta joven ilustradora afromurciana que estudiaba su máster de ilustración en Madrid, y a Alejandra,  que junto a su hermana Belinda fundaron la asociación Afromurcia. Adaora no es de origen ecuatoguineano, su padre era nigeriano, pero no tuvo la suerte de escuchar como Alejandra las historias y los cuentos tradicionales. De hecho, explica la joven ilustradora, su padre cortó toda conexión cultural con su país de origen. 

Para Onwuansanya, que tiene varios proyectos en marcha, pero para quien este álbum sería su primer libro infantil ilustrado, las hermanas Mangué “ha sido como devolverme a mí misma de pequeña lo que mi padre no me transmitió”. De hecho, el libro contará con al menos un cuento nigeriano. “Para mí es como guau, los cuentos que mi papá no me contó ahora yo estoy ilustrándolos y eso es como un regalo del universo”. La joven coincide con la mirada de Ntutumu: recuperar estas narraciones posibilita reconstruir la memoria, y siente que su padre no pueda compartir con ella este momento: “Me emociona pensar que a él también le habría servido para desenterrar todo eso que había enterrado”. 

Memoria y educación

Los libros de Potopoto cuentan con un glosario de palabras africanas para que los niños y niñas puedan acercarse al conocimiento de los países y las realidades de las que se habla en los cuentos. “Con esas palabras también se puede trabajar con los peques de forma más fácil y sencilla también esa parte identitaria y de descubrimiento de los países africanos de una manera positiva”, explica Ntutumu. 

Al final, apunta la autora, recuperar estos relatos tiene un doble efecto, de un lado “es herramienta de empoderamieto y de mejora de la autoestima de la propia comunidad afro”, no solo de las niñas y niños sino que también para personas mayores que, a través de la recuperación de la tradición oral, inician un proceso de “reconstrucción identitaria”. Pero el proyecto mira también más allá de las personas afrodescendiente, hacia una sociedad diversa, a la que corresponden historias diversas, como reflejo de un mundo plural y cambiante. “Introducir estas contranarrativas hace que también los peques tengan una mentalidad mucho más abierta”, explica Alejandra, quien concibe estos libros como “una herramienta antirracista”.

Procedente de una familia de profesores, Adaora se declara entusiasta de la educación, de hecho, además de estudiar Bellas Artes e ilustración, completó el máster de profesorado. Considera que el arte y la educación son inseparables. Fue durante su TFG (trabajo de final de grado) cuando Adaora se preguntó por las narrativas hegemónicas, quiénes aparecían en ellas, y quiénes no. Para ello retomó críticamente la propuesta del viaje del héroe de Joseph Campbell, una estructura común que subyace a “muchas historias que tenemos en el imaginario y que al final inconscientemente nos guían para vivir. Lo que decía este señor es que ese viaje en el cuento, la leyenda o lo que sea, sí es un viaje físico, pero sobre todo es una metáfora del viaje interior del ser humano”. Los protagonistas de dichos viajes, analizaba Onwuansanya, suelen ser históricamente desde Alejandro Magno a Harry Potter, una mayoría de señores blancos. Así, la joven estudiante se concentró en su investigación en buscar historias alternativas, personajes fuera de este imaginario. En cierto modo, con esta investigación, la ilustradora pasaba una etapa de su propio viaje que empezaba de niña, dibujando solo princesas blancas rubias y de pelo liso, como las imágenes que lo inundaban todo, y que continuaba años después topándose con Afroféminas, revista que le hizo replantearse muchas cosas. 

Para dibujar esas otras historias, Adaora tenía que investigar cómo ilustrar esos otros cuerpos, otros contextos que no aparecían en todas las imágenes estudiadas durante sus años de formación. Entre otros referentes, Lydia Mba, la ilustradora del primer cuento de Potopoto, resultó ser una gran inspiración. En su investigación para ilustrar Las hermanas Mangué, navegó en artículos y tesis sobre la cultura fang para alimentar el universo gráfico del libro. 

Para Alejandra Ntutumu, las otras historias que se narran en los cuentos permiten ese acercarse a otro tipo de personajes, abordar sus contextos, ampliar el acceso a otras realidades, lo que les convierte en una herramienta didáctica muy potente

“Había cosas que yo tenía en mi mente sobre, por ejemplo, cómo es una adivina, pues me imaginaba la típica adivina europea con una bola de cristal, e investigando me encontré cómo era un amuleto fang, ayudándome a redefinir esa idea”, explica, admitiendo que, en todo caso, ella también ha generado un imaginario propio a partir de las piezas que ha ido recopilando intentando alejarse de un imaginario europeo que en realidad también comparte.

Aporta otro ejemplo: en algún momento tuvo que abordar cómo dibujar una gallina. “Yo dibujé la gallina que yo conocía y estuve trabajando con esta imagen y luego me dije vale, ¿pero cómo es una gallina de Guinea?”. En su búsqueda sobre la flora y la fauna del país, Adaora encontró que las gallinas en Guinea también son distintas a su imaginario de gallina. “Y que además son mucho más bonitas”, ríe. Ilustrar otras historias supone así descubrir otro mundo, y darse cuenta de todo lo que daba por hecho, explica.

Volviendo a la mirada desde la educación, para Alejandra, las otras historias que se narran en los cuentos permiten ese acercarse a otro tipo de personajes, abordar sus contextos, ampliar el acceso a otras realidades, lo que les convierte en una herramienta didáctica muy potente, “por ejemplo, en el contexto de Guinea Ecuatorial, se puede empezar a introducir, aunque sea de forma muy sencilla, dónde está ese país y qué relación tuvo con España”. También, explica, se pueden introducir referentes del país, o del continente.

Frente al viaje del héroe, hombre, blanco, en los libros de Potopoto hay heroínas que deben enfrentar sus propios obstáculos. “En los cuentos africanos hay un personaje que es el de la ancianita ayudante, que representa de algún modo la sabiduría, o que le da al protagonista un objeto mágico necesario para su viaje”. Desde ahí se pueden trabajar muchos valores, explica Ntutumu, la diversidad, la igualdad de género, el respeto a los mayores. “Todo competencias básicas también dentro del currículum educativo”.

Un proyecto más amplio

Para la creadora de Potopoto, llevar el proyecto a las aulas, trabajar de la mano de las instituciones es esencial para llegar a más niñas y niños. Poco a poco va llegando a nuevos espacios, este curso por primera vez el ayuntamiento de Cartagena les ha invitado a trabajar en los institutos y esperan poder llevar su proyecto a la ciudad de Murcia, a los colegios, y a la formación de formadores. Ntutumu, quien ha optado por sacar adelante su proyecto de manera independiente con el apoyo de la gente a través de crowdfundings, cree que esta trayectoria le ha permitido crear con autonomía herramientas didácticas que pueden ser introducidas en el currículum, aunque considera que aún hay muchas resistencias, y que las subvenciones que podrían respaldar esta labor, “muchas veces son pan para hoy y hambre para mañana”.

Algo que le gustaría hacer, tras su experiencia propia y con las ilustradoras, es, a través de un acercamiento con la Escuela de Bellas Artes de Murcia, poder contactar e involucrar a estudiantes racializados que, como Onwuansanya, quieran trabajar en otras historias, representar otros imaginarios. “Yo quiero encontrarme con estos chavales y hacerles la propuesta de poder hacer prácticas con nosotras, porque me doy cuenta de que esto que hacemos es un ejercicio, aunque sea inconsciente, de reconstrucción de la memoria y de la identidad”.
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