Incendios Forestales
Abandono del monte, recortes y crisis climática: el cóctel que provoca el fuego en Andalucía

El abandono del monte, los recortes en prevención y la crisis climática aumentan el número y la gravedad de los incendios. Expertas e investigadores recomiendan la recuperación de los usos tradicionales del monte mientras los bomberos forestales denuncian falta de personal y medios para prevención.
Incendio Málaga
La superficie arrasada por las llamas se acerca a las 4.860 hectáreas en siete términos municipales malagueños. Jesús Mérida

El 9 de junio, apenas nueve días después del comienzo de la campaña de alto riesgo en Andalucía, se declaró el primer gran incendio del año en Andalucía. Fue en el término municipal de Pujerra (Málaga), dentro de la Sierra Bermeja, una zona que ya sufrió los estragos del fuego en 2021. En esta ocasión, casi 5.000 hectáreas fueron calcinadas, provocando el desalojo de 2.000 vecinos, además de tres bomberos forestales heridos, uno de ellos de gravedad. La Guardia Civil detuvo a cuatro personas como posibles causantes por imprudencia, al desarrollar trabajos de desbroce de un camino con maquinaria pesada y sin los permisos necesarios. Hasta el 26 de junio no se dio por extinguido, después de quemar algo más de 5.000 ha y necesitar la participación de más de 3.500 profesionales del INFOCA para ser controlado, además de provocar el desalojo temporal de más de 2.000 vecinos de la zona.

El incendio de 2021, también en Sierra Bermeja, tardó 46 días en ser declarado extinguido. Afectó a 10.000 hectáreas y costó la vida a Carlos Martínez Haro, bombero del Plan de Emergencia por Incendios Forestales de Andalucía (Plan Infoca), contratado como eventual. La cantidad de hectáreas quemadas solo en ese incendio, producido en la etapa final del periodo de alto riesgo, entre junio y octubre, casi iguala a toda la superficie quemada en la campaña de 2020, que alcanzó las 15.099 hectáreas en 212 incendios, rozando el récord de 2017: 15.531 hectáreas en 203 incendios, según datos de la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía. Las razones del número de fuegos y su virulencia estriban en distintos factores: el aumento de las temperaturas provocado por la crisis climática, la topografía, la orientación, las condiciones climatológicas y la cantidad y condiciones de la vegetación; aunque también en el abandono de los usos tradicionales del monte y los recortes en los planes de prevención de la Junta de Andalucía.

El origen de los incendios en Andalucía prácticamente se repite año tras año: del 30 al 40% son causados por negligencias, como el último en Sierra Bermeja, y otro porcentaje similar son intencionados

Los datos de las Estadísticas Anuales del Plan Infoca de los últimos cinco años de los que se tiene registro muestran la efectividad del dispositivo de extinción que, aun con recortes y la estacionalidad del trabajo, logró detener gran parte de los conatos —fuegos de menos de una hectárea— antes de que evolucionasen a un fuego medio que complicara las labores de extinción.

El origen de los incendios en Andalucía prácticamente se repite año tras año: del 30 al 40% son causados por negligencias, como el último en Sierra Bermeja, y otro porcentaje similar son intencionados. Respecto a la incidencia en las diferentes provincias andaluzas, destaca el alto número de incendios en la provincia de Huelva, que, según expertos consultados por El Salto, se producen cuando se dan factores de riesgo en la provincia: condiciones climáticas adversas como vientos o sequías prolongadas que provocan un estrés hídrico de la vegetación. 

Plan de urgencia para revivir los bosques

Librada Moreno es responsable de comunicación de la Federación malagueña de Ecologistas en Acción y ha estado en contacto con el fuego desde muy pequeña: “Soy de Mijas, me he criado escuchando las campanas que llamaban a la gente a echarse al monte para ayudar a apagar fuegos”. Nos cuenta que en Sierra Bermeja los grandes incendios no son una novedad: en 1966 las llamas afectaron a 5.000 hectáreas en el que está documentado como primer gran incendio en la región. Aquel desastre unió a los alcaldes de la comarca en una reivindicación que más de medio siglo después no se ha cumplido: proteger la Sierra declarándola Parque Nacional.
Librada Moreno señala la “golosina urbanística” que supone la Sierra Bermeja, rodeada ya por urbanizaciones de lujo, y el temor a que la nueva normativa de suelo del Gobierno de Juanma Moreno suponga un paso atrás en la protección de los terrenos forestales

En 2007 una plataforma ciudadana recuperó la reivindicación. Entonces, la Junta de Andalucía, gobernada por el PSOE, protegió lo que en 2021 se convertiría en el Parque Nacional de la vecina Sierra de las Nieves, incorporando al proyecto un 37% de Sierra Bermeja, “pero dejando fuera la parte occidental de la sierra, la que más protección necesitaba y más valor en biodiversidad tiene”, indica Moreno.

La ecologista señala la “golosina urbanística” que supone la sierra, rodeada ya por urbanizaciones de lujo, y el temor a que la nueva normativa de suelo del Gobierno de Juanma Moreno suponga un paso atrás en la protección de los terrenos forestales. Es la llamada Lista, Ley de Impulso para la Sostenibilidad del Territorio de Andalucía, aprobada con los votos a favor de PP, Ciudadanos y Vox, la abstención del PSOE y la oposición de Unidas Podemos. La norma no hace referencia explícita a un cambio en materia de usos del suelo después de un incendio, pero se encuentra en fase de investigación por el Tribunal Constitucional después de que este admitiera un recurso de Ecologistas en Acción y Unidas Podemos, que consideran que la Ley abre la puerta a la especulación urbanística.

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La Plataforma por el Monte Andaluz, con Ecologistas en Acción y más de 30 colectivos andaluces, envió una batería de propuestas en el marco del Plan Forestal de Andalucía 2030 a los partidos políticos en las pasadas elecciones del 19 de junio. Reivindican un Plan de actuación urgente contra el decaimiento forestal con convenios entre administración y particulares para su restauración ecológica urgente, ya que consideran que los montes andaluces deben ser “una fuente de vida, riqueza y empleo digno para el mundo rural promocionando su uso y recursos”. Piden la ordenación de los cultivos forestales y la promoción del sector ganadero extensivo como un aliado en la conservación de los montes; el deslinde de vías pecuarias, caminos públicos y superficies fluviales invadidas; un plan de formación y concienciación de los distintos agentes que intervienen en el medio rural y forestal, y el apoyo y protección a la recuperación de los ecosistemas periurbanos. 

“No queremos ser héroes”

Antonio Castellanos es técnico de la Agencia de Medio Ambiente y Agua de Andalucía, AMAYA, uno de los trabajadores de este órgano público de la Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente de la Junta de Andalucía que el pasado 1 de junio acampó frente al Palacio de San Telmo. Su protesta quería coincidir con el inicio la campaña de alto riesgo y estaba programada antes de la convocatoria de elecciones autonómicas. Reclaman mejoras laborales que además consideran que influyen en la efectividad del dispositivo INFOCA y en el cuidado y preservación del monte en la región. 

“No queremos ser héroes. Queremos hacer bien nuestro trabajo y tener unas condiciones laborales dignas, no palmaditas en la espalda”, explica a El Salto. Una de sus reivindicaciones es que los 700 trabajadores eventuales del dispositivo de prevención de incendios se conviertan en fijos. “Los contratan el 1 de junio y los mandan a la calle en octubre, así que se tienen que buscar la vida el resto del año y faltan en la época de riesgo medio o bajo de incendios, cuando el trabajo de prevención puede impedir que incendios como el de Pujerra o el de Sierra Bermeja de 2021 se vuelvan monstruos incontrolables”, lamenta.

“El abandono del medio rural y las prácticas tradicionales que mantenían los montes con una cantidad de combustible razonable se han perdido”, denuncia Antonio Castellanos

Lo que piden es un dispositivo Infoca completo todo el año, también por la propia seguridad de los trabajadores. “Si entran el 1 de junio y el 9 hay un gran incendio, como acaba de pasar, te encuentras con que algunos compañeros aún no disponen de equipos de seguridad, otros no han hecho todavía la formación que se requiere para estar en primera línea de fuego y otros ni siquiera han pasado el reconocimiento médico. En 2021 el compañero que falleció era un eventual, y esto no es casualidad”, explica.

Castellanos señala que la plantilla del Infoca, con una edad media de más de 50 años, no da abasto entre octubre y junio del año siguiente, los periodos de riesgo medio y bajo de incendios, para las labores de prevención. “El abandono del medio rural y las prácticas tradicionales que mantenían los montes con una cantidad de combustible razonable se han perdido. Y ahora tenemos que ser nosotros o los propietarios privados quienes se encarguen de un mantenimiento más exigente. Y para eso hace falta trabajar todo el año”.

“Hay que preparar a los bosques frente al cambio climático”, señala María Suárez, y “lo ideal” sería hacerlo a través de la selvicultura adaptativa, transformando bosques densos en paisajes en mosaico con distintos tipos de vegetación

Miguel es un trabajador del Infoca en Almería que no tiene problema en hablar con El Salto siempre que le cambiemos el nombre, y da la razón a Antonio: “Entre el final de octubre y la campaña siguiente yo puedo echar como mucho 30 días de trabajos de prevención, como hacer cortafuegos, fajas de seguridad o limpiar rodales, que esto último casi nunca se hace porque no somos suficientes. Son pocos días porque entre medias tienes las vacaciones, que nunca se cogen en alto riesgo, y las compensaciones por las horas de más que se echan en verano. Más las guardias, porque en otoño hay cada vez más incendios”. “Vamos a menos porque no hay gente. Soy de los fijos más jóvenes y tengo 50 años. Los compañeros se van jubilando y los eventuales faltan en los meses que haría falta prepararnos para lo que pueda pasar”, lamenta. 

Preparar el bosque para el cambio climático

María Suárez es ambientóloga y forma parte de un equipo de investigación de Ecología Terrestre de la Universidad de Granada. Explica que el monte andaluz, como monte mediterráneo, “está adaptado al fuego, con mecanismos propios de defensa y recuperación después del incendio”.

Cuenta que muchos de los bosques andaluces son pinares de repoblación, zonas muy extensas con muchos ejemplares apretados por hectárea donde las copas se tocan unas con otras, con muy poco sotobosque porque no entra luz hasta el suelo. Por eso, si se declara un incendio y llega a esos árboles en contacto, se produce un “incendio de copas” más difícil de controlar. Las altas temperaturas y la humedad baja del aire, en verano y con la crisis climática, empeoran la situación. Los grandes incendios de Portugal en 2017 y 2020, y de Grecia en 2021, se dieron en zonas con gran “combustible” —matorral seco, biomasa— y difícil acceso. “Cuando se produce un fuego tan intenso, la capacidad de regeneración del bosque disminuye porque las semillas se destruyen y el núcleo central de la vegetación es gravemente afectado”, añade.

Para Isabel Muñoz, veterinaria clínica en Málaga experta en desarrollo rural, la ganadería extensiva era un instrumento clave en la prevención hasta que alejamos al ganado de los bosques

Suárez señala cómo las previsiones apuntan a fuegos cada vez más frecuentes y fuera de las estaciones habituales —como ya constatan los técnicos del Infoca— que coincidan con grandes sequías. La conclusión es que “hay que preparar a los bosques frente al cambio climático” y “lo ideal” sería hacerlo a través de la selvicultura adaptativa, transformando bosques densos en paisajes en mosaico con distintos tipos de vegetación, evitando las grandes masas continuas y homogéneas de árboles “para que, cuando llegue el fuego, el propio bosque sea capaz de reaccionar y sobrevivir a esa perturbación”. También pide aumentar la comunicación entre instituciones e iniciativas ciudadanas: “Estaría bien que la gente sepa, entre otras cosas, que el bosque tiene sus propios mecanismos de recuperación y, después de un fuego, el suelo es muy frágil. Durante un tiempo relativamente largo lo mejor es no hacer nada: no entrar, no pisar, no alterar más aún el ecosistema, aunque nos cueste mucho”.

Para Isabel Muñoz, veterinaria clínica en Málaga experta en desarrollo rural, la ganadería extensiva era un instrumento clave en la prevención hasta que alejamos al ganado de los bosques: “La madera, el esparto, la biomasa aprovechada por herbívoros… toda esta vegetación antes útil se ha transformado en combustible para los incendios”. Para ella, incluir la ganadería como parte de la solución es apremiante, ya que “cuando un rebaño de ovejas pastorea por un bosque, desbroza los brotes verdes que con el calor se habrían convertido en yesca, abonan los suelos con todo tipo de semillas y están haciendo una serie de servicios ecosistémicos que revierten en toda la sociedad”. Frente a los medios mecánicos para clarear, el pastoreo es más barato, no consume combustibles fósiles y tiene menos limitaciones físicas, ya que “hay huecos por donde pasa una cabra donde no cabe una desbrozadora”.

Hay unanimidad entre las personas expertas consultadas y es que Andalucía tiene un bagaje amplio en materia de incendios, los servicios de extinción andaluces conocen bien estos modelos y están especializados, solo necesitan disponer de lo necesario para hacer su trabajo. La solución para esta situación, y otras que pueden provocar incendios en los bosques andaluces, se resume en gestión forestal: devolver al bosque su ecosistema funcional y dispositivos funcionales con plantillas en óptimas condiciones laborales para ejecutarla. La desestacionalidad de los incendios y la necesidad de trabajar todo el año requieren de inversión y planificación comprometida por parte de las instituciones.  

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damarfus
10/7/2022 17:13

Buen análisis, gracias. Desafortunadamente, se replican por todo el estado estas situaciones de temporalidad y cortoplacismo.

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