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Elecciones Catalunya 21-D
La izquierda sale mal parada de las elecciones convocadas a golpe de 155
Ni el discurso de las CUP ni el de Catalunya en Comú ha conseguido imponerse en una campaña donde ha emergido la nueva institucionalidad de Ciudadanos, que, significativamente, ha conectado con las clases subalternas del área metropolitana de Barcelona.
Este viernes los medios de comunicación abrirán con titulares destacando la victoria de Ciudadanos (C’s) –tanto en votos como en escaños– en las elecciones catalanas. Pero el diablo está, como bien se dice, en los detalles. No por repetido deja de perder su importancia constatarlo una vez más: estas elecciones se han celebrado en un contexto político y social excepcional.
Fueron convocadas por el Gobierno de España y no por la Generalitat, intervenida por el ejecutivo central tras la aplicación del artículo 155 –la primera vez desde la aprobación de la Constitución Española en 1978– después de la aprobación en el Parlament de una declaración unilateral independencia (DUI), y con varios candidatos en prisión o en el extranjero, perseguidos por la justicia. La Junta Electoral consideró los lazos amarillos y las pancartas en favor de los políticos presos en los centros de votación una “injerencia” y ordenó a los Mossos d’Esquadra notificar su presencia.
El independentismo ha resistido el lance. El bloque formado por Junts per Catalunya (JXCAT), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y la Candidatura d’Unitat Popular (CUP) ha obtenido 2.050.955 votos y 70 escaños; el llamado bloque constitucionalista, formado por C’s, el Partido Popular (PSC) y el PSC, 1.874.263 votos y 57 escaños; y Catalunya En Comú Podem (CatEnComú) 320.980 votos y ocho escaños.
Conviene destacar el desempeño de JXCAT, que arrancó la campaña con malos pronósticos –las encuestas le daban entre 10 y 12 diputados– y ha logrado mantenerse como líder de las fuerzas soberanistas con 34 diputados, utilizando la figura del presidente como principal baza electoral.
Con todo, el porcentaje obtenido (47,5%) y el ascenso de los de Albert Rivera obligan al independentismo a replantearse su estrategia, si no a ponerse a la defensiva en la cámara frente a un C’s más agresivo que verá justificada su actitud por los resultados obtenidos. Permanece la incógnita sobre si podrán ocupar sus escaños los candidatos en prisión o en Bélgica.
Significativamente, mientras se desarrollaba la jornada electoral –un incidente destacado de la cual fue la denuncia por parte de interventores de ERC en Bellvitge de papeletas de Ciudadanos en sobres que deberían haber estado vacíos– los medios informaron de que la Guardia Civil señalaba en un informe de 560 páginas entregado al Tribunal Supremo a varios políticos catalanes –entre ellos a Carles Puigdemont, Oriol Junqueras, Marta Rovira y Anna Gabriel– como a quienes “diseñaron, orientaron, dirigieron y controlaron la implementación de sus planes para la creación de un Estado soberano”.
Conviene señalar que la CUP no ha capitalizado ni los sacrificios políticos –señaladamente el haber avalado los presupuestos de JxS– ni su defensa de la unilateralidad y la desobediencia
Ese mismo informe también menciona a otros políticos –a los diputados de ERC Joan Tardà y Gabriel Rufián, al ex secretario general de Podem Albano Dante Fachin y a varios miembros de PdeCAT, entre otros– como participantes en la manifestación frente a la sede del Departamento de Economía que condujo a la acusación de “sedición” contra los presidentes de Òmnium y la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Jordi Cuixart i Jordi Sànchez, y a su posterior encarcelamiento, por lo que el juez instructor del caso, Pablo Llarena, podría solicitar nuevas citaciones e imputaciones.
La CUP: cuatro diputados que serán clave
Los dos partidos de izquierda catalanes, la CUP y CatEnComú, salen malparados de estas elecciones. La CUP pasa de diez a cuatro diputados y pierde el grupo parlamentario si no alcanza acuerdos con otros partidos, mientras que CatEnComú se queda con ocho diputados donde Catalunya Sí Que Es Pot (CSQEP), la coalición que lo precedió, obtuvo once.Las pérdidas de la CUP se explican, al menos en parte, por el retorno de un “voto prestado” que obtuvo en 2015. Cuando ERC y Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) se presentaron como Junts pel Sí (JxS) y una parte de votantes de los primeros optó por la CUP para no sumar sus votos a los de los convergentes.
De todos modos, sí que conviene señalar que la CUP no ha capitalizado, como apuntaban algunos comentaristas, ni los sacrificios políticos –señaladamente el haber avalado los presupuestos de JxS– ni su defensa de la unilateralidad y la desobediencia, ni el haber actuado como “acelerador del proceso” de autodeterminación en el Parlament.
Algunos militantes comentaban la noche del jueves en privado que el apoyo a los presupuestos podría haber también pasado factura a la formación. Recae, pues, sobre los hombros del histórico del independentismo Carles Riera, la regidora de Terrassa Maria Sirvent y el abogado laboralista Vidal Aragonés –los tres pertenecientes al ala izquierda del partido– recuperar el terreno perdido con su actividad parlamentaria.
El propio Riera aseguró ayer que la CUP había cumplido uno de sus objetivos (una mayoría de escaños republicana) y reconoció el fracaso de no haber reforzado el grupo parlamentario de la CUP ni haber ampliado el espacio de la izquierda.
Lo ocurrido en Cataluña no es muy diferente a lo que hemos visto en otros países de Europa: la socialdemocracia y la nueva izquierda han dejado al viejo cinturón industrial a la deriva
A pesar de todo, la CUP será con toda probabilidad clave con sus cuatro diputados en el apoyo a un previsible gobierno de JxCat-ERC. “Nuestros escaños pueden ser determinantes en momentos clave y los utilizaremos”, dijo Riera, quien añadió que la izquierda independentista no se apartará de su programa y exigirá al futuro presidente mantener el rumbo.
Será, eso sí, con más visión estratégica: Aragonés ya ha avanzado en varias entrevistas que se tratará de legislar a partir de la DUI y de crear una realidad a base de hechos consumados que conduzca finalmente a una independencia efectiva de Cataluña. Pese a todo, se trata éste de un camino largo, arduo y con considerables obstáculos, como ha evidenciado la respuesta de Madrid y Bruselas, y que únicamente la CUP parece dispuesta a asumir con todas sus consecuencias.
El cinturón de óxido
Los titulares sobre Ciudadanos, JxCat o la CUP sirven para enmascarar la derrota de CatEnComú. Ni el aval de Ada Colau –los resultados de Catalunya Si Que Es Pot en 2015 se atribuyeron en parte a su ausencia en la campaña–, ni la marca de En Comú ni la experiencia política y perfil diplomático de Xavier Domènech han conseguido que los comunes despegasen en esta ocasión.La convocatoria tomó al partido en pleno proceso de formación y los empujó a la palestra en unas elecciones marcadas por un tema que les resulta incómodo como es la cuestión nacional. La crisis interna de Podem, que terminó con la dimisión de su secretario general Albano Dante Fachin, agravó todavía más la situación. Cat En Comú ha perdido no sólo en el viejo cinturón industrial, sino incluso en la ciudad de Barcelona.
Ya han señalado otros el fenómeno de desteñido u oxidación del viejo cinturón industrial –del rojo al naranja– y que fusiona su voto, aunque sus intereses de clase objetivos no puedan ser más opuestos, con el voto de los barrios acomodados. El resultado es que Xavier Domènech tiene la llave que agitaba en los mítines de campaña, pero la llave se ha quedado pequeña y nadie sabe muy bien qué puerta abre a estas alturas. Como en el caso de la CUP, se impone la autocrítica.
A la espera de un análisis más detallado, la subida de Ciudadanos probablemente tenga mucho que ver con la movilización de un sector de votantes que no lo hizo en 2015, mientras que el independentismo ha mantenido su capacidad de movilización pero todavía no ha conseguido ampliar su base social.
Lo ocurrido en Cataluña no es muy diferente a lo que hemos visto en otros países de Europa: la socialdemocracia y la nueva izquierda han dejado al viejo cinturón industrial a la deriva con su gestión de gobierno y estrategias políticas enfocadas a la representación institucional respectivamente, sin que haya ninguna otra fuerza de izquierda capaz de ocupar ese espacio.
Es Ciudadanos –que ha sido el partido que más ha invertido en publicidad esta campaña– quien ocupa este espacio con un discurso simple, pero efectivo, allí donde en otro escenario veríamos seguramente un voto inercial hacia esas mismas fuerzas o un aumento de la abstención.
El discurso de C’s mezcla un españolismo sentimental con vaguedades sobre la Unión Europea y –quizá más desapercibido– el credo liberal que alienta la vana esperanza de salir adelante si uno se esfuerza lo suficiente y sigue el camino de eso que ahora se llama emprendeduría.
Este es, si así se quiere, el esbozo rápido, o incluso la caricatura, de su mensaje electoral, pero es uno que cala en un tejido social castigado por la crisis y los recortes, que se siente abandonado y que se informa sobre todo a través de la televisión, la radio y los mensajes que le llegan por mensajería de teléfono móvil.
El discurso de los comunes, en cambio, no consigue llegar a esa misma población y presenta todas las señales de las deficiencias que afectan a la nueva izquierda europea frente al ascendiente populismo de derechas radical en sus diferentes variantes. En Badalona se arroparon con la presencia de Owen Jones y Jean-Luc Mélenchon, además de la aparición sorpresa de Ada Colau, y tuvieron una escasa asistencia: alrededor de 200 personas. Se impone una reflexión.
Con los ojos puestos en las próximas semanas: mucho se equivocan quienes piensen que el independentismo, con su capacidad de movilización y contestación social, queda enterrado definitivamente el 21-D. Los bloques han defendido sus trincheras y ahora todo apunta a un endurecimiento de las posiciones. Y conviene recordarlo: sobre las cabezas de todos pende amenazadoramente, como espada de Damocles, la posibilidad de una recaída en la crisis que podría abrir un nuevo escenario, también en Cataluña.
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Hablar de ''izquierda'' en el arco de la democracia parlamentaria burguesa y capitalista es de un bagaje paupérrimo. La izquierda no existe.
yo alucino,la gente que ha gobernado con la derecha corrupta y represiva catalana o los que han aprobado presupuestos con recortes, los que decían que iban a crear una republica socialista pues ha quedado C's con 37 escaños y el PdeCAT con 34 un buen trabajo y encima ahora la culpa es de la izquierda "moderna" tiene guasa la cosa. Es alucinante, personas que piensan que Colon era catalán o que en américa se habla catalán que se va a esperar, venga a tomar el sol al paraíso catalán.
Ayer todas las tv ponían en los gráficos a Podemos en el bloque de los Constitucionalistas. La única verdad que rebuznaron anoche. Junto a PP, C's, PSOE, donde pertenecen.
Yo aun diría mas Hernández, la izquierda moderna es un oxímoron. Sin lucha de clases no hay izquierda y estos cobardes centralistas de clase cuqui de Podemos desprecian a los trabajadores.
Dice el artículo: populismo de derechas "radical". Falso: radical es quien va a la raíz de los problemas. Será populismo de derechas extremas. Un dato importante que no dice: Ninguno de los dos bloques consigue ni la mitad de los votos válidos emtidos: Indepes: 47,54 % y partidarios de la sagrada unidad de Espanya ( unidad de destino en lo Universal): 43,26% Podran tener mayoría en el Parlament, pero NO en la calle. Aunque El Salto lo calle.
Que esperaban los communnards? Aspirantes a carceleros. Esto solo ha sido el principio.
Excelente análisis. La izquierda "moderna", inadaptada ante su propia realidad tiene que revisar no ya su mensaje sino su forma de hacer y su proyecto