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Educación
“La escuela rural refleja la vida misma”
Nora Salbotx, antes docente en la Universidad Pública de Navarra, es hoy maestra en una escuela integral de Amaiur.
Nacida en Pamplona en 1973, fue a la escuela de Amaiur a trabajar y se quedó, no tanto por el ambiente bucólico, sino porque le atrajo una escuela integral, construida en su mayoría por mujeres. Docente de la Universidad Pública hasta hace unos años, nunca ha dejado de formarse ni de militar.
¿Lo tuyo con la escuela rural es vocacional?
No me gusta la palabra “vocacional”. Fui a trabajar por primera vez a una escuela rural, la de Amaiur, a los 21 años y lo que me atrajo fue que aquella escuela se parecía más a la vida que cualquier otra. La escuela rural es intergeneracional y, hasta cierto punto, comunitaria. Hay una asimetría de saberes que refleja la vida misma: hay gente que sabe un poco más de algunas cosas y otra gente que sabe menos y se da un proceso por medio del que todos aprendemos de todos. Idealmente, claro.
Háblame de lo que te encontraste al llegar a esa primera escuela.
Encontré una plantilla formada mayoritariamente por mujeres que hacían de todo, desde limpiar la escuela hasta dar materias que ahora imparten las especialistas. Echaban muchas horas fuera del horario. Poco a poco empieza a valorarse esa experiencia, pero echo en falta la épica con la que se han rodeado otras trayectorias similares. Estas mujeres hacían un trabajo claramente militante que se ha valorado poco precisamente por ser un sector feminizado y muy vinculado a los cuidados.
Es inevitable hablar del coronavirus. Tú has sido bastante crítica con el énfasis que se puso en los contenidos durante el confinamiento.
La primera reacción, casi instintiva, de todo el mundo —madres, padres, maestros, maestras— fue la de asegurarse de que “no perdieran contenidos”, en un sentido más bien cuantitativo. Existe una Ley Orgánica que nos obliga a la comunidad educativa a seguir un currículo y sus contenidos no son inocentes, son ideológicos. Durante una situación excepcional, como ha sido esta pandemia, lo ilógico es mantenerlos exactamente igual u obsesionarse por cubrir tal o cual tema. Intentar enseñar como si el contexto no hubiera cambiado es muy poco realista.
“Enseñar como si el contexto no hubiera cambiado es poco realista”
¿Qué crees que se tendría que haber hecho?
Algunos maestros y maestras hemos aprovechado para hablar de esos saberes subalternizados en los currículos oficiales. Por ejemplo, los cuidados. Muchas de esas tareas invisibles se han hecho forzosamente visibles durante el confinamiento, así que es casi imposible no preguntarse quién sostiene de verdad la vida escolar.
De acuerdo, pero ¿cómo convertimos los cuidados en contenidos?
Tonucci decía que se puede educar tomando simplemente de lo que traen los niños y niñas en el bolsillo. A partir de esos “tesoros” podemos construir una educación que ponga en valor los saberes subalternizados. Han estado en casa confinados, han observado todo el proceso de sostenimiento de la vida. Podemos aprovechar todo eso para releer los cuidados con ellos e intentar abrir grietas en unos currículos impregnados de patriarcado. Es la mejor manera de convertir los cuidados en contenidos, de una manera nada abstracta de problematizarlos, concientizar y formar en ellos. Por ejemplo, mi objetivo para este inicio de curso es que mis alumnos y alumnas conozcan a quienes limpian el colegio —en su mayoría mujeres—, sepan su nombre y su historia.
¿Crees que la tecnología, la enseñanza online que se ha introducido a prisa y corriendo es el futuro de la educación?
Creo que no se puede tener una actitud neoludita ante las tecnologías, a pesar de todos sus potenciales aspectos negativos. El error no está en incorporarlas a la educación, sino en pensar que pueden sustituir y compensar al resto de elementos que influyen en el aprendizaje. Así que, aunque el alumno o la alumna esté formalmente capacitada para usar ese ordenador, no va a ser suficiente si falla todo lo demás: la situación en casa, la motivación, los compañeros y compañeras.
¿Qué deberíamos aprender de esta pandemia?
En muchos barrios y pueblos han surgido redes de cuidados durante el confinamiento. Esto, igual que los “tesoros” de los bolsillos, se puede aprovechar para poner en el centro esos saberes subalternizados de los que hablaba. El potencial transformador de la escuela quizá esté en esa capacidad de poner en relación a los niños y niñas con sus barrios y convertir a la comunidad en un agente educador.