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Educación infantil
Alimentos podridos, agua marrón e impagos de nóminas: una escuela infantil pública de Madrid, al límite
La situación en la escuela infantil pública Señor Don Gato, en Valdebernardo, Madrid, ha llegado a tal punto de insostenibilidad que muchos padres y madres no pueden dejar a sus pequeños en ella. A los cinco meses de adeudos en las nóminas a las trabajadoras se suma la imposibilidad de utilizar el agua del centro para lavar a los bebés debido a su alto contenido en óxido, el sistema de aire acondicionado no funciona, llegando las aulas a estar a 30 grados, y la cámara frigorífica queda inutilizada al no enfriar a la temperatura indicada. La incertidumbre ha llegado a su máximo grado entre la plantilla y los progenitores, que ven cómo ni la empresa que la gestiona, Atreyu, ni la Consejería de Educación les dan una solución.
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Todo comenzó a ir mal en agosto del año pasado, cuando las empleadas se vieron obligadas a aceptar un ERTE para ese mes. “Nos dijeron que las circunstancias económicas de la empresa eran malas, y que si aceptábamos el ERTE no iríamos a un concurso de acreedores”, cuenta una educadora que prefiere mantenerse en el anonimato por miedo a represalias laborales y que lleva más de diez años trabajando en dicha escuela infantil.
Poco después, en diciembre, Atreyu comenzó a pagar las nóminas con retraso. “Además, no respetaron uno de sus compromisos adquiridos en el ERTE. Nosotras no pudimos disfrutar de nuestras vacaciones el año pasado, así que exigimos que nos sustituyeran cuando lo hiciéramos a lo largo de este 2024, pero no lo han hecho”, comenta la trabajadora. La situación se agravó en marzo, cuando les dijeron que solo podían abonarles el 40% de su salario. El restante llegó a finales de mayo, y desde entonces ninguna de las empleadas ha recibido un euro por su trabajo denodado.
Actualmente, en la escuela hay unos 140 niños y niñas pequeñas matriculadas en cuatro clases de 0 a 1 año, otras cuatro de 1 a 2 años y tres más de 2 a 3 años. “Nosotras somos conscientes de la responsabilidad que tenemos, por eso no hemos faltado a nuestro trabajo, sabiendo que no vamos a cobrar ni abril, ni mayo, ni junio, ni tampoco julio y agosto”, añade la educadora.
Los padres llegaron a saber por parte de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid que la gestión de la escuela volvería a salir a concurso. La primera vez, quedó desierto. A la segunda, la empresa interesada se echó para atrás al ver que debía hacer frente a las deudas que deja Atreyu. “El punto de inflexión ha llegado hace unos días. La Comunidad nos dijo que no teníamos que presentarnos en nuestro puesto de trabajo el 1 de septiembre porque nuestra relación contractual es con Atreyu, con quien finalizan el contrato el 31 de agosto”, denuncia la trabajadora.
En la escuela hay una pérdida de óxido continuo en la caldera, lo que hace que el agua salga marrón y no puedan lavar a los niños
En cambio, la escuela sí seguirá prestando servicio. “Y tienen la obligación de subrogarnos, pero parece que no lo quieren hacer”, agrega esta educadora algo enfadada al ver que desde Inspección Educativa también se lavan las manos: “Nos dicen que ellos no tienen nada que ver. Cuando vienen, preguntan cuántos niños hay, cuántas educadoras, y se van, les dan igual las condiciones”, en sus propias palabras.
Graves desperfectos en las instalaciones
Por otra parte, padres y madres eligieron esta escuela infantil conocedores del equipo educativo que hay detrás de ella. Es el caso de Marta, con un hijo de 18 meses. “Aparte de la sobrecarga de trabajo ingente que han sufrido las trabajadoras, las instalaciones del centro también tienen graves desperfectos”, dice. Se refiere a la pérdida de óxido continuo en la caldera, lo que hace que el agua salga marrón y no puedan lavar a los niños. “La nevera no enfría a la temperatura adecuada, así que no podemos utilizar muchos alimentos, y el aire acondicionado no funciona en todas las aulas, así que los bebés están a 30 grados”, enfatiza esta madre.
“Los padres estamos muy preocupados, con gran malestar, porque a nosotros sí nos siguen cobrando el servicio cuando contábamos con él hasta este julio incluido"
“Los padres estamos muy preocupados, con gran malestar, porque a nosotros sí nos siguen cobrando el servicio cuando contábamos con él hasta este julio incluido, pero con unas condiciones dignas”, recalca Marta. Ella ha sido una de tantas madres que, ante el desbarajuste que se vive en la escuela, se ha visto obligada a llevarse a su hijo al trabajo. “El culmen llegó el 12 de julio. Una mala planificación por parte de la empresa hizo que no hubiera nadie con las llaves del centro, así que no se podía abrir”, introduce esta afectada.
A pesar de que las consiguieron, como tampoco nadie conocía las claves de la alarma, no pudieron acceder a la escuela. “Los padres llamamos a la Policía para dejar constancia. Al final, tuvieron que quedarse en el patio que hay delante, dentro de su recinto, con el calor que hacía para niños tan pequeños”, subraya Marta. “Si no dan el servicio el año que viene, porque tampoco llegamos a matricularles a tiempo en otros lugares por todos estos vaivenes, yo me tendré que coger una excedencia para cuidar de mi hijo”, relata.
Y sentencia: “En este caso hay dos culpables, Atreyu, la empresa que no responde ante los trabajadores, y la Comunidad de Madrid, que no les ampara a ellos ni nos garantiza a nosotras la posibilidad de disfrutar de un derecho como servicio público que es”. Ni la empresa ni la Consejería de Educación han respondido a los intentos de este medio por recabar sus versiones de los hechos. Además, en el historial de Atreyu aparecen diversos cierres de escuelas infantiles públicas gestionadas por ellos en la Comunidad de Madrid por falta de personal.
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Sin soluciones a la vista
Una de las principales quejas tanto de la plantilla como de las madres y padres es que esto que sucedió el viernes puede volver a suceder en cualquier momento. No solo eso, pues los problemas son constantes: “Incluso la cocinera tiene que estar improvisando los menús bajo su propio criterio porque hay muchas cosas que no pueden utilizar por no refrigerar a la temperatura adecuada. Han aparecido alimentos casi podridos”, señala la educadora infantil.
La mayoría de trabajadoras cobra el SMI, así que en agosto Atreyu les deberá unos 6.000 euros a cada una
Sobre su situación laboral, las dudas inundan las vidas de unas trabajadoras que siempre han cuidado de los pequeños de la mejor manera posible. La mayoría cobra el SMI, así que en agosto Atreyu les deberá unos 6.000 euros a cada una. “Aquí hay familias monomarentales, otras numerosas, incluso algunas han tenido que acercarse ya a Cáritas”, ilustra la trabajadora. Por el momento, ya están hablando con un abogado particular para hacer frente a la situación ante la inacción de los sindicatos, denuncian.
“Lo que tendría que hacer la Comunidad es buscar a una empresa nueva, asumir los gastos que ha dejado Atreyu, la empresa a la que ellos mismos han otorgado la gestión y para lo que hay un aval económico importante por incumplimiento con el que se quedarán, y dejarnos trabajar como venimos haciendo desde hace más de una década”, concluye la educadora infantil.