We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Análisis
En defensa del sistema de reparto de las pensiones públicas
El pasado mes de julio de 2022, el Gobierno dio el primer paso para la llegada de los fondos de pensiones de empleo de promoción pública (FPEPP). A finales de ese año, se aprobó el Real Decreto por el que se reformaba el reglamento de planes y fondos de pensiones para impulsar los planes de pensiones de empleo. En el momento actual, nos encontramos en la fase donde los grandes bancos y aseguradoras españolas se han presentado al concurso público para hacerse con la gestión de dichos FPEPP. Aunque se llama fondo público, en realidad la gestión correrá a cargo de entidades gestoras privadas.
Desde estas líneas hemos advertido de las consecuencias negativas de uno de los rasgos más significativos de la economía actual, la financiarización de todo, incluidos derechos humanos básicos. A la financiarización de la energía, alimentos, agua, o acceso a la vivienda, se une ahora, si bien con cierto retraso a países de nuestro entorno, la financiarización de las pensiones públicas. Los argumentos, los de siempre, el fundamentalismo de mercado. No les basta con el monumental fracaso de la desregulación de los mercados derivados de materias primas energéticas y agrícolas. No les basta con el monumental fracaso del diseño del mercado eléctrico, donde la excepcionalidad ibérica nos ha salvado de las garras y consecuencias del mismo. No les basta con el fracaso del fundamentalismo del mercado aplicado a la vivienda que aúna todos los males posibles: subidas de los precios de los alquileres desorbitadas, y gentrificación del centro de las ciudades.
Pero además no les basta la evidencia en contra de los sistemas de pensiones pre-financiados, públicos o privados. Dos botones de muestra. En primer lugar el caso chileno. En el país andino, casi el 80% de las pensiones privadas está por debajo del salario mínimo y alrededor del 45% ni siquiera supera el umbral de la pobreza. Pero además dichas pensiones no se perciben durante toda la vida después de la jubilación, solo en los próximos 20 años. Por el contrario la pensión media pública está muy por encima del salario mínimo y es para toda la vida. En segundo lugar, lo detallamos desde estas líneas, la razón detrás del hundimiento de la libra esterlina a finales de 2022: la financiarización de las pensiones.
Elecciones
Elecciones 23J Propuestas económicas desde la izquierda ante el nuevo reto electoral (II)
El problema de las pensiones
El esquema de pensiones públicas basado en el sistema de reparto se encuentra sometido a un ataque constante por parte de la ortodoxia neoclásica y sus voceros mediáticos. Estos sistemas han funcionado bien en el pasado, sin embargo en la actualidad presentan una serie de problemas de financiación como consecuencia del envejecimiento de la población, la ralentización del crecimiento salarial, la caída de la productividad y los cambios en la distribución de la renta.
A partir de estos problemas reales, los responsables de las políticas públicas han ido proponiendo soluciones que implican un movimiento claro en favor de sistemas pre-financiados, total o parcialmente, que incluso lleve a una privatización de parte o de la totalidad del sistema. El problema es que las bases teóricas que están detrás de las opiniones neoclásicas dominantes que justifican la adopción obligatoria de esquemas de pensiones completamente financiados, públicos o privados, como sustitutos totales o parciales del actual sistema de reparto, no financiado, son falsas.
La hipótesis de partida de la ortodoxia neoclásica es que la transición desde un sistema público de reparto a otro completamente financiado, público o privado, tendrá un efecto positivo real de dotar a las generaciones futuras de un mayor capital y un producto per cápita más alto, ya que debería producir un aumento del ahorro agregado y del stock de capital, lo que permitirá preparar a la economía para afrontar desarrollos demográficos futuros. En el corazón de este razonamiento se encuentra la causalidad neoclásica de que “el ahorro genera inversión”, frente al punto de vista postkeynesiano donde “es la inversión la que genera ahorro”.
La evidencia empírica –basta analizar lo ocurrido desde la Gran Recesión- valida la hipótesis postkeynesiana, rechazando la causalidad neoclásica. Un ejemplo, el informe de primavera de 2016 del Fondo Monetario Internacional, donde en el capítulo 4, bajo el título “Private Investment: What is Holdup?” se analizaba por qué la inversión fija privada en las economías avanzadas apenas se ha recuperado respecto a los niveles de inversión existentes en 2007, tras la fortísima contracción en plena Gran Recesión. La conclusión no podía ser más keynesiana y sraffiana. La razón de la ausencia de inversión productiva es la debilidad generalizada de la actividad económica. Por mucho que mejoren los beneficios empresariales, vía menores costes financieros o laborales, la inversión productiva no despega. A ello contribuye, además, sin duda el aumento descomunal de los beneficios puros, otra de las consecuencias de la financiarización. Véase Barkai 2020
Las críticas y trabajos empíricos que rechazan la visión neoclásica de la relación ahorro-inversión, invalidan, en definitiva, la opinión dominante sobre la reforma de las pensiones. Pero además, las implicaciones económicas de este tipo de políticas no sólo no resolverán el problema planteado por tener una gran cohorte de jubilados, sino que podrían agravarlo, al ser deflacionistas y retardar en realidad la acumulación de capital. En realidad, los problemas asociados al actual sistema de pensiones público de reparto, y que se deberían atacar, son otros: el estancamiento del crecimiento de los salarios, la desigual distribución de la renta, y la caída de la productividad. Remediar el estancamiento de los salarios y la desigualdad salarial, unido a un crecimiento de la productividad son, por lo tanto, partes intrínsecas que permitirían solucionar los problemas de las pensiones públicas bajo el sistema de reparto, sin necesidad de acudir a sistemas financiados y a sus efectos perversos. Pero para ello hay que ofertar y perseverar en políticas económicas iniciadas por el actual gobierno de coalición de nuestro país. Aún siendo tímidas, obviamente, son sin duda mucho mejor que las anodinas propuestas ofertadas por el equipo económico de Nuñez Feijóo.