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Violencia machista
Carme Valls: “La medicina también ejerce violencia contra las mujeres”
Afirma Carme Valls (Barcelona, 1945) que en los países desarrollados existe mayor mortalidad por violencia machista que por cáncer de cérvix. Esta médica española, especializada en endocrinología y medicina con perspectiva de género, intenta poner en evidencia las diferencias de género en la salud y en el acceso a los servicios sanitarios; además de la invisibilidad de las mujeres para la ciencia.
Afirma Carme Valls (Barcelona, 1945) que en los países desarrollados existe mayor mortalidad por violencia machista que por cáncer de cervix. Lo hace en su libro Mujeres invisibles para la medicina (Capitán Swing, 2020), en el que dedica un capítulo al análisis de la violencia invisible que acaba matando: la física, la psicológica y la simbólica. Esta médica española, especializada en endocrinología y medicina con perspectiva de género, ejerció como diputada en el parlamento catalán por el PSC entre 1999-2006. Hoy dirige el Programa Mujer, Salud y Calidad de Vida en el Centro de Análisis y Programas Sanitarios (CAPS) y en su prolija tarea intenta poner en evidencia las diferencias de género en la salud y en el acceso a los servicios sanitarios y la invisibilidad de las mujeres para la ciencia.
La última macroencuesta sobre violencia machista del Ministerio de Igualdad establece una vinculación entre mal estado de salud y sufrimiento de violencia física y sexual. Con ella también se comprueba que la violencia de género tiene repercusiones en la salud de las mujeres afectadas que perduran en el tiempo ¿Qué consecuencias sobre la salud puede tener este tipo de violencia más allá de las marcas físicas?
En primer lugar, la violencia psicológica intenta destruir y socavar la autoestima de las mujeres. Los hombres han de demostrar que son superiores. El proceso de destrucción psicológica empieza de forma muy sutil, cuestionando cómo has de ir peinada y vestida, cortándote relaciones con otras personas. Es un proceso de destrucción del ser humano y muchas veces sin poner una mano encima la mujer ya ha quedado destruida. La violencia sutil es la que ha costado más demostrar; muchas veces con pequeños comentarios o miradas con las que el hombre va socavando la autoestima de muchas mujeres.
El hecho de que en medicina no se haya analizado la diferencia de la salud de las mujeres, ni en lo que somos iguales a los hombres ni en lo que somos diferentes, eso para mí también es una violencia. Hay muchas manera de violentar y de suprimir la opinión, la mirada de las mujeres de las cosas, de hacernos invisibles. Y esta manera de hacernos invisibles también es una violencia. Uno de los primeros estadios en las relaciones de pareja es ignorarla, extrapólalo a las relaciones entre médico y paciente y verás que también las ignoran, no las hacen caso, y ante cualquier dolor le dan un analgésico. Durante todo mi libro planea la idea de la violencia sutil que ejerce la medicina sobre las mujeres.
Mantienes que la violencia contra las mujeres es un problema de salud pública. Incides en la importancia de detectarla desde la atención primaria ¿Qué sería necesario?
Hemos avanzado mucho en este aspecto. En la formación de los médicos y médicas de primaria se han incorporado cursos para detectar la violencia, gracias a la ley de igualdad. Además, hay que establecer bien los circuitos de referencia, que podamos acompañar a la víctima de forma segura y que pueda establecerse en una casa de acogida pero sin reproducir la violencia. No puedes ocasionarle otro maltrato y obligarla a hacer lo que tú quieres. Es la mujer la que tiene que decidir y aprender a decidir y eso requiere de un acompañamiento sutil, no puedes ordenarla, no puedes juzgarla. Las cosas son muy complejas en el interior de las personas. No puedes obligarla a dejar a su pareja.
Los médicos y médicas, enfermeras y enfermeros, celadores y celadoras, tienen que quitarse de encima los prejuicios hacia una mujer que sufre maltrato. Prejuicios de inferiorizar, de desprecio. No puedes preguntarte “¿por qué aguantan?”. Pues ahí están los hijos y las situaciones económicas complejas.
Se ha avanzado mucho en los circuitos, entre la formación que recibe la policía, los jueces, los juzgados específicos de violencia de género. La primera versión de este libro es de hace 30 años y esto no existía. Pero siguen faltando recursos.
¿Es la violencia machista el virus más agresivo al que se enfrentan las mujeres?
Es un virus muy agresivo porque agrede no solo a lo físico sino a lo psicológico. La violencia destruye unos mecanismos psicológicos que estructuran la vida de una persona, destruye el deseo, las ganas de trabajar, el como te valoras a ti misma. Yo siempre le digo a las mujeres: si ves que las cosas no van bien, tú debes tener una cartilla propia, dinero propio.
Acompañar a las víctimas de la violencia machista desde la medicina no quiere decir dar pastillas. Si tú le das sedantes, no se puede defender. Si le das algo que la duerma, no podrá actuar de forma rápida ante una agresión
Según esta macroencuesta el 44,6% de las mujeres que han sufrido violencia física o sexual en pareja desarrollan ansiedad o angustia. Como sociedad, ¿se nos olvida la salud emocional de las mujeres maltratadas?
Sí, en este caso y en muchos otros. Para la mujer ya provoca ansiedad vivir en una sociedad androcéntrica que no la valora y que la discrimina. Pero el tratamiento no pueden ser pastillas. El caso de las mujeres víctimas de violencia machista es un paradigma de esta situación: si tú le das sedantes, no se puede defender. Si le das algo que la duerma, no podrá actuar de forma rápida ante una agresión. Acompañar no quiere decir sedar.
En las formaciones que damos a médicos desde el CAPS siempre decimos que atender bien no es darle mil sedantes sino que, si es que se necesitan, suministrar algo muy flojo para que no pierdan su capacidad de reacción. Que no pierdan sus capacidades mentales y cognitivas porque si no, no podrán atender ni a ellas ni a sus hijos.
Tradicionalmente en medicina las enfermedades que afectan a las mujeres se han valorado menos. Planea en la ciencia la idea de que la mujer vive más años. Siempre hay entre 8 y 10 años de diferencia, pero la vida que se vive de más es con menos calidad
Sabemos que existe una desigualdad de género económica, social, laboral, cultural... ¿también en salud? ¿Es una consecuencia de las desigualdades mencionadas anteriormente?
Sí, porque ha sido una violencia histórica. Hay desigualdad en crear una ciencia que atienda bien las diferencias biológicas y las enfermedades que atentan de una manera diferente a un sexo que al otro. Tradicionalmente, en medicina las enfermedades que afectan a las mujeres se han valorado menos. Planea en la ciencia la idea de que la mujer vive más años. Siempre hay entre 8 y 10 años de diferencia, pero la vida que se vive de más es con menos calidad. Los mejores años son iguales para ambos sexos. Hemos de trabajar en el envejecimiento saludable, no dejar que la vida haga su trabajo y que lleguemos con dolor; intentar trabajar desde jóvenes para que los huesos y las articulaciones no empeoren. Y esto es un proceso que se debe de trabajar desde etapas jóvenes para prevenir que las articulaciones se destruyan. Por eso en el libro recorro la vida de las mujeres desde la adolescencia hasta la vejez, para demostrar que durante toda su vida las mujeres sufren diferentes maltratos por parte de la ciencia.
Por ejemplo, hay 75 mujeres a las que les falta hierro por cada hombre con esta carencia, pero eso no se valora. Ponen como excusa la menstruación, pero la menstruación es un sangrado, no una anemia. Hay enfermedades crónicas autoinmunes que están también en desproporción entre ambos sexos. La morbilidad diferencial no se estudia en las facultades. Esto también es violencia, que nos ignoren es violencia, otra violencia sutil.
Más allá de los determinantes sociales, ¿existen diferencias biológicas en la salud entre hombres y mujeres? ¿Están suficientemente abordadas en los estudios científicos? ¿Un ejemplo?
Al principio se llegó a pensar que la mujer no podría tener problemas de corazón. Sin embargo, la cardiovascular es la causa de muerte más importante entre las mujeres porque llegan más tarde al hospital pues no se identifican sus síntomas. Ahora, un 38% de los trabajos sobre cardiovascular ya incorporan a las mujeres. Los fármacos que se investigan para las afecciones cardiovasculares en su mayoría se investigan en ratas macho y no en ratas hembra.
Con el covid-19 no se está teniendo en cuenta la diferencia entre sexos. Muchas personas piensan que la enfermedad es de predominio masculino pero no, entre un 56 y un 54% de las que se infectan son mujeres, por razones sociales y laborales
Esto esta pasando con el covid-19. No están teniendo en cuenta la diferencia entre sexos. A excepción de los estudios epidemiológicos que sí lo están incorporando. Muchas personas piensan que la enfermedad es de predominio masculino pero no, entre un 56 y un 54% de las que se infectan son mujeres, por razones sociales y laborales. La mortalidad está situada en un 60-40, mayor entre hombres a partir de edades más avanzadas. Pero las infecciones aumentan en el colectivo de mujeres por razones de trabajo, son las profesiones sanitarias las que están delante de todo. El 75% de los sanitarios que lo cogieron en la primera ola eran mujeres. Hay profesiones feminizadas que están dando la cara frente al covid-19.
Otro ejemplo: muchas medicinas se metabolizan diferente en el hígado de mujeres que en el de los hombres. Las dosis de ansiolíticos deberían ser inferiores en mujeres porque si no se acumulan. Y esto deberíamos salir de la facultad teniéndolo muy claro. Hay farmacogenética diferencial que tampoco es estudiada. No nos ven o si nos ven no se valora por qué puede ser. Falta ciencia de la diferencia.
Ecofeminismo
Medio ambiente y salud: ¿Un conflicto invisible?
¿Qué es la ciencia de la diferencia?
La ciencia que estudia qué patologías, qué fármacos, qué enfermedades evolucionan diferente entre hombres y mujeres. Y la que tiene en cuenta las condiciones de vida, sociales y de trabajo.
Tu lugar de trabajo influye en tu salud, así como el medio ambiente. Por ejemplo, los tóxicos ambientales repercuten de manera diferente en mujeres y hombres porque alteran el ciclo menstrual.
Compuestos como los hidrocarburos, la polución atmosférica, los insecticidas, los derivados de los plásticos, los elementos que emiten las paelleras de teflón que están rayadas...son disruptores endocrinos que alteran la función menstrual. También aumentan el riesgo de contraer cáncer de mamá. Las mujeres somos más vulnerables a la exposición de tóxicos. Metes a un hombre y a una mujer en una habitación con un insecticida potente, y es más fácil que entre en el cerebro de la mujer, y si le falta hierro y tiene estrés es más fácil que entre en su sistema central.
Las enfermedades autoinmunes, las tiroideas, las anemias y la falta de hierro. Todo esto afecta más a las mujeres que a los hombres y no está estudiado el por qué
¿Las enfermedades que afectan a las mujeres tienen más probabilidad de ser invisibles? ¿Podría ser la endometriosis un ejemplo?
Y tanto, las alteraciones del ciclo menstrual no se estudian. Ante un dolor menstrual siempre se pienta “que se aguante”, pero es un indicador de endometriosis. Las enfermedades autoinmunes, las tiroideas, las anemias y la falta de hierro. Todo esto afecta más a las mujeres que a los hombres y no está estudiado el por qué.
Nuestro lugar en el mundo como cuidadoras, ¿influye en la aparición de estas enfermedades?
Todo lo que esté relacionado con estrés influye en nuestra salud. El estrés de la cuidadora puede alterar el ciclo menstrual. La doble jornada, el trabajo de la casa y el trabajo fuera de ella. Todo esto repercute en un estrés físicos que altera el ciclo menstrual y produce más anemia porque hace los ciclos más sangrantes. Y todo esto está aún está sin estudiar.
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Mi experiencia como paciente suya me dejó desolada e humillada. Tras un diagnostico que hizo a través de media hora de entrevista en skype, unos análisis de sangre, y un tratamiento que no dio resultados, me dijo, literalmente, "No te entiendo". De esta manera ella daba por terminado su tratamiento (por cierto, costosisimo). Esta señora también ejerce violencia contra sus pacientes.