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Profesor de Ecología de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Comisión Ejecutiva Federal de Equo.
Mientras nos recuperamos aún de las consecuencias de la tremenda tormenta de nieve que hemos llamado Filomena, se nos ha olvidado ya seguramente que hace apenas un año otra tormenta, llamada Gloria, dejaba un rastro de destrucción en el levante peninsular: engulló el Delta del Ebro, se perdieron miles de hectáreas de arrozal, la línea de costa perdió unos 25 metros haciendo desaparecer playas enteras, la nieve y el granizo afectaron a muchas carreteras y líneas de tren, y se cobró lamentablemente la vida de 13 personas. Se calificó a Gloria como el peor temporal del siglo, y llegó a afectar a localidades del interior como a la propia capital de España, Madrid, donde se anticipó a Filomena en derribar ramas y unos cuantos árboles en algunos parques de la ciudad.
Los efectos y los daños de Filomena están todavía por determinar, aunque ya sabemos que son muy cuantiosos. Solo en arbolado, parece que ha afectado a más de 150.000 árboles en Madrid, dejando las calles y a todos los parques como si estos hubiesen sido bombardeados. En lo que a destrucción de árboles se refiere, Gloria lo anunció y Filomena lo cumplió en solamente un año.
Y es que un solo evento meteorológico no puede atribuirse directamente al cambio climático, pero sí la mayor recurrencia e intensidad de estos episodios. Si recordamos también la gota fría —o DANA— anterior a Gloria, las inundaciones de Baleares, del levante y de numerosas localidades del interior como Arganda, así como otros sucesos relativamente recientes (también sequías e incendios), nos daremos cuenta de que llueve sobre mojado, y de que en verdad el cambio climático ha llegado para quedarse. Lo que significa que, si no hacemos algo con urgencia al respecto, sufriremos más catástrofes meteorológicas próximamente sin ninguna duda, que serán cada vez más graves y se producirán en menos tiempo.
Por primera vez en la historia, un problema ecológico ha llegado a paralizar la actividad humana en el mundo entero
Pero no se trata solo del clima y su efecto sobre la atmósfera, porque el año que va de Gloria a Filomena coincide con el año de la covid-19, enfermedad pandémica causada por el coronavirus Sars-CoV-2. Tres problemas ambientales (es decir, ecológicos) generados en un solo año, que producen toda clase de problemas sociales y económicos: miles de millones en daños materiales, confinamiento domiciliario, crisis económica, hartazgo, y decenas de miles de fallecidos (con todo el sufrimiento humano que conlleva), personas que desgraciadamente han muerto antes de lo debido. Por primera vez en la historia, un problema ecológico (la presencia de un virus nuevo, aparecido por evolución natural, aunque diseminado gracias a la globalización) ha llegado a paralizar la actividad humana en el mundo entero.
Resulta que no podemos vivir como antes, hay peligro en las calles, añoramos por tanto la llamada “normalidad”, y esperamos que las vacunas (un innegable hito de la ciencia, bendita ella) nos la devuelva. Sin embargo, la gente desconoce que, en realidad, Gloria, Filomena y la covid-19 no son más que el resultado lógico y esperable de algo más grave y profundo que el cambio climático, esto es, lo que los científicos denominan desde hace décadas el cambio global: estamos transformando de tal manera la faz del planeta y estamos alterando el funcionamiento de toda la naturaleza de una forma tan grave, que la sociedad humana en su totalidad ya empieza a sufrir directamente sus muy negativas consecuencias. Y la ciencia lo tiene claro: si no ponemos solución de forma decidida y eficaz, Gloria, Filomena y la covid-19 son solo el principio. Bienvenidos, pues, a la nueva normalidad que nos trae el Cambio Global.
Un solo evento meteorológico no puede atribuirse directamente al cambio climático, pero sí la mayor recurrencia e intensidad de estos episodios
El Cambio Global, o la destrucción del funcionamiento natural del mundo debido a la actividad humana, se manifiesta de forma resumida y expresa en el sobrepasamiento de los llamados límites de sostenibilidad planetarios, que describió en 2009 el equipo del profesor Johan Rockström de la Universidad de Estocolmo. De los nueve límites identificados ya se habían sobrepasado claramente tres: la pérdida de biodiversidad (extinción de especies), la alteración del ciclo del nitrógeno y el cambio climático (acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera), ordenados según el grado de sobrepasamiento del límite calculado.
Nada bueno podía esperarse la humanidad de esta situación. De la pérdida de biodiversidad se derivan, por ejemplo, problemas como la degradación de los ecosistemas, la erosión del suelo, la pérdida de fertilidad, la pérdida de recursos biológicos valiosos (como posibles medicamentos) y una mayor incidencia de enfermedades (epidemias, pandemias) que llegan a afectar a las sociedades humanas, como ocurre con la actual covid-19.
Otros límites de sostenibilidad planetarios están a punto de ser sobrepasados también, o ya lo han hecho en muchas zonas, como la cantidad (porcentaje) de suelo dedicado a la agricultura (que elimina tierra que necesitan los ecosistemas naturales y el planeta para funcionar correctamente), el consumo de agua potable o la contaminación química. Además, todos los elementos naturales interactúan entre sí: la biodiversidad influye en el clima, por tanto, su degradación empeora el cambio climático, y como el clima también influye sobre la biodiversidad, ésta se degrada aún más todavía, creándose un círculo vicioso y muy negativo para el planeta y la sociedad humana.
Hay que conservar y regenerar la biodiversidad perdida o degradada, recuperar ecosistemas naturales, luchar contra la contaminación y contener el cambio climático con políticas verdes contundentes y eficaces, impulsadas por leyes ambiciosas
En nuestra mano está parar el Cambio Global e impedir la nueva normalidad que se avecina, cuya siniestra cara ya nos enseña Gloria, Filomena y la pandemia de covid-19. Es preciso modificar la actividad humana a nivel planetario, y en cada uno de nuestros países, para detener los diferentes procesos de destrucción de la naturaleza y volver más acá de los límites de sostenibilidad que han sido sobrepasados. Hay que conservar y regenerar la biodiversidad perdida o degradada, recuperar ecosistemas naturales, luchar contra la contaminación y contener el cambio climático con políticas verdes contundentes y eficaces, impulsadas por leyes ambiciosas que estén a la altura del desafío ecológico que enfrentamos. O construimos un mundo sostenible, o viviremos cada vez peor.
La buena noticia es que estamos a tiempo de intentarlo y de evitar las peores consecuencias. Tenemos el conocimiento, la tecnología y las herramientas para ello. Habrá que cambiar el modo de producir, los patrones de consumo y reajustar el actual sistema económico. Pero a la vez que revertimos el Cambio Global y construimos una sociedad sostenible basada en nuevos principios, nuevos sectores de actividad, una industria verde masiva y por tanto una multitud de nuevos puestos de trabajo, nos daremos cuenta de que, en realidad, en vez de la normalidad añorada lograremos otra mucho mejor: una normalidad sostenible en la que la calidad de vida de cada individuo sea el eje central de la vida humana en cada rincón de este bello y hasta ahora maltratado planeta. Recuperando la naturaleza en la Tierra, en realidad, nos haremos un favor a nosotros mismos.
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Creer que una crisis tan grave y profunda se va a resolver plantando árboles, “reajustando” el sistema económico y con una “industria verde masiva” suena iluso. ¿La utilización de tecnología será la herramienta para evitar el colapso?
“Industria verde masiva” suena a productivismo, a consumo de recursos, a maquinaria funcionando.
No servirá de nada cambiar el modo de producir y seguir produciendo en cantidades ingentes, comprar, tirar, comprar, producir mucho más de lo que necesitamos, no servirá de nada “cambiar” el modo de consumir pero continuar con nuestro consumo desbocado, nuestro modo de vida totalmente dañino e insostenible, pero con etiqueta verde.
El planeta no nos está pidiendo “reajustar” este sistema económico que lo está arrasando, no nos pide girar un poquito el volante y continuar nuestro camino hacia el abismo, el planeta necesita que frenemos en seco, pero ya. Debemos reiniciar este sistema fallido que ha destruido el planeta. DECRECER, vivir con menos.
Con el Covid se ha paralizado la especie humana, y y el planeta apenas lo ha notado ¿Alguien cree que con un poco de pintura verde esto se arregla?
La solución no es pintar de verde este destructivo sistema ¿reajustar??, necesitamos desmontar el sistema, cambiarlo por uno nuevo. Reiniciar.
Es solo industrialismo ( a la china) pero "verde" y financiado por la banca privada de la Fed, y la izquierda impostora se lleva su mordida:..el marxismo es totalitario-puritano (operacion covid) y devoto del industrialismo, la defensa de tal ideología carente de ética alguna y que desprecia la libertad es el sello todavía de la psudoizquierda en el poder y de su violencia contra el Pueblo.
Cambio Global o acumulación capitalista, que, más que "reajustar", creo que habrá que enterrar en el suelo como material radiactivo. Pues de nada servirá "una industria verde masiva" y todos sus puestos de trabajo si continúan los procesos de acumulación, que se nutren - todos ellos y de cualquier color - de la explotación de la fuerza de trabajo y la naturaleza.