Racismo
El activismo antirracista en Canarias se alza frente a los discursos xenófobos y la narrativa antiinmigración

Según el Eurobarómetro de 2023, la inmigración es una de las temáticas de los principales bulos. Frente a ello, decenas de activistas canarias convocan movilizaciones y acciones colectivas para hacerles frente.
Bulos al llegar
Bulos al llegar, imagen conceptual sobre desinformación y racismo mediático, más hirientes que el frío Atlántico. Nadia Martín
29 dic 2023 05:30

Las consignas “ningún ser humano es ilegal”, “no más muertes en el mar” o “migrar es un derecho” cobran cada vez más protagonismo en las Islas Canarias y hacen frente a los discursos de odio y los bulos alrededor de las personas que llegan en cayuco a las islas. “Reciben demasiadas ayudas”, “traen más violencia a las islas” o “nos quitan el trabajo” son parte de la narrativa antiinmigración presente en concentraciones llevadas a cabo los últimos años en localidades como Mogán o El Matorral. Un discurso que no es individual y forma parte de una estructura que sigue siendo racista y xenófoba. Pues, como en la película Te estoy amando locamente, “las cosas están cambiando, pero no han cambiado todavía”.

Los sesgos eurocéntricos promueven narrativas racistas, así como discriminación y exclusión social hacia las personas que emigran desde países africanos. Lejos de quienes piensan que Canarias se quedó al margen del cuestionamiento de los sesgos racistas del sistema, el archipiélago también protagoniza movilizaciones y acciones colectivas. Frente a la insensatez de pretender legitimar prácticas racistas y discursos que procuran dolor, el activismo antirracista en Canarias cobra protagonismo para sanar estas violencias, que son sistémicas, no son casos aislados y deben abordarse desde la raíz.

Frontera sur
Frontera Sur El Hierro: del marco de la crisis migratoria a las redes que exigen un cambio de paradigma
Mientras miles de personas llegan a las Islas Canarias y se reeditan discursos racistas, los derechos de las personas migrantes parecen haber quedado fuera de la agenda política en plenas negociaciones sobre la formación de gobierno.

Loueila Mint, abogada especializada en derechos humanos, migración y extranjería, explica a El Salto cómo la percepción de parte de la población sobre la inmigración tiene que ver con la responsabilidad mediática. Indica que el tratamiento informativo que se ha hecho de las llegadas de personas en situación de vulnerabilidad es, muchas veces, de alarma. Y, cuando se alerta con frases como “crisis migratoria”, “entrada masiva”, “avalancha” o “invasión”, todos esos conceptos indeterminados acaban calando: “Si no tienes información te alarmas, por lo que ese miedo es infundado. A partir de ahí se construye un discurso basado en la desinformación y se expande a todo lo demás: al miedo, a la discriminación y a consolidar prejuicios y estereotipos”.

En concreto, aquí interseccionan las discriminaciones racistas con la aporofobia, sino ¿Por qué los que más molestan son los que vienen de manera irregular? Al racismo se le suma la pobreza, el no tener posibilidades ni dinero. De hecho, según el Eurobarómetro de Opinión Pública en la Unión Europea (2023), la inmigración se encuentra entre las temáticas de los principales bulos. No hay estancia para aquel que va en patera; sí para el que vende bulos en la aristocracia, canta Sara Socas. Se trata de una herramienta más del sistema que nos quiere a las precarizadas enfrentadas antes que organizadas frente a sus estructuras de poder. Loueila ahonda en que, si la población precaria canaria recibe esos discursos, se les lleva a un estado de alarma y miedo, y que eso es, precisamente, lo que hay que evitar para generar una unión real. Añade que ninguna persona es ilegal, que lo ilegal es no dejar a las personas viajar de forma digna y que no se respeten sus derechos humanos, que no son para unos pocos, son para todas las personas.

En la investigación Desinformación en WhatsApp de Greenpeace (2019) se analiza cómo el uso de determinadas expresiones pueden incitar al odio, al uso de la violencia y exclusión social por origen étnico. Asimismo, se aclara que donde más narrativas emocionales se construyen es en torno a la xenofobia: “Se utilizan los sentimientos de la gente para atraparles a través de la emoción e introducirles toda clase de mentiras. Es significativo el aumento de bulos que distorsionan la realidad de la inmigración”. Tal es así que se llegan a aprovechar situaciones de alerta, crisis o emergencia social para difundir bulos, ya que son momentos en los que calan mucho más fácil. Así lo recuerda Keba Danso, fotógrafo, investigador y gestor cultural. Pone el ejemplo del discurso mediático de la derecha que, en medio de la delicada situación a raíz de la erupción del volcán de La Palma, te venía a decir que “los ilegales en hoteles y los vecinos de la Palma durmiendo en el suelo”. Keba argumenta que es así como se generan discursos de odio que se interiorizan y repiten sin cuestionarse: “La frustración que vive la gente hace que sea más fácil desinformar, ya que se busca una respuesta rápida desde la rabia y no desde el pensamiento crítico. Se hace apelando a la precariedad para generar esa discriminación, pero yo confío en que son cosas fáciles de desmontar, aun sabiendo que alcanza más difusión el discurso fácil y que desmontarlo requiere más esfuerzo, creo que con el tiempo se consigue”.

Cabe preguntarse de dónde emergen esos discursos, pues sabemos que forman parte de un sistema más amplio de desigualdad y discriminación arraigado en la historia y la cultura colonial

Keba Danso es gestor cultural de Karmala Cultura y cuenta a El Salto que se ha encontrado a personas a las que les cuelan el discurso de que a las personas inmigrantes ‘les regalan todo’ a pesar de verlas cada día en los trabajos más precarizados o levantándose a las 5AM para ir a la platanera: “Es una desconexión profunda con la realidad. Parece que hay una idea de que, si venimos de África, desayunamos con armas y somos peligrosos. Es un discurso de deshumanización total y es algo que he vivido yo mismo, tanto en mi trabajo como al coger un barco aquí en las islas y que la trabajadora me eche de ciertos lugares ‘privilegiados’ porque entiende que alguien como yo no puede estar ahí”.

Cabe preguntarse de dónde emergen esos discursos, pues sabemos que forman parte de un sistema más amplio de desigualdad y discriminación arraigado en la historia y la cultura colonial. Keba Danso asegura que la derecha ha hecho que se legitimen sin ningún tipo de pavor. En la investigación Odio en Twitter: la intersección entre género y racismo (Novact, 2023) se recoge que el discurso de odio “encuentra su razón de ser en factores como el auge de la extrema derecha en el contexto europeo y que resulta en una polarización de los discursos que concluyen en discriminación”. Concluyen que en Twitter (X) se premia la polémica: “En la práctica, el aumento de ataques violentos es uno de los cambios más significativos que se han podido observar desde el traspaso a Elon Musk”. Esto también se vincula con que ahora se pueda comprar la verificación de cuentas, lo que hace que ésta ya no sea necesariamente sinónimo de mayor fiabilidad ni rigor. Así lo explica Sarahi Boleko, quien añade que el discurso de odio en la red se vuelve mucho más severo cuando es a mujeres a quien se interpela.

Ivette Dalianna, poeta, activista y cofundadora de Mujeres Afro (en) Canarias, cuenta a El Salto que es en Twitter donde más ha percibido la narrativa antiinmigración. Ha llegado a leer comentarios en noticias sobre abusos a menores en centros del tipo: “¿De qué se quejan encima de que los acogen?”: “En ese momento exacto te das cuenta de cuan deshumanizante es la situación. A las del sur global no se las ve como personas. Hay un sentimiento de superioridad con respecto a ellas solo por el hecho de haber nacido con privilegios en torno al visado, color de piel, situación económica o nacionalidad. Nadie merece recibir esas violencias solo por no poder acceder a recursos básicos para la vida o llegar en una situación de precariedad con una rígida la ley de extranjería. Que nunca se hable desde el factor humanizante es una vulneración de derechos y aún parte de los medios utilizan palabras despectivas a la hora de referirse a migrantes como ‘vienen desesperados, a invadirnos, a espantar turistas…’ Hay una serie de concepciones que se tergiversan para que ‘ese otro’ quede como la peor persona del mundo. Parece que, a veces, pesan más los bulos y es difícil que se disipen”. 

Senegal
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“Quienes odian no son mayoría, pero hacen mucho ruido”

Hay que destacar que, como expresa Loueila Mint, quienes odian no son mayoría, pero hacen mucho ruido: “La parte de la que puedo hablar es la que veo, claro. Y es más positiva que negativa. La realidad que percibo en el día a día en mi trabajo son las personas que se organizan, que van a Las Raíces a facilitar recursos y acompañan desde donde pueden con trámites como los de documentación. Es muchísima más la red de solidaridad ciudadana que la parte negativa, lo que pasa que es como todo, la parte negativa hace muchísimo ruido. El que se toma el tiempo en escribir un discurso de odio en todos los medios de comunicación y digitales es porque no dedica su tiempo al bien común”.

Ivette señala que a veces se repiten prejuicios sin pensarlo: “Tiene que ver con cómo se habla sobre personas migrantes en los medios, de ‘llega otra patera, llegan nosecuantas personas al mes a Canarias…’ Muchas veces se presentan estas cifras descontextualizadas y entonces no sabes si el volumen es elevado o no porque estadísticamente no puedes hacer una comparación solo con un dato, necesitas otro de referencia”. De hecho, de las personas que se encuentran en situación irregular en España, no es ni un 10% la cifra de quienes emigran desde países del continente africano y más de un 70% llega en avión, a pesar de que quienes llegan en cayuco constituyen una obsesión política y mediática que distorsiona cualquier análisis, tal y como concluye la investigación Extranjeros, sin papeles e imprescindibles: Una fotografía de la inmigración irregular en España, de Gonzalo Fanjul e Ismael Gálvez (UCIIIM; Fundación PorCausa, 2020): “La imagen de la inmigración irregular ha quedado asociada para mucha gente a los intentos desesperados de acceso por la Frontera Sur. La realidad, sin embargo, se parece muy poco a esta caricatura. África constituye una parte menor de los flujos de inmigración sin permiso en el Estado Español”. Indican que esa distorsión no es casual y lo relacionan con la Industria del Control Migratorio que obtiene ingresos.

Ya Chomsky escribió aquello de que muchas de las grandes empresas de medios de comunicación están totalmente integradas en el mercado y que estos actúan como un medio por el que inculcar valores, creencias y códigos de comportamiento. Asimismo, Oyèrónkẹ Oyěwùmí, autora de La invención de las mujeres (Virus, 2023), plantea una crítica descolonial y asegura que Occidente está en el centro de la producción de conocimiento, incluso cuando se trata del continente africano: “Los conceptos y teorías dominantes provienen de experiencias ‘occidecéntricas’, un término que va más allá de ‘eurocéntricos’ para incluir a Estados Unidos. La participación de gente africana en el conocimiento es valiosa por sí misma y ha hecho posibles cambios importantes [...] La promoción de las teorías derivadas del modo de pensamiento occidental en los estudios africanos dificulta la comprensión de nuestras realidades”.

Ir a la raíz del racismo estructural

Para abordar el problema de la desinformación hay que ir a la raíz de la herramienta social y política del antirracismo, tal y como señala Ivette: “Una de las narrativas de desinformación que se crean consiste en tratar de hacer ver que estas personas sean ‘una carga’ para esta sociedad eurocéntrica simplemente porque necesitan una acogida y tránsito seguro”. Sostiene que, como no se han visto en esa situación y jamás en la vida esperan verse ahí, no empatizan. Incluso teniendo el dato de que las personas que llegan de manera irregular suele venir más por avión que por patera, siguen con el discurso de ‘nos van a quitar el trabajo y las ayudas’: “¿Qué trabajo te van a quitar si ni siquiera pueden tener una regularización en condiciones? ¿El de economía sumergida o explotación laboral? No se tiene en cuenta ese racismo estructural que está presente y es lo que reivindicamos muchísimo desde el activismo antirracista”, cuestiona Ivette.

La abogada Loueila Mint declara que, quienes están llegando en una embarcación, son personas que podrían entrar por otras vías, pero que no se lo han permitido porque las políticas migratorias están basadas en el racismo y clasismo: “El Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación no quiere que la gente salga con visado. Si no tienes recursos, no quieren que vengas. Yo puedo hablar desde el conocimiento porque ‘peleo’ diariamente con los consulados para que la gente venga en avión, pero no quieren. Tenemos mecanismos para hacerlo y no se hace. Hay un maltrato administrativo, no dejan que nadie salga y, el que logre salir, que se deshumanice en el camino para que luego termine en esa explotación laboral. A lo mejor es que el sistema capitalista necesita gente deshumanizada y en situación administrativa irregular para poder explotarla, porque no lo entiendo. La normativa de extranjería no funciona”.

Ivette recuerda las publicaciones en las que se difundían bulos descontextualizando vídeos con el pie de imagen: “Todos con el móvil y bien vestidos. Miren qué tomadura de pelo nos están colando”. ¿Tendrían que vivir acaso en el sufrimiento extremo y constante para justificar que puedan migrar?, se pregunta Ivette. “No tienes que estar viviendo una situación horrorosa que justifique que puedas estar aquí, no tienen que justificar al límite que lo están pasando mal. Todas las personas deben tener el derecho a migrar por vías seguras y dignas”.

De los discursos a la vulneración de derechos humanos

Necesitamos un periodismo riguroso, honesto y basado en datos que garantice los derechos humanos y sea veraz. La desinformación puede llevar a la inmovilización social y al reaccionarismo. Es decir, a que no solo te den igual esas realidades, sino que las violentes desde el desconocimiento. Las palabras pueden discriminar o pueden acercarnos, pero parece que cuando se habla de las consecuencias de los bulos, informaciones sesgadas, estereotipos y prejuicios raciales, se habla solo de palabras o acoso en redes, —que también, pero no solo—. No debemos reducirlo a actos individuales, no es sólo acoso, sino una estructura. El racismo dificulta enormemente el acceso a la sanidad, la educación o la vivienda. El informe Discriminacion racial en el ámbito de la vivienda (Ministerio de Igualdad, 2022) indica que “los estereotipos y prejuicios racistas inscritos en el imaginario colectivo y sustentados en el racismo estructural actúan cuando se intenta acceder a una vivienda en el mercado privado de alquiler y dan lugar a que se tenga un trato discriminatorio hacia las personas negras y afrodescendientes”. Las causas que provocan esta discriminación se han visto también acentuadas por la propagación de estereotipos racistas difundidos a través de bulos, informaciones sesgadas y noticias falsas, especialmente a partir de la pandemia de la COVID-19, momento en que se popularizaron términos como infodemia.

Probablemente ninguna persona se identificará con la palabra racista. En cambio, este tipo de discriminación sigue siendo una de las principales causas del acoso a nivel mundial según la Unesco

Probablemente ninguna persona se identificará con la palabra racista. En cambio, este tipo de discriminación sigue siendo una de las principales causas del acoso a nivel mundial (Unesco, 2019). Quizá cueste admitir que alguna vez nos han colado informaciones falsas, pero lo cierto es que ocho de cada diez hemos escuchado bulos sobre personas migrantes (Oxfam, 2021) y que más de un 80% alguna vez no hemos sabido diferenciar una información falsa de una veraz a pesar de que el 60% creemos que sabemos hacerlo (UCM; Simple Lógica, 2018). Datos que evidencian el gran alcance de la desinformación. Canta Parquesvr: “Yo no soy racista, pero es que reciben más ayudas que todos los demás. Yo no soy racista, pero es que todos los que vienen, vienen a robar”.

Este intento de justificar el odio hacia las personas racializadas que migran la recogen Buraschi y Aguilar (2023) en el estudio Construcción discursiva de fronteras morales en manifestaciones anti-inmigración, donde analizan los discursos de las manifestaciones. Se desgrana la manera en que la exclusión social se legitima a través de estrategias de exclusión moral. Es decir, de conversaciones en las cuales se argumenta y justifica la violencia. A través de bulos sobre inmigración se realiza una práctica de exclusión, criminalización, violencia y segregación. Se hace presentando a esas personas como una ‘amenaza’ para la identidad, sanidad o cultura, entre otras. Advierten que la violación sistemática de derechos que caracteriza la gestión migratoria en Canarias en los últimos años no sería posible sin la existencia de estas fronteras morales que llegan a justificar violencias y acciones que resultarían inaceptables en otro contexto, excluyendo a las personas migrantes del espacio de obligación moral y apelando a la ‘seguridad’.

Ivette indica que le preocupa la falta de empatía unida a la desinformación: “No se puede cambiar una parte sistémica si quienes forman parte no se dan cuenta de que existe”. También recuerda que a muchas personas, que bien son de Canarias o que llevan viviendo gran parte de su vida en las islas, se les extranjeriza todo el tiempo: “Te extranjerizan como si éste fuera un lugar únicamente blanco cuando, si conocemos un poco la historia amazigh de Canarias, sabemos que las personas negras siempre hemos estado. Lo podemos ver en las imágenes de indígenas de la isla de Tenerife en la obra Historiale description de l’Afrique (1556), por ejemplo”.

¿Cómo se construye un discurso de odio? Los sesgos y el racismo sistémico

Tenemos sesgos cognitivos por los que solemos prestar más atención a aquellos mensajes que nos hacen sentir animadversión, enfado, rechazo o, incluso, sensación de alarma, tal y como explica el colectivo La Intersección. En este sentido, Yago Álvarez, en su obra Pescar el salmón: bulos, narrativas y poder en la prensa económica (Capitán Swing, 2023) indica que un sesgo protagonista de la sociedad actual es el de endogrupo: “Para dividir a la sociedad en dos y enfrentarla, o para mantenerte más tiempo en la cámara de eco generando beneficios, se crea el «ellos» (o exogrupo) y el «nosotros» (o endogrupo). Se trata de una tendencia a favorecer o valorar de forma positiva las acciones o hechos del grupo al que creemos pertenecer o la tendencia a confrontar las que provienen de la parte opuesta”. Otro sesgo cognitivo a destacar es el efecto marco, por el que el posicionamiento de una persona ante un tema depende de cómo se presente. Un claro ejemplo lo tenemos en el tratamiento de las noticias de inmigración que focalizan la visión en porcentajes mínimos o no representativos, algunas veces con la intención de criminalizar y generar ‘un otro’. En el Informe Las personas refugiadas en España y Europa (CEAR, 2023) manifiestan que es importante rehuir de los relatos que consideran a las personas migrantes como “las otras”, ya que así se desarrollan los procesos de otredad y deshumanización. Es decir, de ir construyendo discursos de odio que convierten en chivos expiatorios a las personas migrantes. En la siguiente pirámide (Ayto. de Barcelona, 2020) podemos observar que, la base de la que se alimentan estas narrativas son esos procesos de ‘otredad’, que van desde la construcción de bulos, ‘rumores’, desinformación y estereotipos, hasta la estigmatización que retroalimenta estos discursos. Naciones Unidas recuerda que, como la historia nos viene demostrando siempre, el discurso de odio, unido a la desinformación, puede llevar a la discriminación y a la violencia a gran escala.

piramide del odio barcelona
Pirámide del odio | Ayuntamiento de Barcelona

Sobre ello, la abogada, doctora y activista Charo Alises (2022) explica que “el prejuicio supone la antítesis del pensamiento crítico en cuanto es resistente a la argumentación racional y contrastación empírica basada en datos”. Existen ciertas narrativas y prejuicios racistas que fomentan discriminaciones hacia personas migrantes y racializadas. Y, aunque haya nuevas formas de ejercer estas violencias a través de las redes, este discurso no es nada novedoso. El racismo hunde sus raíces en el colonialismo y la esclavitud. Está relacionado con la clase social y los cánones de belleza europeos. Tal es así que el color de piel continúa siendo el criterio más evidente que determina cómo se trata a una persona, escribe Mikki Kendall en Feminismo de barrio (Capitán Swing, 2022). A lo que añade que la equidad necesita que todas las personas, y no solo las que menos poder y privilegio tienen, pongamos de nuestra parte para lograr que el cambio sea duradero.

¿Qué cuerpos importan y qué vidas no importan nada?

Imagina llegar a un lugar después de una travesía dura, fría y peligrosa. De vivir los estragos de políticas neocoloniales. De dejar atrás tu casa y que, al llegar, te estampen bulos en la cara. El relato de que eres una privilegiada y que vienes a robar; que lo tienes todo y les quitas el trabajo. No tendría sentido, ¿verdad? Por su parte, Sani Ladan, autor de La Luna está en Duala y mi destino en el conocimiento (Plaza Janés, 2023), asegura que hay cuerpos que se consideran desechos o excedentes: los cuerpos no blancos, los negros en especial, por lo que se debe actuar contra los mensajes de odio y terminar con los titulares bochornosos sobre la migración, así como dejar de normalizar la muerte de miles de personas en el mar: “¿Te imaginas tener que pasar por todo este proceso migratorio por falta de vías seguras y legales para viajar? Piénsalo. ¿Por qué apuntamos siempre hacia las víctimas, nunca a sus verdugos?”. Insta a reflexionar en su obra sobre las políticas migratorias europeas represivas, los estragos en el sur global de la globalización y de un sistema capitalista que solo contempla los movimientos y relaciones humanas desde un punto de vista económico y comercial: “Europa tiene que ser consciente de que el flujo migratorio que viene de África es a raíz de la explotación de ese continente y sus recursos. El sistema de bienestar de Europa se sustenta con los recursos de África. Para calentarte en España, viene el gas de Argelia”.

Decenas de activistas antirracistas toman las calles

Sí, los discursos de odio racistas en Canarias siguen siendo un problema importante que debe ser abordado. A su vez, en las islas hay un creciente movimiento de activismo antirracista que juega un papel crucial en la consecución de condiciones de vida dignas para todas. Keba Danso asegura que el odio, la deshumanización y los bulos no pueden vencer: “Son como polvo o aire, no tienen peso ni cómo sostenerse. Son muy fáciles de desmontar porque no tienen sentido ni fundamento. El día que empiecen a escuchar a las personas migrantes se van a dar cuenta de lo que realmente está pasando. El problema es el saqueo del territorio, la pobreza de Canarias y el encarecimiento de la vivienda. Todo eso es el problema, no las pateras que acaban de llegar”.

En las islas surgen cada vez más iniciativas locales que tratan de construir una sociedad antirracista. En los barrios, las calles, los centros sociales, educativos y culturales, las activistas hacen frente a los bulos racistas que tanto daño hacen derivando en exclusión social, dificultad en el acceso a la vivienda, mayores tasas de acoso escolar y, en definitiva, en un fuerte impedimento a vivir una vida digna en la que se respeten los derechos humanos.

No es una cuestión de caridad, sino de justicia social. Así lo defiende Seán Binder, activista en defensa de los derechos humanos, en Amnistía Internacional: “El movimiento social humanitario no es delito ni es heroico. Al elevar el humanitarismo a heroísmo se corre el riesgo de que se normalice el no ayudar. Ayudar a otras personas debería ser completamente normal”. Necesitamos movilizaciones antirracistas. Las instituciones cambian porque la gente se moviliza y la presión social es importantísima, sino seguirán ajenas a las problemáticas que nos interpelan relacionadas con el género, la clase o la raza, entre otras. Es importantísimo crear comunidad. Y también se está haciendo.

En Canarias cada día decenas de personas alzan la voz: Mujeres Afro en Canarias crea encuentros antirracistas; la Red Canaria por los Derechos de las Personas Migrantes ofrece apoyo vecinal; Karmala Cultura promueve el arte intercultural y accesible; La Plataforma Canarias libre de CIES se moviliza bajo el lema “no más retenidas en Canarias por migrar, Canarias no es una cárcel, queremos viajar, ¡basta ya de racismo institucional!”; las activistas de Regularización Ya recogen firmas para lograr la regularización de personas en situación administrativa irregular; Santa Lucía Antirrumores idea encuentros contra los rumores; la Asociación sociocultural Entre Mares conovoca manifestaciones para contribuir a la cohesión social; Dimbe media y sensibiliza en torno a la MGF; la red Canarias Convive crea programas de de inclusión y convivencia de la inmigración en Canarias y Fundec trabaja al servicio de los derechos humanos y el desarrollo comunitario. Además, activistas como Melinda Decker y Jainaba Danso dan charlas, conversatorios y mesas redondas sobre antirracismo, interseccionalidad y coeducación; Laura Balde e Ivette Dalianna imparten talleres de prevención de la desinformación racista en las Jornadas de Comunicación Igualitaria; Awa Diop se moviliza con la Asociación de senegalesas Diapo y con Amac por la integración de la población migrante en Canarias; el espacio Mulema ofrece talleres de literatura; Zeli Musiu y Rioko Fotabon (black rainbow) comparten su poesía antirracista y Trifonia Melibea comparte saberes en la Escuela de Activismo de Tefía, entre muchas otras redes de acción social. En definitiva, en este sistema es el reconocimiento de nuestra interdependencia y la reivindicación del apoyo mutuo lo que nos salva. Como canta Genderlexx: “No nos escuchan, les da igual, priorizan el capital. Redes de apoyo y solidaridad haciendo barrio juntas. Centros sociales como espacios de libertad, allí nos encontramos creando comunidad”. Todo esto también es Canarias. Algo ha cambiado y aún queda mucho por hacer. Seguimos.

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