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Andalucismo
Por una vía andalucista al socialismo democrático. A 50 años del manifiesto fundacional de ASA
El texto que presentamos a continuación es el prologo a la obra En los orígenes del Partido Andalucista. La vía andaluza a la democracia y la autonomía: El manifiesto fundacional de Alianza Socialista de Andalucía, que el autor José Luis Villar, me pidó para acompañar la publicación del manuscrito. Presentamos el prólogo completo de la obra, introduciendo e invitando a que podamos descubir la obra, publicada por Almuzara este año 2024.
Este año 2023 se cumplieron 50 años de muchos acontecimientos importantes. Cincuenta años después observamos la primera mitad de la convulsa década de los setenta como una coyuntura de transformaciones radicales en el mundo contemporáneo que habían comenzado a finales de los sesenta. Entre otros acontecimientos, en 1973 se publicó el Manifiesto Fundacional de la Alianza Socialista de Andalucía, la primera organización política del andalucismo tras la guerra civil, que inauguró el andalucismo de la segunda ola (1965-2015) y fundó el andalucismo político moderno de la tríada socialismo, regionalismo y democracia. Nacía así la corriente del socialismo democrático andaluz que recogería el legado regionalista de Blas Infante y que años más tarde, en 1976, daría lugar al Partido Socialista de Andalucía, y a partir de 1984 al Partido Andalucista. El manifiesto fundacional de la Alianza Socialista de Andalucía marcó el surgimiento en Andalucía de un nuevo espacio político, intelectual y sociológico en sintonía con las transformaciones de la nueva izquierda en Europa Occidental y a nivel internacional. El emergente movimiento andaluz surgió bajo la influencia de las corrientes del nuevo socialismo democrático nacidas en los años sesenta y setenta como resultado de la revolución cultural universitaria, el antiimperialismo, la oposición a la dictadura y la reconstrucción del proyecto regionalista andaluz liderado por Blas Infante en los años veinte y treinta del siglo XX.
Entre 1968 y 1973 se produjeron acontecimientos que iban a cambiar el mundo para siempre: la invasión soviética de Praga, la revuelta de mayo en París, la larga guerra de Vietnam, el impacto de la revolución cubana, Woodstock, la revolución cultural china entre 1966 y 1976, el postestructuralismo francés, la Conferencia Trincontinental de La Habana en 1967, la crisis del petróleo de 1973, los gobiernos de la Unidad Popular de Allende y el golpe de Estado. Todos ellos fueron acontecimientos que transformaron para siempre la cultura y las sociedades actuales y dieron origen, entre otras cosas, a la llamada nueva izquierda. Todos estos cambios culturales y sociológicos también dieron lugar, a principios del último tercio del siglo XX, a una serie de procesos políticos de construcción/liberación nacional en toda Europa, con naciones sin soberanía o sujetos populares que se encontraban en contextos de fuerte opresión estatal, como el País Vasco, Galicia, Cataluña, Sicilia, Córcega, Cerdeña, Bretaña, Gales, Irlanda o Escocia en Europa Occidental. Después de la Segunda Guerra Mundial, debido al impacto de las revoluciones anticoloniales y a la influencia ejercida por el bloque soviético, las luchas independentistas de las minorías nacionales en Europa adoptaron una doble estrategia ideológica. Por un lado, asumieron la lucha por el socialismo y, por otro, propusieron la conquista de la soberanía nacional y el derecho a la autodeterminación como horizonte de liberación.
En 1960, bajo el impulso de los Estados africanos y asiáticos que habían logrado la independencia tras la Segunda Guerra Mundial, se aprobó la resolución 1514 de la ONU sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales, conocida como la Carta Magna de la Descolonización, que declaraba en su punto 2 que “Todos los pueblos tienen derecho a la autodeterminación1”. En 1970, la resolución 2625 (XXV) de la Asamblea General, de 24 de octubre de 1970, en relación con el principio de autodeterminación, declaró que no sólo los territorios bajo dominación colonial sino todos los territorios no autónomos eran susceptibles de que se les reconociera el derecho de autodeterminación. Este cambio será fundamental para el tema que nos ocupa, ya que el principio de autodeterminación no sólo es aplicable en contextos imperialistas/coloniales, sino que también afecta a territorios de la propia Europa y dentro de los Estados europeos. Esto permite comprender la conexión que existió entre los movimientos anticoloniales surgidos tras la Segunda Guerra Mundial, como el Frente de Liberación de Argelia, la Organización para la Liberación de Palestina, el Movimiento 26 de Julio de Cuba, el Frente Polisario, el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros de Uruguay y las organizaciones armadas de los movimientos nacionalistas de izquierda de los pueblos sin Estado de Europa.
El movimiento antiimperialista, las revoluciones anticoloniales, las transformaciones de la nueva izquierda, la política de bloques y la apuesta por una vía propia para los países no alineados hicieron surgir, a principios de la década de 1970, una nueva conciencia social e internacionalista de los movimientos de liberación nacional dentro de Europa Occidental.
En 1972, la organización gallega Unión do Povo Galego asistió al Congreso de la Unión Democrática Bretona en Brest, donde, junto con el IRA Oficial, acordaron construir un espacio común para la izquierda independentista de Europa Occidental. Ese mismo año, 1972, los bretones de la UDB, los gallegos de la UPG y los irlandeses del IRA Oficial firmaron un primer manifiesto en el que declaraban el carácter antiimperialista de las luchas de liberación nacional en Europa Occidental. En 1974, un conjunto mucho más amplio de movimientos políticos independentistas de Europa Occidental proclamó la llamada Brest Charter o Declaración de Brest, firmada por el Sinn Féin-Oficial, el IRA-Oficial (Irlanda), la Unión Democrática Bretona (Bretaña), la Union do Povo Galego (Galicia), la Union do Povo Galego (Portugal) y la Unión do Povo Galego (España), la Unión do Povo Galego (Galicia), el PSAN-Provisional (Cataluña), Euskal Herriko Alderdi Sozialista, Herriko Alderdi Sozialista (Euskadi), el Partido Corsista por el Socialismo (Córcega), Lucha Occitana (Occitania), Su PopuluSardu (Córcega).
La Carta de Brest debía reunir el programa político del socialismo a través de la estrategia de independencia de las naciones sin Estado de Europa Occidental. Las organizaciones firmantes declaran que el imperialismo desplegado por las potencias coloniales ha provocado consecuencias coloniales para los pueblos y naciones oprimidos en el contexto interno de Europa. En segundo lugar, declaran que la lucha de las clases populares de las naciones oprimidas de Europa contra los Estados tiene los elementos de una lucha antiimperialista. En tercer lugar, y éste es el objetivo más importante de la declaración, declara que la lucha de liberación nacional de los pueblos y naciones oprimidos de Europa debe llevarse a cabo mediante la constitución de un partido nacionalista, mediante una estrategia de acción de masas e, inevitablemente, mediante la acción armada de una organización clandestina. Esta declaración no buscaba otra cosa que la legitimación mutua y recíproca de los firmantes de la estrategia de lucha armada, tan contestada y criticada por las izquierdas estatales de cada uno de los países. Además, la gran aportación de esta declaración fue crear el concepto de naciones sin Estado para referirse a las regiones culturales, minorías nacionales y comunidades históricas que permanecían dentro de los estados europeos y cuya reivindicación estratégica era la construcción de sus propias estructuras estatales.
El año 1973 también fue testigo de un acontecimiento muy importante para el fin de las dictaduras en el sur de Europa. Portugal había estado librando una larguísima guerra colonial contra las tropas independentistas del Frente de Libertação de Moçambique, el Movimento Popular de Libertação de Angola, el Partido Africano da Independência da Guiné e Cabo Verde (PAIGC) y el Movimento de Libertação de São Tomé e Príncipe desde principios de los años sesenta. Tras una década de dura guerra colonial, en 1973 surgió en el seno del ejército portugués el Movimento das Forças Armadas (Movimiento de las Fuerzas Armadas). Poderoso movimiento anticolonial, comunista y democrático, reclamaba el fin de la dictadura de Salazar, el fin del imperio colonial y la instauración de un régimen socialista en Portugal. Este movimiento de jóvenes coroneles lideró la Revolución de las Llaves al año siguiente, en 1974. Esta revolución sería decisiva en la formulación de la nueva izquierda en Europa Occidental, y concretamente en el sur de Europa, donde el fin de las dictaduras estaba ligado al fin de las políticas coloniales, a la cuestión del subdesarrollo y a la necesidad de una política antiimperialista en el seno de los Estados de Europa Occidental.
En Andalucía también se estaban produciendo una serie de transformaciones culturales y políticas fundamentales. Durante los años sesenta se había producido una revolución cultural en Andalucía como consecuencia de la intervención extranjera a través de las bases americanas de Rota y Morón y de la política de apertura que iba a dar lugar a una colonia turística en la Costa del Sol. Entre 1968 y 1973, la primera expresión de la contracultura musical andaluza tuvo lugar con Smahs y su disco de rock flamenco We come to smash this time (Esta vez vinimos a golpear). En 1974 surgió el grupo Triana, también pionero en la fusión del flamenco con expresiones musicales contraculturales como el rock y la psicodelia. En 1972 la compañía de Salvador Távora presenta Quejío en la Sorbona de París, espectáculo en el que canta José Domínguez El Cabrero. En 1972 se celebró en la sede de la UNESCO en París el primer homenaje a Federico García Lorca desde su asesinato por los rebeldes fascistas en 1936. Este auge cultural, nacido del contacto con las contraculturas traídas por la intervención extranjera y del contacto con el exilio de la dictadura, junto con otras causas, también trajo consigo una nueva generación que se propuso acabar con el régimen militar del general Franco.
El avance de la dictadura habría producido una erosión de las viejas izquierdas comunistas desplegadas en las derrotadas tácticas guerrilleras de finales de los años cuarenta y principios de los sesenta. Había surgido un nuevo liderazgo en la oposición a la dictadura. Jóvenes ligados a las ciudades, vinculados a las movilizaciones universitarias de los años setenta, alejados de las tácticas militares de la guerra, mucho más influidos por la estrategia de pacifismo y movilización pacífica promovida por la Iglesia católica en los años sesenta, por ejemplo Pedro Arrupe, máximo dirigente de la Compañía de Jesús e ideólogo del giro social y humanista de los jesuitas en los años setenta. En 1962, el cardenal José María Bueno Monreal publicó su obra Sobre algunos problemas sociales de nuestra Archidiócesis, que legitimaba fuertemente las nuevas tendencias sociales y humanistas que se estaban produciendo en el seno de la Iglesia. Otra transformación importante en Andalucía fue el impulso dado a las luchas universitarias protagonizadas por jóvenes dispuestos a enfrentarse a la dictadura mediante una estrategia de penetración en los espacios de participación facilitados por la propia dictadura.
El conjunto de jóvenes organizados en torno al grupo clandestino Compromiso Político (1965-1970) nació bajo la influencia del movimiento universitario, la movilización y la participación pacífica, el humanismo cristiano y el socialismo crítico con la Unión Soviética. La proyección del final de la dictadura precipitó a los miembros de Compromiso Político a inaugurar un nuevo ciclo con el objetivo de dar paso a un espacio orgánico más amplio, en principio un espacio abierto con voluntad de operar en la coyuntura del final de la dictadura en apoyo de los partidos democráticos inmersos en conflictos entre el interior y el aparato en el exilio.
Hay una serie de circunstancias que hay que tener en cuenta para entender el surgimiento del Manifiesto Fundacional de Alianza Socialista de Andalucía y la creación de la nueva etapa organizativa de la política andaluza. En primer lugar, la formación en Andalucía de una incipiente estructura de oposición al régimen franquista, que sería pionera en toda España. En 1967 se había constituido de forma pionera la Mesa Democrática de Andalucía, que más tarde se convertiría en un ejemplo para la Coordinadora de Fuerzas Políticas de Cataluña en 1968, la Junta Democrática de España en 1974 (en la que también participaría ASA), la Plataforma de Convergencia Democrática en 1975 y finalmente la Coordinación Democrática (más conocida como Platajunta) en 1976. En esta última, los andaluces fueron vetados por orden del PSOE. Hay que recordar que la incorporación del PSOE a la Internacional Socialista se había producido en 1974 en una votación aprobada por un solo voto en contra de la propuesta de integrar al Partido Socialista Popular, dirigido por Tierno Galván, en la Internacional Socialista, un espacio que federaba a partidos socialistas como el Partido Socialista de Andalucía, el PSG de Xosé Manuel Beiras (que más tarde fundaría el Bloque Nacionalista Galego), el PSPV de Ernest Lluc y los hermanos Vicente y Joan Garcés, y el Partit Socialista de Mallorca (hoy integrado en Mes per Mallorca).
Desde 1967, la forma en que se consolidó la oposición al régimen franquista había puesto de manifiesto la necesidad de crear organizaciones políticas capaces de articular grupos de trabajo en las diferentes ciudades, pueblos y territorios. El carácter operativo de las organizaciones, frente a los grupos de opinión, plataformas o asambleas, llevó a los jóvenes miembros de Compromiso Político, en 1972, a decidir emprender una nueva etapa organizativa, que ampliara el trabajo del grupo Compromiso Político y diera lugar a una nueva organización política: Alianza Socialista de Andalucía.
En 1970, los miembros de Compromiso Político (Antonio Burgos y Alejandro Rojas-Marcos) conocieron a José María Osuna, que había militado en el Partido Comunista de España pero había conocido a Blas Infante en los años treinta. Éste les transmitió El Ideal Andaluz, la bandera y el Proyecto de Autonomía para Andalucía. Este acontecimiento dio a los jóvenes de Compromiso Político un legado y un sentido de la historia que los equiparó a las luchas de los jóvenes nacionalistas catalanes en oposición al franquismo. El 5 de abril de 1970, en una conferencia en el Casino Cultural de Estepa un domingo a las 12:30 de la mañana, por primera vez después de 1936, se exigió en un acto político un Estatuto de Autonomía para Andalucía.
En tercer lugar, en 1970 se produjo el proceso de Burgos, que por primera vez después de tres décadas de dictadura reunió a la izquierda estatal, los nacionalismos periféricos, la opinión pública internacional y la jerarquía eclesiástica para denunciar las prácticas represivas de la dictadura y denunciar la pena de muerte en España. Al año siguiente, una conferencia de Alejandro Rojas-Marcos se refirió a la violación de los derechos humanos en relación con el Proceso de Burgos, que condujo a su encarcelamiento y a su procesamiento por segunda vez ante el Tribunal de Orden Público (TOP) en marzo de 1971. Esto provocó la llegada de la solidaridad internacional y de muestras de afecto de toda España, que dieron a los partidarios andaluces una gran notoriedad en la prensa de oposición. Entre otros, Luis Carandell, periodista del diario Triunfo, vino a Sevilla para cubrir la noticia del encarcelamiento de Rojas Marcos. Habló con los miembros de ASA sobre la formación de un clima social y político en la oposición democrática favorable a la reivindicación del Estatuto de Autonomía para Cataluña. Como consecuencia de todos estos acontecimientos, en 1972 el grupo Compromiso Político decidió construir una organización política de amplia participación que recogiera el legado de un socialismo específicamente andaluz y combinara la tradición socialista y obrera con la recién descubierta tradición autonomista y regional.
El manifiesto fundacional, encargado a Alejandro Rojas Marcos, se publicaría en París en la revista Cuadernos de Ruedo Ibérico, revista fundada por un grupo de anarquistas españoles exiliados en París y dirigida por Jose Martínez Guerricabeitia, combatiente en la Guerra Civil, preso político durante la dictadura por su militancia libertaria y exiliado en Francia desde 1948.
La relación de los miembros de Compromiso Político con las publicaciones de la oposición a la dictadura les había permitido estar al corriente de los debates de la nueva izquierda. En particular, Cuadernos de Ruedo Ibérico había sido el laboratorio teórico más importante para los jóvenes intelectuales que iban a ser influyentes en las organizaciones de izquierda durante la transición venidera. Fernándo Claudín, Jorge Semprún, Joan Martinez Alier, Juan Goytisolo, Vázquez Montalbán y Alfónso Comín. Pero Cuadernos del Ruedo Ibérico también publicó los debates más importantes de la izquierda internacional, como los debates sobre la teoría de la dependencia, los debates sobre el subdesarrollo y la crítica anticolonial. En el número 12 de 1967 se publicaron los materiales de la Conferencia Tricontinental, entre ellos el discurso “Crear dos, tres... muchos Vietnam, es la consigna” enviado por el Che Guevara a la conferencia desde Bolivia. En 1967 se publicó el texto de André G. Frank “¿Quién es el enemigo inmediato?” y en 1968 el de Ruy Mauro Marini “Dialéctica del desarrollo capitalista en Brasil”. Fue a través de los debates sobre los países coloniales y el subdesarrollo traducidos e introducidos por Ruedo Ibérico como los miembros de Compromiso Político presentes en París tomaron conciencia de estos debates, que se expresarían de forma nueva y contundente en el Manifiesto Fundacional de la Alianza Socialista de Andalucía. Fue también en este contexto en el que se publicó en 1971 la obra clásica de Antonio Burgos Belinchón “Andalucía, ¿Tercer mundo?
Además, la publicación del manifiesto fundacional en el Ruedo Ibérico tenía sentido por dos razones. En primer lugar, por su proyección internacional, y en segundo lugar, por la autoridad política e intelectual que la publicación tenía entre la oposición antifranquista de izquierdas española. Finalmente, en el número 41-42 de febrero-mayo de 1973, se publicó el Manifiesto Fundacional de Alianza Socialista de Andalucía. El texto pretendía presentarse ante la oposición de izquierdas al franquismo como una organización política con la que construir y con la que compartir espacios. El manifiesto tiene, por tanto, una doble naturaleza. Por un lado, estratégica y, por otro, ideológica. El manifiesto se presenta como una propuesta de actuación ante la más que evidente crisis orgánica de la dictadura que se produciría varios años después. Hay que tener en cuenta que dos años después de la publicación del manifiesto, en 1975, moría el dictador Francisco Franco, dando paso a la llamada transición política. Y cinco años después, se aprobaría la nueva Constitución, que daría lugar al régimen político de 1978 y a los procesos autonómicos posteriores. Por tanto, el manifiesto se sitúa en una coyuntura que presagia cambios trascendentales en el sistema político e institucional del Estado.
Pero el manifiesto también explica la especificidad de la propuesta que los miembros de Compromiso Político pusieron sobre la mesa cuando constituyeron la organización Alianza Socialista de Andalucía (ASA). Los miembros de la nueva ASA están construyendo las bases ideológicas de lo que será la segunda ola andaluza: una vía andaluza al socialismo democrático. Se trata de una apuesta por la construcción del socialismo entendido como la búsqueda de la planificación colectiva de la economía para la consecución del bien común. Una política socialista concebida desde las condiciones específicas del pueblo andaluz y de la historia, la cultura y la economía andaluzas. Y un socialismo aplicado bajo las premisas de la democracia y la acción colectiva. Por tanto, podemos analizar el manifiesto desde estas tres claves teóricas e ideológicas: democracia, regionalismo y socialismo.
El manifiesto combina aspectos estratégicos con elementos ideológicos. Combina el qué hacer con el cómo hacerlo. Entrelaza los medios y los fines. Las primeras palabras del manifiesto destacan el diagnóstico general de la organización sobre la situación política en la que se encuentra el Estado español. Según el manifiesto, la prioridad más importante ”es el derrocamiento de la actual dictadura en España“ y la búsqueda de un nuevo sistema democrático.
El manifiesto completa su diagnóstico situándose en un aspecto que fue fuertemente apoyado por las fuerzas republicanas, los ejércitos milicianos, las guerrillas antifranquistas y el conjunto del antifascismo en Europa Occidental. Me refiero a la consideración de las dictaduras de tipo fascista como fuerzas de ocupación. El manifiesto en este sentido declara ”El país está ocupado políticamente por una única y pequeña clase: una minoría financiera, tecnocrática y militar. [...] Vivimos en la situación de un país ocupado por su propia oligarquía: la nación es su hacienda. [...] La lucha debe adoptar la forma de resistencia a la ocupación“.
Y es que desde la consideración de guerra de liberación nacional estaba muy presente en la resistencia de los partisanos antifascistas italianos, como demuestra la estrofa de ¡Oh bella ciao! la canción popular Una mattina mi son' svegliato. E ho trovato l'invasor. La misma consideración tuvieron los guerrilleros del antifranquismo español incluso hasta la denominación del primer movimiento político de oposición a la dictadura de la nueva izquierda española, el Frente de Liberación Nacional, conocido como FELIPE.
Para alcanzar estos objetivos, la expulsión de las fuerzas de ocupación, los miembros de la Alianza Socialista determinaron una acción política de masas. El manifiesto declara que ”se exigen esfuerzos más generalizados del pueblo“. Según el manifiesto ”en las actuales circunstancias no es factible derrocar a la dictadura por la fuerza sino mediante la generalización de su conflicto con el pueblo. No se trata de una guerra de cuadros o de partidos, sino de las masas“. Los miembros de la ASA toman como referencia las prácticas de desobediencia civil y de acción pacífica de masas. Recordemos que el Partido Comunista de España había renunciado a las tácticas guerrilleras en 1948, pero había habido actividad guerrillera en las zonas rurales hasta finales de los años cincuenta. Con estas declaraciones los miembros de la ASA están renunciando a las tácticas de insurgencia guerrillera. En cuanto al uso de la violencia política, el manifiesto adopta una postura ambigua, ya que no pretendía deslegitimar a los numerosos grupos de izquierda que desarrollaban estrategias de lucha armada durante los años 60 y 70 (FRAP, GRAPO, ETA, EPOCA). El documento afirma que ”no puede olvidarse que históricamente la violencia ha sido a menudo el medio para lograr avances decisivos en el camino hacia la democracia“. A pesar de ello, el propio documento desaconseja el uso de la lucha armada en las actuales circunstancias políticas. Los miembros de la ASA afirmaron los principios democráticos, no sólo por la naturaleza de las instituciones que iban a suceder al régimen de Franco, sino también por la forma en que la propia dictadura iba a ser derrocada. Los principios democráticos, en el fin y en los medios, eran el camino propuesto por los miembros de ASA.
En segundo lugar, el manifiesto declaraba otro gran principio ideológico de la nueva cultura política que nacería con el manifiesto y que se estaba fraguando en el seno del grupo Compromiso Político, sobre todo a raíz de la reunión de Alejandro Rojas-Marcos y Antonio Burgos Belinchón con José María Osuna, quien les entregó el legado político de Blas Infante, una bandera blanca y verde, un ejemplar de El Ideal Andaluz y otro ejemplar de la propuesta de Estatuto de Autonomía de Andalucía. Esta reunión dio a los miembros de Compromiso Político una nueva legitimidad en el contexto del proceso de Burgos, donde las reivindicaciones nacionales se alinearon con las democráticas. La izquierda vasca y catalana en su conjunto, el galleguismo y otras fuerzas nacionalistas estaban formulando una vía específica para la construcción de la democracia en sus territorios. Por ello, el conocimiento de la existencia del regionalismo andaluz y de la figura de Blas Infante asesinado por los fascistas en 1936 dio a los miembros de ASA una nueva autoridad moral para construir lo que el manifiesto declararía como un planteamiento regional, que se denominaría poder regional. Varios años después, en 1975, surgiría el documento Por un poder andaluz, que sería el lema del futuro Partido Socialista de Andalucía. Como ha relatado José Luis Villar en el primer volumen de su obra Por un Poder Andaluz: Historia del Partido Andalucista. Los años de la clandestinidad (1965-1976), el concepto de poder andaluz se les ocurrió a los miembros de ASA bajo la influencia del pensador afroamericano Stokely Carmichael, que en 1967 había publicado Black Power: The Politics of Liberation y que en 1969 se exilió en Guinea para convertirse en asesor del presidente Ahmed Sekou Touré y discípulo de Kwame Nkrumah, exiliado en Guinea desde 1966.
Volviendo al manifiesto fundacional de ASA, el manuscrito declara una incipiente teorización del nacionalismo andaluz que los dirigentes de ASA y del PSA desarrollarían a lo largo de la década de 1970. A principios de la década de 1970, el incipiente nacionalismo andaluz se encontraba aún en una fase de elaboración teórica sujeta al concepto de región e inserta en los debates sobre el subdesarrollo y la dependencia nacidos principalmente en América Latina y el mundo árabe. Según el documento, “la condición de nuestra Andalucía, por sus características sociales y económicas, hace especialmente importante este aspecto regional, ya que es quizás la región más necesitada de romper su dependencia del centralismo discriminatorio”. Como vemos, el texto se sitúa en los debates sobre el desarrollo regional, adoptando planteamientos de la teoría de la dependencia a la hora de explicar la situación socioeconómica de Andalucía, catalogada como subdesarrollo colonial. Este subdesarrollo se explica como “el resultado de la colonización política, social y económica”. Además, el documento señala que “es un centralismo controlado, a través del poder de los grupos de presión, el que produce esta colonización y se sirve de ella, y ningún paternalismo nos va a liberar de nuestro subdesarrollo”. Frente a la denuncia de una situación de subdesarrollo propia de una economía colonial desarrollada por el centralismo español, el documento exige la formación de instituciones andaluzas propias, que más tarde serán la base de la propuesta de poder andaluza. El documento exige la existencia de una asamblea regional representativa y un poder ejecutivo propio. Esta demanda de instituciones andaluzas será el germen de las nuevas instituciones autonómicas que llegarán una década después, a través del desarrollo del estado autonómico. Un parlamento andaluz y un gobierno propio serán, desde el punto de vista del documento, la forma de concretar el andalucismo.
En tercer lugar, el último pilar ideológico sobre el que se asienta el manifiesto, y que será la tercera parte de la tríada que da lugar al andalucismo de segunda ola, será el del socialismo. Se trata de una propuesta socialista que choca con el keynesianismo, surgido como política económica del capitalismo en Europa Occidental tras la Segunda Guerra Mundial. Tampoco era un socialismo real, ya que los miembros de Compromiso Político no estaban en sintonía con el bloque soviético. La tendencia ideológica de Alianza Socialista de Andalucía era situarse en los espacios del socialismo crítico, nacido de experiencias como la Unidad Popular en Chile, la experiencia autogestionaria de Yugoslavia o el socialismo con rostro humano de Alexander Dubček en Checoslovaquia. Según el documento, el socialismo debía entenderse como la organización colectiva de la economía, una economía socialista, no sólo mediante la intervención del aparato estatal sino también mediante una amplia participación popular en la planificación colectiva de la economía.
En definitiva, el manifiesto fundacional de la Alianza Socialista de Andalucía nació con la intención de presentar los objetivos de un nuevo espacio político andaluz de izquierdas a todas las fuerzas de la oposición antifranquista en Andalucía. El propio proceso de elaboración del manifiesto sistematiza algunas de las cuestiones ideológicas que serán fundamentales en el transcurso de las grandes transformaciones que tendrán lugar en todo el mundo entre 1968 y 1973. El manifiesto es una fuente histórica inmejorable de la cristalización en la izquierda andaluza de las transformaciones sociológicas y culturales que tienen lugar a nivel mundial. El auge de las luchas anticoloniales, la Guerra Fría, el fin de las dictaduras en el sur de Europa, la crítica al imperialismo, las revoluciones culturales, el movimiento estudiantil, la teología de la liberación. Todos estos acontecimientos dieron lugar a finales de los años sesenta y principios de los setenta a lo que se ha dado en llamar la new left, la nueva izquierda. Una nueva política emancipadora producida en Europa Occidental pero determinada por las lecciones, no siempre reconocidas, de las luchas anticoloniales y antiimperialistas producidas en el sur global. Esta nueva izquierda se encargó de elaborar un nuevo horizonte estratégico de transformación social ante el agotamiento de la URSS, la crisis del modelo capitalista afirmado en los acuerdos de Bretton Woods y el fin de las dictaduras en el sur de Europa. La incipiente oposición al franquismo fue el laboratorio de la política militante que, a partir de los años 70, sirvió de escenario a esta nueva izquierda que asumió el horizonte de derrocar la dictadura franquista y construir un nuevo modelo social, con planificación económica y redistribución (incluida la redistribución territorial de la riqueza). El grupo de acción política organizado en torno a Compromiso Político asumió el proyecto de refundar el legado regionalista recibido a principios de los setenta y formular una nueva izquierda, un nuevo proyecto social para Andalucía más allá de los proyectos políticos derrotados y exterminados por la dictadura. En su manifiesto fundacional, publicado en 1973, la Alianza Socialista de Andalucía asumió la tarea de construir esa vía, una vía andaluza al socialismo. Una vía que varios años después se reformularía como la vía para construir el poder andaluz, y que sería decisiva en la oposición a la dictadura, la construcción del proceso autonómico, las movilizaciones del 4 de diciembre, la consecución de un Parlamento andaluz, un gobierno propio y un Estatuto de Autonomía acorde con El Ideal por el que Blas Infante había sido fusilado. Pero esta vía andaluza hacia el socialismo no es todavía un camino agotado, es una transición permanente hacia una liberación aún inacabada. Por eso el manifiesto fundacional de ASA sigue siendo una vía andaluza al socialismo democrático.