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Andalucismo
El 4 de Diciembre y la batalla cultural: El andalucismo como campo de disputa
Recordemos que en la presentación del libro de José Luis Villar Por un poder andaluz: Historia del Partido Andalucista. I. Los años de la clandestinidad (1965-1976), se convocaron el autor, el dirigente histórico del andalucismo de la segunda ola Alejandro Rojas Marcos y el Presidente de la Junta, Juanma Moreno. En este solemne acto Alejandro Rojas Marcos y Juanma Moreno mantuvieron un diálogo sobre andalucismo, en el que este último afirmó que parte de su electorado venía del extinto Partido Andalucista (PA). También afirmó que su partido es el PPA, en un claro juego de palabras y complicidades. Además se señalaron dos cosas de gran interés. El Presidente de la Junta anunció que el 4 de diciembre será declarado día de la bandera andaluza. Además Juanma Moreno reclamó, literalmente, la necesidad de un poder andaluz en las instituciones del Estado, confrontando con el poder que ciertos partidos soberanistas (PNV, EHBildu, ERC, CUP, Compromís) ejercen en la correlación parlamentaria con el Gobierno central a la hora de redistribuir los recurso en los presupuestos generales del Estado.
Esto ha generado, como es normal, toda una serie de respuestas y críticas desde los sectores de la izquierda andaluza. Desde el andalucismo cultural y desde sectores del anti-capitalismo se ha confrontado este encuentro entre el andalucismo oficial de la segunda ol (encarnado en el PA y Alejandro Rojas-Marcos) y el Presidente conservador de la Junta, Juanma Moreno. Se ha criticado legítimamente, tanto la actitud del histórico líder andalucista de pretender compartir su legitimidad con el Presidente Juanma Moreno, como las iniciativas de Juanma Moreno de oficializar un cierto reconocimiento institucional de la fecha del 4 de Diciembre.
Estos acontecimientos confortan a la izquierda andaluza con una cuestión trasversal a la construcción nacional andaluza, que es la imbricación ideológica, programática y táctica entre la cuestión nacional/territorial y la cuestión de clase/social. La teoría política marxistas, progresista o revolucionaria hegemónica ha sido producida por las naciones con Estado, como es el caso de la española, la francesa o la británica. En el caos de estas sociedades, al ser naciones con Estado, la gran tarea pendiente fue siempre la cuestión social. Pero no es así en el caso de sociedades, naciones y pueblos que se mantienen como colonias internas al interior de Estados, como es el caso de Andalucía, Galicia, Irlanda, las comunidades étnicas, raciales, religiosas o los pueblos indígenas en América Latina. En estos casos la formulación de espacios identitarios y de auto-confidencialidad (representación) van asociados a la ampliación y profundización de los marcos de lucha social por el reparto de la riqueza y la justicia social (redistribución).
Los días nacionales son un muy curioso ejemplo lleno de matices, paradojas y tensiones en los que, a través de la efemeride de algún acontecimeinto, se representa una ideología conservadora o emancipatoria. En el caso español el 12 de Octubre representa una invasión colonial y un genocidio En el caso alemán, el 3 de Octubre, se celebra la caída del bloque socialista, el triunfo rampante del neoliberalismo y la hegemonía norteamericana. Las festividades que consagran fechas coloniales o triunfos del capitalismo condenan a la cultura nacional del país a una institucionalidad conservadora y reaccionaria. Como es el caso español o el caso alemán. Pero, por el contrario ¿Construir una fecha nacional en torno a un hito progresista o emancipatorio asegura una cultura emancipatoria para el país en cuestión? Por supuesto que no.
En el caso italiano, el 2 de junio, la fiesta nacional recuerda la nueva constitución democristiana y comunista tras la caída del fascismo. En el caso portugués el 25 de Abril recuerda la caída de la dictadura, el final de las guerras coloniales y la llegada de la democracia. En América Latina la mayoría de días nacionales recuerdan algún hito en los procesos de independencia y lucha contra la opresión colonial de la monarquía absolutista en América Latina. En estos casos, vemos como la derecha asume los elementos culturales de fiestas nacionales relacionadas con acontecimientos progresistas, carácter social o incluso abiertamente anti-fascistas, como el caso Italiano. Esto a llevado a que Georgia Meloni en Italia haya tenido que desarrollar su programa, su ideología y su campaña contra parte del relato institucional e histórico en Italia. Mientras que los sectores de ultra derecha de España construyen sus programa a favor de la corriente ideológica e institucional en el caso español. Esto también ha llevado a que el 12 de Octubre en América Latina sea un día de encuentro y de diálogo entre naciones latinoamericanas, que comienzan a resinificar los relatos imperialistas y las imperiofilias de la conquista castellana de América. Esto ha llevado a que presidentes como Pedro Castillo, Nicolas Maduro, Evo Morales o Andres Manuel López Obrador hayan dirigido palabras de impugnación a la monarquía y al Estado español en torno a la celebración de esta fecha. En cambio, la izquierda española centralista sigue acudiendo cada 12 de Octubre a un desfile militar protagonizado por unas fuerzas armadas aún herederas de la dictadura, que no han sido depuradas y que festejan año tras año la penetración, conquista y genocidio colonial española en el continente americano.
En este sentido el 4 de Diciembre en Andalucía es un marco de agitación social, de desborde popular para re-configurar la política territorial del Estado que trató de consagrar países de primera y países de segunda. Los motivos y los principios del 4 de diciembre están intactos. Por lo tanto, dicho acontecimeinto amplíaa el marco de posibilidades para la reclamación de los derechos nacionales, sociales, ecológicos, feministas y territoriales de Andalucía. El 4 de Diciembre refuerza en el imaginario colectivo la necesidad de defender los intereses de Andalucía y los andaluces. Pone en el centro la realidad de desigualdad que existen al interior del Estado. Legitima la lucha contra la dependencia económica, la subordinación política y la inferiorización económica.
Durante varias décadas la reclamación de los sectores andalucistas, soberanistas y de los movimientos sociales andaluces había sido recuperar el espíritu del andalucismo y del 4 de Diciembre. Tras casi cuatro décadas de régimen pesoista la llegada de la derecha al gobierno andaluz no ha supuesto una política económica diferente a la desarrollada por los últimos gobiernos de José Antonio Griñan y Diego Valderas o de Susana Díaz y Juan Marín. Con esto tenemos que comprender que el fin de ciclo de los gobiernos reaccionarios en Andalucía no ha empezado con la llegada del PP ni se acabará con su salida. Lo que si es evidente es frente a la crisis territorial y la españolización del PSOE andaluz, Juanma Moreno ha tenido que recapitular y tratar de reconstruir un gobierno andaluz con apoyo en los elementos simbólicos del andalucismo histórico y del andalucismo político.
Hoy, por diferentes motivos, la sociedad andaluza ha alcanzado un grado de madurez que permite una exigencia más alta a la clase política de confrontar las desigualdades territoriales en el Estado. Por supuesto, esto no quiere decir que Juanma Moreno, ni el gobierno del Partido Popular van a redistribuir la riqueza y traer la justicia social. Al igual que tampoco lo hicieron los gobiernos del PSOE, tanto en solitario como en sus diferentes coaliciones con el PA (1996-2004, Izquierda Unida (2012-2015) o Ciudadanos (2015-2019).
El reconocimiento del día 4 de Diciembre y del conjunto de los símbolos del proyecto nacional andaluz por parte de las instituciones andaluzas amplia el campo de batalla, amplia las posibilidad de movilización, de legitimación del marco de reinvindicaciones andalucistas de justicia social en nuestro país. El 4 de Diciembre refuerza el marco de reivindicación que, como país y como sociedad, debemos articular para confrontar al Estado español. Lo que en principio podría parecer un marco de reivindicación unicamente de la izquierda soberanista, nacionalista o andalucista (en sentido amplio) en una década ha pasado a ser un marco de reivindicación compartido por el conjunto de las izquierdas, andalucistas y de carácter estatal así como por parte de las derechas andaluzas. Esto es una victoria de las luchas andalucistas, de las marchas por el 4 de diciembre y de todos los movimientos sociales andaluces. Y así hay que ponerlo en valor. Pero como toda victoria, se puede volver una derrota, si abandonamos el campo de batalla, si no respetamos nuestros logros y si caemos en el marginalismo, el derrotismo, la crispación interna o el rechazo al reconocimiento institucional de nuestros símbolos. El reconocimiento institucional del 4 de Diciembre no nos asegura que estemos más cerca de políticas redistributivas. Sin embargo el desprecio de las instituciones andaluzas a nuestros símbolos (como el cambio de escudo que realizó este mismo gobierno de derechas) si nos aleja tanto del reconocimiento, como de la necesaria y ansiada redistribución. Perder en la batalla por el relato a manos de narrativas españolas y andaluzofóbicas, no nos acercará a la victoria. Mantener el respeto a los símbolos, a nuestra bandera y conseguir el resto por las representaciones históricas de las movilizaciones populares y sociales Andalucía, como el caso del 4 de Diciembre, no nos asegura la victoria. Pero nos marca el camino, seguir en la lucha, como aquel 4 de Diciembre.