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Migración
El 6% de la población norteafricana se verá obligada a migrar como consecuencia de la crisis climática
Los pasos atrás en la lucha contra la erradicación de la pobreza y las consecuencias de la pandemia del covid-19 han impactado en las previsiones sobre la crisis climática y el efecto que tendrá en las subregiones más afectadas por los fenómenos asociados al calentamiento global.
El Banco Mundial ha publicado esta semana su segundo informe Groundswell (“Mar de fondo”), que se plantea para “Actuar sobre la migración climática interna”. Los modelos empleados por este organismo han calculado que en el año 2050, 216 millones serán migrantes climáticos en seis regiones: África del Sur, Norte de África, Asia del Sur, Asia oriental y Pacífico, América Latina y Europa Oriental y Asia central.
En algunos lugares, recuerda el informe, se pone en riesgo la habitabilidad, lo que incrementará esos desplazamientos y la situación de pobreza y carencia material. El África por debajo de la línea del Sáhara podría generar hasta 85,7 millones de migrantes climáticos internos; Asia oriental y el Pacífico, 48,4 millones; Asia meridional, 40,5 millones; África del Norte, 19,3 millones; América Latina, 17,1 millones; y Europa del Este y Asia Central, 5,1 millones.
Algunos países acumularán las peores consecuencias en términos de desplazamiento. Es el caso de Bangladesh, donde casi una de cada cuatro personas se verán obligadas a migrar.
Las sequías en el norte de África tendrán un efecto importante. Sin medidas paliativas, el Banco Mundial estima que hasta el 6% de la población de Marruecos, Argelia, Libia, Túnez y Egipto se verá obligada a la migración.
Eso concentrará a mitad de siglo aun más población en los núcleos urbanos: Tanger, Casablanca, Trípoli, o El Cairo serán receptores de la población migrante desde los campos yermos por la falta de agua.
En gran parte de la subregión, explica el informe, “la precipitación media durante la temporada de lluvias (octubre a marzo) ha disminuido en las últimas décadas, con los descensos más fuertes en las partes mediterráneas de Marruecos y Argelia y en partes de Libia”.
Controversias y reducción de daños
Pese a que no existe oficialmente la figura del refugiado climático, el informe del Banco Mundial añade nuevos puntos de vista para que la migración en base a estos fenómenos, tanto aquellos de aparición repentina —DANA, olas de calor—, como de aparición lenta —sequías o subida del nivel del mar— comience a hacerse un hueco en la legislación internacional.
“El Comité de Derechos Humanos de la ONU”, explica el informe reconoció en el año 2020, en el caso de Teitiota v. Nueva Zelanda, que los Gobiernos deben tener en cuenta las violaciones de derechos humanos causadas por la crisis climática al examinar casos de deportación de solicitantes de asilo.
Ese estatus del refugiado climático, necesaria en los protocolos internacionales, se verá reflejado en los tres escenarios que plantea el Banco Mundial que, significativamente, toma el escenario pesimista como el de referencia para el informe. Esos 216 millones de personas obligadas a migrar se darán en el caso de que persista la tendencia actual de emisiones globales de gases de efecto invernadero combinado con los niveles de desigualdad actuales.
La reducción de las emisiones y un desarrollo más igualitario pueden reducir hasta un 80% las previsiones bajo el marco de referencia pesimista, haciendo que el desplazamiento por motivos de clima solo afecte a 44 millones de personas en lugar de a 216 millones.
“Si no se adoptan medidas, se prevé que la potencia del cambio climático para impulsar la migración aumentará hasta mediados de siglo y los años posteriores”, alerta el informe, que presenta cuatro tipos de medidas para evitar los peores escenarios: reducción de emisiones de CO2 y gases de efecto invernadero, integrar la migración interna provocada por impactos climáticos en la planificación del desarrollo verde, la estrategia de adaptación para favorecer el desarrollo sumando a las personas migrantes y focalizar políticas.