Mentira y conspiranoia en las derechas

Con ocasión de las elecciones en Catalunya hemos visto el enésimo espectáculo de mentiras, conspiración y paranoia protagonizado por las derechas.

Doctor en Historia y profesor de filosofía

Doctor en Historia y profesor de filosofía
17 feb 2021 06:00

La negativa de Salvador Illa a realizarse una prueba analítica ha desatado un carrusel de sinvergonzonería y falacias de libro que hacen pasar lo plausible por lo verdadero. La cuestión es sembrar la sospecha para abonar el cinismo y el desapego. Desde Aristóteles sabemos que, en la retórica política, lo importante no es la verdad, sino la verosimilitud o coherencia. A este respecto, en un tiempo en el que la utopía se sustituye por el cinismo distópico, las evidencias por las creencias y la razón por las tripas, cualquier cosa, menos una alternativa al sistema capitalista, parece posible.

Recordemos las palabras de Dostoievski, tremendista y alucinado, en las que clamaba que, una vez desaparecido Dios, todo quedaría permitido. Escritor genial y atormentado, el ruso expresó el mayor de los temores metafísicos que el desarrollo de las sociedades modernas había espoleado. Disuelto “todo lo sólido en el aire”, como apuntó Marx, cualquier cosa entraba dentro de lo factible. Sin un Absoluto con el que orientarse, la vida se convertiría en un todo vale, como en la Roma de Calígula. La llamada posverdad, que es tanto la insinuación maledicente como la mentira de toda la vida, es la nieta deslenguada de esta caída del cielo a la tierra.

Destronado lo Absoluto por la secularización y el cambio permanente, la verdad se pierde. Se convierte, de hecho, en un ejército de metáforas al servicio de un propósito, como escribió Nietzsche. Ya no hay certeza alguna, sino dudas que pudren lo razonable. Para Nietzsche, Dostoievski había dado en el clavo, salvo por el tono desesperado que confería a la muerte de Dios. Derrocado el señor del cielo, y con él todas las ilusiones trascendentales, todo se abre a la voluntad del ser humano. La diferencia entre lo bueno y lo malo, lo verdadero y lo falso, queda al albur del que más fuerte hable. ¿A qué instancia acudir entonces? A la razón, diría un ilustrado, y Nietzsche sonreiría sarcástico. A la comunidad científica, diría un filósofo pragmatista, y Nietzsche reiría irónico. A la voluntad de poder, soltaría al final de todo Nietzsche, e Isabel Díaz Ayuso, Pablo Casado o Santiago Abascal aplaudirían eufóricos. Porque la verdad no es otra cosa que un cuento contado de la mejor manera posible, podría apostillar ese estafador llamado Steve Bannon. Cuéntese, gánese el poder y haga usted de cada mentira una verdad en marcha. Ningún sofista añadiría un punto o una coma.

Ciertamente, toda mentira está definida por un choque y una intención. La oposición entre el pensar y el decir, por un lado, y el objetivo de engañar a alguien, por el otro. Escribe Margaret Atwood que, allí donde hay una historia, hay una comunidad para escucharla. Es decir, que el yo es siempre un nosotros, tanto para hablar como para escuchar. Quizá esta es la razón del éxito de los cuentos y de las mentiras. No es sólo su capacidad para ahuyentar monstruos, sino su habilidad para conectarnos en torno al fuego. Fuera del cuento queda el mundo insondable al que solo puede aludirse mediante otro cuento, llamado conspiración, que lo neutralice y simplifique.

La trama conspirativa tiene su origen en la Revolución francesa. Los grupos descabezados por la guillotina, o asustados ante la marcha desbocada de la historia, solo pudieron explicar el nacimiento de la sociedad contemporánea mediante el esquema de la conspiración política

Alimentada por la incapacidad de comprender ese mundo incognoscible, la trama conspirativa tiene su origen en la matriz de nuestra era, la Revolución francesa. Los grupos descabezados por la guillotina, o asustados ante la marcha desbocada de la historia, solo pudieron explicar el nacimiento de la sociedad contemporánea mediante el esquema de la conspiración política. La guillotina desmontó el cielo y el absolutismo, bajando a Dios al cadalso y la verdad al campo de la lucha política. Los privilegiados, a excepción de mentes como la de Alexis de Tocqueville, vieron en este giro de la fortuna una conspiración de philosophes movidos por la maldad, el agravio y el rencor. Éste, sostuvieron, siempre mueve a quien menos tiene, pues a quien nada tiene, nada lo mueve.

Así nació el intento de cartografiar movimientos históricos dentro del corsé de la conspiración. Unos pocos revolucionarios profesionales, demagogos y despiadados, podían, con sus mentes como cuchillas, cortar los tendones de una sociedad entera. Ciertamente, la ausencia de esfera pública obligó a los revolucionarios a recurrir a la fantasía conspirativa, hasta que, después de las revoluciones de 1848, esta táctica, llamada blanquismo —por Louis A. Blanqui—, pasó a la escombrera de la historia. La sospecha, sin embargo, quedó intacta para quien quisiera utilizarla. Y ahí sigue, usándose sin disimulo y sin vergüenza.

Si bien todo el cine conservador sobre la Revolución —francesa o no— se nutrió de esta trama —y sigue haciéndolo, véase, a modo de ejemplo, El caballero oscuro: la leyenda renace (2012)—, en la década de 1970, sin embargo, la conspiración fue el mapa rudimentario que cierta izquierda empleó para pensar el nuevo mundo surgido del hundimiento del sistema de Bretton Woods y la crisis del petróleo. El cine de Hollywood posterior a los escándalos de los Papeles del Pentágono y del Watergate refleja este movimiento con desesperada nitidez. Todos los hombres del presidente (1976), El último testigo (1974) o Los tres días del cóndor (1975) son ejemplos palmarios.

En todos estos filmes se proyecta una tétrica imagen del Estado y sus alianzas con las corporaciones más oscuras. Y en todas ellas se ofrece una explicación sencilla, excéntrica pero plausible, de lo que sucede y no se comprende. Porque las conspiraciones tienen la virtud de hacer fácil lo difícil, de situar la mano —invisible— de los grandes intereses detrás de lo que es pura contingencia o necesidad impersonal de la historia. Ya que ésta, debemos recordar, está hecha por seres humanos, pero en circunstancias que ellos ni eligen ni controlan, algo de lo que los griegos ya nos advirtieron en sus tragedias. El mundo, dicho de otra manera, es indiferente e inmisericorde, y, ante esta realidad que hiere, la conspiración, como las creencias religiosas, calma, simplifica y coaliga en torno a un secreto que elige a los que se salvan. La conspiración, en definitiva, es un consuelo para los que miran el mundo y solo ven sombras que muerden y aúllan. Solo así se explica el éxito de los programas, manieristas y mórbidos como el fin de una era, de Iker Jiménez y compañía.

Las conspiraciones tienen la virtud de hacer fácil lo difícil, de situar la mano —invisible— de los grandes intereses detrás de lo que es pura contingencia o necesidad impersonal de la historia

Forjada por las derechas, la conspiración recurrió a una idea de verdad tradicional donde las haya. La verdad, decía Mulder en Expediente X, está ahí fuera, al otro lado de la caverna platónica. Lo verdadero, entendido como lo auténtico, está más allá de Matrix —otro hito de la cinematografía conspiranoica—, y se concibe como un secreto. Lo demás, se insiste, no solo es falsedad, sino engaño. Para las conspiraciones, el mundo es una farsa bajo la que el poder, siempre personalizado como el Dr. No, Goldfinger o Georges Soros, trata de conquistar el mundo. Como si éste, al decir del magnate Warren Buffet, no lo gobernaran los potentados a plena luz del día. Las reuniones en Davos de los gestores del asunto, retransmitidas por todas las televisiones, no parecen ni muy secretas ni muy ocultas. Pero lo importante, y aquí reside la paradoja de la conspiración, es minar todos los criterios de confianza en la posibilidad de alcanzar esa misma verdad que se escapa. Si todo el mundo miente, entonces, al mentir, se dice la verdad, y viceversa. La paradoja, finalmente, nos estalla, abruma y ciega. En esta situación, cualquier cosa puede tomarse por verdadera. Y, de mirar el mundo y ver Disneylandia, como hacía la clase media antes de la crisis de 2008, se pasa, sin revisión crítica, a ver una Plandemia.

Ya sean las Plandemias o la maldad china, ya sean las célebres palabras de Mariano Rajoy acerca del caso Gürtel —“No es una trama del PP, sino una trama contra el PP”—, la conspiración siempre tiene la misma función y la misma estructura

Ante esta confusión, las evidencias empíricas no echan por tierra la fe del que se abraza a su letanía. Una conspiración, lo repetimos, es una forma de religión destinada a ahuyentar miedos y a hacer comunidad en torno al fuego sagrado. Ya sean las Plandemias o la maldad china, ya sean las célebres palabras de Mariano Rajoy acerca del caso Gürtel —“No es una trama del PP, sino una trama contra el PP”—, la conspiración siempre tiene la misma función y la misma estructura. Pero, como en todo, hay que distinguir aquí entre los parguelas y los que cardan la lana. Porque unos creen a pies juntillas, y otros, cínicos resabiados, fabrican las pantomimas y las sombras que se asumen como verdaderas. A fin de cuentas, en la noche de las verdades todos los gatos son pardos y maúllan de la misma manera.

En esta noche cerrada donde todo se confunde, ¿qué hay de la llamada “verdad objetiva”? No hay nada, afirmaron Maquiavelo y Nietzsche, que le prendieron fuego a esta noción antes y después de que Kant nos dijese que era imposible conocer la cosa en sí misma. La verdad, acuchilló Michel Foucault, es un dictamen que descarta, prohíbe y produce realidad o mayor ceguera. No hay un más allá ni un sitio más profundo donde buscar el tesoro perdido de la razón disminuida. Este juego de sombras, el mismo que perturbó al tío de Hamlet en la obra de teatro que perpetró su sobrino, es toda la obra. La nostalgia por lo absoluto, por esa figura con mayúscula llamada Dios, Razón, Verdad, Valor o Sentido, arde entre los flashes y pitidos de la sociedad contemporánea. Y, sin embargo, el problema es muy otro: no es que no haya valor ni sentido, es que hay demasiado de ambas cosas y demasiado poco de lo que Bertrand Russell y Gottlob Frege establecieron con el nombre de referencia, la cosa de la que se habla.

En esta sobreproducción de sentido la conspiración prende, y el uso de la mentira, ahora llamada posverdad, se extiende. Lejos de revelar esa nostalgia por lo absoluto o por lo objetivo, las constantes mentiras de las derechas revelan una naturaleza nietzscheana cruzada con la herencia envenenada de Carl Schmitt. Schmitt, para quien todo estaba permitido, dejó preparado el asalto a la verdad y la razón en nombre del poder. Ante la ausencia de lo absoluto y la sustitución de lo verdadero por lo plausible, se asume que la verdad carece de fundamento. Ésta bien puede ser una mentira, y viceversa, porque el único criterio de verdad es lo que funciona, esto es, la utilidad es el único juez que separa la paja del trigo. Si me entrega el poder o el voto, entonces, se afirma falazmente, es verdadero lo que digo y hago.

Este sueño de la razón, que produce monstruos como Donald Trump, sería imposible sin confundir sentido y referencia. Las conspiraciones, que nacen contra esta maraña, viven, al mismo tiempo, de ella

Este sueño de la razón, que produce monstruos como Donald Trump, sería imposible sin confundir sentido y referencia. Las conspiraciones, que nacen contra esta maraña, viven, al mismo tiempo, de ella. Es verdadero lo que tiene sentido, no lo que se basa en evidencias empíricas. No, desde luego, lo que puede ser falsado mediante una prueba. Allí donde hay dudas razonables, pues la ciencia, recuérdese a Kant, está lejos de abarcarlo todo, hay engaño, dice el pensamiento conspirativo. ¿Por qué? Porque no se admite que la razón funciona estableciendo hipótesis a partir de referencias a las que da un sentido lingüístico, y no con sentidos que buscan referencias ad hoc para demostrar su verosimilitud o eficacia. Dicho de otro modo, la ciencia no tiene respuestas, ni puede tenerlas, para todo; la conspiración, al igual que las pseudociencias, tienen de todo.

En este callejón sin salida se hace necesario rescatar la diferencia entre sentido y referencia. Sabido es desde Ferdinand de Saussure que el signo no se relaciona naturalmente con la cosa a la que denota, sino que lo hace a través de un sentido acordado y, por tanto, construido. El símbolo (la palabra) pierde su relación natural con su referente (la cosa). Entre ambos se abre una brecha de carácter metafísico, una noche inmensa en la que cabe todo y se puede decir cualquier payasada. Para una imaginación conspirativa, esta noche transforma lo verdadero en lo verosímil, es decir, la ciencia se diluye en retórica y la verdad como correspondencia con la referencia es sustituida por lo meramente plausible. Por ello, este gobierno es “socialcomunista” y cualquier medida que tome es la antesala de la expropiación masiva. Adiós a todas las amarras.

Al igual que el fuego de San Antonio, este fenómeno se aviva cuando el presente tiembla entre la pérdida y la turbulencia. En nuestro mundo actual, donde la verdad de los objetos que conforman nuestra vida reside, en última instancia, en los lugares más recónditos —véase este portátil hecho y montado en sitios ignotos para el que lo compra—, todo parece fuera de nuestro alcance. Este fetichismo de la mercancía es, en el fondo, la fuente de semejante misterio y la condición de posibilidad de todas las paranoias y las conspiraciones. Incapaces de cartografiar el mundo y renuentes a aceptar la incertidumbre en la que no se nos enseña a vivir, la conspiración, que busca la verdad al mismo tiempo que la destruye, aparece como el único instrumento adecuado para un pensamiento mutilado. Las derechas actuales lo saben. Frente a ello solo queda una opción, y ésta no pasa por combatir en el mismo campo. Contar cuentos o milongas siempre ha sido patrimonio de los que legitiman la brutalidad y el dominio. Solo un gesto es posible: recuperar la diferencia entre el sentido y la referencia. Señalar la Luna, y hacerlo una y mil veces; afirmar que hay Luna, que es razonable que esté allí y que debe ser mirada y anhelada, aunque no podamos verla tal cual es ella en sí misma. Pero esta incapacidad no debe ser fuente de suspensión del juicio, sino su más potente gasolina.

Arrebatar la verdad a la conspiranoia es la única manera de combatir a quien vive de hundirla en la posverdad o la mentira. Recuperar lo que de incómodo tiene en nuestro contexto la filosofía analítica es la manera. Podemos discutir sobre el sentido, pero no debemos hacerlo sobre la referencia. No todo es cuento y retórica; no todo son sombras que danzan en la noche cerrada. Solo así podremos patear el tablero que las derechas han forjado en mentiras, titulares y monedas. Solo estableciendo que una cosa es la referencia de la que hablamos y otra el sentido que le damos, podremos recuperar lo que hemos perdido. Decir la verdad es el primer acto político. Obstinarse en ello, al decir de Orwell, es un acto revolucionario. Y esta verdad es tan antiguamente nueva que resulta, incluso hoy en día, escandalosa.

Sobre este blog
Un espacio de encuentro y debate para personas que participan o están en los alrededores de ese difuso cuerpo conocido como Movimientos Sociales.
Ver listado completo
Cargando valoraciones...
Ver comentarios 6
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Cargando relacionadas...
Sobre este blog
Un espacio de encuentro y debate para personas que participan o están en los alrededores de ese difuso cuerpo conocido como Movimientos Sociales.
Ver listado completo

Asturias
Las Seis de la Suiza consiguen el tercer grado penitenciario a la espera del indulto prometido por el Gobierno
Las sindicalistas podrán cumplir su condena en régimen de semilibertad y durmiendo en la cárcel. Se prevé que las manifestaciones continúan a la espera del indulto prometido por la vicepresidenta Yolanda Díaz, aún sin fecha de posible aprobación.
Laboral
Legislación laboral en condiciones de calor extremo: existe pero ¿se aplica?
Los sindicatos y expertos demandan mejoras en los reglamentos, que muchas veces dejan en manos de la buena voluntad de las empresas aplicar medidas de protección en alertas meteorológicas.
Portugal
La derecha y la extrema derecha portuguesas acuerdan una ley antimigrantes sin precedentes
El Parlamento luso aprueba una ley que endurece los requisitos para la obtención de nacionalidad a los extranjeros, incluyendo a los lusófonos, y limita extraordinariamente los supuestos de reagrupación familiar.
El Salto n.79
Galicia dice 'no' al capitalismo verde y en el último número de la Revista El Salto te lo contamos
Ya está disponible el número 79 de nuestra revista, en el que destacamos la investigación y el rechazo social que encuentra el proyecto de macrocelulosa de la multinacional Altri.
Euskal Herria
La transferencia a Euskadi de los subsidios de desempleo se atasca
La reunión entre Pradales y Sánchez ha servido para pactar el traspaso de algunas prestaciones familiares, pero aún no ha prosperado la negociación sobre los subsidios de desempleo con el Ministerio de Trabajo y Economía Social.
Incendios
El vecindario de la Cañada responsabiliza del incendio a Ayuso y denuncia la actuación de Emergencias
Un total de 19 dotaciones de Bomberos acudió a sofocar un incendio en el sector 6, afectado por cortes de luz desde 2020, como vienen denunciado vecinos y organizaciones.
Grecia
Grecia muestra su peor cara ante el aumento de llegadas de personas migrantes a Creta
El país heleno suspende, durante los próximos tres meses, los procedimientos de asilo para las personas migrantes que lleguen por mar desde el norte de África.
Torrejón de Ardoz
Torrejón clama justicia por Abderrahim un mes después de que muriera asfixiado por un policía de Madrid
La plataforma Justicia por Abderrahim ha querido sacar músculo en las calles de la ciudad y honrar la memoria del vecino magrebí fallecido estrangulado por el agente municipal.
Palestina
El ataque de Israel a una iglesia indigna al Gobierno francés, que sigue sin hacer nada contra el genocidio
Eslovenia se convierte en el primer país europeo en prohibir la entrada y en imponer sanciones contra jerarcas del régimen de Tel Aviv.

Últimas

Comunidad El Salto
El Salto estrena nueva página: una web como una casa
Después de un año de trabajo, lanzamos en julio la nueva web de El Salto, con un nuevo diseño, pero, sobre todo, con una nueva Zona Socias llena de ventajas para las personas que hacen posible El Salto con su apoyo.
Cómic
Simon Hanselmann y el arte de lo obsceno
Simon Hanselmann se ha convertido en el verdadero ‘enfant terrible’ del mundo del cómic ‘underground’. Un artista de lo obsceno, titiritero del universo gestado en torno a los incorregibles Megg, Mogg y Búho.
Región de Murcia
Más de mil organizaciones piden que se castiguen los discursos de odio que incentivan las agresiones racistas
Colectivos sociales, migrantes y antirracistas convocan concentraciones en decenas de ciudades para mostrar el rechazo ante las agresiones racistas y xenófobas en Torre Pacheco y exigir responsabilidades a los incitadores.
El Salto Radio
Yupanqui, la música en colectivo
Jóvenes con raíces latinoamericanas generan espacios de encuentros y formación en Madrid.
Región de Murcia
Bulos y algaradas: la estrategia internacional para promocionar el supremacismo
La campaña en redes de Torre Pacheco ha replicado el modus operandi que instigó los disturbios racistas de Inglaterra el pasado verano.
Estados Unidos
No es una guerra de Trump contra el fentanilo, es una guerra contra los pobres
Donald Trump revive la War On Drugs firmando una nueva ley que establece penas mínimas de diez años contra los traficantes del opiáceo.
Más noticias
Justicia
Organizaciones civiles y de derechos humanos piden protección para el hijo menor de Juana Rivas
Consideran la orden de entrega del hijo menor de Juana al padre como una grave desprotección infantil al ignorar el proceso penal italiano por presunto maltrato contra Arcuri y la minimización previa de las denuncias de violencia del hijo mayor
Francia
Francia se ensaña con los más desfavorecidos con su nueva batería de recortes
El primer ministro galo, François Bayrou, quiere congelar pensiones, ayudas sociales y salarios de funcionarios con un agresivo plan de austeridad que deja indemnes a los más ricos.

Recomendadas

Pensamiento
Nuria Romo
“Los procesos de medicalización no son neutros, se hacen sobre todo hacia las mujeres”
Catedrática de Antropología Social y Cultural, Nuria Romo Avilés lleva más de dos décadas compaginando la investigación con perspectiva de género acerca de drogodependencia con la docencia en la Universidad de Granada.
Comunismo
Jodi Dean
“Sin organización, los movimientos surgen y desaparecen como setas”
La politóloga e historiadora Jodi Dean ha estado en Barcelona para reivindicar el poder de las organizaciones políticas y de la camaradería. En la actualidad trabaja sobre el neofeudalismo y la reconfiguración de la clase trabajadora.
Arte contemporáneo
Palabras contra el poder: la vigencia radical de Barbara Kruger
La primera retrospectiva completa de Barbara Kruger en España presenta los distintos formatos y soportes con los que ha trabajado en las últimas cinco décadas: ‘paste-up’, instalaciones de vídeo, obras en LED y vinilos murales.
Málaga
Málaga, el punto de inversión para los fondos israelíes a pie de playa
Diversos fondos de origen israelí están presentes en proyectos urbanísticos de Málaga influyendo en la turistificación de la provincia mientras se enriquecen con la ocupación de Palestina
Comentarios 6

Para comentar en este artículo tienes que estar registrado. Si ya tienes una cuenta, inicia sesión. Si todavía no la tienes, puedes crear una aquí en dos minutos sin coste ni números de cuenta.

Si eres socio/a puedes comentar sin moderación previa y valorar comentarios. El resto de comentarios son moderados y aprobados por la Redacción de El Salto. Para comentar sin moderación, ¡suscríbete!

Cargando comentarios...