We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Junta de Andalucía
Bæticorum Rex
La pugna de PP y Ciudadanos por renovar las instituciones de la Junta tiene un nuevo capítulo: Juanma se crea un escudo propio.
Los reyes que sucedieron—y sobrevivieron— al caos de la caída del Imperio Romano adoptaron sus títulos regios en referencia a sus pueblos: Rey de los Visigodos, Rey de los Francos, Rey de los Anglos y Sajones… Más tarde, con el creciente fortalecimiento de las monarquías en la Alta Edad Media y la creación de entidades más o menos coherentes, los reyes se sintieron lo suficientemente poderosos para reclamar su soberanía sobre los territorios en los que gobernaban: el rey de los Francos ahora lo era de Francia, el de los anglosajones, de Inglaterra, y así por toda Europa. Los estados europeos pertenecían al monarca, y no a sus pueblos, y de ese modo se mantuvo hasta la caída del Antiguo Régimen. Hasta que en los últimos estertores de la Revolución Francesa Napoleón se proclamó Emperador de los Franceses. Su posición, pese a autoritaria, dependía de la voluntad y el apoyo del pueblo; Francia era de los franceses, no del rey. Hoy en día, los monarcas de Bélgica son reyes de los Belgas. Y en el sur tenemos a Juanma I, Presidente de todos los andaluces. Bæticorum Rex.
El nuevo escudo está “timbrado por una corona real—en esa dicotomía constante del PP de intentar cuadrar el regionalismo dentro del españolismo— y rodeado de una corona de laureles como quien se premia a sí mismo”
Desde su llegada al gobierno autonómico hace año y medio ya, PP y Ciudadanos han ocupado la Junta de Andalucía con cautela. Cuarenta años de dominio socialista han marcado la máxima institución andaluza, algo de lo que no pueden deshacerse ni en uno, ni en dos, ni en cuatro años. Sobre todo si quieren volver a sentarse en San Telmo en 2022. El PSOE ha ganado y gobernado con soltura en Andalucía durante toda su etapa democrática; ahora, Juanma gobierna desde la segunda posición, en una coalición minoritaria, y con un socio problemático y volátil como es Vox. Por eso Moreno Bonilla insiste, él no es Presidente de Andalucía. Él es el Presidente de Todos los Andaluces. Así, con mayúsculas y con un discurso convergente y bastante más centrista de lo que podía esperarse tras las elecciones de 2018, el popular hace gala de un andalucismo hasta ahora oculto tanto en él como en su partido. Ya lo dijo él en una entrevista reciente a El País: soy andalucista de siempre, de corazón, pero tengo un activismo andalucista desde que soy presidente del Gobierno andaluz, es mi obligación. En esa misma entrevista, habla de un «cambio tranquilo, razonable, pero inexorable». Un cambio que va más allá de lo político.
El cambio del logo y línea gráfica de la Junta de Andalucía tras casi treinta años de vida supuso un shock para todos los andaluces. Más allá de lo adecuado o no del sustituto—condenado de por vida a ser eso, un sustituto del original—, su adopción no fue más que un reflejo de la estrategia del gobierno al que representa. Un gobierno que se autodenomina del cambio, y que lleva por bandera deshacerse del legado del Partido Socialista. Y no ha sido el único cambio. En su nuevo andalucismo Moreno Bonilla se ha propuesto renovar y revitalizar la imagen corporativa de Andalucía y sus instituciones. Desde hace unos meses nos sorprende con un pin del escudo andaluz en la solapa del traje. Y ahora, en sus constantes comparecencias a causa de la crisis del coronavirus, aparece en un atril sobrio y elegante con un único escudo hasta ahora nunca visto. Con un diseño similar a las Medallas de Oro de Andalucía que se entregan cada 28 de Febrero, timbrado por una corona real—en esa dicotomía constante del PP de intentar cuadrar el regionalismo dentro del españolismo— y rodeado de una corona de laureles como quien se premia a sí mismo, alberga una leyenda: “Presidente de la Junta de Andalucía”. Juanma se ha creado su propio escudo, siguiendo la línea de otros gobiernos regionales. La Lehendakaritza tiene su propio estandarte presidencial, y el President de la Generalitat hace uso del emblema de las nueve barras; pero en Andalucía nunca habíamos visto algo similar. Y eso que el personalismo de nuestros presidentes y presidenta ha alcanzado picos elevadísimos.
El andalucismo es un arma potente, pero de uso restringido. El 77% de los andaluces se siente tan andaluz como español, una mayoría aplastante que se repite en los electorados de todos los partidos
Si bien, no ha sido el único cambio. El uso de redes y la mejora del grafismo en las cuentas de Twitter e Instagram se han hecho notar durante la crisis (no alcanza la excelencia, pero sí lo decente). Igualmente, el pasado 28F las Medallas de Andalucía se estrenaban con un nuevo formato por categorías calcado de las Medallas de la Generalitat de Catalunya, en una gala que de tan mediática y “andaluza” a veces rozó lo esperpéntico. También ha habido errores nefastos, como ese de encargar un pendón bordado del Escudo de Andalucía para presidir la procesión de la Virgen de la Victoria, patrona de Málaga, que causó risas en el hemiciclo sevillano y que no puede evitar parecer un intento de imitar el uso de la Real Senyera en las Fallas o el Corpus de Valencia. Sin embargo, estas acciones han bastado para dejar clara las intenciones del Presidente Moreno Bonilla.
Y es que el andalucismo institucional, ese que se encarga de vestir al gobierno y las instituciones de pompa y simbolismo propio, siempre ha estado rezagado. Empezó fuerte en la Transición y en los primeros años de la autonomía del artículo 151. Sin embargo, a medida que el PSOE se acomodaba en Sevilla y en Madrid, el proyecto autonómico fue decayendo. En Moncloa mandaban y en San Telmo asentían, y la Junta se convirtió en aliado—vasallo, mejor dicho— del PSOE central. Prueba de ello es el enjambre de incoherencias que rodea a la autonomía andaluza: una policía autonómica creada por deseo de emular a los Mossos y la Ertzaintza, y que permanece incompleta y sin plenos poderes; un sinfín de competencias aún por reclamar al gobierno central guardadas en los cajones del Hospital de las Cinco Llagas; y un estatuto reformado que no supuso ninguna diferencia para las vidas de los andaluces. Andalucía ha ido creciendo a la sombra de otras comunidades, reclamando lo que daban a Cataluña y País Vasco en ese constante empeño y complejo de no ser menos—pero nunca desde el deseo de llegar a ser más. Y así 40 años.
A Moreno se le está poniendo cara de Feijóo intentando mantener el equilibrio entre particularidad regionalista y el nacionalismo español de su partido
El andalucismo es un arma potente, pero de uso restringido. El 77% de los andaluces se siente tan andaluz como español, una mayoría aplastante que se repite en los electorados de todos los partidos, incluido Vox. Por eso Juanma, a diferencia de otros líderes populares condenados a encadenar derrota tras derrota en Andalucía, sabe que las reivindicaciones de nuestra tierra y el andalucismo son su mejor baza para permanecer en el poder. Es algo que ya hicieron Fraga en Galicia y el PP en Valencia, por eso a Moreno se le está poniendo cara de Feijóo intentando mantener el equilibrio entre particularidad regionalista y el nacionalismo español de su partido. Y por eso la renovación de la imagen de la Junta se basa en dos pilares fundamentales: la desaparición del pasado socialista y la reivindicación de lo andaluz. El signo de los tiempos ha querido que Moreno coincida con un gobierno socialista en la Moncloa, lo cual no hace más que justificar ese empeño en vestirse de andalucista y postularse como defensor de los andaluces frente al gobierno central (o, tal vez, la relación sea al revés). Y así, protegido entre banderas y escudos, Moreno le exige a Sánchez mejor financiación autonómica, nuevas conexiones ferroviarias y la protección del campo andaluz.
Lo que queda claro es que este nuevo andalucismo del presidente popular está aquí para quedarse. Porque sólo así podrá convencer al electorado andaluz, que para su desgracia es mayoritariamente de izquierdas. Y porque sólo así puede zafarse de esa sombra negra y molesta que le supone Vox, y cuyo acercamiento puede causarle mucho daño en 2022. Por eso Juanma Moreno Bonilla se erige como Presidente de Todos los Andaluces. Por ahora.
Relacionadas
Andalucía
Pensar en andaluz Cine, diasporas y literatura de la vida cotidiana
Política
Comunidades Autónomas Desde el corazón de la Andalucía rebelde al tercer bloque de las izquierdas soberanistas
Andalucismo
Pensamiento andalucista Un andaluz en la CEPAL, un diálogo con Francisco Albuquerque
Este tipo, ni el equipo de gobierno que comanda ni sus socios que lo mantienen, cree en Andalucía. Ni cree ni la quiere, porque añadirle una corona borbónica significa sometimiento de un Pueblo al imperialismo español. Es una estrategia a largo plazo la que utiliza la derecha españolista que gobierna la Junta de ir minando y desmantelando la autonomía poco a poco. Los símbolos, algo tan sensible y representativo, son lo primero, y ya van dos en tan poco tiempo de gobierno. Algo realmente demostrativo.
Moreno Morilla ha trasladado las corona de laurel y real, del estandarte del golpista, dictador y genocida Franco al escudo de Andalucía, y li ha hecho porque es su ídolo.
Por favor, publicad solo a gente que sepa escribir si no es mucho pedir