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Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)
30 y 40 años de Zapatismo: Aprendiendo de una rebelión que no se quedó en utopía
A principios de los años noventa, mientras el capitalismo en nuestras geografías europeas aparecía como panacea, la mercantilización y el consumo como los únicos modelos de vida, así como las resistencias (de izquierda y no solamente de la izquierda) parecían menos convincentes e inspiradoras, apareció en Chiapas el movimiento zapatista, hombres y mujeres que exigían lo radical, lo obvio: “para todos, todo”. Hablaron de la injusticia social que respondía al nombre de neoliberalismo y, al mismo tiempo, a través de sus llamados “intergalacticos”, nos pidieron unirnos para resistir al enemigo común, algo que siguen haciendo hasta el día de hoy.
Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)
30 ANIVERSARIO DEL LEVANTAMIENTO DEL EZLN ¿De qué izquierda hablan? Desde la mirada Zapatista, el régimen de López Obrador se ve a la derecha
Habría sido difícil prever aquel entonces que 30 años después del levantamiento y 40 años desde la fundación del EZLN, los y las zapatistas podrían seguir estando ahí, luchando con persistencia, creatividad y dignidad contra el capitalismo. La «inevitable» fatiga, desmovilización o regresión que sigue a cualquier acción colectiva de confrontación a medio o largo plazo no se confirma en su caso. Al contrario, continúan con determinación, responsabilidad colectiva y organización planificando para siete generaciones adelante. Es muy interesante entender por qué esta predicción determinista del debilitamiento, erosión y eventual desaparición de su movimiento –tan esperada por todos los gobiernos de México– no se ha confirmado ni un solo momento a lo largo de los años.
Intentaremos, a través de un silencioso viaje hacia atrás, sin referencias explícitas a los grandes y pequeños momentos de su resistencia (al fin y al cabo son muchos) –sin referencias a héroes y heroínas–, tratar de captar las razones por las cuales el levantamiento zapatista no se quedó en utopía. Es decir, hablar de lo que hemos aprendido de ellas y ellos, lo que explica en gran medida las razones de su resistencia y de nuestra solidaridad de siempre con su lucha y con lo que nació después del levantamiento del 1 de enero de 1994. Un levantamiento que entonces parecía impensable, como hoy parece impensable todo levantamiento.
Son para nosotros una fuente constante de inspiración y, al mismo tiempo, un reto de 30 años para unirnos a ellos en la lucha común contra la barbarie capitalista
Siguiendo las huellas de su camino, de sus palabras, de su acción colectiva y de la organización de su autonomía a lo largo de los años, tal como llegan a nosotros –filtradas, casi inevitablemente, a través de nuestra propia visión política y de las formas en que resistimos a la barbarie del capitalismo–, sentimos ante todo la necesidad de expresar nuestra profunda gratitud por lo que hemos aprendido de ellas y ellos. Son para nosotros una fuente constante de inspiración y, al mismo tiempo, un reto de 30 años para unirnos a ellos en la lucha común contra la barbarie capitalista. Porque nos consideramos y formamos parte de “ese corazón colectivo” que lucha contra la explotación, la represión, el saqueo y el desprecio hacia los humildes.
Desde este punto de partida ubicamos cinco claves, cinco razones por las que el movimiento zapatista continúa tan vivo y tan vigente: la cosmovisión, la práctica, los modos, la palabra y la autocrítica de las comunidades. Estas claves son decisivas en nuestras propias luchas. A pesar de nuestras diferentes formas de hablar y de resistir, a pesar de nuestras diferentes historias, sus llamadas –poéticas y lúdicas– han abierto canales de comunicación a lo largo de los años, de modo que su pensamiento alimenta el nuestro, su acción penetra la nuestra, su responsabilidad y resistencia colectivas provocan nuestra inercia, y su discurso rompe las certezas y el rigor de nuestro discurso político.
Cosmovisión
Su cosmovisión tiene como prioridad la vida, la naturaleza y la humanidad, y se hace realidad a través del paso colectivo de pequeñas comunidades políglotas. Frente al capitalismo destructivo que convierte todo en mercancía –personas, tierra, agua, montañas– en busca del mayor beneficio aquí y ahora, las comunidades zapatistas luchan por una coexistencia equilibrada del hombre y de la naturaleza, dando otra dimensión al tiempo y, en última instancia, a la vida misma. Este paso colectivo no se limita a las tierras liberadas de Chiapas, sino que da espacio a los pueblos indígenas de México a través del Congreso Nacional Indígena (CNI), para defender su lucha contra la acumulación agroindustrial, minera, energética o turística en sus tierras de todo México. Una lucha difícil pero necesaria ante los megaproyectos agresivos de los gobernantes y sus empresas -tren maya, por ejemplo- como ocurre en nuestra geografía y en todas las geografías que luchan contra la minería, el desvío de ríos, los aerogeneradores, la destrucción de bosques, etcétera.
Autonomía
La autonomía en la práctica, producto de las experiencias históricas y de la imaginación política colectiva, ha demostrado durante treinta años que cuando los pueblos no siguen los mecanismos de los partidos, no aceptan al Estado como el gran benefactor, ni abrazan la verdad única de Dios y del Patriarca, no terminan necesariamente en la resignación y la desaparición. Por el contrario, en las comunidades zapatistas se construyen día a día las condiciones para una vida digna, se fortalece la autonomía a través del trabajo colectivo y la corresponsabilidad, y se fortalecen los lazos comunitarios como forma de vida basada en el cuidado y en el cultivo de la tierra.
Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)
30 ANIVERSARIO DEL LEVANTAMIENTO DEL EZLN Los cambios en la Autonomía Zapatista
La creación de los Caracoles y las Juntas de Buen Gobierno en 2003, además de las estructuras autónomas de salud, educación, justicia, las cooperativas agrícolas ya existentes, surgieron de procesos dialógicos, así como la nueva forma del común, la “Tierra sin papeles”. El compartir y cuidar colectivamente las tierras recuperadas por pueblos zapatistas junto con pueblos no zapatistas nació recientemente de los mismos procesos. En estas estructuras de autonomía zapatista todos y todas pueden trabajar en la educación por un tiempo, luego en la tierra, luego en el hospital, de acuerdo a las necesidades, a los valores de la comunidad y a las metas colectivas, en lugar de la ganancia propia. Dentro de estos marcos interdependientes de principios, reglas, prácticas e instituciones, independientes del Estado como procesos de aprendizaje, la acción personal y social cobra sentido y valor en la medida en que aseguran la vida en el hoy y el mañana
“Sin las mujeres, esta lucha no sería para el pueblo sino para el hombre”, subrayan, considerando que los cambios en la vida de las mujeres no son un elemento secundario de su lucha
Las mujeres desempeñan un papel importante en el sostenimiento de las estructuras autónomas. El fortalecimiento de la acción político-social de las mujeres, estrechamente vinculado a la construcción de la autonomía, se conquista en la práctica con y contra las tradiciones de los pueblos indígenas y se expresa a través de un discurso político vivenciado. “Sin las mujeres, esta lucha no sería para el pueblo sino para el hombre”, subrayan, considerando que los cambios en la vida de las mujeres no son un elemento secundario de su lucha. Evidentemente, implica enfrentamientos con las ideas conservadoras y la moral patriarcal de los hombres -padres, esposos, compañeros- arraigadas en las comunidades indígenas desde hace más de 500 años. El compañerismo, el trabajo colectivo y el coraje de las mujeres consiguen derribar la triple esclavitud, de clase, raza y género, en la que viven y crear uno de los pocos lugares del mundo donde no se registra ningún feminicidio desde hace muchos años. Un lugar donde las mujeres pueden sentirse contentas y en seguridad. La importancia de la lucha de las mujeres zapatistas se hace aún mayor si tenemos en cuenta que México registra una media de diez feminicidios al día, es decir, siete a cada diez mujeres del país han sufrido violencia al menos una vez en su vida.
Los modos de hacer
Los modos zapatistas, desde su surgimiento, y sobre todo lo que siguió al 1º de enero de 1994, revirtió mucho de lo que habíamos conocido hasta entonces. Precisamente porque la insurrección y el movimiento zapatista en general lograron aglutinar elementos contrarios o ausentes en la historia de las luchas. Puso en primer plano formas de pensar, expresar y organizar la lucha armada, la construcción de la autonomía y la articulación entre ambas. Esto es muy diferente a los paradigmas históricos revolucionarios anteriores, son formas que se orientan firmemente hacia la vida y no hacia una política de la muerte.
La insurrección zapatista es llevada a cabo por un movimiento guerrillero que “aborrece las balas”, no busca la muerte y habla con ternura de sus muertos en el tiempo, pues, como nos lo han contado en varios de sus comunicados, los muertos acompañan sus pasos desde los primeros años de su lucha (1984-1994) cuando aún se preparaba el tiempo y la forma de la insurrección. Los y las zapatistas se refieren a menudo a la importancia que tiene para ellos la memoria, subrayando que la peor muerte posible es la muerte por olvido. Esta entrañable relación, “conversación” y aprendizaje con los muertos como parte de la planificación organizativa colectiva en el presente estaba hasta ahora ausente de la historia de varios movimientos en el mundo. Hasta su aparición, los héroes muertos de los levantamientos del pasado eran reivindicados a través de las luchas futuras, las resistencias del presente deben -entre otras cosas- rendir homenaje a las luchas de los antepasados, pero siempre en tiempos históricos distintos.
Hasta entonces dominaba la idea de que cuantos más héroes y heroínas tuviera una lucha insurreccional, más importante y grande parecerá. Entonces, una guerrilla cuyos soldados llevan armas de madera, se identifican como “sombras de una tierna rabia” que “luchan por el privilegio de ser una semilla bajo la tierra” y “marchan bailando”, rompe las normas insurreccionales tal y como se han configurado históricamente en las luchas de los de abajo. Mucho más, rompe con los estereotipos militantes y duros cuando el ejército espera a que comunidades completas políglotas -mujeres, hombres, niños- decidan si van o no a la guerra, cuando procede “escuchando y mandar obedeciendo”. Todo lo anterior se resume acertadamente en el letrero a la entrada de Oventic: “Está usted en territorio zapatista. Aquí el pueblo manda y el gobierno obedece”.
La “poética de la insurrección” no en términos literarios, sino principalmente filosóficos, no quita importancia al papel de la organización y de la responsabilidad, no aparta a la gente de la lucha organizada
Su palabra a través de los comunicados
La palabra de sus comunicados y sus llamados, como otra forma de ver las cosas, es esencial en su lucha. No “adorna” sus acciones, sino que es un elemento intrínseco de su forma de hacer política. La “poética de la insurrección” no en términos literarios, sino principalmente filosóficos, no quita importancia al papel de la organización y de la responsabilidad, no aparta a la gente de la lucha organizada. Es un lenguaje que se agudiza en la acción, y ésta a su vez agudiza la acción. Un discurso que abre perspectivas en un mundo asfixiantemente cerrado, que afecta la mirada de los de abajo estén donde estén. Un ejemplo típico es que donde antes hablábamos de tiempo y espacio ahora nos referimos a “calendarios y geografías”. El cambio parece mínimo, pero es significativo si tenemos en cuenta que el calendario es un discurso sobre el tiempo y las geografías son una escritura (discurso) sobre el espacio que impulsa a los movimientos a unirse “y lo que es de aquí y lo que es de allá dejen de ser de aquí y de allá, y se conviertan, por fin, en un puente que desafíe calendarios y geografías”.
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30 ANIVERSARIO DEL LEVANTAMIENTO DEL EZLN Los retos del zapatismo hoy: cárteles, gobierno y militarización
La autocrítica
Es difícil imaginar a los movimientos de nuestra geografía entrando en un proceso de autocrítica a través del cual puedan sintetizar y crear algo nuevo sin caer en el desmantelamiento y la desmasificación. Quizás este elemento, tan escaso o tan inexistente en nuestras propias resistencias, sea para nosotros lo más necesario. Nuestras iniciativas de movimiento suelen perderse en el silencio, a diferencia de los silencios y reflexiones de los y las zapatistas que “desean fervorosamente convertirse en el futuro”. Desde muy temprano, a pocos días del levantamiento, los zapatistas hablaban de errores por parte del EZLN, de “errores y excesos de los compañeros en los territorios insurgentes”. De manera similar, tanto inmediatamente después de la creación de las Juntas de Buen Gobierno (2003) como 20 años después (2023), se reconocen los errores y fracasos que casi inevitablemente ocurren “cuando pueblos enteros aprenden a gobernar”, cuando se construye una escuela para entender cómo gobernar, que a la larga hará nacer una nueva forma de hacer política. Ese proceso de valiente autocrítica ha llevado recientemente a la disolución de las Juntas de Buen Gobierno y a la creación “del común” y “la no propiedad”.
Todo lo anterior nos muestra por qué la rebelión no se quedó en utopía, aunque “falte lo que falte”. En los tiempos tan sombríos que vivimos, donde la resistencia se desanima, las guerras se multiplican y el capitalismo se vuelve más destructivo que nunca, las comunidades autónomas zapatistas son un oasis, una esperanza y un reto para nosotras y nosotros.