Opinión
Ahora más que nunca, no perdamos el curso
Seguir haciendo ejercicios y tareas sin que el profesorado pueda hacer un seguimiento del alumnado solo aumenta la brecha educativa que ya de por sí es grande. El alumnado de bajo rendimiento no conseguirá avanzar en aquellas familias que no tienen recursos para apoyar el aprendizaje.

La situación
Hace tres semanas que los centros educativos están cerrados por la pandemia de Covid19. Los niños y las niñas han visto su rutina totalmente modificada; es un colectivo que hasta el momento no puede salir de casa, salvo en ciertas excepciones. Independientemente de cada experiencia vital y de poder tener un ambiente complicado, las relativas tranquilidad y estabilidad mundiales han cambiado a un escenario catastrófico en el que las noticias y las personas adultas comentan la situación de alarma. A su alrededor, se habla de crisis, se habla de muertes, se habla de pocos recursos, se habla de miedo.
Sin embargo, dada nuestra poca educación emocional y nuestra inercia frenética del día a día, desde el primer momento fue de vital importancia seguir con la actividad académica. El primer lunes ya teníamos la manera de continuar los contenidos en casa. Antes de acabar la semana, se habían alzado diferentes voces pidiendo que se bajara el ritmo en dichas tareas. Se hacía referencia a las dificultades con los recursos tecnológicos, a los cambios de rutina en casa, a cómo afrontar el teletrabajo y el apoyo escolar, entre otras cuestiones; en definitiva, la situación para muchas y muchos era insostenible. Se pidió paciencia a toda la comunidad, efectivamente era comprensible que el profesorado y la Administración necesitaran adaptarse.
Se están desaprovechando los recursos y el tiempo, porque sí que hay contenidos que se pueden ofrecer a las familias y al alumnado, que son útiles para todos y todas y que impulsan la innovación educativa
La cuestión es que ya ha pasado el tiempo para adaptarnos y las medidas poco han variado. En Infantil, en Primaria y en la Secundaria obligatoria se lanzan tareas y el alumnado debe hacerlas en casa, tenga o no acompañamiento. Incluso conozco casos en los que el profesorado ha propuesto exámenes online en estas primeras etapas.
Pero seguir el curso de esta forma tiene más inconvenientes que beneficios. Ahora llegan las vacaciones y es momento de replantearnos seriamente cómo vamos a abordar el resto de semanas de confinamiento. Continuar con un modelo basado en lo académico no va a hacer bien a nadie. Acentúa las diferencias entre el alumnado de más y el de menos recursos, entre el alumnado más necesitado de apoyos y los que no necesitan tanto. Genera estrés adicional en casa, comprometiendo la comunicación asertiva entre las familias. Además, se están desaprovechando los recursos y el tiempo, porque sí que hay contenidos que se pueden ofrecer a las familias y al alumnado, que son útiles para todos y todas y que impulsan la innovación educativa.
En 2018 la OCDE publicaba el informe “Equidad en educación. Rompiendo las barreras de la movilidad social”. Dentro de las conclusiones el estudio señalaba que la escuela no cumple la función de dar las mismas oportunidades a las niñas y a los niños de situaciones desfavorecidas. Andreas Schleicher, director de educación en la OCDE, comentaba en torno a este informe que “los niños de familias pobres a menudo solo tienen una oportunidad en la vida, y esa es una buena escuela que les dé la posibilidad de desarrollar su potencial”. En un artículo preguntaban a José Saturnino Martínez, profesor de Sociología de la Universidad de La Laguna, cómo explicaba esa herencia del nivel educativo, contestando que el principal motivo es el “capital cultural familiar”. Explicaba que entre las familias “la gran diferencia es tener el conocimiento y las herramientas para hacer frente a un bajo rendimiento académico”.
Mi vivencia
En mi casa acompaño a mi hijo de cuarto de primaria y a mi hija de tercero de primaria en las tareas que les mandan desde el colegio. Tienen buenas notas, pero ahora mi hija tiene atravesadas las matemáticas y ha suspendido la asignatura. Gracias a que mi pareja y yo trabajamos en el sector educativo, estamos haciendo un apoyo que le ayude a sentirse capaz y motivada con la asignatura, porque el principal problema es que aún no ha conseguido aprender bien las tablas de multiplicar (que en demasiadas ocasiones se siguen enseñando de memoria en vez de a entenderlas) con lo que al estar haciendo divisiones se siente perdida, frustrada y no comprende nada.
Seguir haciendo ejercicios y tareas sin que el profesorado pueda hacer un seguimiento del alumnado solo aumenta la brecha educativa que ya de por sí es grande
El objetivo que nos hemos marcado es el de buscar actividades que le motiven, al tiempo que sigue haciendo las tablas de multiplicar: jugar a la rayuela con las tablas, jugar a los mercados, inventar problemas que contienen pequeñas divisiones, entre otras cosas. Si solo me centrara en hacer las cuentas de divisiones mecánicas del libro, estaría intentando que aprenda algo que no puede, porque es necesario primero saber las tablas de multiplicar y comprender el sentido de multiplicar y dividir. Pero aún peor, estaría alimentando su desgana hacia las matemáticas, porque al no comprenderlas le producen emociones negativas que bloquean su aprendizaje.
Las posibles consecuencias
Seguir haciendo ejercicios y tareas sin que el profesorado pueda hacer un seguimiento del alumnado solo aumenta la brecha educativa que ya de por sí es grande. El alumnado de bajo rendimiento no conseguirá avanzar en aquellas familias que no tienen recursos para apoyar el aprendizaje. Para poder equilibrar estas desigualdades se necesita calidad educativa y seguimiento especializado y ahora mismo no es posible, principalmente porque se necesita el ingrediente social y humano para acompañar al alumnado. Nuestro cerebro es social, cuando no se tiene al lado a nadie con quien estudiar, debatir o trabajar, es aún más difícil que se genere la atención necesaria para facilitar el aprendizaje.
Esta situación no solo afecta a las familias más vulnerables, en muchas casas se están viviendo realidades difíciles para seguir con el currículo de forma eficaz. Son personas que están preocupadas, trabajadoras y trabajadores del sector sanitario o de primera necesidad con mayor riesgo de contagio, personas que han sufrido ERTEs o despidos, propietarias de pequeñas empresas y personas autónomas preocupadas, gente enferma o con familiares enfermos o fallecidos, en casas pequeñas, además de limitaciones como la brecha digital o el poco tiempo presencial, son, entre otras, algunas de esas difíciles realidades. Pensar que sus hijos e hijas pueden estar perdiendo el ritmo en relación a sus compañeras y compañeros no ayuda, solo complica.
Sabemos que el estrés frena el aprendizaje e incluso daña el cerebro cuando las situaciones estresantes se alargan en el tiempo
Sabemos que el estrés frena el aprendizaje e incluso daña el cerebro cuando las situaciones estresantes se alargan en el tiempo. Si todos los días, además de atender situaciones complicadas en la familia hay que hacer las tareas escolares, la preocupación aumenta. Las familias no están preparadas para acompañar de forma asertiva las actividades académicas, es un trabajo que no suelen desempeñar y no parece el mejor momento para aprender. Esto desencadena mal ambiente y tensión, cuando lo más importante ahora para toda la familia es la calma y la paciencia.
También debemos atender a un importante riesgo para la salud infantil con estas dinámicas. Si el momento de hacer los deberes en casa provoca emociones negativas, como la tristeza o el enfado y la manera de sentir placer y felicidad es con el móvil, la televisión, la consola o el ordenador, provocaremos una enorme dependencia emocional hacia estas actividades, limitando el correcto desarrollo cerebral que es tan importante en la infancia y facilitando futuros problemas de adicción a los dispositivos. No se trata de que la tecnología sea mala, se trata de que es altamente adictiva y que el tiempo que se le dedica roba tiempo a otras actividades necesarias para un desarrollo sano. Por lo que es muy necesario aprender a usarla, en especial en las primeras etapas.
¿Qué pasará con el alumnado si conseguimos incorporarnos en junio a las clases presenciales? ¿Los evaluarán por sus conocimientos, como si de una selectividad se tratara?, ¿o no se tendrá en cuenta lo realizado en este tiempo? Sea cual sea la respuesta, será una desventaja para muchos y muchas, este curso o el siguiente, porque habrán aumentado las diferencias. Si luego se repite el contenido habrá alumnado desmotivado hacia lo que ya han aprendido y si no se repite habrá alumnado que se quede atrás.
No podemos dejar esa carga al profesorado, que demasiadas veces se siente presionado por la administración y las familias
No podemos dejar esa carga al profesorado, que demasiadas veces se siente presionado por la administración y las familias. En un sistema educativo basado en la competitividad, que presta más atención a las notas que al desarrollo integral de niñas, niños y adolescentes, ahora más que nunca puede ser nuestra oportunidad para cambiar esta inercia y hacer comunidad educativa. La comunidad que es tan necesaria para conseguir la calidad educativa. En un momento en el que sentimos que la solidaridad y el grupo es tan importante, qué mejor oportunidad para activar el colectivo educativo. Defendamos que nadie se quede atrás, una escuela de verdad para todos y todas.
Algunas propuestas
Se pueden plantear diversas soluciones. Para mí, algunas de las claves serían:
- Seguir mandando tareas cuyo contenido no sea el del currículo oficial, sino contenidos que tienen que ver con la escuela de familias:
- contenidos y actividades en torno a la educación emocional, la comunicación asertiva y la regulación de conflictos. Explicar a las familias su importancia en el aprendizaje, su relación con el rendimiento académico y su utilidad para el bienestar de toda la familia.
- Dar pequeñas nociones de cómo funciona el cerebro, sobre las hormonas que lo regulan y sobre la importancia del juego, las artes, la música, el movimiento o la naturaleza en el desarrollo cerebral. Ayudar a desterrar la idea errónea de que estas actividades nos sirven para “entretener”, sino que son la base de un cerebro bien cableado neuronalmente.
- Ofrecer pautas para educar en la co-responsabilidad en casa, en la gestión del tiempo, en el uso de tecnología, en lo afectivo-sexual...
- Estas actividades deben ser muy sencillas, las que según la neurociencia conectan con la motivación interna del cerebro humano, de manera que aunque haya familias que no puedan estar muy presentes o que no dispongan de muchos recursos, sea fácil que el alumnado las realice sin necesidad de acompañamiento. Teniendo una doble función, la de dar herramientas y contenidos al alumnado que son muy útiles para su desarrollo integral y su experiencia cultural y a la vez, educar también a sus mayores, para que puedan luego seguir haciendo feedback en la educación en casa.
- Escuchar música a diario, ofrecer música que eduque en valores, canales de youtube con música sobre muchos contenidos de cultura general, música que invite a la relajación y a la meditación…
- Hacer arte, manualidades, cocina, experimentos, actividades que sólo necesiten materiales que estén en casa o que se puedan comprar en un supermercado.
- Mostrar espectáculos de artes escénicas, teatro, cuentacuentos, títeres, etc., y pedir producciones propias en torno a estas propuestas. Dar especial importancia al movimiento, el deporte y la danza.
- Estar en contacto con la naturaleza, se puede ver un vídeo de naturaleza, un libro sobre naturaleza, cuidar alguna planta y estar el tiempo que se pueda al lado de la ventana o balcón, contando nubes, registrando temperaturas, jugando a describir lo que se ve por la ventana…
- Jugar con material no estructurado, dar espacio al aburrimiento para que surja la creación sin disponer de aparatos tecnológicos que limiten la creatividad, ofrecer tiempos para buscar proyectos propios, valorar el error y la búsqueda de soluciones, tener el humor como aliado
- Ofrecer los contenidos tecnológicos en soportes sencillos; como youtube y páginas educativas, de manera que tenga fácil gestión infantil y no abusar de la tecnología, equilibrando las tareas que necesitan estos soportes de modo que sean las menos y que las tareas mayoritarias sean las experienciales.
Estas claves son parte de la propuesta de innovación educativa en consonancia con los últimos estudios del funcionamiento del cerebro. Mucha la de formación permanente del profesorado trabajan este enfoque. Para que podamos implementarlas necesitamos el compromiso de toda la comunidad educativa hacia el mismo objetivo: Administración, equipos directivos, profesorado, familia y sociedad. Toda la comunidad unida para velar por la salud, la felicidad y por los intereses de la infancia y la adolescencia. Es una “asignatura” que tenemos pendiente, sería maravilloso que no “perdamos el curso” y aprovechemos la experiencia para mejorar el sistema educativo.
“Una prueba de lo acertado de la intervención educativa es la felicidad del niño o la niña” (María Montessori).
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