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Ecologismo
Cruceros, turismo y medioambiente: Málaga no está en venta
Como es costumbre en septiembre, el curso comienza con las movilizaciones ecologistas organizadas por Juventud por el Clima - Fridays for Future España. Desde 2019, cada año hemos presenciado diversas acciones en múltiples formatos durante la “Acción Global por el Clima”, impulsada por Fridays for Future a nivel mundial, con el fin de reclamar mayores esfuerzos en cuestiones climáticas y ambientales. Una muestra son las decenas de manifestaciones en diferentes localidades de España que se llevarán hoy a cabo.
En Málaga, la convocatoria es en La Plaza de la Marina a las 18:00 hrs. Marina Estrada, activista de Juventud por el Clima - FFF Málaga, incide en la necesidad de “repensar el modelo de turismo en Málaga” poniendo el foco en “priorizar el bienestar de sus habitantes y la protección del medioambiente sobre los intereses económicos de una industria que contribuye significativamente a la crisis climática”. Y es que Málaga ya salió a la calle el 29 de junio reclamando una “Málaga para vivir, no para sobrevivir” en una misma crítica hacia una ciudad mercantilizada. Y volverá a salir el próximo 20 de septiembre, bajo los lemas “La tierra no se vende” y “No hay agua para tanto turista”.
Tras un verano marcado por las altas temperaturas y el alto número de visitantes, el impacto de la turistificación en la vida de las personas y del territorio es también una de las principales preocupaciones ecologistas. Y es que, según el informe de Europarc, España es el país con mayor superficie de espacios naturales protegidos y con mayor biodiversidad de la Unión Europea, con 1.854 las zonas con alguna figura de protección. Desde Juventud por el Clima señalan que “la biodiversidad y los ecosistemas de estos parajes se encuentran amenazados por la crisis climática y el crecimiento sin control de actividades económicas como la agricultura intensiva de regadío, el turismo masivo, el urbanismo descontrolado o los macroproyectos de ampliación o construcción de grandes infraestructuras como el puerto de Valencia y los aeropuertos de Barcelona y Palma”.
En el caso de Málaga, la manifestación será la primera actividad de la 2ª edición del Ecofestival, una “iniciativa inédita”, organizada por una treintena de entidades y que tendrá un nutrido calendario de actividades culturales, lúdicas y festivas en la que estarán presente colectivos relacionados con la ecología en Málaga.
La manifestación pasará por puntos clave como la sede de EMASA, el Ayuntamiento y el Puerto comercial donde atracan los cruceros, donde las convocantes piden “responsabilidad a las administraciones porque las malagueñas y los malagueños no quieren perder su territorio, sus paisajes ni su identidad”.
“El objetivo del Ayto. de Málaga es convertir la ciudad en un destino clave para los cruceros sin que se haya realizado un estudio sobre el impacto social y medioambiental que esto tendría”
Los megacruceros que llegan a la ciudad de Málaga tienen una capacidad de entre 12.000 y 15.000 turistas, un hecho que hace saturar tanto el puerto como el centro histórico de la ciudad. De hecho, las estimaciones del año pasado calcularon la llegada de más de 500.000 cruceristas. La paradoja es que estos barcos, conocidos por sus planes de «todo incluido», no promueven que el turista consuma o disfrute del día completo en la ciudad, un hecho que no favorece al extendido argumento de los beneficios económicos que estos turistas dejan a su paso.
El foco de las protestas: los macrocruceros
En el marco del evento de Málaga Cruise Days también realizaron acciones de protesta activistas de Greenpeace junto a diversos colectivos ecologistas como Retoglobal.eu, Ecologistas en Acción y la Red Málaga por el Clima que denunciaban cómo “los cruceros son uno de los tipos de turismo menos sostenibles y más contaminantes, con un impacto económico bajo y un papel clave en el proceso de gentrificación y turistificación que afecta a la población malagueña”.
La protesta por el impacto socioambiental de estos barcos irrumpió una actividad organizada por la Autoridad Portuaria de Málaga, el Área de Turismo del Ayuntamiento de Málaga, Turismo y Planificación Costa del Sol y la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, con el apoyo de Fundación Málagaport y Suncruise Andalucía.
Carlos Bueno, activista de Juventud por el Clima de Málaga, señala que “el objetivo del Ayuntamiento de Málaga es convertir la ciudad en un destino clave para los cruceros, tanto como puerto base como de escala” sin que se haya realizado “un estudio sobre el impacto social y medioambiental que esto tendría” ni se haya evaluado “la capacidad de carga turística de la ciudad” o “el impacto en la contaminación del aire y del mar”.
“Un crucero promedio consume tanto gasóleo como 12,000 coches y sus emisiones son 100 veces más tóxicas debido al alto contenido de azufre del combustible que utilizan”
Entre las consecuencias ambientales más señaladas, nos encontramos con el vertido de enormes cantidades de desechos tóxicos al mar, las dañinas emisiones de dióxido de azufre o el consumo de gasóleo, siendo de las formas de turismo más emisoras de CO2. “Un crucero promedio consume tanto gasóleo como 12,000 coches y sus emisiones son 100 veces más tóxicas debido al alto contenido de azufre del combustible que utilizan”, especifica Bueno. Todo esto sin profundizar en la salud de los océanos y la biodiversidad marina, afectada por la contaminación acústica submarina, del creciente tráfico marítimo liderado por cruceros.
Marcos Marchionno, miembro de la Asociación retoglobal.eu y Embajador europeo del Pacto Climático, explica que para el funcionamiento de los cruceros, estos “queman Fuel Oil pesado (Hidrofluorolefinas, HFO), es un combustible residual generado durante la destilación del petróleo crudo que contiene grandes concentraciones de azufre y metales formadores de cenizas”, que “contienen altos niveles de azufre, así como metales e hidrocarburos aromáticos policíclicos, muchos de los cuales tienen propiedades tóxicas, mutagénicas y/o cancerígenas”. Marcos también habla de otras emisiones como la de Gas Natural Licuado (GNL) o los biocombustibles que, a pesar de sus nombres “verdes”, “que sea menos malo no significa que no sea malo “. También señala el problema del tratamiento de las aguas negras, a pesar de que exista la normativa MARPOL que obliga a los barcos a descargar sus aguas a una distancia mínima de 3 millas de las costas si tienen instalaciones de tratamiento de aguas negras o sin tratar a más de 12 millas. Marcos explica como la propia normativa “permite según el Artículo 14.1, no aceptar, no cumplir una o varias disposiciones”.
“Desmentir el lavado verde”
Por ello, las protestas tenían como objetivo “informar a los participantes sobre la realidad oculta detrás del supuesto turismo sostenible que promueven los cruceros” así como “desmentir el lavado verde” que buscaban los cruceros y el Ayuntamiento con este evento. De esta forma señalaron que “en lugar de comprometerse con la sostenibilidad, los Málaga Cruise Days promueven un blanqueo ecológico de una de las industrias más contaminantes del turismo”.
Durante la inauguración del evento el concejal del Área de Turismo del Ayuntamiento de Málaga, Jacobo Florido, señalaba que “a Málaga le interesa ser referente en turismo de cruceros de lujo y de alto nivel”. El presidente de la Diputación de Málaga y de Turismo y Planificación Costa del Sol, Francisco Salado, habla de “convertir a Costa del Sol en un destino asociado a la calidad, la sostenibilidad, el lujo y abierto los 365 días del año”.
En esta batalla por la sostenibilidad, Marcos afirma la importancia de una adecuada educación ambiental “cuando hay fuertes indicios de que se están manipulando, tergiversando o directamente mintiendo sobre datos o informes en temas que afectan tanto al medioambiente como a la salud de los seres vivos”. Además, Marcos denuncia que “bajo la excusa de alargar la temporada de cruceros con el fin de mitigar la masificación, la realidad es que se ha extendido el periodo de intento de acaparamiento de llegada de cruceros y se ha logrado más turistificación de los residentes y mayor pérdida de la identidad local”.
“¿A quién beneficia toda esta destrucción?”
Es por ello que las habitantes de Málaga seguirán tomando las calles. Las activistas y expertas que estuvieron en las protestas señalan la necesidad de rechazar “cualquier plan de ampliación del puerto”. Esto es clave en Málaga, ya que los planes de urbanización en los alrededores del puerto ponen en peligro patrimonios culturales e históricos tan importantes como la Farola. Marina Estrada, de Juventud por el clima, denuncia que “la hiperturistificación conlleva una forma específica de degradación del territorio y de los ecosistemas y tiene efectos negativos sobre la gestión de bienes naturales limitados que están siendo explotados sin control, especialmente el suelo y el agua”.
“¿A quién beneficia toda esta destrucción?”, es la pregunta que se hacen desde los movimientos ecosociales. Estrada indica que “como suele ocurrir en el modelo económico actual, no es a las personas que aquí habitan sino al sector privado y a las grandes empresas”.
Por ello, se suma a la lucha ecosocial para exigir que “las instituciones actúen de inmediato para proteger los espacios y a las personas que dependen de ellos” así como “que se apueste por un futuro que sea compatible con la vida de las personas, la preservación de la naturaleza y los bienes comunes y la lucha contra el cambio climático”.