Artes escénicas
El monólogo para pensar por qué todos podemos ser Bob de ‘Twin Peaks’

El secreto de lo que pasó cuando eran niños los dos hermanos protagonistas de la novela El Reino (Reservoir Books, 2021), la última obra del escritor noruego Jo Nesbo, tiene mucho que ver con lo que plantea Bob o nunca nadie: la questione del consenso, una pieza teatral realizada por el colectivo Quemar las Naves e interpretada por Carlos Pulpón que el 28 de septiembre se estrena en la Sala Tarambana, dentro de la programación de la octava edición del Festival Surge Madrid.
En el libro de Nesbo, Roy y Carl, ya adultos, han de afrontar las consecuencias que sobre su vida ha tenido el hecho de que su padre abusara sexualmente de Carl, el hermano menor, mientras Roy lo escuchaba todo desde la litera de arriba sin poder hacer nada. La brutalidad de las agresiones sexuales, la violación en sus múltiples formas y el silencio sobre ellas son también temas que aborda Bob o nunca nadie: la questione del consenso, utilizando para ello otro producto cultural que los trató: la serie de televisión Twin Peaks, creada por David Lynch, en la que el asesinato de la adolescente Laura Palmer desvela, entre otras cosas guardadas bajo la apariencia de la normalidad de un pueblo tranquilo, una relación de abuso perpetrado por parte de su padre y mantenida en secreto.
En la obra, un audio en el que se escucha al periodista Carlos Pumares haciendo una crítica de Twin Peaks da la bienvenida a los espectadores, que reciben antes de sentarse un formulario con preguntas. “Si hay que englobarla en un género, consideramos que pertenece al de la conferencia performativa, aunque tiene un fuerte componente escénico. El formato de la conferencia nos permite articular las partes de la pieza desde un posicionamiento que nos interesa”, explica Pulpón sobre Bob o nunca nadie: la questione del consenso, un trabajo que puede ser visto como monólogo, performance, conferencia u obra de teatro, y en el que el público es “indispensable”, según razona su autor: “Uno de sus pilares es no centrarme en mí ni en mi experiencia, que está presente y la atraviesa por entero, sino en cómo tender puentes con el público, en cómo podemos plantearnos preguntas juntas o tomar conciencia de otras realidades. Además, al ser uno solo, no hay más interlocutor; y, aunque lo hubiera, no trabajamos con cuarta pared”.

El diario secreto de Laura Palmer, en el que contaba lo que no podía contar a nadie, toma parte en la obra y se escucha en una versión original que Pulpón va traduciendo y convirtiendo en otra historia diferente de abuso sexual, situada en Madrid durante el verano de 2020, en la que el agresor también se llama Bob, esa personificación del mal que aterroriza en Twin Peaks. “Una pregunta que intentamos lanzar es qué nos hace ser Bob porque es posible que todas podamos convertirnos en él o que otra persona nos lea así sin darnos cuenta. Creo que por el heteropatriarcado hemos asumido unos roles de género muy concretos que, desde luego, nunca ponen el foco en los cuidados”.
“Poder hablar sobre el consentimiento y la violencia sexual en voz alta es algo bastante político y relevante ya. Ahora bien, si el público se plantea en serio las preguntas que lanzamos y sale del teatro con ganas de saber más o removido, miel sobre hojuelas”, dice Carlos Pulpón, creador de la obra
Además de Twin Peaks, en Bob o nunca nadie: la questione del consenso también se alude a otros textos bien diferentes en los que el consentimiento y las violaciones están presentes: el Código Penal, Violación de Mithu M. Sanyal y Teoría King Kong de Virginie Despentes. La documentación de los abusos sexuales y generar discurso sobre ellos son asuntos importantes en esta obra, en la que sus creadores trabajan con el concepto de “injusticia epistémica”, como explica Pulpón: “No tener referentes de tus propias experiencias sociales provoca que no las comprendas. Necesitamos historias para entender el mundo, que es otra idea fundamental en Bob o nunca nadie: la questione del consenso. Hay muchas motivaciones para mantener un secreto —culpa, vergüenza, dar por hecho que es lo normal...—; pero no hablar, por difícil que sea, silencia en cierto modo. Sin embargo, evidentemente, aquí el responsable es el agresor y el sistema que lo ha propiciado”.

Pulpón celebra el momento histórico de visibilidad de las agresiones sexuales y cambio de mentalidad gracias a movimientos sociales como el #metoo y recuerda que en los últimos años “ha habido un boom de ficciones como I may destroy you o Una joven prometedora que han calado entre mucha gente”.
También asegura que en la preparación de esta obra, que entiende como un trabajo aún en construcción, ha aprendido que el tema del consentimiento “siempre te va a sorprender. Me gustaría simplemente dejarle espacio y ver qué le pasa a cada persona del público. Para mí, poder hablar sobre el consentimiento y la violencia sexual en voz alta es algo bastante político y relevante ya. Ahora bien, si el público se plantea en serio las preguntas que lanzamos y sale del teatro con ganas de saber más o removido, miel sobre hojuelas”.
Bob o nunca nadie: la questione del consenso es una producción de Quemar las Naves, un colectivo interesado en “las artes vivas, los nuevos lenguajes y la creación colectiva” formado por Pulpón e Itziar Manero. En sus palabras, lo que hacen es usar “el lenguaje audiovisual, códigos performáticos y la cultura pop para buscarle sentido a experiencias vitales”.

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