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Violencia machista
Violencia (machista) es cobrar 600 euros
Quizás las categorías que nos estamos dando para entender los diversos tipos de violencia, los actores con los que identificamos la fuente de la agresión, se vienen dejando demasiadas cosas afuera. Ojalá pudiéramos, en este 25N que no nos tendrá masivamente en las calles, que honraremos un poco para adentro, sentarnos a repensarlos.
En estos años, hemos aprendido mucho de violencia de género. Leyes y pactos de Estado, campañas y películas, talleres y artículos, debates y conferencias: la concienciación sobre el tema se expande, el rechazo a determinadas conductas en las parejas se extiende, y son muchas (y muchos) quienes pueden señalar discursos y relaciones que antes se consideraban normales como machistas y violentas.
Sin embargo, aquí sigue la violencia, y hay tantas mujeres que continúan sin poder escapar de ella. Aquí sigue la violencia machista aunque no haya un hombre agresor que ejerza como una especie de instrumento del patriarcado. Aquí sigue el malestar existencial, la poca libertad, el escaso poder que muchas mujeres tienen sobre sus vidas por el hecho de ser mujeres.
Aquí sigue la violencia, y hay tantas mujeres que continúan sin poder escapar de ella. Aquí sigue el malestar existencial, la poca libertad, el escaso poder que muchas mujeres tienen sobre sus vidas por el hecho de ser mujeres
Y es que quizás las categorías que nos estamos dando para entender los diversos tipos de violencia, los actores con los que identificamos la fuente de la agresión, o los marcos en los que consideramos se dan los ataques se vienen dejando demasiadas cosas afuera. Ojalá pudiéramos, en este 25N que no nos tendrá masivamente en las calles, que honraremos un poco para adentro, sentarnos a repensarlos.
Violencia psicológica
Quien le grita no es un hombre borracho y exaltado, quien le hace sentir una mierda no es aquel con quien compartió un proyecto de vida. Quien hace comentarios denigrantes sobre sus capacidades, su forma de vestir, o “esos pelos que me llevas”, no es un marido celoso, o un examante despechado. Es el señor bien vestido, sonriente con los clientes, que da la orden de pagar las nóminas a final de mes. Es su empleador.
Sabe que debería denunciarlo, pero le han enseñado a ser conciliadora y no plantear conflicto. Se siente culpable por no ser capaz de defenderse mejor. Y vuelve a pensar que debería denunciarlo, pero denunciar es un proceso largo, y ella se maneja con periodos cortos: lo que duran 800 euros de salario. Cada vez que se encuentran en los pasillos del trabajo, él vuelve a afirmar su poder y ella vuelve a perder. Y así, mes tras mes, año tras año, empleada precaria tras empleada precaria, pervive la violencia machista. Y no es entre las cuatro paredes de una casa.
Control y aislamiento
No tiene que encerrarla en casa, dar varias vueltas a las llaves, o vigilar para que no se vaya. La tarjeta bancaria de ella es un documento de identidad insuficiente para moverse sola por el mundo, con lo que hay en la cuenta no alcanza para comprar su libertad.
En la tele, mujeres valientes llaman al 016. Las imagina juntado rápido sus cosas y saliendo con los niños por la puerta. Lo cierto es que los anuncios siempre acaban sin revelar a qué pacífico santuario van a parar esas familias en fuga
En la tele, mujeres valientes llaman al 016. Las imagina juntado rápido sus cosas y saliendo con los niños por la puerta. Lo cierto es que los anuncios siempre acaban sin revelar a qué pacífico santuario van a parar esas familias en fuga. Ningún publicista se toma el tiempo de contar cómo vivirán, cómo harán frente a los gastos de la existencia.
La trabajadora social le habló con la boca pequeña de pisos de acogida. Como si su escasa fe institucional no le permitiera afirmar nada con aplomo ni comprometer una salida con firmeza. Y, además, a ella le gusta su barrio, las conversaciones con las madres en la puerta de la escuela, la sonrisa de la panadera que, al tercer día de verla con la mirada magullada, de escucharle esa voz sin aire, cerró la tienda para llamar juntas a alguien que la sacara de esa situación.
Por ahora le ofrecen un precario destierro a cambio de documentar el sufrimiento con partes de lesiones o pruebas de calado. Él no necesita cerrar la puerta, retenerla en la casa, mantenerla atada a esa realidad violenta, donde cualquier día puede pasar algo, para controlarla y aislarla. Ya se ocupa de atrancar la salida la imposibilidad de mantener unos niños, una vida, ella sola porque simplemente las cuentas no salen cuando no se tiene trabajo, ni tampoco cuando se trabaja a destajo en empleos mal pagos que no entienden de horarios escolares. Y si se animara a forzar esa puerta, ya le espera disuasoria en el portal la administración, que impone un alto peaje a la posiblidad de huida.
Violencia económica
Hace casi diez años gritaba en las calles “¡violencia es cobrar 600 euros!”. Desde entonces, la cosa no ha mejorado mucho. Era joven y el grito era compartido con sus compañeros y compañeras. Pero entonces pasaron los años y se fueron separando las biografías. Un punto importante de inflexión fue cuando llegaron los hijos. Reducciones de jornada, oportunidades que no son para este momento de la vida, ya sabes. Un mercado laboral que no entiende de tiempo para el cuidado, un espacio competitivo que te castiga si te saliste tres años de la carrera. Detrás un ejército de reserva con más disponibilidad y tragaderas hacia el compromiso total con la empresa y las horas extras.
Muchas, tras tener hijos, se hicieron freelance o autónomas. Si algún día deciden separarse, se toparán con que son tan económicamente dependientes de sus parejas como lo fueron sus madres. Probablemente más
Repasa su lista de amigas y ve patrones: están las que se hicieron freeelance o autónomas, y mantienen la ficción de que siguen en lo suyo, de que pueden organizar su tiempo y, al mismo tiempo, realizarse profesionalmente... sosteniendo la economía familiar en los salarios mucho más sólidos de sus parejas, un premio conseguido a costa de que ellas centralicen el apartado cuidados. Si algún día deciden separarse, se toparán con que son tan económicamente dependientes de sus parejas como lo fueron sus madres. Probablemente, más de lo que lo fueron sus madres.
Si algún día deciden separarse, verán que no están tan lejos de las otras, las mujeres que les sirven los cafés o les recogen a los niños del cole cuando ellas no llegan. El precariado femenino: con sus compañeros masculinos también precarios, o quizás tremendamendamente solas, víctimas de la violencia económica que ejerce con especial saña este sistema machista que apenas valora o retribuye los trabajos feminizados.
Es 25N, y si miras detrás de los carteles, al fondo de los relatos binarios del agresor contra la víctima, si lees las estadísticas llenas de mujeres precarias sin salida, familias monomarentales sin descanso, medias jornadas sin posibilidad de independencia, alquileres impagables por mujeres solas por muy empoderadas que estén, la agenda contra la violencia de género se amplia y transversaliza: Alquileres sociales, renta básica, reducción de la jornada laboral. Pongámoslas al frente de las urgencias feministas.
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Como es costumbre, la autora dando en la clave. Buen artículo.
Si se separan tendrán los 600 euros que ganan y 400 por niño del marido, además de la casa, un chollo que no te veas. El tipo, a casa de sus padres, si no se suicida claro - epidemia silenciada -.
"Si algún día deciden separarse..." teniendo hijos el juez les dara la custodia a la madre y la casa a los hijos y sera el marido el que pasando pension de manutencion tenga que irse de nuevo a casa de sus padres.
Empleador... y empleadora no? o no hay mujeres que denigran a otras mujeres en los centros de trabajo?
Pero vamos a ver, ¿cuánto cobra un repartidor? ¿cuánto los chavales jóvenes? ¿Ahora todo es machista? ¿No hay opresión de clase, sólo de género? Qué discurso más pobre...
Entonces es violencia machista la idea que defendias ayer de la renta basica verdad? Dependencia del macho-estado oculta de progresia! :D
No te comprendo... acaso ahora somos (sin renta básica) muy independientes del macho-estado?? Con una RBU, incondicional SÍ que podríamos decidir más cosas, disfrutar de más libertad... Renta Básica o barbarie