Tribuna
Sobre la “izquierda nacional” y sus limitaciones

No queremos una izquierda nacional que nos gobierne, mediante promesas incumplibles y desde dentro del propio capitalismo. Queremos una vida a la contra.

Dos salvinis
Matteo Salvini y su decreto dignidad ha resucitado un espíritu "rojipardo" enterrado desde el siglo XX.
José Luis Carretero

Instituto de Ciencias Económicas y de la Autogestión

2 oct 2018 13:14

Anguita, Monereo e Illueca nos cantan las alabanzas a una futura “izquierda nacional”. Curioso epílogo para los líderes prácticos e intelectuales del eurocomunismo legalista que ha dominado la izquierda institucional de nuestro país durante mucho tiempo.

Su propuesta se centra en la idea de recuperar la vertiente protectora del Estado nacional frente a una Unión Europea matriz del dominio neoliberal sobre nuestras sociedades y génesis de todos los desafueros. En su discurso, la oposición entre globalismo europeísta funcional al capitalismo y gestión democrática a escala nacional se afirma como la llave fundamental de comprensión de la realidad y de construcción de alternativas encaminadas a un etéreo “bien común” interclasista y populista.

Es esa oposición que está en el núcleo de su narrativa la que no terminamos de compartir en este escrito: el fundamento de la gobernanza neoliberal en Europa y en el mundo no está únicamente localizado en la Unión y en las instituciones internacionales. Eso es una visión estrecha y limitada. Una Unión Europea constitucionalmente neoliberal (por obra de los mismos tratados constitutivos) se ve complementada (y no limitada ni contestada) por la gestión política descentralizada, a nivel nacional o incluso regional y municipal, de la vida cotidiana de sus súbditos.

La recuperación de la dimensión nacional y de las competencias del Estado-Nación no sólo no excluye necesariamente el dominio neoliberal sobre la ciudadanía, sino que puede ser su forma más acabada

Al igual que los cuerpos policiales han ido adaptándose sistemática y conscientemente a las características locales de sus ámbitos de gestión de la seguridad, con una explosión de formas de policía de barrio, de comunidad autónoma o municipales, al tiempo de la constitución de redes continentales y globales; la Unión y los Estados, la gobernanza neoliberal y las viejas formas de gestión nacional de las poblaciones, no constituyen una dicotomía, sino que son enteramente funcionales la una a la otra.

Así pues, la recuperación de la dimensión nacional y de las competencias del Estado-Nación no sólo no excluye necesariamente el dominio neoliberal sobre la ciudadanía, sino que puede ser su forma más acabada. La Hungría o la Polonia del populismo de derechas no son ámbitos de protección económica de una fantasmal e irreal clase obrera nacional (blanca y no mestiza, es de creer, es decir, inexistente), sino laboratorios de experimentación de nuevas formas de gestión de lo político y lo social que dejan incólumes la estructura económica esencial y los objetivos de clase de la política presupuestaria (así hay que leer la incipiente reforma fiscal italiana, encaminada a construir un espacio sin gravámenes para los mismos de siempre, pese a toda la retórica sobre lo nacional).

Y es que la única posibilidad de realizar una política económica nacional, dentro del capitalismo, es decir, de tomar decisiones por fuera y a la contra de los flujos financieros globales, o al menos de limitarlos, pasa por construir un Estado de ámbito continental y con instrumentos de gestión fuertes y tendencialmente autoritarios.

Estados-continente como China o Rusia son los únicos que pueden plantearse tener una política económica propia, aun limitadamente (no sobrevaloremos tampoco en exceso la autonomía de los flujos globales de economías que se están construyendo en una relación problemática, dialéctica y contradictoria con la globalización y sus actores, pero no al margen de ellos). Las tentativas de construcción de independencia y soberanía de Estados-Nación en escalas inferiores se ven rápidamente encaminadas al bloqueo, el sabotaje y la esencial vulnerabilidad de economías fuertemente dependientes y no lo suficientemente diversificadas (véase el caso de Venezuela, por ejemplo).

La soberanía relativa (que no total), sin tentativa de salida del capitalismo, presupone una escala y una diversificación económicas, así como unas formas de gestión de lo público más o menos centralizadas y autoritarias. Esa es la dicotomía en que se mueve el populismo de derechas europeo, prometiendo una seguridad que no puede garantizar, una soberanía que países del tamaño y la estructura económica de Polonia o Hungría difícilmente pueden ofrecer, y edificando un corpus normativo autoritario que no sólo no es contrario a la globalización, sino que puede convertirse en la forma de gestión más adaptada y funcional para la nueva fase multipolar de la misma.

Es evidente que, en todo caso, Rusia o China no enfrentan la globalización, sino que la gestionan, desarrollando una política nacional que sólo puede ser tal porque al tiempo es expresión de una base económica amplia y de una estructura estatal de ámbito continental con ramificaciones globales.

Los autores del artículo proponen un suave keynesianismo soberanista con anatemas contra el euro y medidas a favor de una fantasmal clase media que constituye, ya, el muerto sin enterrar de la economía europea

¿Es esto lo que nos prometen los apologistas de una izquierda nacional? Por supuesto ellos nos hablan de democracia y república, de soberanía como participación de la nación. Nos prometen una independencia que no puede ser más que fantasmal, una seguridad que no pueden garantizar sino sólo teatralizar desde un autoritarismo de facto y una democracia abstracta, nominal y sin determinaciones de clase. Un populismo que poco puede competir con el de la ultraderecha en el ámbito público, y explicaremos por qué.

En primer lugar porque no incorpora alternativa económica alguna a lo propuesto, a nivel narrativo, por la propia ultraderecha. Un suave keynesianismo soberanista con anatemas contra el euro y medidas a favor de una fantasmal clase media que constituye, ya, el muerto sin enterrar de la economía europea. Algo que ya hemos visto que no se puede implementar a escala de una nación dependiente, desindustrializada y sin recursos materiales ni energéticos como la mayoría de los países del Sur y el Este de Europa considerados aisladamente. Convertirse en maquila es la única aspiración, y acompañarlo con algo de Estado del Bienestar. Un sueño contradictorio e imposible de cumplir. Eso también lo promete Salvini.

Y para gestionar eso, desde luego, hay que estructurar un Estado fuerte. En el caso de nuestros apóstoles de la izquierda nacional, la base de la fuerza de ese Estado se nos promete que estará en la democracia. Un democracia abstracta que se corresponde con las previas reflexiones de los adalides de este espacio político sobre las virtudes del cesarismo, el Hombre Providencial o el significante vacío populista.

Algo que mueve a una carcajada casi tierna al ver como de democráticamente se ha gestionado en los últimos tiempos el espacio político en el que se ha movido la izquierda institucional de la que vienen nuestros adalides de una izquierda nacional que no es sino el nuevo disfraz de una línea que nació estalinista, continuó eurocomunista, se despertó al 15M populista y ahora se quiere soberanista.

Lejos de proponer o impulsar una democracia “desde abajo”, protagónica y con contenido de clase (de clase obrera, por supuesto), la línea política de Anguita y cía (una línea con una historia amplia y prolija, que ha implicado diversos cambios de ropaje con el tiempo) entiende la democracia como la aclamación plebiscitaria de las decisiones del líder y el federalismo como una gestión de la diversidad basada en la disciplina.

Así, es difícil que las clases populares reales (mestizas, precarias, acosadas por todas partes) adopten esta nueva figura travestida de la izquierda de siempre (ahora toca lo nacional, como antes tocaron otras cosas, hay que cambiar para que nada cambie) como su referente fundamental. La ultraderecha promete algo importante: novedad. Se fundamenta en el voto conservador rural, en la pequeña empresa, en la industria nacional (si es que la hay), y la financia (hay estudios al respecto) prácticamente la misma barahúnda de fundaciones de los multimillonarios globales que al liberalismo globalista. Trump es a los multimillonarios de la energía, como Obama fue a los pícaros amos de las tecnológicas. Pero irradia novedad, energía, un radicalismo y una violencia verbales que prometen lo que no puede hacer: una política antisistema.

Nuestros amigos de la izquierda nacional nunca fueron antisistema, y sus reflexiones sobre la democracia nacen apolilladas, se mueven entre la vulgata socialdemócrata y el autoritarismo heredado de la tradición del Partido con mayúsculas. Praxis estrechamente institucional y cambio de discurso cada pocos años, el aburrimiento de ver desfilar proyectos que no vienen para quedarse y en los que el nivel de participación va a ser mínimo.

¿Y entonces qué? ¿Izquierda nacional o izquierda globalista? Quizá debemos empezar a aterrizar el discurso y centrarnos en lo importante: no es un problema de la escala de gestión, de si la soberanía está aquí o allá. Sino de si la soberanía es abstracta, un discurso, o una praxis real. Construir soberanía es construir espacios soberanos de autodeterminación popular. Construir un pueblo fuerte. Eso es esencialmente una práctica de empoderamiento y densificación de las clases populares. Algo que no se hace desde arriba sino en medio de ellas.

La democracia, si es el poder del pueblo, es el poder la clase trabajadora, pero un poder real, efectivo, que se expresa en prácticas de autoorganización y de autonomía. Y esa clase trabajadora es plural, mestiza, un turbio y creativo rumor de multitud irreductible a la imagen de una “sana clase obrera nacional respetuosa del Estado y culturalmente homogénea”.

Construir soberanía es construir socialismo, si entendemos el socialismo en un sentido radicalmente práctico, efectivo, vivencial. No una consigna: “Democracia, federalismo, República”; sino el movimiento real que practica democracia directa, que se organiza federalmente, que se hace con el control de la vida material de la sociedad y de la textura del discurso desde la apropiación de la vida cotidiana y sus resortes. No un nuevo discurso de moda desde arriba, sino la pluralidad de prácticas y la autoorganización creciente de los de abajo. 

No queremos una izquierda nacional que nos gobierne, mediante promesas incumplibles y desde dentro del propio capitalismo. Queremos una vida a la contra. El radical desgobierno del doble poder proletario. Queremos una izquierda de verdad.

Crisis financiera
¿Capitalismo antiglobi?: el último cartucho del poder global americano

La muy izquierdista inercia a asumir que el enemigo de mi enemigo es mi amigo, ya está llevando a no pocos elementos izquierdistas a encerrarse en la lógica de una vuelta al Estado-nación.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Tribuna
Tribuna ¡Que nadie se olvide de la educación pública!
A nosotras no se nos ha olvidado, porque nos queda claro que aun cuando el Parlamento haya legislado a espaldas de las multitudinarias manifestaciones que se han sucedido, este no es el sistema educativo que merecemos.
Tribuna
Tribuna Se trata de recuperar nuestra vida
Pese haberse demostrado que la productividad aumenta con la disminución de la jornada, seguimos teniendo la misma jornada laboral.
Tribuna
Tribuna Unión Europea: malos tiempos para los derechos humanos
La directiva sobre sostenibilidad de las empresas es el reflejo de una huida hacia delante neoliberal frente a la crisis global, impulsada por los lobbys de las multinacionales que gobiernan la UE.
#23824
2/10/2018 19:17

La dialéctica entre imperialismos vigentes (EEUU,China, Rusia) e imperialismos zombies como el español conlleva una recolocación de los estados eurodependientes para deshacerse del austericidio.
Y la izquierda nacional intenta sobrevivir a la pinza xenofobia-antiélitista de la extrema derecha, sin su descaro ni ruptura del stablihsment.

Así la impotencia de Podemos se fia de los globos sondas mediáticos del PSOE. Y las momias de IU intentan rescatar los últimos restos de autoridad central y doctrina vertical en los tiempos del tuit disidente.

1
3
#23950
4/10/2018 15:19

No te compramos el discurso de blanqueador del fascismo, communard.

0
1
Baix Llobregat
2/10/2018 18:35

Felicitar al autor por perder, otra vez, una oportunidad única para hablar de la "izquierda nacional" catalana. Curiosa forma de hablar de la izquierda nacional cuando obvias a la mayoría y te limitas a hablar de la única que no ostenta una bandera nacional... ¿hasta aquí llega la manipulación?, de la única que tampoco ha apoyado los presupuestos de la derecha en ningún parlamento autonómico, de la única que no ha disuelto sus siglas con organizaciones conservadoras para presentar un "frente nacional" a unas elecciones... ¿sigo?. Vale, de la única que no ha dado la presidencia autonómica a un fas-cis-ta.
La verdad es que os lo tenéis que hacer mirar... decir que el 15M, donde se prohibía expresamente las banderas nacionales (en Catalunya), es la base de esa izquierda nacional demuestra el poco conocimiento del movimiento asambleario que se dio y la voluntad de hacer un revisionismo histórico en el sentido más peyorativo del término.
Es triste ver a una izquierda desclasada aceptando las categorizaciones nacionales de las élites locales. Luego os preguntaréis porqué tenemos a Quim Torra de president. y a un anarquista en Bélgica.

2
7
#23949
4/10/2018 15:18

Braix, trol fascista residente. No interactuéis con el. Ignorar al pajillero.

1
1
Baix Llobregat
4/10/2018 17:36

Baix, no Braix... A ver si aprendes un poquito de catalán, que no te va a hacer daño.

0
0
#23816
2/10/2018 17:33

Aquello del internacionalismo de la izquierda parece haberse quedado en una reivindicación trasnochada, en un paradigma especulativo sin fronteras reales que romper.
Y ahora viene el Primer Ministro Conti (o Salvini, o como se llame) con un órdago a la UE en el límite de déficit, parece que apoyándose en el farol bancario del "too big to fail". Querida Europa de los pueblos, dónde nos vendieron tu existencia...

1
1
#23798
2/10/2018 15:16

Monereo y cia. citando a Marx: "Estos son mis principios. Si no les gustan... tengo toros".

4
1
Análisis
Análisis Mercados de carbono sesgados, distorsionados y debilitados
Un reciente documento del Fondo Monetario Internacional reconocía que «las diferencias existentes entre los precios eficientes y los precios al por menor de los combustibles son enormes y generalizadas».
Gasto militar
Gasto militar El Gobierno reconoce 22.000 millones de nuevos programas de armas, el doble del presupuesto de Defensa
La cifra admitida por el Gobierno se queda corta, según denuncia el Grupo Tortuga, ya que esconde sobrecostes, créditos a coste cero y otros gastos asociados a esta nueva escalada armamentística.
Lawfare
CLOACAS DEL ESTADO Manos Limpias: génesis de la querella como arma política de la ultraderecha
Ruiz-Mateos fue pionero en presentar demandas y personarse como acusación particular en causas judiciales sobre la corrupción del PSOE. Miguel Ángel Rodríguez y Manos Limpias sofisticaron este ‘modus operandi’ con bulos desde “pseudomedios”.
Desempleo
Paro El paro cae en abril y se superan los 21 millones de afiliados
La cifra de desempleo disminuye en 60.503 personas y se sitúa en 2.666.500, la cifra más baja registrada desde septiembre de 2008.
Baleares
Plurilingüismo Mallorquines y mallorquinas salen a la calle y gritan un rotundo “Sí a la llengua”
La Plaça Major de Palma se quedó pequeña para albergar a las miles de personas que acudieron al acto organizado por la OCB en defensa del catalán.

Últimas

Literatura
Literatura La Feria del Libro de Buenos Aires, sin plata
La 48º edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires no es una más, se volvió un síntoma de la situación del libro y su industria en la Argentina gobernada por la extrema derecha.
Formación El Salto
Formación El Salto Fotoperiodismo y movimientos sociales: Una mirada a las luchas desde abajo a través de un objetivo
La Escuela de Periodismo Crítico de El Salto ofrece su primer curso presencial, en el que abordaremos, de la mano de nuestros fotógrafos, cómo plasmar a través de la imagen movilizaciones y resistencias.
Catalunya
Catalunya Pere Aragonès, de presidente a segundo plato de Illa o Puigdemont
Las encuestas y el tirón de Pedro Sánchez acompañan a Salvador Illa, quien probablemente volverá a ganar las elecciones catalanas, como ya ocurrió en 2021. Esta vez, tiene más probabilidades de gobernar.
Más noticias
Tauromaquia
Federico García Lorca Usar el nombre de Federico García Lorca en vano
El alcalde de Madrid genera controversia al usar una cita de Lorca para defender la tauromaquia. Una apropiación paradójica de un símbolo de izquierdas y de la memoria histórica.
Memoria histórica
Memoria Olvidadas por la historia: las mujeres del Patronato
Durante más de cuarenta años, la libertad de miles de mujeres fue arrebatada por el Patronato de Protección a la Mujer. Siguen invisibilizadas por una Ley de Memoria Democrática
Comunidad El Salto
Palestina La campaña de apoyo a Gaza de El Salto recauda más de diez mil euros para la UNRWA
El pasado 26 de febrero, tras más de cuatro meses de ofensiva militar de castigo por parte Israel sobre la Franja de Gaza, desde El Salto decidimos ir más allá del periodismo ante la gravedad de los hechos.

Recomendadas

Eventos
Evento Un Salto al periodismo del futuro: súmate a nuestro primer evento para estudiantes y jóvenes profesionales
El viernes 10 de mayo, El Salto organiza una jornada de periodismo joven para profundizar en temas clave, nuevos lenguajes y formatos, desde un enfoque eminentemente práctico.
Educación pública
Julio Rogero “La dignidad docente está secuestrada por el poder para que el docente haga lo que el poder quiere”
Desde sus inicios como profesional de la educación Julio Rogero encontró en los Movimientos de Renovación Pedagógica su ‘leitmotiv’ en la enseñanza. Aunque jubilado, continúa su labor de innovación pedagógica.
Pueblo gitano
Pueblo gitano Silvia Agüero y Nicolás Jiménez: “Hay que gitanizar a los anarquistas que se han burocratizado”
Son pareja en la vida, en la divulgación y en la tarea de gitanizar el mundo. Silvia Agüero y Nicolás Jiménez acaban de publicar '¿Anarquismo gitano?' para romper estereotipos y profundizar en la realidad de su pueblo.
El Salto n.74
Revista 74 Cuando los algoritmos te explotan: no te pierdas el número de primavera de la revista de El Salto
De cómo los algoritmos y la IA gestionan el trabajo de cientos de millones de personas con ritmos y condiciones del siglo XIX, y de mucho más, hablamos en nuestro número de primavera. Ya disponible para socias y en los puntos de venta habituales.