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Literatura
Mujer busca naturaleza salvaje
Empezamos 2021 con “Naturaleza es nombre de mujer”, el libro de Abi Andrews que ha sido uno de nuestros favoritos del año pasado. Literatura sobre naturaleza y aventuras con protagonista femenina.
“Naturaleza es nombre de mujer” de Abi Andrews fue una de las lecturas ecofeministas que recomendamos en nuestro último artículo de 2020. La editorial Volcano ha sido la encargada de publicar la versión en castellano del primer libro de la escritora inglesa, editado originariamente en 2018.
La novela, que parece un libro de viajes, ha sido descrita como “una respuesta espléndida e innovadora al género del relato de viajes masculino”. David Thoreau, Jack London o Jon Krakauer dominan el género de la literatura de naturaleza; pero son escasas las mujeres que se pueden incluir en este listado. Bien porque son la excepción; han sido excluidas como las mujeres astronautas o directamente invisibilizadas, como el hombre de montaña que quiere estar solo, “aislado en mitad de la nada, sin más compañía que la de sus tres hijas y su esposa”. Es, dice en el libro, como si la naturaleza escondiera una lección fundamental que solo está al alcance de los hombres.
La autora nos cuenta, a través del correo electrónico, que la idea del libro surgió tras ver la película sobre Chris McCandelss, “Hacia rutas salvajes”, y reflexionar acerca del dominio masculino en este tipo de literatura. Así, Erin, la protagonista, decide vivir su propia aventura y partir rumbo Alaska para vivir en plena naturaleza y en la más absoluta soledad. Cumpliendo así el deseo de la autora de realizar un viaje similar al de McCandelss y narrar en un documental las implicaciones de ser mujer en un viaje de este tipo.
En realidad, Andrews nunca ha visitado los lugares que aparecen en el libro, ya que mientras lo escribía estudiaba en la universidad. La novela fue la forma en la que trató de llevar a cabo este viaje. A pesar de ser imaginario, resulta creíble y, como indica la contraportada del libro, es “un desafío al prototipo del rudo explorador masculino”.
“Naturaleza es nombre de mujer” ha sido clasificada como una novela ecofeminista, lo que satisface a su autora, ya que considera que el ecofeminismo es una de las más hermosas lentes con las que mirar el mundo y entender la crisis transversal en la que nos encontramos. Así, en su libro cuestiona las diferencias entre la relación con la naturaleza que se presupone para hombres o para mujeres; mientras se da la paradoja de que a las mujeres se las excluye y paralelamente, destierra a ella. No solo eso, las relaciones interpersonales también se suponen diferentes y, en la novela, los encuentros (no siempre positivos) con otras personas también son parte del viaje de Erin.
Este dualismo no escapa de ser tenido en cuenta, por ejemplo, para entender porque no se está dando una respuesta apropiada a la crisis ambiental. El hecho de que la novela se ambiente en el tiempo en que fue escrita, cuando “la Humanidad lo ha saturado todo”, aporta un toque actual que da cercanía al relato. No es lo mismo lanzarse a vivir aventuras en territorios apenas explorados (la visión colonialista también se analiza en el texto), que buscar la “autenticidad” en tiempos en los que, si se tienen los recursos, se puede llegar prácticamente a cualquier lado. La naturaleza encapsulada como forma de protegerla ante un deterioro que avanza inexorablemente, es uno de los debates que surgen en la novela.
Otra particularidad, que añade interés a este libro, es que mezcla con el relato del viaje de Erin, reflexiones y apuntes de carácter más científico. Éstas versan sobre cuestiones tales como la crisis ambiental, la emergencia climática, la desigualdad social o el imperialismo y, por supuesto, el patriarcado. La cuestión feminista, más allá de la idea principal de narrar el viaje realizado por una mujer, está presente a lo largo de todo el relato. Un feminismo, nos aclara la autora, que busca la interseccionalidad.
Recomendamos “Naturaleza es nombre de mujer” como una lectura entretenida, pero también que invita a reflexionar y que aporta conocimiento sobre numerosas cuestiones. Nos cuenta Andrews que a lo largo del texto aparecen ideas de mujeres (Donna Haraway, Ursula Le Guin, Rachel Carson, Lynn Margulis,...) y que lo que cuenta en sus páginas se debe a otras que antes han estudiado y pensado sobre ello. Así, a pesar de la ausencia femenina en el género literario, son muchas las mujeres que han inspirado a Andrews en su novela.