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Migración
Cuando migrar es resistencia y fortalecimiento de redes de cuidados
Las fronteras separan, dividen y desmembran. Distinguen cuerpos. Distinguen derechos. Atraviesan vidas. Las mismas fronteras asimétricas que por un lado dejan pasar libremente capitales, por otro, se cierran delante de los seres humanos.
Fronteras que dejan marcas; muchas, en los cuerpos de las mujeres. Y éstas no tienen forma de cuchillas al intentar saltar las vallas. Tienen forma de fresas, de bultos en la espalda, de explotación laboral, sexual, de violaciones: todas son expresión de las violencias heteropatriarcales que desplazan mujeres y niñas y que se reproducen en los lugares de tránsito y de llegada del proceso migratorio. Son otra cara del actual sistema capitalista, que es patriarcal, colonial y racista, que le ha declarado guerra a la vida, que se sostiene sobre los abusos y la dominación de las mujeres, sobre el expolio de los recursos, la depredación y la devastación de la naturaleza.
Son fronteras que colonializan los cuerpos de las mujeres cada vez que el sistema capitalista patriarcal las expulsa de sus lugares, primero, y crea las estructuras de explotación en las que se ven atrapadas en los países de destino, después: servicio doméstico, cuidados, redes de trata.
Dentro de este sistema económico, se mercantiliza todo ámbito de la vida que sea rentable: bienes naturales, necesidades básicas, servicios; y como en un sofisticado engranaje, en esta organización socioeconómica, se encasillan determinados sectores sociales que perpetúan sus privilegios gracias a la explotación de otras personas. Privilegios de unas pocas a costa de la precariedad y exclusión de la mayoría de la población.
A partir de este necesario enfoque, y rechazando el imaginario colectivo que suele identificar la migración como un dominio masculino, se hace necesario visibilizar la feminización de los movimientos migratorios, teniendo en cuenta que éstos suponen el sostenimiento de las políticas económicas neoliberales.
En este sentido, un gran número de mujeres migrantes ocupan los sectores laborales más feminizados, siendo éstos los más precarizados y en los que perduran con frecuencia prácticas laborales abusivas y de explotación. Trabajan en el servicio doméstico, base invisible del sistema capitalista: uno de los sectores donde se encuentran más desprotegidas. Esta desprotección no es fruto de la iniquidad de una red mafiosa, sino de la intencionalidad política de nuestros gobernantes. Sin ir más lejos, el Congreso de los Diputados aprobó el 22 de mayo la Enmienda 6777 a los presupuestos. Eso supone el retraso hasta enero de 2024 de la equiparación del sistema de cotización de las empleadas de hogar al régimen general de la Seguridad Social, prevista en un principio para el 1 de enero de 2019. Pese a ser las responsables de la sostenibilidad de la vida, o precisamente por serlo en una sociedad que invisibiliza y menosprecia los cuidados, las cuidadoras se encuentran desprotegidas.
Otra expresión de la mercantilización de los cuerpos de las mujeres y niñas es la trata, una realidad de mercado, con raíces culturales, sociales y políticas, en el que una minoría opera con el objetivo de maximizar el beneficio y el interés individual por encima del respeto a los derechos humanos.
Históricamente el patriarcado se ha servido de la conceptualización del cuerpo de la mujer como territorio que se puede poseer y fecundar; cuerpos transformados en campos de batalla antes, durante y después del camino.
Ante estas violencias, respondemos mediante estrategias de supervivencia diversas, con sororidad, creando resistencias y alianzas. Respondemos denunciando las políticas migratorias y las fronteras que vulneran los derechos humanos. Y respondemos también denunciando y visibilizando el impacto de éstas en los cuerpos de las mujeres.
Una de las respuestas, es la Caravana Abriendo Fronteras, una red que nació en 2016, formada por distintas organizaciones y colectivos cuyo objetivo principal, desde un enfoque feminista, es la denuncia de las políticas migratorias de exclusión de la Europa Fortaleza. Tras los anteriores viajes a Grecia y Melilla, la Caravana viajará el próximo 13 de julio a Italia, recorriendo puntos claves de la península como la frontera franco-italiana y la isla de Sicilia, en el Mediterráneo central, ruta principal y a la vez más peligrosa de llegadas a Europa. Un viaje por la Italia espejo de una sociedad, la europea, xenófoba y racista; en decadencia cada vez que cierra los puertos a los barcos de salvamento, cada vez que pretende resolver la justicia social y las necesidad de las personas expulsadas por el mismo sistema económico capitalista, a través de políticas de austeridad y a golpe de leyes represivas.
Será una Caravana compuesta en su mayoría por mujeres que desde la sororidad y la necesidad de establecer lazos y resistencias viajaremos juntas para dar voz a todas las compañeras a las que el sistema no les deja cruzar legalmente fronteras o no les permite dejar su puesto de trabajo. Desde nuestro privilegio, haremos que nuestros cuerpos hablen, exijan, denuncien.
Frente al dominante modelo económico capitalista y patriarcal, depredador de los derechos humanos de las mayorías sociales, las redes de cuidados y las estrategias de lucha desde lo relacional representarán un lugar combatiente donde generar resistencias.