
Mujeres campesinas feministas de varias generaciones, jóvenes y adultas, organizadas alrededor de la Fundación Entre Mujeres (FEM), de las zonas rurales de los departamentos de Estelí, Matagalpa, Jinotega y Nueva Segovia, trabajamos intensamente desde 1995 en una ruta de empoderamiento integral que inicia con el autodescubrimiento personal y desemboca en la acción colectiva por la superación de las desigualdades que devienen de la condición de género, clase y etnicidad.
El contexto local ha sido muy complejo y nos ha llevado a una reflexión profunda que nos conduce hacia la construcción de un feminismo campesino con identidad propia que se nutre de diversas experiencias y corrientes de pensamientos feministas decoloniales, moldeándose poco a poco en un feminismo campesino que apuesta por la agroecología.
Existen adversarios abiertos que obstaculizan nuestras estrategias para este empoderamiento. Entre los más relevantes tenemos el sistema capitalista que destruye los bosques y las fuentes de agua, amenaza a las semillas criollas por el uso de transgénicos, degrada los suelos debido al uso intensivo para producción, que lleva a cabo la quema y tala indiscriminada, que utiliza agroquímicos convencionales y que acapara las tierras con compra y alquiler para establecer monocultivos. Todo esto atentando contra los medios de vida de las mujeres campesinas y vulnerando sus derechos.
En este andar, muchas han sido las adversidades que enfrentamos, una de ellas es la variabilidad climática que afecta severamente la agricultura y profundiza las desigualdades que vivimos las mujeres campesinas y, por si fuera poco, la devastadora pandemia de la COVID-19 que desde finales de 2019 afecta a toda la población pero que agrava las profundas contradicciones mundiales, y esto nos conduce a la búsqueda de alianzas Sur-Sur.
La constante violencia, como consecuencia de las relaciones de poder desigual entre hombres y mujeres, es otra realidad a la cual nos enfrentamos, y que nos ha llevado a realizar procesos de crecimiento teórico y práctico acompañado del pensamiento emancipador para alcanzar la autonomía plena.
Aún en este complejo contexto, desde la Fundación Entre Mujeres hemos fortalecido la comprensión de la realidad desde las perspectivas decoloniales, poscoloniales y de la subalternidad, que incluye la profundización en los diálogos y narrativas feministas campesinas, para contribuir a visibilizar y fortalecer el discurso y a la práctica de las identidades de mujeres campesinas. Trabajamos en procesos para el conocimiento de las mujeres en el arte como motivación para el desarrollo del talento creador y artístico, en teatro y literatura. Acciones que abonan al reconocimiento de las relaciones multidimensionales de la vida campesina en su relación con los ecosistemas desde las perspectivas relacionales, dinámicas, utilitarias y estructurales.
Somos mujeres campesinas, feministas, organizadas que promovemos la autonomía, luchamos y nos enfrentamos a las distintas formas de violencia, posicionándonos de forma beligerante frente al sistema patriarcal, machista, racista, clasista, capitalista, colonialista y heteronormativo. Promovemos la sostenibilidad de la vida desde una mirada agroecológica integral, para mantener ecosistemas y ejercer la justicia ambiental y económica. Seguimos trabajando por ampliar la titularidad de la tierra a favor de las mujeres y el mejoramiento de actitudes y prácticas acerca de sus usos.
Desde nuestra identidad, seguimos las tradiciones de la oralidad de nuestras ancestras y edificamos los saberes y la memoria cultural de nuestros propios avances. Las campesinas organizadas en la Fundación Entre Mujeres vamos construyendo redes de solidaridad, sororidad, hermandad.
Los trabajos de este empoderamiento integral han configurado una ruta de alianzas campesinas y de acción colectiva con otras organizaciones locales, nacionales e internacionales. Los retos siguen en la mirada de futuro, impulsando el modelo agroecológico feminista que pone la vida en el centro y se contrasta con el modelo capitalista generador de desigualdades sociales, económicas y de crisis climática. Fruto de esta trayectoria, la sociedad aprecia el hecho de que las mujeres campesinas vamos avanzando como sujetos económicos organizados en cooperativas de base y asociadas a la Central de Cooperativas Las Diosas, y en consecuencia vamos ganando reconocimiento en distintos espacios de interacción con otros actores. Todo esto apunta a un incremento de la participación de las mujeres campesinas en el ámbito social, económico y político, respetando la diversidad y las diferencias de pensamiento; al trabajo colectivo para la deconstrucción y ruptura de las líneas de transmisión cultural del machismo. Y para ello, seguiremos apostando por la erradicación de la violencia en todas sus manifestaciones con la promoción de alternativas políticas situadas con pensamientos y prácticas feministas plurales y no hegemónicas.
Aun así, la lucha sigue con un objetivo muy definido: trabajar por la seguridad y soberanía alimentaria y por ingresar a los mercados locales justos y solidarios de café, flor de Jamaica, miel, semillas criollas. A través del establecimiento de huertos biointensivos, granjas de especies mayores y menores, restauración de bosques, protección, conservación y preservación de las fuentes de agua, restauración de la calidad de los suelos, recuperación de la biodiversidad y la vida en todo el conjunto amplio de ecosistemas.
Nuestras experiencias organizativas nos permiten avanzar en la construcción de ese feminismo campesino con identidad propia que aspiramos a vivir en autonomía, libres de violencia y con fuerte participación de mujeres jóvenes con arraigo campesino; con empoderamiento económico, ideológico y organizativo.
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