Derecho a la vivienda
Feminismo y derecho a la vivienda: una alianza imprescindible

En la coyuntura actual y con un gobierno denominado progresista deberíamos poner toda la carne en el asador para presionar, codo con codo, movimiento feminista y movimiento por la vivienda, a fin de arrancar todos los derechos posibles en esta materia.

Derecho a Techo PAH
Grupos por el derecho a la vivienda y bloques de inquilinos en lucha se manifestaron en Madrid en apoyo a la Ley de Vivienda de la PAH en el mes de octubre. Álvaro Minguito

Instrucciones de lectura: este artículo fue escrito para un acto feminista, justo antes de la crisis abierta por Covid19, el virus que, como el niño del cuento que señaló al rey desnudo, está poniendo en evidencia la fragilidad extrema de una sociedad que lleva décadas intubada a una anestesia neoliberal. Hoy, inmersxs ya en una crisis económica y social que amenaza con elevar al cubo los efectos devastadores de la de 2008, tenemos la oportunidad de volver a despertar, como en el 2011, para exigir, de entrada, unas medidas que garanticen de manera efectiva el derecho a la vivienda. El Real Decreto-ley 8/2020 de medidas urgentes extraordinarias para hacer frente al impacto económico y social del COVID-19 impone una moratoria al pago de deudas hipotecarias y una garantía de suministros de agua y energía a consumidores vulnerables. Bienvenidas sean. Pero ¿dónde se van a calentar y duchar todas las inquilinas e inquilinos (entre el 20 y el 30 % de la población) en situación de vulnerabilidad si no se suspende el pago de alquileres? De vuelta al contenido del texto que sigue, las demandas en materia de derecho a la vivienda asoman más necesarias que nunca y por eso no queríamos dejar pasar la ocasión de pediros apoyo para la petición al gobierno de suspender el pago de los alquileres mientras dure la crisis.

Como bien saben las más empobrecidas, el entramado comunitario que se fortalece día a día desde las relaciones de cercanía se traduce en redes de apoyo mutuo esenciales tanto para no perder los exiguos derechos que nos quedan, como para arrancar otros nuevos

Sí, parar desahucios es feminista

Uno de los dispositivos fundamentales de producción y reproducción de la relación de dominio patriarcal es la división sexual del trabajo. Esto significa simplemente que las personas “hechas”, que no nacidas, como mujeres (como bien explicó Simone de Beauvoir) hemos asumido históricamente el rol de sostener la vida. Así, mientras peleamos porque esta función se reconozca, valore, reparta y socialice, limpiar culos y educar a los peques, atender a familiares y amigas enfermas o tejer los imprescindibles entramados relacionales, no solo familiares, sino también vecinales y políticos, siguen siendo un asunto mayoritariamente femenino. Este papel tradicional tiene un enorme problema: al no estar valorado ni social ni económicamente, su desempeño sitúa a la mayoría de las mujeres (siempre con enormes asimetrías en función de clase, extranjería, racialización, identidad sexual y de género, etc.) en posiciones de mayor vulnerabilidad social. Si las mujeres nos enfrentamos, por un lado, con mayores dificultades de acceso a renta (y por ende, de mantener una vivienda) y todavía hoy asumimos, de forma impactantemente principal, las tareas de cuidados, el resultado es que el movimiento de vivienda tiene rostro de mujer. Las mujeres (solas, precarizadas, madres solteras, mayores, racializadas, con personas dependientes a cargo, con diversidad funcional…) somos, por lo tanto, las principales afectadas por la ausencia de un derecho a la vivienda efectivo. Pero las mujeres somos, también, protagonistas en la defensa de ese derecho. Porque sabemos que nos va la vida en ello. Literalmente. Así, en el Informe de ocupación de la Obra social de Barcelona de 2018, una de las encuestadas declaraba: “no me voy a quedar en la calle y que me quiten a mis niñas por estar en la calle. Si no hay otra opción y me tengo que meter de patada, me meto”.

Ahora bien, cuando se lucha por la casa no solo se quiere proteger cuatro paredes y un techo, ese hogar de valor incalculable donde se cultiva, material y psíquicamente, la imprescindible intimidad cotidiana. Cuando se para un desahucio se defiende, al mismo tiempo, los lazos que nos vinculan al paisaje, urbano y humano, que nos rodea. Porque, como bien saben las más empobrecidas, y más aún, en tiempos de precarización de la existencia, el entramado comunitario que se fortalece día a día desde las relaciones de cercanía se traduce en redes de apoyo mutuo esenciales tanto para no perder los exiguos derechos que nos quedan, como para arrancar otros nuevos. Frente a la ciudad neoliberal que pretende condenarnos a un sálvese quien pueda constante, una ciudad que ponga las condiciones de vida en el centro depende absolutamente de ese tejido social. Así nos lo enseñaron nuestras abuelas y madres, que en la década de 1970 lucharon con uñas y dientes por convertir aquellos barrizales a los que habían sido arrojadas, junto a sus familias, para cubrir las necesidades del capitalismo industrial, en verdaderos barrios con condiciones de vida dignas. Ellas lucharon por el derecho a la vivienda, a la salud y a la educación. Por el derecho a la ciudad. Ahora nos toca a nosotras impedir, con la misma fuerza y apuesta por lo común, que nos arrebaten esas casas, calles, barrios, centros de salud, educativos y sociales, convertidos en nuevos nichos de negocio de las élites financieras.

El movimiento feminista es uno de los movimientos políticos con más poder de trastocar el statu quo capitalista: por su enorme capacidad de movilización, por su increíble conquista del sentido común, por su transversalidad, por su escala internacional, por su carga subversiva

¿Por qué un horizonte social postcapitalista exige un movimiento feminista y un movimiento de vivienda entrelazados y poderosos?

El movimiento feminista es, en estos momentos, uno de los movimientos políticos con más poder de trastocar el statu quo capitalista: por su enorme capacidad de movilización, por su increíble conquista del sentido común, por su transversalidad, por su escala internacional. Pero también, y sobre todo, por su carga subversiva. Al poner en el centro la vida, esto es, las condiciones de su reproducción desde los bienes más básicos, como la vivienda, el alimento o el cuidado del medioambiente natural y urbano que habitamos, hasta el sostén de los entramados comunitarios capaces de defenderla, el feminismo interrumpe y cortocircuita las principales vías de acumulación del capitalismo financiero global.

Ahora bien, el motor de la especialización capitalista de esta provincia europea denominada España se alimenta de una economía financiarizada dedicada en cuerpo y alma al sector inmobiliario y turístico. ¿Qué significa esto? Pues que las élites financieras, el movimiento feminista y el movimiento por el derecho a la vivienda estamos luchando por lo mismo. Por las casas, los barrios, las formas de vida. Con una diferencia radical: lo que para el capital es bien de cambio destinado a la especulación infinita, para los movimientos de lucha por la vida es bien de uso, un bien de valor incalculable para preservar nuestra reproducción biológica, medioambiental, cultural y social.

¿Cual es el reto al que nos enfrentamos entonces? En la coyuntura actual y con un gobierno denominado progresista deberíamos poner toda la carne en el asador para presionar, codo con codo, movimiento feminista y movimiento por la vivienda, a fin de arrancar todos los derechos posibles en esta materia. El movimiento de vivienda lleva décadas proponiendo medidas concretas: desde la básica decencia de prohibir los desahucios sin solución habitacional a la necesidad de un parque público de viviendas en régimen de alquiler, pasando por la urgencia de recuperar para el bien común las casas públicas hoy privatizadas por la Sareb, de hacer real la dación en pago, de implementar frenos a los precios del alquiler o de poner fin a los procesos de gentrificación y turistización que depredan los barrios.

Para vencer a los fondos buitre, las entidades financieras y demás grandes tenedores de vivienda (incluida la clase media rentista), para que la inteligencia propositiva del movimiento de vivienda se haga ley, solo hace falta una cosa: que en el movimiento feminista apoye con toda su fuerza la palanca de cambio que transformará las actuales políticas institucionales de especulación en unas políticas públicas de derecho a la vivienda.

Sobre este blog
Palabras en movimiento es el espacio en el que, desde la Fundación de los Comunes, queremos poner en común y, sobre todo, en discusión, análisis críticos con respecto a la realidad que nos rodea.
Ver todas las entradas
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Cuidados
Privatización María Pazos: “El sistema público tiene que ser completamente de gestión pública y sin empresas privadas”
La economista y militante feminista repasa los cambios producidos durante la pandemia, el estado del movimiento feminista, la propuesta público-comunitaria y los límites de la política institucional.
Economía feminista
El congreso de Barcelona visibiliza la economía feminista y solidaria
Recogemos, a modo de crónica, el paso de la Economía Solidaria y Feminista por el Congreso de Economía Feminista celebrado en marzo y que ha tenido como tema articulador la economía (digital) feminista.
Economía feminista
Economía feminista Violencia económica contra las mujeres: algunas estrategias compartidas en el Congreso de Economía Feminista
La convocatoria cerró el sábado tras reunir a más de 400 personas en un encuentro híbrido marcado por la crítica decolonial y la necesidad de construir una lucha conjunta.
Sobre este blog
Palabras en movimiento es el espacio en el que, desde la Fundación de los Comunes, queremos poner en común y, sobre todo, en discusión, análisis críticos con respecto a la realidad que nos rodea.
Ver todas las entradas
Congreso de los Diputados
Congreso Sumar hace malabares con el debate de la defensa y apunta contra la “izquierda frívola”
El grupo que lidera Yolanda Díaz se reacomoda al compás de los nuevos hitos en la geopolítica, no sin contradicciones y con Podemos en colisión. Desde el PSOE advierten que será un debate “no de semanas sino de meses”.
Gasto militar
Escala belicista Instrucciones para ‘aumentar’ el gasto militar al 2% sin poner un euro más y algunas ideas para bajarlo
El Gobierno se abre por primera vez a computar como gasto militar partidas que antes permanecían escondidas en otros ministerios. Según el Centre Delàs, España ya dedica casi el 2% al gasto militar. Solo toca reconocerlo.
Gasto militar
Gasto militar Militarismo, disuasión y cultura de paz
¿Qué garantías plantea la UE y sus Gobiernos para que ese plan de rearme masivo no haga escalar aún más las amenazas y desafíos a los que pretende dar respuesta?
Palestina
Cisjordania Después del desplazamiento masivo, se asienta la ocupación militar en Yenín y Tulkarem
Cada vez son más comunes los testimonios de personas que se arriesgan a entrar al campo de refugiados para tratar de alcanzar sus casas y recuperar las pertenencias que dejaron atrás cuando fueron forzados a huir.
Música
Música Una improbable historia de punk y autogestión en la Cuenca de los años 90
Carlos ‘Piwi’, quien fuera voz y guitarrista de Kuero, añorada banda de punk rock, recuerda cómo se desarrolló en Cuenca en los años 90 una escena contracultural, autogestionada y antifascista muy activa y peculiar.
Sevilla
Derecho a la vivienda La última noche de Cristina antes de ser desahuciada en Sevilla
La Asamblea por la Vivienda de Sevilla señala a la compañía hostelera La Vida en Tapas de que Cristina y su hija, menor de edad, se queden sin la casa en la que llevan más de diez años.

Últimas

Comunidad de Madrid
Protocolos de la vergüenza Las mentiras de Ayuso en el quinto aniversario de la pandemia
La presidenta de la Comunidad de Madrid intenta lavar su imagen con un vídeo y un comunicado plagados de maquillaje.
Galicia
Galicia La ría de Arousa, al borde del colapso ecosistémico
La principal productora de marisco de Galicia se enfrenta a una crisis sin precedentes; el impacto de la contaminación actual y la de potenciales industrias como Altri o la reapertura de la mina de Touro ponen en jaque al sector del mar.
Argentina
Argentina Milei pisa el acelerador en Argentina con la represión feroz de una protesta frente al Congreso
Una marcha de jubilados respaldada por aficionados de fútbol desata la mayor violencia desplegada por el Gobierno del presidente argentino desde el comienzo de su mandato hace más de un año.
Precariedad laboral
Migraciones La nueva diáspora española: entre la precariedad y el activismo
En “No nos vamos, nos echan” se recogen las experiencias de movilización social protagonizadas por los emigrados españoles tras la crisis de 2008.
Pueblo kurdo
Siria Las milicias kurdas firman un acuerdo ambiguo con Damasco en un Estado sirio aún sin definir
Las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), lideradas por los kurdos, y el Gobierno de Al Jolani han firmado un acuerdo que promete estabilidad, pero que deja más preguntas que respuestas.
Más noticias
Serbia
Protestas estudiantiles Belgrado se prepara para una protesta multitudinaria
El Gobierno de Aleksandar Vučić se enfrenta a una de las manifestaciones más importantes en la historia reciente del país
Opinión
Opinión De aquellos traidores que nos metieron en la OTAN a estos irresponsables que nos llevan a la guerra
Ante el hecho, inevitable y deseable, de que el movimiento por la paz se alce contra este desvarío, la izquierda entera será puesta a prueba, echándosele en cara su reconversión belicista por mor de un atlantismo que nos lleva hacia el desastre.

Recomendadas

África
Alima Ngoutme “La solidaridad femenina es importante para que en África logremos la inclusión de los niños con discapacidad”
A través de su asociación, Alima Ngoutme, y a partir de una experiencia personal, ha concentrado sus esfuerzos por conseguir la plena inclusión social de los niños y niñas con discapacidad en su país natal, Camerún.
Migración
Migraciones Bruselas anuncia un nuevo proyecto de ley para acelerar las deportaciones de personas migrantes
La Comisión Europea ha presentado este martes un nuevo proyecto de ley que tiene como objetivo intensificar y acelerar las deportaciones de personas indocumentadas a sus países de origen o países de tránsito.
Galicia
Galicia La Xunta entorpece el acceso a más de 8.500 contratos que suman 57 millones de gasto
La Axencia de Doazón de Órganos e Sangue indexa miles de pagos sin concepto e imposibilita su fiscalización. La Xunta de Alfonso Rueda aduce que la opacidad es causada por “un fallo de codificación”. Sin embargo, esa práctica se repite desde 2018.
Islamofobia
Religión El aumento de vetos al hiyab en escuelas reaviva el debate sobre la islamofobia en España
Cada vez son más los centros educativos que están vetando estas prendas propias de la cultura musulmana a través de disposiciones en sus protocolos internos.