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Hay quien podría decir que estamos inmersos en una época dorada de la producción y publicación de contenido antirracista en español. Sin duda, cada año nos encontramos en las librerías una gran cantidad de libros que abordan el tema del racismo por parte de editoriales pequeñas, pero también por algunos de los grandes mercados.
Aun así, lo cierto es que la mayoría del contenido que vemos en las librerías se aleja de poder ser denominado antirracista si partimos de un antirracismo político que entiende este como una respuesta y un análisis desde las perspectivas radicales antirracistas y por lo tanto anticapitalistas, antipatriarcales, antiimperialistas y anticolonialistas. Visto así, diría que estamos lejos de esa época dorada, sino más bien de un circuito donde se establecen cárceles de pensamiento en torno a lo que es el racismo, su origen, sus consecuencias y la forma de enfrentarlo. Un pensamiento limitado totalmente alejado de las posturas abolicionistas y enmarcado en marcos liberales.
Soy de los que opina que poner el tema sobre la mesa es importante y es un primer paso para establecer un debate profundo, con contenido y de calidad sobre el asunto. Lo que llaman en Estados Unidos “mantener la conversación”, porque por lo menos se parte de la premisa de que un problema existe y por lo tanto hay algo que abordar. Pero esto no es suficiente para establecer un relato, un diagnóstico y un enfoque antirracista. El antirracismo político no es publicar libros que abordan la temática, sino que dependerá del enfoque con el que lo hacen. Dicho esto, es lógico que en las librerías abunden este tipo de contenidos en contraste con otras agendas más radicales. Al final, no puede pasarse por alto que los libros marcadamente antirracistas, y que no abordan el racismo desde lógicas liberales, encuentran más dificultades para ser publicados, más aún si han sido escritos por personas racializadas.
Hablar de racismo es hablar de blanquitud. Y así lo aborda María Ignacia Ibarra, activista feminista decolonial y doctora en Antropología, partiendo de un ejercicio de reflexión y crítica
De ahí, que se agradece encontrarse con un libro como Tumbar la blanquitud. Ensayos urgentes sobre raza y colonialidad de la chilena residente en Barcelona María Ignacia Ibarra que escapa de lo fácil para complejizar el debate, tensionarlo, y dar luces del recorrido conceptual de las bases en las que se enmarca el racismo como una estructura total de dominación económica, política, cultura, social y espiritual a partir de la ideología de la blanquitud.
Porque hablar de racismo, es hablar de blanquitud. Y así lo aborda María, activista feminista decolonial y doctora en Antropología, partiendo de un ejercicio de reflexión y crítica con el que busca generar un diálogo desde la contradicción y la radicalidad. Este, que no es un proceso sencillo, lo aborda desde una práctica de meditación honesta tanto interna como externa, siendo coherente con el lugar de enunciación que ocupa.
Este trabajo se nos presenta como un recorrido conceptual sobre las claves para entender el funcionamiento de la blanquitud desde un desarrollo histórico. Un sistema que escapa a configuraciones pigmentocráticas o meramente raciales, sino como un marco ideológico que lo engloba todo. Una blanquitud que existe, pero se oculta y niega, formando una no-identidad blanca.
La blanquitud como un proceso no estático, sino que evoluciona, que se sitúa tanto globalmente como localmente rompiendo toda homogeneización con sus materialidades específicas. Siendo este un elemento central, pone el foco en las consecuencias materiales del racismo frente a las retóricas de determinadas izquierdas blancas que lo banalizan o lo reducen a un mero elemento moral y simbólico.
Un punto clave del libro es generar tensión y disputa, a la vez que acercamiento, a las posturas de izquierda que aún siguen renegando del racismo, ante la meta evidente y necesaria de “tumbar el pacto racial entre blancos”
Precisamente un punto clave del libro es generar tensión y disputa, a la vez que acercamiento, a las posturas de izquierda que aún siguen renegando del racismo, ante la meta evidente y necesaria de “tumbar el pacto racial entre blancos”. Se vuelve necesario, y urgente, una revisión profunda e interna por parte de las izquierdas blancas, incluido los feminismos, y este es un texto en el que encontrarán claridades y guías. A su vez, resulta necesario señalar el acercamiento y capitalización de conceptos y reclamos por parte de determinados movimientos que desvirtúan la esencia antirracista y los blanquean y asimilan reduciéndolos a experiencias blancas y liberales, en un ejercicio -una vez más- de expropiación epistemológica, académica y política.
En Tumbar la blanquitud, de la editorial Descontrol, nos encontramos con un texto cargado de preguntas relevantes a las que acompaña reflexiones profundas a partir de una nutrida bibliografía plasmando un proceso de investigación, teórico y reflexivo robusto. Un trabajo en el que defiende una postura clara por la cual el antirracismo debe ser necesariamente anticapitalista, antipatriarcal y anticolonialista en su conjunto, identificando al antirracismo liberal como una postura “que solo perpetua las relaciones de poder y el dolor producto de la supremacía blanca".
Pese a todos los señalamientos, y tras todas las tensiones que plantea, así como la invitación a la reflexión por parte de los procesos de izquierdas que desconocen todo el entramado de la blanquitud, lo que pretende con este libro, y a lo que nos urge, es a “dar lugar a localidades que permitan inducir y reconocer las diferencias y así ir en contra del proyecto moderno universalista. Desde ahí, ojalá, tender puentes más fuertes y duraderos para pensar en la construcción de articulaciones políticas, sinceras y comprometidas en los movimientos más allá, y más acá, de lo identitario”.
Ante la nube de intoxicación en redes, que importante es no perder la lectura de libros tan radicalmente interesantes y necesarios. Nos encontramos en momentos de derivas perversas donde toda pedagogía antirracista es poca. Aquí María nos marca un camino, y yo os invito a sumaros.
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Está señora nos dice lo que debe ser y nos marca el camino. Muy democrático! Los racistas son blancos y patriarcales, además. Me parece que las cosas son un poco más complejas. Conozco blancas lesbianas antpatriarcales pero racistas. Conozco negros patriarcales y racistas hacia los blancos. Conozco árabes que son racistas hacia negros y blancos... Aunque está señora no sé dónde incluye a los árabes, son blanquitud?