Opinión
La paranoia de la injerencia rusa llega al Congreso
La Comisión Mixta de Seguridad del Congreso discutió ayer sobre los indicios de "injerencia rusa" en la crisis entre los Gobiernos de Catalunya y España. La falta de pruebas no impidió que la cámara de representantes aumentase la alarma ante un problema que ha sido escasamente acreditado.

El escándalo de las noticias falsas se ha instalado hace tiempo en el libreto de los principales medios de comunicación. El más beligerante es El País, especialmente su exdirector y extodo, Juan Luis Cebrián, que califica como "fake" toda noticia que no proceda de su grupo y que afecte a sus intereses. Pero la actitud de paranoia no solo se ha extendido a los medios –que deben de creer que les sientan bien unas gotas de alarmismo– sino que ayer llegó al Congreso de los Diputados.
El argumento de esta alarma en el Parlamento es que la “injerencia de Moscú” ha tenido influencia en la crisis entre Catalunya y España de este otoño. Las pruebas son las que ha aportado el propio El País, envueltas para su consumo académico por Mira Milosevich Juaristi, investigadora del Real Instituto Elcano, autora de un informe cuyas principales pruebas son los artículos de dicho periódico. Milosevich Juaristi asistió ayer en calidad de invitada a la Comisión Mixta de Seguridad Nacional para explicar el mismo dato en el que se basan todos los argumentos que explican el asunto, al que no se le ha añadido ninguno más, y que es suficiente para que la Cámara de Representantes hable de injerencia.
El dato es que el tráfico de mensajes sobre Catalunya en redes sociales aumentó un 2.000% en septiembre, que los medios de comunicación RT y Sputnik ampliaron su cobertura sobre los problemas entre Catalunya y España, y que se sospecha también de la actividad en Twitter de Julian Assange, el fundador de Wikileaks. El dato puede ser repetido las veces que se quiera pero es el único que hay de la supuesta injerencia. J. Garín ya ha escrito sobre los informes en los que se basa "el dato". También Marta Peirano ha escrito y puesto en contexto las informaciones de las últimas semanas sobre bots, trolls e injerencias.
La propia Milosevich Juaristi reconocía ayer en sede parlamentaria que “no existen pruebas materiales ni huellas informáticas” del papel de la Rusia de Vladimir Putin en este caso, es decir, que el episodio no pasará de los efectos de su enunciación. La injerencia de Moscú durante septiembre y octubre no se puede probar pero sirve para fijar un asunto en la agenda pública y eso es suficiente.
Lo que llama la atención no es tanto que el Real Instituto Elcano se muestre beligerante ante Rusia en este tema, ya que –como agencia afín a la OTAN– lo hace por defecto en todos los temas, como que el Gobierno dé al asunto la categoría de conflicto.
Uno de los peores errores que puede cometer alguien que ejerce la política es inventarse problemas que no existen. Si hace falta mencionar algunos problemas que sí existen se puede comenzar por la sequía y la contaminación que afecta a habitantes de zonas rurales y de ciudades en distinta forma. Un asunto al que la ministra Isabel García Tejerina no ha dado respuestas satisfactorias, según regantes, ecologistas, etc, etc.
Por mencionar algunos problemas internacionales que sí existen, se podía haber comenzado por hablar del cambio de las rutas migratorias y de la ausencia total de “pasajes seguros” para migrantes y refugiados que eviten la muerte de miles de personas cada año en el mar Mediterráneo.
Por mencionar algunos problemas que existen en Rusia, se podía haber comenzado a tomar en serio las acusaciones de violación de los derechos humanos de la comunidad LGTB.
Pero eso no estaba en la agenda ayer. La agenda de ayer servía para apuntar el ventilador hacia todos aquellos que “no se tomen en serio” la amenaza que supone una granja de trolls dedicada a aumentar el tráfico en redes sociales y lavar el cerebro de la población con mensajes prorrusos, anti-España o anti-UE. Como con Venezuela, el objetivo principal no es atacar a Rusia, sino señalar a quienes no la atacan. Aunque eso pueda generar un conflicto diplomático y comercial. Aunque eso conlleve que la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal acepte la posibilidad de que la mitad de los 72.000 rusos que viven en España sean espías. Pues muy bien.
Hay que resaltar la claridad expositiva de Antonio Hernando (exportavoz del PSOE) para afirmar que, efectivamente, estamos ante una campaña de desinformación. “Si anda como un pato, nada como un pato y hace cuac cuac, suele ser un pato”. ¿Qué pasaría si esa tautología se aplicase a la propia capacidad de Antonio Hernando para cambiar su discurso en los últimos tiempos?, ¿vale el mismo silogismo para calificar a Hernando de veleta? Si anda como un pato, nada como un pato y hace cuac cuac, suele ser un pato.
En efecto, las tautologías, los argumentos falsos, la postverdad y las noticias falsas están de moda. Pero el control de los medios para determinar qué es calificado como fake news y qué colección de indicios, prejuicios e intereses pasa al apartado de primera noticia de la sección Política es mucho más determinante que cualquier trama rusa.
Mientras esos medios demuestran al mismo tiempo su poder y la debilidad de sus argumentos, prosigue un tiempo político en el que el respeto hacia la inteligencia de la opinión pública y de nuestras sociedades es la primera víctima de las campañas mediáticas.
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