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Opinión
La digitalización frente a los seres vivos: vigilancia
Miembro de Bizi! mugimendua, firmante del manifiesto Euskal Herria Digitala
La explosión de las tecnologías del internet, el despliegue de las redes y la invasión de los móviles han contribuido de manera significativa a digitalizar la mayoría de las tareas y actividades que gobiernan nuestras vidas privadas y profesionales. Llevado por la corriente del solucionismo tecnológico, la digitalización ha revelado, en primer lugar, sus aportaciones positivas, por la automatización, la optimización de procesos o la facilitación del acceso y el uso compartido de la información.
Sin embargo, la digitalización no solo trae beneficios. Lejos de los discursos tecnófobos, deseamos volver a poner en su sitio la digitalización, la de una herramienta técnica, ni más ni menos, con sus ventajas y sus inconvenientes, como lo escribió el filósofo Bernard Stiegler : “Una tecnología es un pharmakon. Esta palabra griega significa remedio y veneno a la misma vez. El pharmakon tecnológico ofrece grandes promesas, pero siempre empieza causando miles de problemas, porque empieza por destruir los marcos constituidos.”
La digitalización representa más o menos 4% de las emisiones de gases de efecto invernadero (o sea tanto como el tráfico aéreo) y ya 10% del consumo eléctrico mundial, de aquí a 2025.
Se puede concluir que la digitalización se está convirtiendo en uno de los principales contribuyentes del calentamiento climático y contribuye de manera significativa al estrés del planeta.
Sin embargo, se habla muy poco de esto, probablemente porque la digitalización tiene eso de “virtual” que no parece estar en contacto con las preguntas de energías fósiles y gases de efecto invernadero. Por lo tanto, la digitalización no es inmaterial, a pesar de lo que puede sugerir el término de desmaterialización sino más bien lo contrario... Cuando se habla de digital, el equipo final del usuario (smartphone, tablet, ordenador) muchas veces oculta otros equipos imprescindibles para la mayoría de los servicios y aplicaciones en internet, es decir, las redes (cableada, wifi, 4G/5G) y los Datacenters que alojan los servidores y el almacenamiento que permiten a las aplicaciones de funcionar.
Las emisiones de gases de efecto invernadero de los servicios de vídeo a la carta (Netflix, Youtube, etc.) son equivalentes a las de un país como Chile
Análisis del ciclo de vida
El método ACV (Análisis del Ciclo de Vida) permite medir los impactos ambientales de los tres tipos de equipos mencionados anteriormente, frente a los tres tiempos de vida de un producto (diseño, uso, fin de vida). El resultado, definitivo, muestra que es esencialmente la concepción y el uso de los equipos de los usuarios que constituyen la principal fuente de impactos ambientales, entre 60 y 85 % según los elementos medidos.
A menudo ignorada en nuestros modelos occidentales, ya que tiene esencialmente lugar en Asia, la concepción está vinculada a la generalización del smartphone en el mundo y tiene un fuerte impacto sobre el medio ambiente mediante el extractivismo que supone (metales raros), el consumo masivo de agua y las contaminaciones que genera.
El uso está estrechamente relacionado con la dependencia a las herramientas digitales y en particular al rápido desarrollo del video, que es un soporte muy denso. Como ejemplo, las emisiones de gases de efecto invernadero de los servicios de vídeo a la carta (Netflix, Youtube, etc.) son equivalentes a las de un país como Chile.
Por último, no se puede hablar de estrés del planeta, sin mencionar los riesgos para la biodiversidad de tecnologías como la 5G, desplegadas sobre nuestros territorios sin haber esperado los estudios de impacto sanitario sobre todos los seres vivos.
La digitalización no solo estresa el planeta, también estresa la sociedad en su totalidad, por las profundas transformaciones que produce en el seno de los marcos establecidos, como por ejemplo el mundo laboral, la educación o el espacio público.
Si se añade la progresiva desintegración de nuestras vidas privadas, a través del uso de nuestros datos, se adivina fácilmente la pérdida de autonomía y de libre albedrío que parece ser el día a día del ser humano conectado del futuro
Es todo un conjunto de tecnologías con posibilidades desproporcionadas (Inteligencia Artificial, 5G, objetos conectados, etc.) que interfieren en silencio en nuestras sociedades, dibujando un futuro, bien descrito por muchas distopías, donde el humano ya no está en el centro del modelo de la sociedad. Por último, hasta el hombre sufre un estrés directo de la digitalización, a través de este equipo que ha invadido su diario: el smartphone.
Sin embargo, el smartphone tiene muchas comodidades a diario, pero también es el emblemático pharmakon. El smartphone, “ladrón de tiempo”, crea una adicción, orquestada en gran medida por las plataformas y vendedores de equipos, que perturba profundamente nuestra salud mental y física. Si se añade la progresiva desintegración de nuestras vidas privadas, a través del uso de nuestros datos, se adivina fácilmente la pérdida de autonomía y de libre albedrío que parece ser el día a día del ser humano conectado del futuro.
En Iparralde (País Vasco Norte), la asociación Bizi milita desde 2009 para la defensa del clima y la justicia social. Ha creado un grupo dedicado a esa temática, donde el plan de trabajo apunta a denunciar los vicios de la digitalización, sensibilizar a los ciudadanos y ciudadanas, interesar los actores del territorio y proponer alternativas para reducir los efectos negativos de la digitalización.