Opinión
El alto el fuego en Gaza no curará las heridas del genocidio

Ahora que se ha acordado un alto el fuego en Gaza, las bombas dejarán de caer y el mundo respirará aliviado. Sin embargo, para quienes sobrevivimos, la guerra no ha terminado, simplemente se ha transformado.
Gaza Activestills  9
Después de otra noche de incesantes bombardeos por parte de las fuerzas coloniales israelíes, el hospital Al-Nasser en Khan Yunis está repleto de muertos y heridos, Franja de Gaza, 25 de octubre. Mohammed Zaanoun/ ActiveStills (©)

Ahora que se ha acordado un alto el fuego en Gaza, las bombas dejarán de caer y el mundo respirará aliviado. Habrá celebraciones por la paz, aunque ésta sea temporal, las naciones se darán palmaditas en la espalda y los medios de comunicación pasarán a la siguiente crisis de actualidad. Sin embargo, para los que sobrevivimos, la guerra no ha terminado, simplemente se ha transformado. 

Para nosotros, la guerra comenzó mucho antes del 7 de octubre de 2023 y sigue en las cenizas de lo que una vez fue nuestro hogar. El alto el fuego mundial es una pausa inventada en nuestro tormento interminable. El mundo busca su propia resolución, una solución rápida para calmar la conciencia, pero para nosotros, el alto el fuego es solo otro momento fugaz en una larga historia de borrado.

Las fuerzas de ocupación israelíes no sólo destruyeron nuestros hogares, sino que declararon ilegales nuestros recuerdos

Antes de la guerra, Sheikh Ijleen no era solo mi barrio, era un universo en sí mismo. Era el lugar donde mi familia plantó vides e higueras durante siglos. Fue donde aprendí a caminar entre las vides, donde crecí. La tumba de mi abuelo estaba allí, y también los rostros de los vecinos cuya amabilidad recuerdo. No eran solo puntos de referencia; eran el hilo que tejía mi sentido de identidad. Hoy, Sheikh Ijleen existe solo en mi memoria. Lo que una vez fue mi hogar ahora no es más que ruinas.

Las bombas no sólo hicieron estallar los edificios de allí, sino que también borraron la esencia de quienes éramos. Las fuerzas de ocupación israelíes no sólo destruyeron nuestros hogares, sino que declararon ilegales nuestros recuerdos. Se apoderaron de mi calle, de las tierras de mi familia e incluso del cementerio donde descansan mis antepasados, y lo convirtieron todo en una “zona militar”.

Hoy, el lugar que albergaba mi historia y mi identidad se ha perdido, sepultado bajo capas de escombros y bajo un control militar frío e indiferente. Los árboles que una vez nos protegieron del sol de verano están ahora aplastados y sus raíces cortadas. Mi habitación, donde el sol poniente solía pintar las paredes de tonos dorados, ya no existe. No es solo la destrucción de un lugar; es la destrucción de la memoria, del hogar, de la familia y de la historia.

No volvemos a la normalidad: nos adaptamos a un nuevo tipo de existencia, que nace de los restos de nuestro pasado y de la incertidumbre de nuestro futuro

Esta eliminación no es un mero efecto secundario de la guerra; es un esfuerzo calculado para cortar los vínculos entre las personas y su tierra, para despojarnos de nuestra identidad y convertirnos en víctimas sin rostro ni nombre en la narrativa global. El mundo nunca antes nos ha pedido que conozcamos nuestra historia y ahora solo quiere recordarnos como víctimas y números.

La verdadera historia de Gaza se pierde entre los escombros, eclipsada por los cálculos políticos más amplios que rigen su existencia. 

Nuestro sufrimiento se hace digerible para el público internacional, mientras que las pérdidas más profundas y profundas quedan ocultas bajo la superficie. Sheikh Ijleen se ha ido, pero sigue vivo en mi memoria, y es un recuerdo que me niego a dejar morir.

La falsa resolución del alto el fuego

Mientras el mundo celebra el alto el fuego, nos preguntamos qué significa. ¿Qué significa realmente para nosotros en Gaza? 

No es el fin de la guerra; es simplemente una pausa temporal en la violencia.

No deshace la devastación ni cura las heridas que nos han infligido. 

Un alto el fuego no es más que una actuación global, una señal de que el mundo ha hecho lo suficiente para apaciguar su propia conciencia. 

Pero para nosotros no es más que un intermedio en una tragedia sin fin.

Cuando las bombas cesan, el trauma no desaparece. 

Las calles siguen en ruinas, el agua envenenada sigue recorriendo nuestros cuerpos y los recuerdos tóxicos de los bombardeos persisten como una enfermedad invisible.

No volvemos a la normalidad: nos adaptamos a un nuevo tipo de existencia, que nace de los restos de nuestro pasado y de la incertidumbre de nuestro futuro.

Un alto el fuego no repara la pérdida de hogares, de vidas, de familiares. No devuelve lo que se ha destruido. No restaura la dignidad ni cura las heridas del desplazamiento.

Para el mundo, un alto el fuego es el final de la historia, la resolución que permite al público pasar página. Pero para nosotros, es sólo otro silencio, otro capítulo de una historia que nunca termina realmente. Las bombas pueden parar, pero las heridas que dejan tras de sí seguirán sangrando.

Y el silencio que sigue no es paz: es el silencio ensordecedor de vidas dejadas en el limbo, esperando que comience la siguiente ronda de violencia.

La comunidad internacional reduce Gaza a un acontecimiento: un espectáculo de sufrimiento consumido en titulares y fragmentos de audio como si nuestras vidas no fueran más que una narración trágica con una trama predecible. Gaza se ha convertido en un escenario, donde cada tragedia sigue la misma línea argumental: sufrimiento, clímax y resolución. Se nos presenta como héroes, mártires, símbolos de la resistencia o víctimas de la opresión. Sin embargo, la verdad es mucho más complicada.

El mundo seguirá adelante, pensando que ha solucionado el problema con un alto el fuego, pero para nosotros, es solo otra mentira en una larga historia de indiferencia

Nuestro dolor se reduce a símbolos, nuestro sufrimiento se trata como una imagen en lugar de como la brutal realidad de nuestras vidas. Detrás de cada titular hay un ser humano que vive lo inimaginable. El titular muestra el fuego sin mostrar a las personas que arden detrás de él.

Nos negamos a ser borrados

Incluso cuando el mundo nos da la espalda, Gaza se niega a ser olvidada. 

Mi barrio, Sheikh Ijleen, puede que ya no exista en el mundo físico, pero vive en mi memoria. 

Las calles por las que corrí, las higueras que crecían en mi jardín, los rostros de mis vecinos… están grabados en mi mente, y la puesta de sol sobre el mar desde mi ventana es tan vívida como siempre. Me niego a dejar que se borren.

Desde El Cairo, oigo el zumbido de los aviones civiles, y me hace recordar el rugido de los F-16, el único tipo de avión que conocía antes de salir de Gaza. 

Los bombardeos podrán cesar, pero los sonidos de la destrucción siempre estarán con nosotros, resonando en nuestros pensamientos.

Y luego hablan de una “pausa humanitaria”. Qué irónico, qué vacío, llamarla “pausa humanitaria” cuando hemos vivido la mismísima inhumanidad.

¿Cómo puede el mundo llamarla pausa cuando nuestra humanidad ha sido destrozada, cuando nuestros hogares, nuestros recuerdos y nuestra propia existencia han sido borrados sistemáticamente?

¿Cómo puede el mundo declarar una pausa cuando nos han dejado recoger los pedazos de una vida que ya no existe, vivir con el inquietante residuo de lo que una vez fue nuestro?

Puede que el derramamiento de sangre se detenga, pero las manchas nunca desaparecerán de nuestras manos. Puede que se retiren los cadáveres de las calles, pero las imágenes nunca abandonarán nuestras mentes. El mundo seguirá adelante, pensando que ha solucionado el problema con un alto el fuego, pero para nosotros, es solo otra mentira en una larga historia de indiferencia. 

Gaza no es un problema que pueda resolverse con una pausa: es una herida que nunca sanará.

Ahora que se ha declarado un alto el fuego y el mundo lo celebra, recuerden esto: la sangre ya no manchará las calles, pero manchará nuestros recuerdos. Puede que los bombardeos hayan cesado, pero aún los oímos en nuestros oídos. El mundo puede pensar que ha terminado, pero para nosotros es una pesadilla continua y una carga para nuestra existencia.

Mondoweiss
Artículo original: The Gaza ceasefire will not cure the wounds of genocide publicado por Mondoweiss y traducido con permiso expreso por El Salto. Roaa Shamallakh es una escritora independiente, periodista, narradora y comercializadora digital originaria de Gaza, ahora radicada en Egipto.

Archivado en: Palestina Israel Opinión
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Kabilas de mesa camilla
Kábilas de mesa camilla Las flores no nos libran de la culpa de no ser vírgenes
Estamos maternando en una Andalucía cuajada de modelos religiosos cautivos en la lógica patriarcal, y está en nuestra mano ofrecer a la nueva generación de churumbeles una versión decente de las imágenes o una negación desfasada de lo que ven
Opinión
Opinión Abolir la familia, la perspectiva de une superviviente
La familia se vende como un espacio seguro, un lugar de amor y de cuidados mutuos, algo que no corroboran los datos. ¿Hay alternativas? ¿Cómo llevamos nuestras experiencias de redes de apoyo mutuo al centro de la sociedad?
Opinión
Opinión Por qué es vital que el mundo (y Europa) se desarme
Mientras buena parte de los políticos mundiales nos hablan de las amenazas que suponen los Otros, la conclusión en el campo de la ciencia climática es que los problemas del siglo XXI son consecuencia del modo de vida desmesurado del mundo occidental.
teodoro.hdez
16/1/2025 14:15

Sin palabras.
En este sentido y demoledor artículo está todo dicho para escarnio de la Humanidad.

2
0
Comunidad de Madrid
Bloques en lucha Una familia de rentistas amenaza con vaciar 24 casas del bloque Mesón de Paredes 88 en Lavapiés
Benjamín lleva 12 años en su casa, Lorena comparte piso con su hija y dos nietos de cinco y once años. Jesús lleva 50 años en un piso que ha adaptado para su discapacidad. Todo el vecindario está siendo presionado para que abandonen sus casas.
Madrid
Movimiento estudiantil Vuelve la acampada universitaria por Palestina y contra el asedio de Gaza por parte del Estado de Israel
Los estudiantes vuelven a acampar en el campus de la Universidad Complutense en protesta y contra el genocidio palestino que “ha continuado y se ha intensificado”. Acusan de “inacción” al Gobierno español y exigen detener el rearme europeo.
Análisis
Análisis Después del apagón, la normalidad: crisis a la izquierda, Gobierno a la derecha
El Gobierno de coalición está cada vez más exhausto, el PP vence pero no convence, Vox permanece estático y en la izquierda ‘alternativa’ prevalece el estado de descomposición, según los datos del último CIS.
Reducción de jornada
Reducción de jornada ¿Vivir mejor o más trabajo para todos? Las diferentes vías para llegar a la reducción de la jornada laboral
Situar el empleo fuera del eje central de la vida de las personas trabajadoras enfrenta la visión clásica de los sindicatos para lograr el pleno empleo al de asociaciones que buscan la conciliación y el autocuidado.
There Is Alternative
There Is Alternative There Is Alternative #4: de techo, huelgas de alquileres, vivienda cooperativa y todo lo que no sea especular
Cuarto episodio del podcast There Is Alternative de El Salto Radio sobre alquileres por las nubes, lo difícil que tenemos para tener un techo donde vivir, ya sea comprando o alquilando.

Últimas

Eventos
Evento Un Salto al periodismo desde el barrio: acompáñanos en un directo sobre periodismo situado
El Salto organiza un evento centrado en el potencial de los formatos sonoros para transmitir información veraz y fiable de forma cercana. Para hacer periodismo desde el barrio y barrio desde el periodismo.
Opinión
Opinión Abolir la familia, la perspectiva de une superviviente
La familia se vende como un espacio seguro, un lugar de amor y de cuidados mutuos, algo que no corroboran los datos. ¿Hay alternativas? ¿Cómo llevamos nuestras experiencias de redes de apoyo mutuo al centro de la sociedad?
Kabilas de mesa camilla
Kábilas de mesa camilla Las flores no nos libran de la culpa de no ser vírgenes
Estamos maternando en una Andalucía cuajada de modelos religiosos cautivos en la lógica patriarcal, y está en nuestra mano ofrecer a la nueva generación de churumbeles una versión decente de las imágenes o una negación desfasada de lo que ven
Más noticias
Eléctricas
Eléctricas Aagesen descarta el ciberataque y sitúa la desconexión que llevó al apagón en Granada, Badajoz y Sevilla
La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica explica en el Congreso que siguen investigando, pero avanza que no fue un problema de cobertura ni de reserva. El Ejecutivo no ha detallado qué tipo de energía fue la que falló.
Genocidio
Genocidio 470.000 personas están en situación de hambruna en Gaza, donde continúan los asesinatos
El Ministerio de Salud de Gaza reporta que 52.928 personas han sido asesinadas y 119.846 heridas desde el 7 de octubre de 2023. Trump se reúne con los países del Golfo, pero no se mueve de su apoyo a Israel.
Educación
Educación Protocolos éticos en espacios educativos: ¿qué dicen sobre el abuso de poder?
La asociación de referencia para las escuelas gestalt acaba de aprobar un protocolo para detectar y abordar del abuso de poder. Otros ámbitos educativos cuentan con documentos éticos sobre este asunto.

Recomendadas

Irlanda
Lavanderías de la Magdalena Caelainn Hogan: “Las madres ‘descarriadas’ y sus criaturas eran un desafío a la autoridad de la Iglesia”
Caelainn Hogan, periodista irlandesa nacida en 1988, es autora de ‘La república de la vergüenza’, donde revela los abusos en las instituciones para mujeres que se desviaban de la norma en Irlanda.
Uruguay
Muere Mújica Muere José Mujica: el descanso del guerrero
La muerte de Pepe Mujica hará aumentar sin duda la leyenda que rodeó durante tantos años al viejo guerrillero tupamaro convertido en presidente de Uruguay, pero no todos serán elogios.