Música
¿Y si las mujeres tuareg no quieren renunciar a sus costumbres?
La banda Les Filles de Illighadad desmonta la visión de la mujer en Níger y se muestra rotunda en cuanto a la mala imagen del país.

Níger es el último país en la cola de los 187 estados que conforman el Índice de Educación de las Naciones Unidas. Solo uno de cada cinco adultos nigerinos puede leer, siendo las niñas las peor paradas de estas elevadas tasas de analfabetismo. De hecho, solo el 8% de las nigerinas asisten hoy a la escuela y muchos padres y madres prefieren que se casen a que reciban una educación escolarizada. Al mismo tiempo, el país es conocido por sus altas tasas de pobreza (44,1%) y bajos índices de desarrollo, pero también por ser una de las regiones más inseguras del Sahel, debido a la presencia cada vez más fuerte de Boko Haram o de las mafias de la migración ilegal a través del Sahara. Sin embargo, al parecer, al otro lado de las lentes a través de las que leemos y analizamos este tipo de información, hay otra realidad bien distinta.
“Níger no tiene nada que ver con todas las noticias que llegan fuera. No hay inseguridad todos los días, y nosotras nunca hemos sufrido ataques terroristas. Al contrario, la mayoría de nigerinos son libres de circular por el país sin ningún problema. Estos puntos de vista son una manipulación de los medios de comunicación de Europa para disuadir a la gente de venir a Níger”, asegura la cantante y guitarrista tuareg Fatou Seidi Ghali, líder de la banda de mujeres nigerinas Les Filles de Illighadad.
Ghali añade que cree que “todo esto sirve para proteger a los intereses financieros de Francia, como por ejemplo la explotación de minas de uranio de Areva. Mientras que Níger es un país ‘pobre’ económicamente, las multinacionales, con la complicidad de nuestros políticos, están explotando desde fuera las riquezas de nuestra tierra. El foco de las migraciones desde Níger se da en primer lugar, porque somos un país sin salida al mar que es geográficamente enlace entre el África subsahariana y los países del Magreb y Europa. Pero el aumento del tráfico de migrantes en Níger está relacionado en gran medida con la destrucción planificada del estado libio y la caída de Gadafi”.
Puede que Fatou, como tantas otras mujeres de Níger, no haya cursado el mínimo obligatorio de estudios que se considerarían básicos en la mayoría de países occidentales; sin embargo, su capacidad de análisis no parece, para nada, de una persona inculta o analfabeta. “La cuestión de la educación de las niñas en escuelas ‘normales’ no me parece esencial”, afirma.
Además, defiende que las niñas vayan a la escuela coránica y sean educadas en el marco de la religión. Un derecho a decidir que ya nos advertía otra africana, la mozambiqueña Julia Mpfumo de Fórum Mulher, al decir que “hay muchísimas feministas ejerciendo tareas domésticas desde detrás de los fogones” y que no eres más feminista por llevar un delantal. Por eso, Fatou Seidi Ghali se muestra crítica con los índices de desarrollo y alfabetización.
Les Filles de Illighadad: entre las cuerdas de la guitarra
Fatou Seidi es una pionera de la guitarra en el oeste de África y una singular excepción entre las mujeres tuareg. Empezó casi por casualidad a tocarla, porque aunque la guitarra es un elemento fundamental en la música Tuareg contemporánea, tradicionalmente siempre ha sido reservada a los hombres. “Comencé a aprender música tocando el takamba, un instrumento tradicional de tres cuerdas, con mis amigos Fulani mientras pasturábamos el ganado. Más tarde, un amigo de mi hermano mayor regresó a la aldea proveniente de Libia, y se trajo consigo una guitarra acústica. Como temía que sus padres vieran la guitarra, se la confió a mi hermano, que la guardaba en nuestra casa. Siempre los escuchaba tocar, y un día, la pedí prestada y empecé a practicar, imitando lo que veía que hacían ellos”.Poco a poco se fue familiarizando con el instrumento hasta que durante una celebración, el guitarrista Ahmoudou Madassane la grabó en vídeo. “Christopher Kirkley, del sello Sahel Sounds, que siempre ha estado en contacto con artistas de la región del Sahel, vio este vídeo y quiso conocerme para grabar un disco”. El melómano y archivista norteamericano quedó tan prendado de esa rareza sonora —era la primera vez que veía a una mujer tuareg tocando la guitarra— que decidió trasladarse desde Oregón hasta el pueblo de Illighadad, para conocer a Fatou y las demás chicas que la acompañaban en ese vídeo. “Así nació Les Filles de Illighadad”, cuenta la joven.
En 2017, la banda lanza su primer LP con Sahel Sounds y empieza un periplo internacional que las lleva a girar por toda Europa, incluidos varios escenarios españoles. Mientras en el pueblo de Illighadad, los aldeanos no saben muy bien cómo reaccionar a los hechos. “Las percepciones son diversas, a algunas personas no les gusta ver a una mujer tocar la guitarra o viajar haciendo música, sin duda por razones religiosas. Otros aceptan esta idea y están felices de ver a mujeres promoviendo la cultura Tuareg. Pero nuestras familias se dieron cuenta a lo largo del tiempo de que no hay nada malo en dejar que sus hijas vayan a Europa a hacer música, y se han percatado que su situación mejora también gracias a eso”, reconoce Fatou.
Sin embargo, Les Filles de Illighadad no están de gira todo el tiempo. Y cuando vuelven a sus hogares, reanudan sus actividades diarias. “Cuidamos de los animales, vamos a buscar el agua, ayudamos a nuestros ancianos, a nuestros hermanos y a nuestras hermanas, a mantener la casa, a hacer la comida...”, cuenta la joven subrayando la importancia que tiene para ellas poder seguir ejerciendo su rol dentro de la familia.
Pero su actividad musical también aporta un apoyo a la familia, aunque como bien reconoce la artista: “Todavía es algo frágil, porque en nuestra visión de la religión, una mujer no puede pasar su tiempo fuera de su casa haciendo música y ganando dinero. Un día deberé casarme y dejar la guitarra para cuidar de mi casa. Así es como funcionan las cosas en mi cultura. Pero no creo que me arrepienta de haber dejado la música porque no es algo ‘natural’ para la mujer tuareg”.
Lo que sí lo es, según nos cuentan las integrantes de esta banda femenina, es la música tende, que es cantada por mujeres acompañadas por músicos hombres. Es un estilo esencial de la música de esta sociedad semi-nómada que incluye instrumentos como el əkänzam y donde se alaba al amor. “Es un estilo tradicionalmente interpretado por mujeres en casa. Crecí con esta música como todas las chicas de la aldea, así que naturalmente la transpuse en mi música y en el escenario. Sobre todo la tocamos en nuestros pueblos durante la temporada de lluvias porque es en este momento cuando todos nuestros amigos y familiares que han ido a buscar pastos para los animales, regresan. Es un momento de alegría y felicidad para todos, y cada noche se toca en las casas de las familias hasta la punta del alba, para celebrar la alegría de estar juntos”, cuenta Fatou.
Puede que el mundo se quede, dentro de poco, huérfano de mujeres tuareg que se atreven a empuñar las guitarras y a viajar a miles de kilómetros de sus familias para mostrarnos su creatividad. Sin embargo, la música es algo connatural en la vida de este pueblo nómada, y lo que es seguro es que en Illighadad no les van a faltar canciones cuando decidan dejar de pisar escenarios internacionales.
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