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Movimiento vecinal
Veinte años en pie de barrio: el Huerto del Rey Moro celebra su resistencia en Sevilla
Es sábado por la mañana, y se escucha alboroto en la calle Enladrillada. Risas de niños jugando, ladridos de perros y música son los culpables de este sonido ambiente. Los vecinos del barrio de San Julián preparan sus mejores sonrisas y sus ganas de pasarlo bien en conjunto. Hoy se da un hito importante en el barrio. Se trata del XX aniversario del Huerto del Rey Moro, un espacio que les ha dado vida, tanto a nivel social como a nivel cultural y ecológico.
El Huerto no es el único que está de celebración, pues sus vecinos de la Casa del Pumarejo también celebran la misma edad, así como la Oficina de Derechos Sociales (ODS) que tanto ha luchado por la dignidad de tantas personas. Hoy cumple 20 años una parte crucial de la idiosincrasia de la zona norte del centro de Sevilla. En el evento también participan organizaciones como el Movimiento por la Vivienda de Sevilla, quienes organizan una rifa antirrepresiva en la que los fondos recaudados irán destinados a apoyar a movimientos sociales de la ciudad.
“El Huerto del Rey Moro es como un organismo dinámico que ha sido capaz de superar el concepto de objeto, evolucionando hacia un sentido de conjunto de bien natural, social e inmaterial, generador de calidad de vida, beneficios sociales y culturales", así definen el proyecto sus miembros.
La celebración contó con una visita arqueológica del huerto, guiada por Juan Luis Castro, arqueólogo que participó en la excavación e investigación del espacio entre 2007 y 2008. También tuvo lugar la visita a la Casa del Rey Moro, actual sede de la Fundación Blas Infante. Dicha visita contó con la participación de los profesores y antropólogos Isidoro Moreno y Javier Escalera, quienes aseguran que este espacio “no se entiende sin el huerto, al igual que el huerto no se entiende sin la casa”.
Historia de una lucha
El Huerto del Rey Moro (calle Enladrillada) es una zona ajardinada que formaba parte de la Casa del Rey Moro (calle Sol), donde ahora realiza su actividad la Fundación Blas Infante, y data de entre los siglos XV y XVI según el arquitecto Fernando Mendoza. Esta casa puede ser una de las casas no palaciegas sin modificar más antiguas de Sevilla, según algunas investigaciones. Una de las teorías de la procedencia de su nombre es la cesión del espacio donde se ubica el inmueble a un “moro” relevante durante la reconquista según la Fundación Blas Infante. Según la propia organización, otra teoría dice que fue la propia estética del edificio la que le dio este nombre, ya que cuenta con numerosas características de la arquitectura morisca.
Durante los últimos siglos, tanto la casa como el huerto se transformaron. La casa se convirtió en una casa de vecinos, mientras que el espacio del huerto tuvo distintas finalidades. Tras unos siglos de abandono del espacio, a finales del siglo XX se “descubre” este lugar. En 2001 se le da su reconocimiento como Bien de Interés Cultural (BIC) en el BOJA tanto a la casa como al huerto.
Tras este hallazgo, surge un movimiento ciudadano para preservar este espacio verde, uno de los pocos que quedan de estas dimensiones en pleno centro de la ciudad. Los vecinos de la zona se organizan para evitar la edificación de este espacio, idea propuesta en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) desde 1987 y heredada posteriormente en el año 2006 (Asamblea HRM, 2021).
Hablamos con David Gómez, miembro de la Asociación de Amigos de la Huerta del Rey Moro La Noria, quienes descubrieron este espacio y decidieron hacer de él lo que es hoy en día. “Descubrimos este solar que estaba tapiado porque una compañera se asomó a la terraza y lo vio. Entonces comprobamos que era una zona que estaba destinada a ser un parque según el Ayuntamiento, pero no se había hecho nada”, comenta David. “Nos llamó mucho la atención la existencia de este espacio en una de las zonas con peor relación entre espacios libres y espacios edificados de Sevilla”.
Esta iniciativa desemboca en la ocupación y explotación del espacio mediante la autogestión el 15 de febrero de 2004, y tuvo un gran recibimiento por parte de los vecinos del barrio. Dicha ocupación evoluciona en la organización de una asamblea para realizar actividades y proponer iniciativas para el Huerto, con la prioridad en crear un espacio agrícola que también esté destinado al aprendizaje y el ocio al aire libre, fuera de espacios privatizados.
Se inicia entonces la elaboración de numerosas actividades de distinto tipo, donde destacan las de carácter escolar. Dichas actividades ayudan a que el Ayuntamiento otorgue la condición de huerto urbano al espacio, lo que conlleva una dotación de herramientas para mejorar las condiciones de este.
El año 2004 es un año de suma importancia para las luchas y movimientos sociales de Sevilla: nacen el Huerto del Rey Moro, el Centro Vecinal Pumarejo y la Oficina de Derechos Sociales (ODS). Las dos primeras iniciativas surgen de la necesidad de ocupar espacios que pretendían ser arrebatados a la ciudadanía, para concebirlos como espacios públicos no privatizados en donde se puedan llevar a cabo iniciativas de todo tipo, desde culturales a eventos de formación política. El tercero es una asesoría y sindicato social formado por trabajadores sociales y comunitarios con gran experiencia en casos de inmigración. Estas tres iniciativas han construido buena parte de lo que constituye la identidad de la lucha social sevillana, y la identidad de la zona norte del Casco Antiguo.
David nos cuenta que, a diferencia de la Casa del Pumarejo, “nosotros seguimos siendo okupas. Entramos como okupas y seguimos siendo okupas, aunque no tenemos interés en seguir siéndolo”. El activista además añade que: “la Casa del Pumarejo consiguió que el Ayuntamiento les otorgase una cesión del inmueble durante 15 años en 2011, pero nosotros seguimos establecidos en unos terrenos que forman parte del propio Ayuntamiento. Es un tema que nos hemos planteado varias veces abordar y hemos estado cerca de hacerlo, pero de momento seguimos igual”.
Uno de los principales valores que tiene el Huerto del Rey Moro se lo da su singularidad. En una ciudad como Sevilla, donde todo el territorio intramuros que compone el Casco Antiguo parece inamovible por su alto valor histórico, y los espacios verdes han ido llenándose de cemento, el hecho de que exista un espacio de este tamaño que no ha sido mercantilizado ni privatizado puede considerarse un éxito rotundo. Un éxito rotundo que no se entiende sin la lucha y la organización vecinal.
Por otra parte, la autogestión implica la necesidad de establecer redes de cooperación entre distintos entes, por lo que se antoja necesaria una buena relación con otras asociaciones y colectivos de la ciudad. Esta cooperación hace que el tejido social de una zona, una ciudad o un territorio se fortalezca. El Huerto del Rey Moro guarda una gran relación con distintos colectivos e iniciativas de la ciudad, como pueden ser Barrio Abierto, Fundación Blas Infante, Asociación de vecinos de la Casa del Pumarejo o La Revuelta entre otros.
Comenta David que una de las cosas que exigieron en su día al Ayuntamiento fue que derribaran la tapia de más de dos metros que hacía invisible este espacio para los vecinos. “Este espacio lo tienen que conocer los vecinos del barrio, así les da menos miedo acercarse a él”.
El Huerto tiene una serie de normas creadas para la convivencia de todos los vecinos. “Una de las normas que hay establecidas es que sólo se puede poner música en un amplificador una vez al año: en la celebración del aniversario. Además, a las 3 de la tarde se corta la música y hasta las 5 o las 6 no se vuelve a poner”. Otro aspecto relevante es que “aquí no hay corriente de luz, así que los eventos duran lo que dure la luz solar”. Sin duda, en el Huerto del Rey Moro se preocupan por que los vecinos puedan hacer su vida sin que este espacio les moleste.
En el Huerto también hay espacio para que los vecinos y los miembros de la asociación expresen sus opiniones. “Tenemos una asamblea, que ahora es el último miércoles de cada mes, en la que por supuesto también pueden participar los vecinos, proponiendo iniciativas o expresando alguna queja o sugerencia”, relata David.
Parafraseando una memoria redactada por los propios miembros del huerto: “El Huerto del Rey Moro es como un organismo dinámico que ha sido capaz de superar el concepto de objeto, evolucionando hacia un sentido de conjunto de bien natural, social e inmaterial, generador de calidad de vida, beneficios sociales y culturales. Estos son sus valores, su motor de desarrollo, su principio y su fin”.
La situación del Huerto
Desde su ocupación en 2004, el Huerto del Rey Moro es, con sus 4600 metros cuadrados de superficie, el espacio público y no mercantilizado más grande del Casco Histórico de Sevilla. Conserva su labor histórica de zona verde, y constituye un espacio de sostenibilidad a través de la agricultura.
Este espacio es un ejemplo de resistencia contra las iniciativas privadas que han intentado acabar con él. En el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de 1987 ya se refleja la intención de sacar una rentabilidad político-económica con la promoción de 40 viviendas públicas y la privatización del jardín.
Esta intención se hereda en el PGOU de 2006, y va en contra del Plan Especial del Casco Histórico y de la declaración de la Casa del Rey Moro como Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de monumento, estando el propio huerto adscrito a esta declaración como entorno protegido.
Precisamente el PGOU de 2006 es el que sigue vigente en la ciudad, aunque se le han hecho numerosas modificaciones en los últimos años. José Luis Sanz, actual alcalde, prometió en su mandato crear uno nuevo, pero, de momento, no ha sido así.
“Nosotros tenemos una espada de Damocles que es el PGOU. Mientras no se recalifique el entorno y deje de ser parcialmente edificable, este espacio puede desaparecer.”, nos comenta David, preocupado con el asunto. “En una zona con donde a los vecinos les cuesta mucho ver algo verde, nos parece bastante negativo que se eliminen este tipo de espacios”, añade.
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Pese a las numerosas movilizaciones a lo largo de los años y la “garantía” que le dan sus catalogaciones, el Huerto del Rey Moro no es ajeno a la inercia de privatización de espacios públicos en la que se ve envuelta la ciudad.
En el XX aniversario de su nacimiento, conservar este tipo de espacios se antoja esencial para el objetivo de conseguir una ciudad habitable, igualitaria y para todos, y más en el momento histórico en el que nos encontramos. Cuando los espacios sociales desaparecen y la privatización de todos los rincones amenaza constantemente a los habitantes de una ciudad, la lucha organizada se antoja aún más imprescindible, y debe hacerse siempre desde el mismo sitio: el barrio, las relaciones sociales y los espacios comunes.
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