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Educación
De puertas para afuera: la escuela que se abre a la memoria
La movilización social puede vincularse con la educación formal y tejer lazos de conexión entre las reivindicaciones memorialistas y la enseñanza de la historia reciente. Las experiencias de trabajo desde el movimiento social por la recuperación de la memoria histórica en Cádiz muestran las posibilidades del conocimiento situado, de cara a que el alumnado movilice su empatía, su atención y motivación, y se conviertan en testigos y agentes de su propio aprendizaje.
La memoria es poliédrica y porosa, es decir, presenta una multiplicidad de facetas y penetra con facilidad en diversos campos. Uno de los territorios hasta ahora apenas explorado es el de su vinculación con la educación formal. No hay que confundirla con la historia, que, por el contrario, sí ha estado ligada desde su origen a su enseñanza para la construcción y refuerzo de la identidad colectiva, aquella que en nuestro tiempo cristaliza en la ideología del nacionalismo, en especial la del Estado nación. Los acontecimientos del pasado no han sido revelados inocentemente: se ha atizado la epopeya nacional y se ha olvidado lo indecible. Cuando ninguna de estas opciones ha sido posible, se ha recurrido a su invención, como sugería Eric Hobsbawm. Es la historia romántica, identitaria, que alimenta el volkgeist y se esfuerza en reafirmar el nosotros frente al otros.
Los acontecimientos del pasado no han sido revelados inocentemente: se ha atizado la epopeya nacional y se ha olvidado lo indecible.
La pugna memoria e historia es vieja y la crítica fácil yerra cuando se insiste en disociar la primera del espacio social y colectivo en el que se crea, sedimenta, reproduce o deconstruye; su dimensión cultural y simbólica. La memoria es subjetiva y es intersubjetiva, como la historia es un saber en constante construcción y revisión, permeada de la cultura y el lenguaje, siempre proyectada desde el presente.
En su enseñanza, la tradición la muestra como una única historia en sentido lineal, enciclopédica, erudita y memorística, la historia monumental de Friedrich Nietzsche, o bien, cuando los nuevos contextos lo favorecen, como múltiples historias, desde una mirada procedimental y reflexiva, una historia más social. De memorizar datos, nombres, batallas, fechas… a comprender las causas y luchas por consolidar determinada versión de lo acontecido.
La memoria, por el contrario, ha sido un recurso de disidencia y de subversión contra el poder.
El poder se ha servido de la historia, sobre todo cuando ha sido entendida como campo de conocimiento objetivo, imparcial, neutral o científico, porque estas características la presentan como incuestionable, y el poder siempre busca no ser puesto en entredicho. La memoria, por el contrario, ha sido un recurso de disidencia y de subversión contra el poder.
El franquismo consolidó una única historia y una única memoria, de exaltación y de sacralización del golpe de Estado y la guerra, de la que quedaban excluidos los vencidos, cuyos supervivientes atesoraron en la intimidad familiar el recuerdo de aquello sobre lo que solo se podía hablar, si algo se hablaba, en voz baja. Con el nuevo siglo, se produce una ruptura con el silencio y olvido negociado durante la transición; su tránsito desde el mutismo o el susurro de la mesa de camilla a la exclamación e impugnación públicas, a su conocimiento y reconocimiento social.
Las fosas de los derrotados, rebosantes de miles de cuerpos de víctimas de la violencia de retaguardia, repartidas por cunetas, pies de tapias, cementerios y otros rincones de nuestra geografía, son la prueba del cierre en falso de nuestra historia reciente. Este es el propósito del movimiento social por la recuperación de la memoria histórica, representando las exhumaciones, como rituales piaculares de duelo, la oportunidad de resituar en la comunidad de los muertos al familiar ausente, su tránsito a la necrópolis a la que el franquismo le había negado la entrada.
Estos procesos parten de la sociedad civil, de familiares y activistas, la misma que es capaz de articular espacios de encuentro con la escuela para que el discente tenga la oportunidad de conocer la otra memoria, aquella que está ausente en los libros de texto, a partir de fuentes diversas y más heterodoxas: los testimonios, la documentación archivística y de hemeroteca, las fuentes iconográficas y audiovisuales, las conferencias y exposiciones de expertos, las visitas guiadas a lugares de especial relevancia histórica o a procesos de excavación y exhumación de fosas clandestinas de la represión. Formas de trascender los muros de la escuela que ofrecen la oportunidad de construir un conocimiento histórico crítico a partir de experiencias educativas encarnadas.
Esta ruptura con formas convencionales de enseñanza reglada, la apertura de la escuela a la sociedad, ha dinamizado los procesos de enseñanza-aprendizaje, enfocándose más en el estudio de las causas que en su descripción, valorando el diálogo intergeneracional, superando sistemas obsoletos de evaluación –la focaultiana sanción normalizadora–, estimulando el aprendizaje significativo y crítico, y articulando su vivencia personal y de grupo para generar conciencia sobre su historia.
Esta ruptura con formas convencionales de enseñanza reglada, la apertura de la escuela a la sociedad, ha dinamizado los procesos de enseñanza-aprendizaje
Así lo acredita la experiencia del profesorado en la provincia de Cádiz con el proyecto del Aula Itinerante de Memoria Histórica y Democrática “Carlos Perales” de la Diputación, las visitas a las fosas comunes de la represión en Puerto Real y San Fernando, a la Casa de la Memoria en Jimena de la Frontera, a las ruinas del poblado de La Sauceda y su cementerio rehabilitado, donde reposan los restos de 28 cuerpos exhumados en 2012, exposiciones como El ADN de la Memoria o conferencias de supervivientes de La Desbandá. Actividades que asociaciones como la Asociación por la Recuperación de la Memoria Democrática, Social y Política de San Fernando (AMEDE), el Foro por la Memoria del Campo de Gibraltar y Asociación de Familiares de Represaliados por el Franquismo en La Sauceda y el Marrufo (AFRESAMA) llevan años implementando.
La movilización social puede vincularse con la educación formal y tejer lazos de conexión entre las reivindicaciones memorialistas y la enseñanza de la historia reciente, permitiendo a los jóvenes ser agencia en la edificación de sociedades más justas y democráticas; a crecer en valores democráticos, cívicos y de respeto como herramientas imprescindibles en la lucha contra la intolerancia, el odio y el miedo; y facilitar el flujo emergente del pasado en las historias familiares y locales.